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Bélgica sopesa eliminar el voto obligatorio en pleno auge abstencionista
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solo tres países EUROPEOS lo mantienen

Bélgica sopesa eliminar el voto obligatorio en pleno auge abstencionista

Con una participación de las más altas de Europa, el desafecto político se refleja en quienes defienden su derecho a abstenerse en unas elecciones. Solo tres países mantienen el sufragio obligatorio

Foto: Ciudadanos belgas votan durante las elecciones generales en un colegio de Sint-Joris-Weer, Bélgica (Reuters).
Ciudadanos belgas votan durante las elecciones generales en un colegio de Sint-Joris-Weer, Bélgica (Reuters).

Con unas posibles terceras elecciones amenazando a la vuelta de la esquina, algunos afirman que el abstencionismo –derivado del hastío hacia los políticos tras dos investiduras fallidas– podría ser clave para favorecer una mayoría del Partido Popular en el Congreso. Sin embargo, hay lugares donde la abstención no tiene protagonismo alguno. Países donde apenas roza el 10% el número de personas que no acuden a las urnas. Bélgica es uno de los pocos estados europeos en los que el sufragio electoral es obligatorio, junto con Luxemburgo y Grecia. Con más de cien años en vigor, hace más de dos décadas que Bélgica debate una reforma electoral que suprima de una vez esta particularidad en el voto. Aunque hasta ahora todos estas propuestas siempre se han quedado en agua de borrajas.

La última iniciativa contra el voto obligatorio surgió a finales de este verano en la sede del Movimiento Reformador, partido del primer ministro belga Charles Michel. El delegado regional del MR, George-Louis Bouchez, expresaba entonces que ya era hora de debatir la posición oficial del partido y de plantear una reforma. El debate, por supuesto, no tardó en llegar a los medios. Hace tan solo unas semanas el periódico 'La Libre' publicó una encuesta según la cual uno de cada dos belgas estaría a favor de suprimir el voto obligatorio. La respuesta no se ha hecho esperar por parte de algunos partidos: unos para defender y otros para atacar dicha reforma. “No hay derechos sin deberes”, tuiteaba la líder del Partido Socialista belga, Laurette Onkelinx, horas después. Eso sí, Bouchez aprovecha cualquier momento para avivar el debate: “Un deber no es una obligación. En el momento en que sentimos que estamos obligados a hacer algo, deja de ser un deber”, afirmaba en una entrevista con El Confidencial.

La defensa del voto obligatorio

En 1892 se aprobaba en Bélgica el sufragio obligatorio no forzado gracias a la iniciativa de los partidos democristianos temiendo que, debido al auge del socialismo y a su capacidad de mover a las masas, su electorado se quedara en casa en vez de ir a votar. “Sin embargo este tipo de sufragio comienza a perder fuerza en el S. XX”, puntualiza Pablo Simón, politólogo y editor de Politikon. “La tendencia en Europa ha sido la supresión del voto obligatorio y son cada vez menos países los que lo mantienen”, añade.

No obstante, aunque el voto obligatorio no es forzado, sí que tiene una serie de penalizaciones para aquellos que no ejercen su derecho en Bélgica. Sanciones económicas que van desde los 30 o 50 euros, incluso algunas con carácter mas administrativo, como la imposibilidad de opositar para el funcionariado público si se observan reincidencias en otros comicios. “De hecho, estas sanciones recaen sobre los colectivos más abstencionistas que son precisamente las clases más pobres. De hecho, la situación da un giro argumental y ahora es la izquierda quien defiende esta posición”, explica Simón.

Para Delwit, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Libre de Bruselas, el sufragio obligatorio supone que la sociedad acude a las urnas de una forma igualitaria. De esta manera, los partidos se ven obligados a centrar su atención también en las clases más desfavorecidas

Para Pascal Delwit, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Libre de Bruselas, el sufragio obligatorio supone que toda la sociedad acude a las urnas de una forma igualitaria, independientemente de la posición social de cada uno. De esta manera, los partidos políticos se ven obligados a centrar su atención y sus políticas también en las clases más desfavorecidas.

