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Los conservadores ganan en Islandia pero dependen de otros dos partidos para gobernar
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Los conservadores ganan en Islandia pero dependen de otros dos partidos para gobernar

El Partido de la Independencia logra un tercio de los votos, pero el hundimiento de su socio de gobierno, el centrista Partido Progresista, impide formar gobierno sin el apoyo de Reforma

Foto: Un votante hace cola en un centro electoral en el ayuntamiento de Reikiavik (EFE)
Un votante hace cola en un centro electoral en el ayuntamiento de Reikiavik (EFE)

A medida que avanza el recuento en las elecciones legislativas celebradas ayer en Islandia, el conservador Partido de la Independencia se sitúa a la cabeza con un 29% del total de votos. Sin embargo, debido al hundimiento de su socio en el poder, el centrista Partido Progresista -que de momento logra un 11,5% y queda como cuarta formación-, la coalición necesitará del partido Reforma para gobernar.

El apoyo de Reforma, escisión pro UE de los conservadores que es quinta con el 11,5%, sería indispensable para que el actual ministro de Finanzas, el conservador Bjarni Benediktsson, pueda convertirse en primer ministro al tercer intento, a la espera del cómputo total. El Partido Progresista se ha visto muy castigado por la vinculación del exprimer ministro, Sigmundur David Gunnlaugsson, con los Papeles de Panamá, que provocó su dimisión en abril y el adelanto de estas elecciones.

El Movimiento de Izquierda Verde logra la segunda plaza con el 15,9%, por delante del Partido Pirata, que obtiene ya el 14,5%, más del doble que en las elecciones de 2013, pero lejos de las cifras que le daban los últimos sondeos. La suma de los votos de estas formaciones y las otras dos del bloque opositor, la Alianza Socialdemócrata y Futuro Brillante, no llegaría al 44% y aglutinaría 29 escaños, superior a la de conservadores y centristas, aunque insuficiente para garantizarle la mayoría absoluta, fijada en 32 diputados.


La 'burbuja' del Partido Pirata

El Partido de la Independencia, ganador de todos los comicios generales en Islandia salvo en 2009 -en medio de la mayor crisis económica de la historia reciente de este país-, podría mejorar en tres puntos su resultado y ganaría dos escaños hasta 21. El Partido Progresista sería el gran perdedor, cayendo 14 puntos porcentuales y cediendo 12 de sus 19 escaños, si se confirma la tendencia del recuento, que se extenderá hasta la mañana del domingo.

Los rojiverdes subirían en cambio 5 puntos y ganarían 4 diputados hasta 11, dos más que el Partido Pirata, que triplicaría los suyos hasta 9 y pasaría del 5,1% al 13,5%, un resultado pobre si se considera que lideró los sondeos durante un año y hasta hace un mes era considerada la primera fuerza. Los seis escaños que parece obtendrá Reforma serán determinantes, aunque su actitud ambigua en campaña despierta dudas: a pesar de su mayor cercanía ideológica negó su apoyo en campaña a un gobierno de centroderecha, pero también rechazó participar en las conversaciones del bloque opositor, que culminaron con una declaración conjunta.

Las cuatro formaciones opositoras, que ya gobiernan Reikiavik desde hace dos años, presentaron un acuerdo básico con temas centrales como la sanidad, una política climática responsable, aumentar los impuestos a quienes explotan recursos naturales y una nueva Constitución. Pero el resultado electoral provisional aleja a este bloque del gobierno, lastrado, además de por un Partido Pirata que no alcanza los resultados esperados, por el hundimiento de la Alianza Socialdemócrata, que lograría el 6,8% y cuatro escaños. Los socialdemócratas pasarían de haber ganado en 2009 con casi el 30% y colocar a Jóhanna Sigurdardóttir de primera ministra a ser ahora la fuerza más pequeña de un Parlamento que por primera vez contará con siete partidos.


Primer ministro a la tercera

Pese a estar al frente del partido que históricamente ha dominado en Islandia y que solo ha perdido unos comicios generales (2009), Bjarni Benediktsson no ha podido encabezar un gobierno, aunque las circunstancias no han sido siempre las más propicias. Asumió el cargo en marzo de 2009, un mes antes de los comicios adelantados provocados por la dimisión de su predecesor, Geir H. Haarde, a quien las protestas populares por la crisis económica se habían llevado por delante. Y no pudo evitar una victoria histórica de la izquierda, que llegó al poder por primera vez desde la independencia del país en 1944, ni mantener la condición de partido más votado, aunque logró una derrota honrosa con casi el 24 % de los votos.

El descontento popular provocado por las duras medidas de ajuste impulsadas por el Ejecutivo de la socialdemócrata Jóhanna Sigurdardóttir allanó el regreso al poder de los conservadores y sus aliados "progresistas" cuatro años después. Bjarni Benediktsson superó las críticas a su falta de carisma y su incapacidad para unir al partido, y tras un amago de retirada dos semanas antes de las elecciones, regresó para mejorar ligeramente los resultados de 2009 y lograr un triunfo apretado. Pero la sorprendente decisión del entonces presidente islandés de encargar gobierno al "progresista" Sigmundur David Gunnlaugsson y no a la lista más votada, le impidió asumir la jefatura y tuvo que contentarse con la vicepresidencia y la cartera de Finanzas.

Cuando parecía que el clima político era más o menos estable estalló el escándalo sobre la vinculación de Gunnlaugsson con los papeles de Panamá, lo que motivó una oleada de protestas similar a la de 2008, su dimisión y nuevas elecciones anticipadas. Aunque también se vio salpicado por las revelaciones periodísticas -tuvo un poder legal en una empresa fantasma en las islas Seychelles-, Bjarni Benediktsson capeó el temporal y llegó vivo a sus terceras elecciones como líder conservador, pero con perspectivas no del todo favorables.

De 46 años y buena familia, con estrechos vínculos con las élites económicas, se licenció en Derecho por la Universidad de Islandia y amplió estudios en Alemania y en Estados Unidos, antes de regresar a su país para trabajar como jurista. Formado en las filas conservadoras desde su juventud, accedió al Parlamento en 2003, siguiendo la tradición familiar, ya que un tío abuelo del mismo nombre fue primer ministro entre 1963 y 1970. El líder conservador está casado y tiene tres hijos, jugó al fútbol en su juventud y es aficionado a la pesca.

A medida que avanza el recuento en las elecciones legislativas celebradas ayer en Islandia, el conservador Partido de la Independencia se sitúa a la cabeza con un 29% del total de votos. Sin embargo, debido al hundimiento de su socio en el poder, el centrista Partido Progresista -que de momento logra un 11,5% y queda como cuarta formación-, la coalición necesitará del partido Reforma para gobernar.

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