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El hermano del terrorista: “Ni rezaba ni hacía Ramadán, ¿cómo va a ser de Daesh?”
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viaje al pueblo natal del terrorista

El hermano del terrorista: “Ni rezaba ni hacía Ramadán, ¿cómo va a ser de Daesh?”

La familia del presunto autor del atentado de Niza niega que fuese una persona religiosa y reconoce que tenía "problemas mentales"

Foto: El hermano de Mohamed Lahouaiej Bouhlel (camiseta verde) junto a unos vecinos frente a la casa de la familia en M'saken (Túnez). L.J.V.
El hermano de Mohamed Lahouaiej Bouhlel (camiseta verde) junto a unos vecinos frente a la casa de la familia en M'saken (Túnez). L.J.V.

El altavoz resuena en las paredes encaladas de los edificios que cierran una calle apenas transitada en M’saken, villa del Sahel tunecino, en la provincia de Susa. El conductor anuncia en bucle la convocatoria de una manifestación a las cinco de la tarde en la Plaza de la Libertad "en solidaridad con las víctimas de Francia". Es la forma que tiene el pueblo de sacudirse el estigma de haber visto nacer al atacante que el jueves mató a más de 80 personas en Niza al volante de un camión que arrasó un paseo repleto durante la festividad del Día de la Bastilla.

“No hay extremistas (en M'saken)”, reivindica Kamel Chati, periodista retirado y, a la sazón, redactor jefe de la agencia nacional de noticias tunecina, “no hay yihadistas”. En M’saken, donde viven menos de 100.000 personas, sí se lleva a orgullo contar con familias consideradas descendientes de Mahoma, pero ahí acaba la identificación del pueblo con el conservadurismo religioso, mucho menos el extremismo islámico, apunta Chati.

Un día después de que Mohamed Lahouaiej Bouhlel, empleado y residente en Francia de 31 años y tres hijos, la emprendiese contra la multitud que se entretenía bajo los fuegos artificiales, el Estado Islámico (EI, antes conocido como ISIS, según las siglas en inglés del Estado Islámico de Irak y Siria) se adjudicaba la autoría. La noticia no ha sentado bien en Túnez, cuyo embajador en París llegó a emitir un comunicado pidiendo a los medios que dejasen de identificar al atacante por su nacionalidad y que lleva como una lápida el andar entre los países que más combatientes extranjeros aportan a grupos radicales como ISIS (unos 6.000, según diversos cálculos).

"Ni rezaba, ni hacía Ramadán, ¿cómo va a ser de Daesh (acrónimo en árabe de ISIS)?”, espeta el hermano de Bouhlel, que se niega a dar su nombre

Peor aún ha caído en M’saken, a solo 10 kilómetros de Susa y de su afamada playa, bien conocida por los turistas occidentales amantes del sol mediterráneo que ahora apenas se dejan ver. Sus 'resort' a orillas del mar reganaron una triste celebridad después de que un joven entrenado en Libia matase en junio de 2015 a 38 personas, al menos una veintena británicos, a punta de kaláshnikov. En la cuna de Bouhlel, ni su familia reconoce el retrato pintado del “yihadista” que finalmente fue abatido a tiros por la policía.

"Ni rezaba, ni hacía Ramadán, ¿cómo va a ser de Daesh (acrónimo en árabe con deje despectivo de ISIS)?”, espeta el hermano de Bouhlel, que se niega a dar su nombre. Ni él ni el resto de la familia, asegura, son capaces de reaccionar ante lo ocurrido. De hecho, ni siquiera terminan de creerse que él fuese el responsable de la masacre. “Yo no estoy seguro de que haya sido él quien ha hecho algo así”, asegura ojiplático.

La última vez que hablaron los dos hermanos fue el mismo jueves por la noche, horas antes de que se produjese el ataque, confiesa. “Me mandó un selfi”, se asombra, “todo parecía estar bien”. La foto enviada, un retrato de Mohamed sonriente, presuntamente hecha el mismo día en que había decidido acabar con todo, adorna el móvil como fondo de pantalla.

El porqué sobrevuela la conversación como un misterio. Todo lo que acierta a esbozar el hermano es que Mohamed tenía muchos problemas con su mujer, detenida el viernes para ser interrogada y de la que estaba oficialmente divorciado. Supuestamente, el padre no podía ver a sus hijos libremente, solo de vez en cuando, cuando su exesposa le permitía.

El joven, de presencia impoluta y cháchara bilingüe, se confiesa a la puerta de la residencia familiar. Dentro, de donde se escapan los berreos de un bebé, están su hermana y su madre “en estado de 'shock'”. Según el pequeño de la familia, ambas prefieren no decir palabra sobre el Mohamed que un día fue “brillante” en sus estudios de Ingeniería, bailaba salsa y disfrutaba con todo tipo de deportes, pese a su carácter “difícil” y “un poco agresivo”. “Siempre estaba nervioso”, dice, antes de reconocer que ninguna autoridad, ni tunecina ni francesa, ha dado parte de la muerte de Mohamed.

El cuñado, Chokri Amimi, añade un historial psicológico que serpentea entre la depresión, la paranoia y la neurosis. "Tenía problemas mentales"

El cuñado, Chokri Amimi, casado con la hermana de Bouhlel, ratifica la descripción y añade un historial psicológico que serpentea entre la depresión, la paranoia y la neurosis. “Tenía problemas mentales”, comenta, “si buscaba trabajo en Francia, deberían haberse dado cuenta”. A ello se suma, según Amimi, la mala relación del camionero con su padre, con su mujer, “con todo el mundo”. “La vida para él era oscura”, ilustra, “debido a su enfermedad, fracasaba en todo”. Eso incluye la vida laboral y familiar.

El hombre lanza acusaciones contra la mujer de Bouhlel por “esconder” su estado mental, contra las autoridades francesas por ignorarlo y contra cualquiera que contradiga la lógica que le mantiene en estado de negación, como al resto de la familia. “Es inocente”, clama, “es imposible que hiciese algo así”.

“No era consciente de lo que hacía, si no, no lo hubiese hecho”, se contradice Amimi, que reconoce que no tenía contacto con su cuñado desde 2013. Ni siquiera fue a su boda, admite mientras se pregunta qué ocurriría en estos últimos tres años para que el hermano de su mujer acabase convertido en un “terrorista” asociado a la más temible organización yihadista que haya conseguido amenazar el planeta y que ha instrumentalizado una interpretación tergiversada de la religión como base ideológica que permita a cualquier ‘lobo solitario’ atentar en su nombre: “No hay ninguna relación entre el islam y lo que sea la razón que le llevase a hacer eso”.

El altavoz resuena en las paredes encaladas de los edificios que cierran una calle apenas transitada en M’saken, villa del Sahel tunecino, en la provincia de Susa. El conductor anuncia en bucle la convocatoria de una manifestación a las cinco de la tarde en la Plaza de la Libertad "en solidaridad con las víctimas de Francia". Es la forma que tiene el pueblo de sacudirse el estigma de haber visto nacer al atacante que el jueves mató a más de 80 personas en Niza al volante de un camión que arrasó un paseo repleto durante la festividad del Día de la Bastilla.

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