Desde el partido socialista se hace una defensa férrea en este sentido. “No obligamos a nadie a votar por un partido, sino a votar, simplemente. Por lo que su elección es determinante. Nuestro rol es el de sensibilizar a la gente, todo el tiempo, sobre la política”, afirma convencido Ahmed El Ktibi, consejero del PS en el Ayuntamiento de Bruselas. Aunque no niega que el voto obligatorio tiene un efecto directo sobre su partido. “¿Por qué el voto obligatorio es algo positivo para nosotros y nuestro partido? Porque permite que todos puedan votar, sin importar su formación, su edad, si son belgas o extranjeros. Nosotros tememos que si el voto obligatorio desaparece la gente que forma parte de las categorías más desfavorecidas no participe más y que el destino de nuestra sociedad esté decidido solo a quienes sí saben de política o tienen los medios para informar y manipular la información. Nos arriesgamos a que haya un desinterés hacia la política en los barrios más desfavorecido”.

A través de un comunicado oficial, el partido democristiano CDH se posicionaba rotundamente a favor del voto obligatorio: “La democracia no es como ir de tiendas, hay unas reglas que todos debemos seguir.” Tanto el partido Ecolo como los partidos minoritarios de izquierda -flamencos y valones- también se han mostrado en contra de la reforma, “pese a que en algunos casos esta pudiera favorecerles electoralmente”. Por su parte, el electorado belga, aunque dividido, no mantiene ninguna posición dominante frente a la posible supresión o su mantenimiento. “La idea es que el voto obligatorio se convierte en un hábito, por lo que tiene un proceso de aprendizaje, una especie de 'learning by doing' con el cual se desarrolla un apego al sistema”, apunta Simón. “De hecho, hay quien piensa que ir a votar es un deber mucho menos gravoso o intrusivo que tener que pagar impuestos o hacer el servicio militar obligatorio. Es una obligación pequeña que genera rendimientos políticos y ventajas muy grandes”. Para profesor Delwit esta es una exigencia mínima para el ciudadano: “Pedir una hora cada dos años y medio para ir a votar, ¿es un deber demasiado grande?”.

Liberales y nacionalistas flamencos contra el voto obligatorio

Esta vez es el Movimiento Reformista el que pone cara a esta propuesta y maneja la batuta y los tiempos del debate, apoyándose por supuesto en sus compañeros de gobierno y en sus aliados circunstanciales. George-Louis Bouchez es el responsable de haber prendido la mecha y el encargado de que no se apague. “Es algo que inicio por convicción, porque en un momento dado, y teniendo en cuenta todos los argumentos a favor de la supresión del voto obligatorio, veo que estamos en un periodo en Europa donde hay un problema de confianza hacia los políticos, por eso creo que la supresión del voto obligatorio podría cambiar las cosas en Bélgica. Permitiría expresarse a la gente que no cree en este sistema, porque aquí realmente no tenemos cifras de abstención”, argumenta Bouchez.

Aunque esto no es del todo cierto. Pese a que la cifra de abstenciones no es alta en Bélgica, junto a los votos en blanco esta supone en torno al 15% del electorado. Números muy alejados, eso sí, de países donde el sufragio no es obligatorio, como es el caso de España. “Si algo tiene España son tasas de participación relativamente estables y media-altas comparadas con otros países de la OCDE en los cuales está en caída libre”, apunta Pablo Simón.

Por su parte, George-Louis Bouchez cree firmemente que la abstención es una forma más de expresar el descontento con el sistema y al electorado se le debería facilitar esa opción. “Esto sirve para que los partidos no sientan que tienen asegurado una parte del electorado, porque aquí hay mucha gente que vota automáticamente por hábito. El elector debe ser responsable e interesarse por la política y que el voto no sea un trámite administrativo más, sino que sea un verdadero compromiso político. Lo que haría que los partidos, a su vez, se interesaran más por la gente más desfavorecida”, argumenta sonriente.

