Los niños de la infamia
El pederasta Paul Schäfer partió con ventaja desde el principio. Sedujo a las autoridades chilenas con el proyecto de fundar la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad, una escuela y un hospital al servicio de niños huérfanos y pobres. El Estado eximió a la sociedad de pagar impuestos y tasas aduaneras, y financió el hospital, que disponía de la tecnología más avanzada de la época.
Estos fundamentos dieron alas a Schäfer para asentar las bases de una comuna sectaria a su medida. Bajo su régimen, no existía otra relación que la de los acólitos con su líder. Hombres y mujeres, niñas y niños vivían separados y jamás entraban en contacto. Los pequeños ignoraban quiénes eran sus padres y sus hermanos, las relaciones sexuales estaban prohibidas y las muestras de afecto, amor y empatía se pagaban con sangre.
Los niños aprendían a leer con adaptaciones de la Biblia fuertemente censuradas. “Todo lo que tenía que ver con el amor, la sexualidad, la maternidad y la reproducción era borrado y parcheado”, asegura Horst Schaffrik, que admite que hasta los cuarenta años no supo de dónde venían los niños. “Yo pensaba que los ángeles traen bebés del cielo y los dejan aquí. Se escondía de qué familia eran los niños y nunca vimos una mamá embarazada”, afirma Schaffrik, que durante décadas fue víctima del régimen de Schäfer..
Las relaciones sexuales y las muestras de afecto estaban prohibidas y se pagaban con sangre

Algunos de los adolescentes que vivieron en Colonia Dignidad.
Imagen cedida por la Asociación por la Memoria y los Derechos Humanos Colonia Dignidad.
Violento, obsesivo y extremadamente paranoico, Schäfer impuso sobre los habitantes de la Colonia, en especial sobre los niños, su dictadura particular. Debían espiarse unos a otros y escribir informes periódicos para delatar a sus compañeros. “Incluso nos delatábamos a nosotros mismos: si habíamos mirado de reojo a las niñas, si habíamos tenido malos pensamientos contra él”, recuerda Schaffrik.
Schäfer degradaba y humillaba a los niños, unas veces en su despacho y otras frente al resto de colonos. Incluso obligaba a la comunidad a participar en palizas de castigo. “Todos lo hacíamos, todos estábamos igual de asustados y sabíamos que cualquier día podíamos ser nosotros recibiendo palos”, cuenta Schaffrik.


Banderines y despertadores de los niños que habitaban en Colonia Dignidad.
El control absoluto permitía al líder mantener relaciones sexuales con los niños sin que nadie le cuestionara. En el internado intensivo, un edificio convenientemente alejado del resto, vivían los miembros de su siniestro grupo de élite, la Juventud Vigilia Permanente. “Eran niños de piel y ojos claros, esos eran los que iban a ser violados por Schäfer. Eran seleccionados y él los vestía como 'boy scouts', con pañuelines y símbolos”, cuenta Hernán Fernández, el primer abogado que denunció en Chile los casos de pederastia dentro de la Colonia.
“El internado tenía esa imagen limpia y ordenada, era como una película de Disney”, explica. Sin embargo, vestir uniforme de 'boy scout' “implicaba entrar en la cama de Schäfer”. El pedófilo suministraba tranquilizantes y otras drogas a todos los miembros de la finca y, en especial, a los niños. “Así entendimos por qué muchos no le rechazaban”, aclara Fernández, que se estremece al añadir: “Era tan restringida la comunicación afectiva, que ir a la cama de Schäfer para niños que no conocieron a sus padres, que no tenían familia, era un privilegio”.
La prohibición de mantener relaciones sexuales hundió los nacimientos en la Colonia, pero Schäfer encontró otras formas de alimentar su internado. “Él era un pederasta irrefrenable, necesitaba abusar de niños así que acudió a buscar a niños chilenos”, relata Fernández. Las supuestas obras de beneficencia del hospital garantizaban el apoyo incondicional de los vecinos, y la pobreza de la región aseguraba una retahíla interminable de niños faltos de ropa, comida y techo.
Sin embargo, algunos consiguieron huir. “Cada niño que salía, sus madres me pedían que les representara”, explica Fernández. Sus testimonios permitieron abrir el primer proceso judicial contra Schäfer en Chile. En 1996, el juez Jorge Norambuena lo acusó de abusos sexuales a menores. Un año después, el pedófilo esquivó el cerco que se estrechaba a su alrededor y huyó. El tribunal lo condenó 'in absentia' y Schäfer se convirtió en el hombre más buscado de Chile. En 2005, una investigación de Fernández con los periodistas de Canal 13 Carola Fuentes y Gustavo Villarrubia consiguió dar con él a pocos kilómetros de Buenos Aires, en Argentina.
Fue condenado a 20 años de cárcel por 20 delitos de abuso deshonesto y cinco violaciones a menores. Junto a él, otros 26 jerarcas fueron condenados. Schäfer murió en la cárcel el 24 de abril de 2010.
Los niños de la infamia vivieron en la colonia una vida marcada por los abusos del 'profesor'

Paul Schäfer junto a algunos niños en Jordania, después de huir de Alemania y poco antes de viajar a Chile para fundar la Colonia.
Fotografía cedida por Mauricio Wiebel.