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Las bases republicanas apoyan a Donald Trump
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EL ESCÁNDALO HA CAUSADO DESERCIONES ENTRE LA ÉLITE REPUBLICANA

Las bases republicanas apoyan a Donald Trump

Los delegados en la convención republicana jamás habían visto tanto entusiasmo como con el magnate, que es el candidato más votado de la historia en unas primarias republicanas

Foto: Seguidores del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, en el exterior de la Torre Trump donde reside el magnate, en Nueva York. (Reuters)
Seguidores del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Trump, en el exterior de la Torre Trump donde reside el magnate, en Nueva York. (Reuters)

El Partido Republicano lleva meses haciendo malabarismos para conciliar su estabilidad y credo moral con los deseos de unas bases descontentas. Hasta hace 48 horas sus líderes habían logrado maniobrar para cerrar filas en torno al candidato, Donald Trump, pero las agresiones sexuales de las que presumía el magnate en 2005 amenazan con hacer explotar su campaña y la mismísima viabilidad política del partido. Los líderes parecen decididos a dar la espalda, in extremis, al nominado, pero ¿y las bases?

Una encuesta de 'Politico' y 'Morning Consult', efectuada este sábado a 1.500 votantes, refleja el apoyo de los votantes conservadores a Donald Trump y confirma una vez más la marcada polarización de divide EEUU. El 74% de los electores republicanos, según el sondeo, opina que el partido debe continuar su apoyo al candidato, a pesar de sus declaraciones en 2005. Sólo un 13% cree que debería retirar el respaldo. Esta pequeña proporción de descontentos es igual entre las mujeres conservadoras; sólo un 13% cree que Trump debería de cancelar su campaña después de conocer el vídeo.

Vídeo: Decenas de seguidores arropan al candidato republicano

Las conclusiones del sondeo confirman de momento la agitación que viven las filas conservadoras. Aún a día de hoy cualquier analista, profesor o comentarista político reconoce humildemente su confusión ante el ascenso de Trump. Mientras la élite político-intelectual desdeñaba una y otra vez su éxito como un fogonazo mediático, miles de personas hacían cola en los mítines del magnate por todo el país. Los delegados congregados este verano en la convención republicana enfatizaban que jamás habían visto semejante entusiasmo, que coronó Trump esta primavera como el candidato más votado de la historia en unas primarias republicanas.

Esta corriente de opinión se dejó notar este sábado en Wisconsin. El presidente de la Cámara de Representantes y líder oficioso del partido, Paul Ryan, fue abucheado y acusado de dejar colgado a Trump. Ryan, oriundo de este estado, había cancelado la participación de Trump en el evento; reconoció estar “asqueado” por las declaraciones de este en 2005, pero no retiró su apoyo oficial.

El Viejo Gran Partido lleva meses caminando sobre una delgada capa de hielo, condenado al mal trago de apoyar a un millonario que lleva más de un año incendiando la opinión pública y ganándose los peores calificativos. Paradójicamente, lo que finalmente le puede hundir no es lo que dijo en público, sino en privado hace 11 años. La capa de hielo se ha hecho añicos y más de 150 líderes del partido han expresado, por ahora, su rechazo al candidato, una cuarentena de ellos representantes electos.

La condena más importante vino del senador de Arizona, John McCain, vaca sagrada republicana, excandidato presidencial de 2008 y héroe de guerra de un linaje conocido por su servicio militar. McCain ha sido la referencia a la que miran los miembros del partido para saber cómo proceder con respecto a Trump. Primero decidió tragarse el insulto personal del magnate, que cuestionó públicamente su heroísmo al haber sido hecho prisionero en Vietnam (McCain pasó cinco años la prisión de Hanoi, donde padeció torturas y graves problemas de salud). Si un hombre temperamental y de principios como él cedía, también lo haría el resto del partido.

Pero este sábado McCain reconoció finalmente que ya era suficiente y dio luz verde al rechazo general: “Creía importante respetar el hecho de que Donald Trump ganó la mayoría de los delegados siguiendo las reglas establecidas por nuestro partido”, dice su comunicado. “Pero el comportamiento de Donald Trump esta semana, concluyendo con la revelación de los comentarios vejatorios sobre las mujeres y sus alardes sobre asaltos sexuales, hace imposible ofrecer incluso apoyo condicionado a su candidatura”.

Su comunicado intensificó la ola de condenas por parte de legisladores de todo el país, gobernadores y referentes como la exsecretaria de Estado, Condoleezza Rice. Según 'The Wall Street Journal', el presidente del comité nacional republicano, Reince Priebus, dio órdenes al partido de desviar los fondos de la campaña presidencial al resto de candidatos del partido al Congreso.

Una de las más elocuentes llegó del exgobernador de California y actor, Arnold Schwarzenegger: “Por primera vez desde que me hice ciudadano en 1983, no voy a votar al candidato republicano a presidente. Orgulloso como estoy de llamarme republicano, hay una etiqueta que estimo por encima de todo: americano. Así que quiero tomarme hoy un momento para recordar a mis compañeros republicanos que no sólo no es aceptable elegir a tu país por encima de tu partido: es tu deber”.

Nunca antes un gran partido se había enfrentado a situación semejante. Las posibilidades de reemplazar al candidato a menos de un mes de las elecciones son extremadamente frágiles. Aunque Trump renunciase, algo que ha jurado que no hará varias veces en los últimos dos días, el proceso político y legal sería arduo e injusto para quienes ya han depositado su voto anticipado.

Todas las miradas están ahora en quien podría ser su sustituto, el candidato republicano a vicepresidente, Mike Pence. El número 2 de Trump canceló su asistencia al mitin de Wisconsin y eliminó de la página web de campaña su agenda de eventos. Pence dijo sentirse “ofendido por las palabras y las acciones descritas por Donald Trump”, que dijo “no poder defender”. Aunque dejó una ventana abierta a la redención del candidato esta noche en su segundo debate contra Hillary Clinton: “Rezamos por su familia y estamos deseando que llegue la oportunidad de demostrar qué hay en su corazón cuando dé la cara a la nación mañana [este domingo] por la noche”.

El Partido Republicano lleva meses haciendo malabarismos para conciliar su estabilidad y credo moral con los deseos de unas bases descontentas. Hasta hace 48 horas sus líderes habían logrado maniobrar para cerrar filas en torno al candidato, Donald Trump, pero las agresiones sexuales de las que presumía el magnate en 2005 amenazan con hacer explotar su campaña y la mismísima viabilidad política del partido. Los líderes parecen decididos a dar la espalda, in extremis, al nominado, pero ¿y las bases?

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