'La gente no va a votar después de hacer una reflexión sobre la situación política, sino que va a votar porque sí y lo que fomenta sobre todo el crecimiento de partidos de extrema derecha'

Otros partidos como Open VLD o N-VA, que junto al MR forman parte de la coalición que gobierna Bélgica, aprovechaban la ocasión para reafirmarse en sus posturas a favor de la reforma electoral y mostrar su apoyo a sus compañeros de gobierno. Desde el parlamento europeo, Anneleen Van Bossut (N-VA) deja clara la posición de su partido: “No estamos a favor del voto obligatorio. Pensamos que el ciudadano no tiene una motivación para ir a votar y los políticos tampoco tienen una motivación para hacerlo mejor ya que el electorado está obligado a acudir a las urnas.” Esto tiene una serie de repercusiones, según la eurodiputada del partido nacionalista flamenco: “La gente no va a votar después de hacer una reflexión sobre la situación política, sino que va a votar porque sí y lo que fomenta sobre todo el crecimiento de partidos de extrema derecha”.

Tanto es así que uno de los elementos más criticados en este sistema es que la desinformación o el desinterés pueden fomentar el llamado “voto aleatorio”. “El hecho de que haya gente que vaya a votar significa que tienen conocimientos previos de política. Por lo tanto, en teoría, la gente que va a votar de manera voluntaria estaría más informada que cuando se vota por obligación, porque los votantes irían en muchos casos desinformados y se fomentaría el voto aleatorio algo que beneficia sobre todo a los partidos más extremistas”, explica Pablo Simón. “Hace falta convencer a la gente de que hay que ir a votar, que demuestren un interés por la política”, esgrime la eurodiputada Van Bossuyt. “La participación en las últimas elecciones europeas está en torno al 43% lo que indica que los políticos lo tenemos que hacer todavía mucho mejor para convencer a la gente y que reflexionen a la hora de ir a votar”.

En el barro del debate unos y otros aprovechan su postura para defender aquello que “es más democrático” y por supuesto, aquí es donde ninguno tiene la razón. “Es mentira, no hay ni mas ni menos democracia en ir a votar por obligación o por derecho. Es totalmente irrelevante, el resultado es igual: la democracia”, apunta Pablo Simón. “Quienes han planteado este debate consideran que en el caso de Bélgica la izquierda hoy se beneficia más que la derecha del voto obligatorio. Por lo tanto, sea esto o no verdad, la derecha tiene la intuición de que si lo quitan lograrán que los partidos de izquierda lo tengan más difícil para ganar. Es lo que los partidos piensan, que luego ocurra en realidad depende y no lo sabemos, hasta que no se dé ese escenario”.

Razones del “auge abstencionista”

Tanto expertos como políticos se muestran escépticos ante los datos de esta encuesta y el posible auge del descontento frente al sistema electoral belga. “En las encuestas existe un elemento que se llama ‘deseabilidad social’ detrás de las preguntas”, explica Pablo Simón. “A la gente siempre le suena mejor decir, por ejemplo, que sí votado a decir que no. Cuando hay una encuesta post-electoral en España obtenemos que más del 80% de la gente ha ido a votar y eso es obviamente falso. Por eso suena mejor decir que se está a favor de que las cosas no sean una obligación. Según se redacten las preguntas, los resultados pueden ser unos u otros.” Algo en lo que también coincide el profesor Delwit: “Cuando se pregunta en un sondeo o incluso en un referéndum y se da a escoger entre dos opciones, una de las cuales posee un elemento de obligación o de ‘presión’, la gente siempre evita escoger esa opción”, explica. “A ello hay que sumarle el contexto, y los belgas no somos ajenos al descontento político, a la desconfianza hacia el sistema. Hay una toma de distancia, una ruptura, y esta encuesta es un reflejo de ello.”

'Ha sido un factor que ha beneficiado al Partido Socialista, pues ha obligado a ir a votar a estos sectores de la población con menos recursos, algo que ha impedido que surja una competencia fuerte a su izquierda'

Tras este debate también se esconde una intencionalidad política por parte de algunos partidos, por supuesto. “A algunos está claro que les favorece. Hace unos años, por ejemplo, hubo un debate sobre el voto extranjero, el cuál se aprobó para las elecciones regionales. Algunos sabían que esos votos irían para su partido y por eso les interesaba debatir”, afirma Anneleen Van Bossuyt (N-VA). “Eso del interés político es una pregunta trampa”, responde bajo una sonrisa Ahmed El Ktibi (PS). “Me alegra que todo el mundo se interese por las elecciones, pero no estoy hablando de que me voten a mí o a mi partido. Hoy en día el voto obligatorio permite a todo el mundo participar y eso es lo que realmente importa.”

