Es noticia
Dilma Rousseff, ante el Senado: "Estamos a punto de consumar un golpe de Estado"
  1. Mundo
MACHISMO, GOLPE Y TORTURA: SUS ESTRATEGIAS

Dilma Rousseff, ante el Senado: "Estamos a punto de consumar un golpe de Estado"

Desde que empezó el proceso para alejarla de la presidencial, Rousseff recurre a varios argumentos para evitar una decisión que puede apartarla de cualquier cargo público durante ocho años

Foto: La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, presenta sus alegatos finales en el proceso que enfrenta en el Senado (Efe).
La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, presenta sus alegatos finales en el proceso que enfrenta en el Senado (Efe).

Dice sentir el "amargo de la injusticia". Ante los 81 senadores, constituidos en jueces y dirigidos por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, como garante constitucional del proceso, Dilma Rousseff, que este lunes comparece ante el Senado brasileño para defenderse en persona en su juicio político, ha insistido en su inocencia y asegurado que "no esperen" de ella "el obsequioso silencio frente a los cobardes que pretenden atentar con el Estado de Derecho". "Estamos a un paso de la consumación de una grave ruptura institucional, de concretar un verdadero golpe de Estado", recalcó. "Vengo a mirar directamente a los ojos de sus excelencias y a decir con la serenidad de quien no tiene nada de qué responder que no cometí delitos de responsabilidad", añadió Rousseff..

"Estoy acusada injusta y arbitrariamente", insistió, antes de reiterar que las acusaciones de maniobras fiscales en las que se basa el juicio político en su contra son "pretextos para derribar a un gobierno legítimo" y "hacer viable un golpe" amparándose en la Constitución. Recordó que su compromiso político se remonta a los años de lucha contra la dictadura militar, cuando fue torturada y encarcelada, un periodo en el que "tenía miedo de la muerte y de las secuelas de la tortura, pero no cedí, resistí". Ahora, "a los casi 70 años, después de ser madre y abuela, nunca renunciaría a los principios que siempre me guiaron: Tengo un compromiso con mi país, con la democracia y el estado de derecho".

"No lucho por mi mandato, por vanidad o apego al poder", dijo, al tiempo que subrayaba en tono firme y sereno ante el pleno del Senado: "Lucho por la democracia, por la verdad y la justicia, por el pueblo de mi país".

Machismo, golpe y torturas

Desde que ha empezado el proceso político para alejarla de la presidencial, Rousseff ha recurrido a varios argumentos y estrategias para intentar evitar una decisión que puede apartarla de cualquier cargo público durante los próximos ocho años. Una de sus bazas principales ha sido denunciar el machismo de sus adversarios. “Creo que hay un componente fuerte de machismo”, indicó la entonces jefa de Estado después de la agitada votación en la Cámara a favor del ‘impeachment’, el 17 de abril. “¿Por qué quieren que renuncie? Porque soy mujer y porque piensan que soy frágil. Y no lo soy, así no ha sido la historia de mi vida”. Éstas fueron las palabras que Rousseff, a punto de sufrir el segundo impeachment de la historia reciente de Brasil, escogió el pasado mes de marzo durante una entrevista colectiva que concedió en pleno huracán político a seis grandes periódicos extranjeros, entre ellos The New York Times y Le Monde.

En aquella ocasión, Rousseff citó algunos reportajes de la prensa local que calificó de “misóginos” y ofensivos con las mujeres. “Han dicho que estoy nerviosa, histérica, desequilibrada y hasta han insinuado que soy autista”, apuntó Dilma, quien subrayó que los medios de comunicación jamás habrían usado esos calificativos con un hombre. “No soy de desesperarme. Tengo capacidad de lucha. Soporté la dictadura y la tortura. Pero lamento profundamente el alto grado de prejuicios contra las mujeres”, declaró.

