"Una emboscada profesional": así actuó el francotirador de Dallas
El atacante mató a 5 policías e hirió a otros 7, además de a dos civiles. Tenía formación militar y durante casi un día se pensó que no actuó solo. Es el peor día para la policía desde el 11-S
A pocos bloques del lugar donde un francotirador acabó con la vida del presidente de EEUU, John F. Kennedy, en 1963, Dallas ha vuelto a ser presa del pánico. Un tirador -en un principio se habló de hasta cuatro- abrió fuego contra los agentes de policía que vigilaban una manifestación: cinco de ellos han muerto y siete han resultado heridos, junto a dos civiles; tres de los agentes permanecen en estado crítico.
Las autoridades y los medios reconstruyen lo ocurrido en medio del shock. La policía afirma que tomó posiciones en “lugares elevados” del centro de Dallas, a la espera del paso de la manifestación, y abrió fuego sobre los agentes “por la espalda”. Un antiguo oficial de la Marina de EEUU, Malcolm Nance, ha identificado tácticas profesionales de disparo en movimiento: el tirador se habría deslizado sobre la azotea de los edificios con el arma en alto, cubriendo los ángulos y manteniendo la calma durante el intercambio de disparos. Thomas Gibbons-Neff, un marine y experto militar que colabora con The Washington Post, también aprecia un comportamiento profesional: una “emboscada cercana” a menos 22 metros desde una posición de superioridad.
La tensión se extendió hasta la madrugada. Las autoridades lograron arrinconar al autor de los disparos -identificado como Micah Xavier Johnson, un reservista del ejército- y hablaron durante algunas horas, sin resultado: el atacante abrió fuego, según la policía, que le envió una bomba colocada en un robot para hacerle saltar por los aires.
Durante casi un día, la policía sospechó que más de una persona había participado en el atentado, basándose en el testimonio de un testigo que, poco después de la matanza, afirmó haber visto cómo un hombre arrojaba ropa militar al maletero de un Mercedes negro y salía a toda velocidad. La policía detuvo poco después a tres personas en un vehículo con esas características en la otra punta de la ciudad, que se negaron a colaborar con las autoridades. “Simplemente no estamos consiguiendo la cooperación que nos gustaría para conocer la respuesta al por qué, el motivo, quiénes son”, explicó el jefe de policía de Dallas, David O’Brown.
Lo único que las autoridades lograron sacar a Johnson, antes de hacerlo explotar, es que se encontraba “enfadado por los recientes tiroteos de la policía”. Según O’Brown, “el sospechoso dijo que estaba enfadado con la gente blanca. Declaró que quería matar a blancos, especialmente a agentes de policía”.
La manifestación en Dallas, al igual que en otras decenas de ciudades de Estados Unidos, denunciaba la brutalidad policial y su sesgo racista, a tenor de las frecuentes muertes de afroamericanos a manos de los agentes. Este jueves se hizo viral el vídeo de una joven, emitido por Facebook en directo, poco después de que su novio fuese tiroteado por un agente de policía presa de los nervios. El cuerpo del joven de 32 años, Philando Castile, yacía a su lado, ensangrentado con cuatro balazos en el torso. Según la autora del vídeo, Castile había echado la mano a la guantera para sacar su identificación a petición del agente.
Dos días antes, en Baton Rouge, Louisiana, otro joven negro, Alton Sterling, de 37 años, habría sido disparado por los agentes cuando ya estaba inmovilizado en el suelo. El departamento de Justicia inició una investigación para aclarar lo sucedido, que también fue grabado en vídeo.
"Ataque despreciable"
La denuncia de la brutalidad policial y el racismo se estructuró en torno al movimiento Black Lives Matter (“Las vidas negras importan”) en el verano de 2014, cuando una serie de protestas pusieron la localidad de Ferguson, en Missouri, prácticamente en estado de sitio. Otros casos similares de violencia, muchos grabados en vídeo, prendieron la mecha por todo Estados Unidos y despertaron el interés en lo que parece ser una práctica estructural, consustancial a los cuerpos de seguridad. The Washington Post inició la contabilidad de estos (ante la falta de contabilidad oficial) y afirma que en lo que va de año más de 500 personas han muerto a manos de agentes de policía.
El presidente de EEUU, Barack Obama, ha dicho que el crimen es un “vicioso, calculado y despreciable ataque contra nuestras fuerzas de seguridad”. El presidente se encuentra de visita en Polonia, adonde ha acudido a la cumbre de la OTAN.
Los candidatos virtuales a la presidencia de EEUU, la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump han cancelado sendos mítines de campaña. El magnate ha declarado en un comunicado: “Debemos restaurar la ley y el orden (…). Nuestra nación se ha vuelto demasiado dividida. Las tensiones raciales han empeorado, no mejorado”, y ha tenido palabras para los agentes caídos y para los jóvenes muertos a manos de la policía esta semana. La antigua secretaria de Estado ha publicado en Twitter: “Lloro a los agentes tiroteados mientras cumplían su deber sagrado de proteger a los manifestantes pacíficos, por sus familias y por quienes sirven con ellos.
El resultado del ataque: uno de los más mortíferos contra la policía y el peor día para los cuerpos de seguridad desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
A pocos bloques del lugar donde un francotirador acabó con la vida del presidente de EEUU, John F. Kennedy, en 1963, Dallas ha vuelto a ser presa del pánico. Un tirador -en un principio se habló de hasta cuatro- abrió fuego contra los agentes de policía que vigilaban una manifestación: cinco de ellos han muerto y siete han resultado heridos, junto a dos civiles; tres de los agentes permanecen en estado crítico.