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La salud de Hillary Clinton entra en campaña
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estuvo indispuesta en la ceremonia del 11-s

La salud de Hillary Clinton entra en campaña

La indisposición de la aspirante demócrata a la Casa Blanca ha puesto en evidencia un asunto del que apenas se ha hablado, la avanzada edad de ambos candidatos: 70 y 69 años

Foto: Hillary Clinton sale del apartamento de su hija Chelsea, donde se refugió tras su indisposición. (Reuters)
Hillary Clinton sale del apartamento de su hija Chelsea, donde se refugió tras su indisposición. (Reuters)

La salud de la candidata demócrata Hillary Clinton ya estaba allí, pero hasta ahora, en los márgenes; el republicano Donald Trump lleva tiempo extendiendo rumores sobre el estado físico de su rival. Pero estos rumores pueden alcanzar el centro del juego político después de que Clinton abandonase durante una hora y media la ceremonia en memoria de las víctimas de los atentados del 11-S, en Nueva York, visiblemente indispuesta.

Un bombero checo lo grabó en vídeo: Clinton aparece siendo dirigida al coche oficial del brazo de una mujer. Cuando está a punto de entrar, sus rodillas flaquean y Clinton, tambaleante, parece a punto de desmayarse. La aspirante fue llevada al apartamento neoyorquino de su hija y durante casi una hora y media no se supo nada. Luego Clinton volvió a la ceremonia sonriendo y saludando con la mano a los periodistas. Según su médico oficial, la indisposición se debió al calor (en torno a 28 grados centígrados) y la deshidratación, junto al hecho novedoso de que se le acaba de diagnosticar neumonía.

El desmayo de Clinton

El episodio se une a la lista de resbalones médicos que ha sufrido la candidata y que no han sido detallados públicamente. El último de ellos ocurrió la semana pasada: un ataque de tos que se extendió durante buena parte de uno de sus mítines, pronunciado con la voz de un cuento de terror, y que la campaña achacó a una alergia.

El más grave tuvo lugar en 2012. La por entonces secretaria de Estado sufrió un desmayo por deshidratación, debido a un virus; la caída le provocó una contusión y fue hospitalizada por un coágulo en el cerebro. Clinton vio doble durante dos meses y tardó seis en recuperarse. La aspirante padece riesgo de trombosis, sobre todo en las piernas; por eso toma medicamentos para aligerar la sangre y prevenir la creación de coágulos.

Foto: El candidato republicano Donald Trump, en el escenario de un mitin de campaña en Pensacola, Florida. (Reuters) Opinión
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El suceso de este fin de semana también ha centrado la atención en una obviedad que suele pasar desapercibida: la avanzada edad de los candidatos. Clinton va a cumplir 69 años el mes que viene y Donald Trump tiene 70, pero ninguno de los dos ha revelado un informe completo sobre su salud, a diferencia de los candidatos de otros años.

“Habiendo servido durante 50 años a una población predominantemente geriátrica, y siendo yo mismo un septuagenario, puedo atestiguar que el pueblo americano necesita mucha más información médica sobre estos candidatos”, escribió hace solo unos días David L. Scheiner, el antiguo médico personal del presidente Barack Obama. “Si es elegido, Donald Trump, de 70 años, sería la persona más mayor en llegar al Despacho Oval, mientras Hillary Clinton, de 68, sería la segunda, después de Ronald Reagan. A esas edades, empiezan a pasar cosas”.

Más incógnitas que respuestas

En 2008, tanto Barack Obama como el entonces candidato republicano, John McCain, que había padecido cáncer de piel, publicaron sendos informes médicos. La campaña de McCain fue especialmente transparente, dada la edad del candidato (71): puso las 1.200 páginas de su historial completo a disposición de la prensa.

Esta actitud se echa de menos en 2016. Hillary Clinton, dado su accidente en 2012, reveló un documento de dos páginas al empezar su campaña. Dos páginas que elogian su forma de vida sana, su dieta, el yoga, la natación, y recogen varios problemas: una trombosis en 1998 y otra en 2009, una fractura de codo el mismo año, y la contusión de 2012. En opinión del doctor Scheiner, el documento es incompleto e insuficiente, pues genera “más preguntas que respuestas”.

Estos interrogantes han sido aprovechados por sus adversarios. El exalcalde neoyorquino, el republicano Rudolph Giulani, ha dicho que Clinton parece “cansada” y “enferma”, y la portavoz de Trump, Katrina Pierson, difundió que Hillary "padece disfasia”, un trastorno cerebral que impide una correcta comunicación. El mes pasado circularon por internet documentos falsos acerca de la salud de Clinton. Su doctor la habría descrito como una persona enferma, con demencia y ataques varios; el documento fue refutado y rechazado como falso por el propio doctor.

La carta médica de Donald Trump es aún más escueta y sorprendió por su lenguaje. En ella, su doctor de cabecera niega cualquier problema y dice textualmente que Trump goza de una fuerza y resistencia “extraordinarias” y que “inequívocamente” sería “el individuo más saludable jamás elegido para la presidencia”.

El candidato no presume de llevar una dieta sana; por el contrario, Trump es un amante confeso de la comida rápida: tacos, Big Macs y cubos repletos de pollo frito jalonan su perfil en las redes sociales. Pero sus críticos, como el doctor Scheiner y quienes lo consideran incapacitado para la presidencia, quieren saber más acerca de su salud mental.

La indisposición de Clinton llega en un mal momento para la candidata: quedan menos de dos meses para las elecciones y su rival, Donald Trump, se ha recuperado de la fuerte caída en las encuestas del pasado agosto. Ahora los sondeos están casi a la par y los demócratas dejan entrever signos de preocupación dada la escasa ventaja de Clinton ante un rival que medio país lleva más de un año subestimando.

La salud de la candidata demócrata Hillary Clinton ya estaba allí, pero hasta ahora, en los márgenes; el republicano Donald Trump lleva tiempo extendiendo rumores sobre el estado físico de su rival. Pero estos rumores pueden alcanzar el centro del juego político después de que Clinton abandonase durante una hora y media la ceremonia en memoria de las víctimas de los atentados del 11-S, en Nueva York, visiblemente indispuesta.

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