Foto: Brasileñas gritan consignas contra el presidente Temer y a favor de Dilma Rousseff durante una protesta en Sao Paulo, el 17 de mayo de 2016. (Reuters)

El apelo al machismo y al género han sido una constante durante la 'era Rousseff'. El día en que asumió la presidencia de Brasil, el 1º de enero de 2011, pronunció un discurso ante el Congreso en el que subrayó la importancia histórica de ser la primera mujer que ocupaba este cargo. “Vengo a abrir puertas para que muchas otras mujeres puedan, en el futuro, ser presidentas y para que todas las mujeres brasileñas sientan el orgullo y la alegría de ser mujer”, dijo Dima, que tiene 68 años.

Mujeres que no apoyan a Dilma

Desde su elección, la presidenta ha explotado en varias ocasiones su condición de mujer y ha intentando labrarse el apoyo de ellas en numerosos actos públicos y discursos. Uno de los más concurrido ocurrió el 7 de abril en el Palacio del Planalto, es decir, la Moncloa brasileña, donde se celebró un acto de “mujeres en defensa de la democracia”. Sin embargo, hay una parte de mujeres que no se siente representada por Dilma. “A mí no me importa que sea mujer u hombre. Quiero a una persona honesta y trabajadora. ¿Para qué esta separación de sexos? Debo de reconocer que cuando Dilma fue elegida como primera presidenta del país, me sentí orgullosa. Pero cuando la oigo decir que no sabía nada [del caso Petrobras], me indigno. ¿Cómo es posible que una presidenta no supiese de los casos de corrupción en la mayor empresa pública del país?”, espeta a El Confidencial Telma Lopes Machado, ‘fazendeira’ de Goiás, un estado muy próximo a Brasilia.

El último gran acto de apoyo a Rousseff se celebró en la capital el 24 de agosto, un día antes de que comenzase la fase final del proceso que pretende liquidarla políticamente. Dilma desplegó todos sus armas oratorias anti-‘impeachment’, como el argumento golpista y la reminiscencia de las torturas sufridas durante la dictadura militar. En esta ocasión, Dilma reiteró la idea de ser víctima de “un golpe”, una temática que ha sido ampliamente utilizada a lo largo de los últimos meses. Por ejemplo el 22 de abril, en una charla informal en Nueva York tras finalizar su comparecencia en la ONU, o el 12 de mayo, después de que el Senado ratificara la decisión de la Cámara de alejarla de su cargo. Aquel día, Rousseff declaró de nuevo y con la máxima solemnidad que se había producido “un verdadero golpe”.

Tampoco ha dudado a la hora apelar a su pasado de activista y a las torturas sufridas en los años de plomo de Brasil. Dilma recibió golpes y choques eléctricos durante los interrogatorios a los que fue sometida por los militares a finales de los años 60 y a principio de los 70. Incluso llegó a teneer una hemorragia uterina tras una sesión de tortura especialmente agresiva. Además, conoció el temible ‘pau de arara’, una técnica brasileña que consiste en amarrar al torturado por las muñecas y por las rodillas a un palo y colgarlo bocabajo a 30 cm. del suelo, mientras se infligen varios castigos corporales.

“En toda mi vida luché en varias circunstancias difíciles. Luché en la dictadura, y obviamente creo que para cualquier brasileño que fue torturado, la tortura es quizás uno de los límites de la degradación humana: de quien hace [la tortura], pero es mucho peor para quien la sufre. Yo también he enfrentado un cáncer”, reconoció Rousseff el 21 de julio durante una entrevista radiofónica. “Ahora digo lo siguiente: en ninguna de estas veces sentí tal dificultad como ahora”, añadió.

El tema de la tortura salió a colación de una forma agresiva durante la agitada votación en la Cámara sobre el ‘impeachment’, en abril. El diputado ultraderechista Jair Bolsonaro, un militar retirado que aspira a ser elegido presidente de Brasil en las elecciones de 2018, dedicó su voto al fallecido Brilhante Ustra. Entre 1970 y 1974, este coronel estuvo al mando de un órgano de represión del régimen militar brasileño que es responsable de la muerte de al menos 50 personas y de torturar a unas 500 personas, según la investigación llevada a cabo por la Comisión de la Verdad. “Aquellos hombres no tienen respeto por Dilma primeramente porque es mujer. No admiten una mujer en el espacio de poder”, afirmó después de la votación Jean Wyllys, un diputado que trabaja con temas de género, diversidad sexual y minorías y que llegó a escupir en la cara de Bolsonaro tras proferir sus palabras.