Según los expertos, el Partido Socialista es el que más se beneficia de este sistema y al que menos le conviene una posible reforma. El por qué es simple: “Los abstencionistas son siempre más numerosos entre la gente que es más desfavorecida socialmente”, apunta Pascal Delwit, politólogo y profesor en la Universidad Libre de Bruselas. “Ha sido un factor que ha beneficiado al Partido Socialista, pues ha obligado a ir a votar a estos sectores de la población con menos recursos, algo que ha impedido que surja una competencia fuerte a su izquierda y se mantenga de una forma más o menos estable”.

Sin embargo, las encuestas realizadas por La Libre y RTBF dan como potenciales beneficiados de esta reforma al Movimiento Reformista y el partido verde, Ecolo, quienes más beneficiados saldrían con la supresión del voto obligatorio. “Puede que algunos partidos salgan más favorecidos que otros. Pero ahora mismo ¿quién puede decir qué partido va a salir más favorecido? Nadie lo sabe”, se responde a sí mismo Bouchez. “Si esta decisión desanima a nuestros electores, puede que pasemos del 25% al 15%, pero esto nadie puede preverlo. Podemos hacer alguna suposición, ya que ahora mismo nuestros electores están contentos y se movilizan pero quién puede decir si van a seguir así tras la postura que adoptemos. No lo sabemos”.

Fórmulas para evitar el abstencionismo

Debido a nuestra historia más reciente, en España se valora mucho más el derecho a votar aunque en los últimos años la abstención ha crecido entre los más jóvenes. Ahora, tras dos elecciones en menos de seis meses y con unas terceras en el horizonte, la abstención, según algunas encuestas, supondría una vuelta a las mayorías absolutas del PP. “Podríamos establecer el voto obligatorio pero esto no tendría por qué derivar en unos cambios muy grandes respecto a la composición política y el resultado final. La participación podría subir pero no tiene por qué haber una descompensación tremenda en la que de repente vayamos a unas mayorías de izquierdas muy altas”, argumenta Simón.

Sin embargo, pese a que el sufragio obligatorio no tiene buena fama en España, existen otras fórmulas para incentivar el voto que ya se aplican de manera muy efectiva en países como Finlandia o Canadá. “Habría que regular, como es bien sabido, el voto exterior para que la gente pudiera votar con mayores facilidades y así incrementar la participación. También habría otro tipo de medidas más institucionales, como tener abiertos los colegios electorales durante varios días. Otra opción podría ser el voto anticipado, que las urnas estén en una institución pública, como una biblioteca, custodiadas por un funcionario durante dos semanas antes del proceso electoral, de tal forma que la gente pueda ir votando sin tener que pasar por el trámite tan farragoso del voto por correo”, expone Pablo.

Aunque también encontramos algunos elementos que no son controlables, como cuando varios comicios coinciden en un mismo día. “En las próximas elecciones europeas que tendremos en España serán en 2019, estas coinciden además con las elecciones municipales y autonómicas. Por lo que la gente va a votar en tres comicios en un solo día y la participación subirá más que cuando hay que votar por ejemplo solo para las elecciones europeas. Esto es algo que también afecta y que no necesariamente es controlable.”

Con unas posibles terceras elecciones amenazando a la vuelta de la esquina, algunos afirman que el abstencionismo –derivado del hastío hacia los políticos tras dos investiduras fallidas– podría ser clave para favorecer una mayoría del Partido Popular en el Congreso. Sin embargo, hay lugares donde la abstención no tiene protagonismo alguno. Países donde apenas roza el 10% el número de personas que no acuden a las urnas. Bélgica es uno de los pocos estados europeos en los que el sufragio electoral es obligatorio, junto con Luxemburgo y Grecia. Con más de cien años en vigor, hace más de dos décadas que Bélgica debate una reforma electoral que suprima de una vez esta particularidad en el voto. Aunque hasta ahora todos estas propuestas siempre se han quedado en agua de borrajas.

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