Así son las Nuevas Derechas alemanas: jóvenes, intelectuales y nacionalistas
Movimientos y partidos de ultraderecha avanzan electoralmente en Alemania, pero ya no son los marginales de antaño. Su viejo sueño, formar un Frente de Derechas, parece hoy algo plausible
Algo se mueve en la extrema derecha alemana. El avance electoral del joven partido nacionalista, derechista, euroescéptico y antimigración Alternativa para Alemania (AfD) es un síntoma de ello, pero no el único. Desde que el ala más radical de AfD se impusiera dentro del partido y comenzara a obtener bancadas propias en (hasta ahora) diez parlamentos regionales, mucho se ha escrito sobre las razones de ese avance electoral: llegada de refugiados, crisis del euro, aumento de la precariedad laboral y de la desigualdad social, desgaste político de la canciller Angela Merkel, fallida comunicación del Gobierno federal alemán…
La escena de la extrema derecha alemana arroja otro fenómeno que parece respaldar los éxitos electorales de AfD: el surgimiento de una nueva intelectualidad ultraderechista que alimenta a través de editoriales, revistas y plataformas en Internet el argumentario político de sectores ávidos de una revolución ultraconservadora y descontentos con la marcha actual del país. Una escena que ofrece un discurso más sofisticado de lo que hasta ahora era habitual en la extrema derecha alemana.
Tanto la militancia como los votantes más fieles de AfD contrastan con la imagen tradicional de la ultraderecha y del neonazismo germano desde 1949. El Partido Nacional Demócrata de Alemania (NPD) fue hasta hace un par de años la principal referencia de esa escena. Una formación relacionada con la militancia violenta, el terrorismo neonazi, el racismo más recalcitrante y la nostalgia nacionalsocialista. Las llamadas Nuevas Derechas, conformadas por un conglomerado de organizaciones y activistas, han logrado apartarse de la estética del NPD con un discurso que, sin dejar de ser hipernacionalista, ultraconservador y abiertamente rayano con el racismo, atacan por igual a todos los partidos políticos alemanes establecidos y obtienen un potencial electoral transversal.
El Instituto para Política Estatal (IfS, por sus siglas en alemán), uno de los arietes ideológicos de las autoproclamadas Nuevas Derechas, ofrece en su web un párrafo paradigmático de esa estrategia política: “La socialdemocratización del llamado centro es una realidad que se refleja en ciertas posiciones defendidas hace 10 años por la izquierda y que se han generalizado en la CDU [democristianos], CSU [socialcristianos bávaros] y el FDP [liberales]. Ello afecta sobre todo a la postura sobre la sociedad multicultural y el abuso histórico-político del pasado alemán. (…) Sin identidad nacional no hay futuro para Alemania”.
Las Nuevas Derechas, con AfD como principal baluarte político, están consiguiendo así capitalizar electoralmente tanto una parte del abstencionismo tradicional como un espacio social ultraconservador que probablemente siempre estuvo ahí, pero que los democristianos de la CDU-CSU de Merkel ya no parecen en disposición de integrar en su electorado. De esta forma, el tablero político germano parece inexorablemente abocado a romperse por la extrema derecha en las próximas elecciones generales previstas para septiembre de 2017; tras ellas, el Bundestag (Parlamento federal) será muy probablemente el más fragmentado de la historia de la historia de la República Federal Alemana y tendrá en su seno a una fuerza política situada a la derecha de la democraciacristiana, algo inédito en Alemania desde 1949.
Jóvenes y radicales
Centro de Berlín, finales del pasado agosto. Un grupo de jóvenes activistas se encarama a plena luz del día a la céntrica Puerta de Brandeburgo. Cientos de turistas miran con curiosidad la acción a la espera de un mensaje ecologista o de extrema izquierda. En su lugar, y para sorpresa de muchos, los activistas despliegan una pancarta con la siguiente frase: “Fronteras seguras, futuro asegurado”.
El Movimiento Identitario (Identitäre Bewegung) fue el responsable de esta acción. “Somos la primera fuerza patriota y libre que toma parte activa y con éxito por la nación, la libertad y la tradición”. Así se presenta este grupo de clara orientación ultraderechista. Con una estética moderna, fresca, juvenil e incluso cercana a la de movimientos de izquierda alternativa, el Movimiento Identitario tiene un objetivo claro: “Mantener las identidades, culturas y tradiciones locales, nacionales y europeas, y luchar contra la migración masiva y la islamización que tiene lugar durante años, así como contra el derrumbamiento moral de nuestra democracia y nuestra sociedad”.