"No hay pruebas contra mí"

Otro de los caballos de batalla de Dilma ha sido alardear de su honestidad. “No hay pruebas contra mí. No hay pruebas de que yo he cometido actos ilegales”, dijo después de la votación en la Cámara. En mayo, Rousseff definió el ‘impeachment’ como “un proceso frágil y jurídicamente inconsistente” y “un acto injusto desencadenado contra una persona honesta e inocente”. El 16 de agosto, la presidenta apartada de su cargo leyó una carta oficial en la que declaraba de nuevo su inocencia: “Será necesario que el Senado cierre el proceso de ‘impeachment’, reconociendo ante las pruebas irrefutables que no hubo crimen de responsabilidad, que soy inocente”.

Desde el domingo, Dilma está reunida en Brasilia con Lula da Silva para preparar su intervención en el Senado, el momento más esperado de la fase final de este largo juicio político. Cabe recordar que Lula ha sido nuevamente indiciado

Ese mismo día, Rousseff también pidió elecciones anticipadas para unir a un país doblado por la recesión. “Brasil vive uno de los momentos más dramáticos de su historia”, dijo. Para ella, la solución para la “grave crisis política y económica” del país “pasa por el voto popular, en unas elecciones directas”. En otro momento de desesperación, Rousseff llegó a ofrecer altos cargos a sus aliados. Sucedió a finales de marzo, después de que su principal socio y hoy su contrincante, Michel Temer, le retirase su apoyo. Dilma apostó por una táctica de éxito incierto y puso a disposición los ministerios y altos cargos que su exaliado había dejado vacantes en un intento de última hora de juntar votos contra el ‘impeachment’.

Desde el domingo, Dilma está reunida en Brasilia con el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva para preparar su intervención en el Senado, el momento más esperado de la fase final de este largo juicio político. Cabe recordar que Lula ha sido nuevamente indiciado la semana pasada por la reforma del triplex realizada supuestamente con dinero de las propinas de constructoras ligadas a la petrolera Petrobras. El expresidente, que ha sido acusado de los crímenes de corrupción, lavado de dinero y falsedad ideológica, asegura que no es dueño de este inmueble. De momento, no hay pruebas definitivas contra Lula, que ha denunciado otro capítulo de una supuesta campaña de difamación que, según él, intenta manchar su imagen.

El último acto de la telenovela política brasileña está a punto de consumarse en medio de la indiferencia de la población y de los gritos de los senadores, que en los últimos días han protagonizado varios episodios lamentables de violencia verbal. El diario francés 'Le Monde' ha publicado un editorial en que ha criticado duramente el ‘impeachment’. “Si esto no es un golpe de Estado, es mínimo una farsa. Y las verdaderas víctimas de esta tragicomedia política lamentablemente son los brasileños”, asegura la dirección de Le Monde.

Dice sentir el "amargo de la injusticia". Ante los 81 senadores, constituidos en jueces y dirigidos por el presidente de la Corte Suprema, Ricardo Lewandowski, como garante constitucional del proceso, Dilma Rousseff, que este lunes comparece ante el Senado brasileño para defenderse en persona en su juicio político, ha insistido en su inocencia y asegurado que "no esperen" de ella "el obsequioso silencio frente a los cobardes que pretenden atentar con el Estado de Derecho". "Estamos a un paso de la consumación de una grave ruptura institucional, de concretar un verdadero golpe de Estado", recalcó. "Vengo a mirar directamente a los ojos de sus excelencias y a decir con la serenidad de quien no tiene nada de qué responder que no cometí delitos de responsabilidad", añadió Rousseff..

Brasil
El redactor recomienda