Los pijos de California prefieren a Clinton
Para la clase acomodada, conservadora y con educación universitaria, "Trump es demasiado vulgar". El magnate da el golpe de gracia al Partido Republicano en California
Uno de los pocos enclaves republicanos en todo el estado, el condado de Orange, puede volverse demócrata en estas elecciones por primera vez en 80 años. Donald Trump ha venido a dar el golpe de gracia al Partido Republicano en California, donde agoniza desde hace décadas. Uno de sus pocos feudos históricos, el condado de Orange, parece destinado a volverse "azul" en estas elecciones presidenciales, desterrando una tradición que se remonta a la Gran Depresión. El último candidato demócrata que ganó en Orange County fue en Franklin D. Roosevelt en 1936.
"Si el candidato hubiera sido un Jeb Bush, o un John Kasich, creo que lo votantes republicanos de Orange les hubieran apoyado", considera a este diario el profesor Fred Smoller, de la Universidad de Chapman en Orange. "Pero, para muchos de estos votantes, Trump es un patán. Entre la clase acomodada, conservadora y con educación universitaria, no gusta nada. Especialmente a las mujeres", considera Smoller, que cree que particularmente los escándalos de abusos y su actitud poco respetuosa hacia el género femenino han sido letales para Trump entre las republicanas de Orange.
Con los maridos no lo tiene tan claro. "A este tipo de votante conservador lo que más le importa es que no le toquen los impuesos y que se mantenga la libertad de comercio. Y que Trump hable de regular el libre comercio les pone los pelos de punta". Quizá, considera, se abstengan o voten a Gary Johnson, del Partido Libertario.
La pérdida de Orange, que parece muy probable según las últimas encuestas, sería especialmente dolorosa para un Partido republicano que lleva décadas siendo poco menos que irrelevante en el panorama político del estado más poblado de la unión, con algo más de 39 millones de habitantes. Hace décadas que la postura tradicionalmente dura del discurso republicano con la inmigración ilegal ha sido muy perjudicial en un estado que tiene ya más habitantes latinos que blancos. Y Trump no ha hecho ningún favor al partido en este aspecto.
En el estado en su conjunto, hace más de seis elecciones que gana el candidato demócrata, sus dos senadores en Washington son demócratas (y los dos nuevoes candidatos que se presentan en estas elecciones también), y los alcaldes de las principales ciudades (San Francisco y Los Ángeles) son demócratas desde hace décadas: en el caso de San Francisco, desde mediados del siglo pasado. En Los Ángeles ni siquiera se ha presentado un candidato republicano a la alcaldía desde 2001. A parte de Trump y Pence, su candidato a vicepresidente, el Partido Republicano ni aparece en las papeletas de muchas zonas de Los Ángeles donde todos los demás candidatos (al senado o al congreso de EEUU o a la asamblea del estado de California) son demócratas.
En Orange, sin embargo, hogar de Nixon y cuna de la carrera política de Reagan, los conservadores aguantan. No solo ha tenido durante décadas mayoría de votantes registrados republicanos, sino que es uno de los mejores sitios de todo el estado para recaudar fondos para cualquier candidato republicano que se precie. Sin embargo, a medida que Trump ha atraído a la clase trabajadora blanca del centro del país, ha alejado a las élites conservadoras de las costas y las grandes ciudades.
No solo ha sucedido en Orange County, otros grandes condados residenciales, conservadores y acomodados como Chester en Philadelphia, Gwinnett en Atlanta, Fort Bend en Houston o Tarrant en Dallas parecen seguir el mismo camino, según las encuestas. Las afueras residenciales se van haciendo más diversas racial y culturalmente, y la clase acomodada blanca, además, no se siente representada en un candidato como el polémico multimillonario.
No solo ha sucedido en Orange County; otros grandes condados residenciales, conservadores y acomodados como Chester en Philadelphia, Gwinnett en Atlanta, Fort Bend en Houston o Tarrant en Dallas parecen seguir el mismo camino
"Creo que Orange County tiene una fama que no se merece", matiza Smoller. "No todo son familias acomodadas. Hay muchas ciudades en Orange County. Y la gran mayoría de sus habitantes son de origen hispano y no tan acomodados. Es como si juzgásemos a todo Los Ángeles por Beverly Hills". El cambio demográfico también ha terminado por llegar a este enclave conservador: cada vez más latinos y nuevas generaciones de blancos con una postura ideológica más progresista en lo que respecta a control de armas, derechos civiles o el cambio climático han alejado a Orange de los republicanos.
"No se trata solo de no votar a Trump. Orange County tenía en los 80 un 22% más de votantes registrados republicanos que demócratas. Hoy la diferencia es del 4% y aumentan cada vez más los votantes que se registran sin afiliación de partido concreta", explica Smoller. Ya en 2008, Obama perdió en Orange por solo 2,5 puntos frente a John McCain.
Pero el golpe de gracia sin duda lo ha dado la candidatura de Donald Trump. Es demasiado vulgar para los conservadores más "pijos", por muy conservadores que sean en el terreno social, y demasiado proteccionista en lo económico. "Es lo opuesto a un candidato como Reagan, que representaba un conservadurismo optimista, sin animosidad", argumenta Smoller. Si el horror que les produce el candidato les termina de convencer de apostar por Hillary está por ver, pero mientras que un porcentaje grande de los republicanos registrados no apoyen a Trump, el cambio demográfico del resto del condado terminará de dar la victoria a Clinton. Y, entonces, la "joya de la corona" de los republicanos californianos dejará de serlo.
Uno de los pocos enclaves republicanos en todo el estado, el condado de Orange, puede volverse demócrata en estas elecciones por primera vez en 80 años. Donald Trump ha venido a dar el golpe de gracia al Partido Republicano en California, donde agoniza desde hace décadas. Uno de sus pocos feudos históricos, el condado de Orange, parece destinado a volverse "azul" en estas elecciones presidenciales, desterrando una tradición que se remonta a la Gran Depresión. El último candidato demócrata que ganó en Orange County fue en Franklin D. Roosevelt en 1936.
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