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Trump no aclara si aceptará el resultado electoral: "Lo veré en su momento"
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Trump no aclara si aceptará el resultado electoral: "Lo veré en su momento"

La aspirante demócrata defendió el derecho constitucional a portar armas, pero exigió regulaciones, más comprobaciones de antecedentes y cerrar las lagunas en las ventas

Foto: Debate final de candidatos a la presidencia de EEUU. (EFE)
Debate final de candidatos a la presidencia de EEUU. (EFE)

Lo veré en su momento. Os mantendré en suspense, ¿vale?”. De esta manera Donald Trump dejó la puerta abierta a no aceptar el resultado electoral del 8 de noviembre. Rompió así la promesa que hizo en el primer debate y confirmó su intención de atizar las pasiones de sus seguidores, sin llegar quizás a votantes nuevos.

Anoche se esfumó en Las Vegas la última oportunidad para generar un trasvase de votos. El debate se celebró en un país dividido y ansioso, fatigado por año y medio de campaña electoral y triturado por escándalos diarios. Un país donde la mitad de la población reconoce que si gana el candidato contrario entraría en estado de pánico.

El tercer y último debate presidencial

Hillary Clinton y Donald Trump escenificaron lo que pareció realmente un debate, al principio. Comenzaron a parrafadas sobre la Constitución y el Tribunal Supremo, todavía fríos, pero a los pocos minutos se calzaron los guantes para arrinconarse y pronto pasaron de la política a los ataques personales.

Trump tacha de "marioneta" a Clinton

El republicano enrojeció como una bombilla en la parte de inmigración, que Clinton transformó en una discusión sobre Rusia. La antigua secretaria de Estado acusó al presidente ruso, Vladimir Putin, de entrometerse directamente en la campaña para beneficiar a Trump. “No conozco a Putin, pero sería bueno llevarse bien (…). Putin no la respeta a ella, ni al presidente”, declaró el magnate. “Porque preferiría a una marioneta”, respondió Clinton. “¡Tú eres la marioneta!”, siguió Trump.

El neoyorquino, de 70 años, parecía salido de un día de playa; entrecerraba los ojos, se encogía de hombros y torcía la boca hacia abajo, como si hablara físicamente con su rival. El millonario redujo los respingos y logró colar golpes rápidos en las defensas de Clinton. Esta, de blanco, sonreía estudiadamente, con aire cansado y pulso tranquilo.

La aspirante demócrata defendió el derecho constitucional a portar armas, pero exigió regulaciones, más comprobaciones de antecedentes y cerrar las lagunas en las ventas. Prometió mantener la ley del aborto, que Trump buscaría cambiar nombrando a jueces conservadores para el Tribunal Supremo. Con la ley actual, “puedes tomar al bebé y arrancarlo fuera del útero de la madre justo antes de su nacimiento”, explicó al magnate.

Donald Trump negó las acusaciones de agresión sexual que han aflorado en los últimos días y que le han hecho pelearse con medio país, incluido gran parte de su propio partido. Declaró que no conocía a las supuestas víctimas y denunció una conspiración de la prensa y la campaña demócrata para hundir sus opciones. “Nadie respeta a las mujeres más que yo”, declaró, y el moderado tuvo que regañar al público por reírse".

"Hillary va a ir a la cárcel"

Trump afirmó que Hillary Clinton y el presidente Obama pagan a agitadores para generar violencia en mítines como el de Chicago y luego culparle. Atacó a su rival con la fundación Clinton y el caso de los emails. “Ella ha mentido cientos de veces. Probablemente va a ir a la cárcel. ¿Y se presenta a presidente?".

La estrategia fue la misma: la ira contra el cálculo, las frases cortas y afiladas contra las nubes de datos. Trump acusó a Clinton de llevar 30 años hablando sin hacer nada; calificó su gestión política de “desastre” y pintó, de nuevo, una América arrasada por la globalización, el crimen y el estancamiento económico. Comparó el débil crecimiento de EEUU (1,4% al año, según la última cifra disponible con los ritmos de China y la India.

La demócrata sólo tenía que mantener el tipo; según los sondeos, su campaña ganaría las elecciones a nivel nacional por entre 4 puntos (ABC News) y 12 puntos (Universidad de Monmouth). La ventaja hace soñar a su equipo con vencer incluso en estados tradicionalmente conservadores como Utah, Georgia o Arizona, donde sólo se ha votado demócrata una vez desde 1946. La campaña ha dedicado recursos en estos estados para forzar la balanza y buscar una victoria aplastante estos últimos días. Los demócratas podrían recuperar el Senado e incluso el de la Cámara Baja.

Entre el público había pequeños golpes de efecto. La campaña de Trump invitó a Malik Obama, el hermanastro díscolo del presidente de Estados Unidos, quien declaró este verano que votaría a Trump. La de Clinton trajo a la CEO de Hewlett-Packard, Meg Whitman, y al adversario milmillonario de Trump: Mark Cuban.

Los dos candidatos más detestados

El otro protagonista fue el moderador, Chris Wallace. Por primera vez la Comisión Electoral permitió regir a un presentador de Fox y el canal optó por Wallace, un busto de mármol del viejo periodismo. A diferencia de sus colegas, más escorados a la derecha, Chris Wallace se da un aire clásico, gris y distante; su reputación le ha permitido entrevistar a Hillary Clinton y el presidente Obama en los últimos seis meses.

Contenido y serio, como si emergiera de los años sesenta, el moderador se enfrentó en solitario a los dos candidatos más detestados de la era moderna. Encarriló como pudo los seis bloques de 15 minutos y mantuvo su promesa de no ejercer de “escuadrón de la verdad”; es decir, de no contradecir o confirmar los datos manejados por los contendientes. Wallace impuso una autoridad mayor y más cándida que sus predecesores en los otros dos encuentros.

Hasta aquí los debates de campaña en 2016: tres presidenciales, 24 contando las elecciones primarias. Los candidatos reflejaron anoche una tristeza generalizada: volvieron a negarse el saludo antes y después del encuentro. Al acabar, se reunieron con sus respectivas familias, cautelosos de no cruzarse en la maraña de gente. Los dos bandos, como de costumbre, no tardaron en arrogarse la victoria.

Lo veré en su momento. Os mantendré en suspense, ¿vale?”. De esta manera Donald Trump dejó la puerta abierta a no aceptar el resultado electoral del 8 de noviembre. Rompió así la promesa que hizo en el primer debate y confirmó su intención de atizar las pasiones de sus seguidores, sin llegar quizás a votantes nuevos.

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