El Movimiento Identitario, procedente originalmente de Francia, nació en Alemania en 2012. Desde entonces, sus activistas realizan campañas en Internet y en la calle para luchar contra lo que consideran un multiculturalismo impuesto por unas élites que no los representan. Pese a su mensaje netamente ultraderechista, el Movimiento Identitario se aparta explícitamente de lo que ellos llaman Viejas Derechas (“racistas, neonazis, etc...”) para ofrecer un discurso algo más elaborado: defienden el concepto de “etnopluralismo, que contraponen al de “multiculturalismo”. Aseguran apostar por el mantenimiento de la diversidad cultural, siempre y cuando las diferentes culturas se mantengan dentro de sus “territorios históricos”. Un argumento que no es nuevo en la extrema derecha europea, pero que ahora es defendido con una estética renovada y en un momento histórico más propicio.
Frente de Derechas
AfD, Pegida (Patriotas Europeos Contra la Islamización de Occidente) y el Movimiento Identitario son las principales organizaciones de las llamadas Nuevas Derechas alemanas. Su objetivo es, según observadores del fenómeno, crear un Frente de Derechas que se convierta en un polo ideológico que marque la agenda política alemana y, por qué no, incluso tomar algún día el poder. Un escenario que hasta hace poco tiempo la mayoría de politólogos y analistas consideraba inverosímil en Alemania, pero que, como demuestra el avance electoral de AfD, ahora ya no lo parece tanto.
“Las diferentes escenas se interconectan cada vez de manera más efectiva. En el centro actúan AfD y Pegida como centro gravitacional de todas fuerzas radicales. (…) Además de la islamofobia, el principal punto de su programa es el ‘etnopluralismo’; es decir, la creación de un mundo que conserve los espacios nacionales-culturales. Eso no es otra cosa que una especie de apartheid mundial entre pueblos”.
Este párrafo está extraído del libro “Ciudadanos peligrosos. Las Nuevas Derechas alcanzan el centro”. Escrito por Liane Bednarz y Christoph Giesa, dos periodistas y publicistas de corte liberal y conservador, el libro advierte que Alemania parece estar en un momento histórico perfecto para lo que la extrema derecha germana ha esperado durante décadas: convertirse en un actor político influyente y decisivo a nivel federal. Su agenda política es harto conocida: férrea oposición a una sociedad abierta y multicultural, recuperación de un concepto de ciudadanía basado en criterios étnicos y religiosos, posiciones claramente antimigratorias, euroescepticismo militante, revisionismo histórico y ultraconservadurismo moral.
¿Nuevo terrorismo ultraderechista?
“El año pasado registramos más de mil ataques contra centros de acogida de refugiados, y este año volvemos a ver un incremento de la violencia política, tanto de izquierda como de derecha. Pero es cierto que el peligro derechista nos preocupa más, porque ahora es más inteligente”, asegura a El Confidencial Rainer Wendt, presidente del Sindicato Policial de Alemania y autor del libro “Alemania en peligro. Cómo un Estado débil pone en juego su seguridad”, recientemente publicado.
“Antes, cuando hablábamos de extremismo ultraderechista, siempre teníamos en mente esos tipos fornidos, de cabeza rapada, cruces gamadas tatuadas y también un poco tontos”, continúa el comisario Wendt. “Este tipo de gente sigue existiendo, pero hay nueva extrema derecha muy peligrosa, que no sólo aprovecha el ambiente social, sino que también establece estructuras que actúan de manera conspirativa y más profesionalizada”.
Si se le pregunta si descarta la aparición de un nuevo terrorismo neonazi o ultraderechista organizado, como ya existió en el pasado reciente de Alemania, su respuesta es clara y directa: “No”. Rainer Wendt no está solo en ese sentido. Hace tiempo que observadores de esta nueva escena ultraderechista alemana advierten que hay activistas que están desapareciendo en la clandestinidad, lo que podría indicar el establecimiento de células terroristas organizadas e interconectadas preparadas para atentar.
El surgimiento del denominado Frente de Derechas, en el que las conexiones entre AfD, el Movimiento Identitario y Pegida son más que evidentes, apunta que en Alemania está cristalizando un sector social que podría intentar dar cobertura a un nuevo terrorismo ultraderechista. Uno de los párrafos de la autodescripción que ofrece el Movimiento Identitario alemán no podría ser más inquietante: “En Europa nos encontramos en el inicio de uno periodo de cambio. Para que ese cambio transcurra como queremos, necesitamos la colaboración de activistas jóvenes, inteligentes y dispuestos a sacrificarse y a corresponder al espíritu de nuestras vanguardias europeas, a conservar y a defender su patria”.
Algo se mueve en la extrema derecha alemana. El avance electoral del joven partido nacionalista, derechista, euroescéptico y antimigración Alternativa para Alemania (AfD) es un síntoma de ello, pero no el único. Desde que el ala más radical de AfD se impusiera dentro del partido y comenzara a obtener bancadas propias en (hasta ahora) diez parlamentos regionales, mucho se ha escrito sobre las razones de ese avance electoral: llegada de refugiados, crisis del euro, aumento de la precariedad laboral y de la desigualdad social, desgaste político de la canciller Angela Merkel, fallida comunicación del Gobierno federal alemán…
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