Algo falla en la Unión Europea: los ciudadanos, cada vez más lejos del proyecto
Una macroencuesta a 14.471 personas de 15 países europeos revela la falta de espíritu europeo entre los ciudadanos de los estados miembros. Los jóvenes, los más eurófilos
El pasado 23 de junio los británicos dijeron adiós a la Unión Europea. Horas después de conocerse el resultado, Google comunicó que la segunda búsqueda más popular en Reino Unido fue: “What is the EU?” (¿Qué es la Unión Europea?). Previamente, “What is Brexit?” (¿Qué es el Brexit?) había sido otra de las búsquedas más solicitadas.
La victoria del Brexit puso punto y final a la aventura europea de Reino Unido, segunda economía del continente y uno de los socios más antiguos del cuestionado club comunitario. Pese al terremoto político e institucional derivado del referéndum, lo cierto es que esa falta de espíritu europeo no es endémica y son cada vez más ciudadanos los que cuestionan el proyecto comunitario.
Según una encuesta de DYM realizada en 15 países europeos, durante el pasado año el 28% de los encuestados se sintió menos europeo, un 17% más europeo y un 55% no había variado su postura. En román paladino, ocho de cada diez europeos se mueve entre el descontento y la indiferencia hacia la Unión Europea. ¿Ha fracasado el gran proyecto común?
Desde 1973, la Comisión Europea encarga de forma regular sondeos de opinión en toda Europa. Estos estudios demoscópicos sirven, entre otras cosas, para monitorizar el grado de apoyo de los encuestados al proyecto europeo. Una de las variables clave que a lo largo de los años ha perfilado ese sentimiento es la economía: mientras que en las épocas más boyantes el apoyo se dispara, ocurre lo contrario en los tiempos de crisis.
Investigadores como Lindberg, Scheingold o Inglehart coinciden: hasta los años noventa, existió un consenso permisivo entre los ciudadanos europeos a favor de la integración europea. Nadie cuestionaba lo que se hacía. No fue hasta la caída del Muro de Berlín, la reunificación de Alemania y el final de la Guerra Fría cuando los europeos comenzaron a hacer preguntas y a perfilar su posición hacia Europa.
La virulenta crisis económica y la aparente incapacidad de Europa para gestionarla han sido algunos de los factores que han agitado el antieuropeísmo a lo largo de del continente. La citada encuesta es clara: los países más perjudicados, entre los que se encuentra España, son los que se sienten más distanciados del proyecto común.
Sin embargo, de todos los países quizá Grecia sea el mejor ejemplo de todos. A principios de 2015, la crisis tumbó el Gobierno del conservador Antonio Samaras y encumbró al frente del país a Alexis Tsipras, líder de Syriza. Tras la toma de posesión, su declaración de intenciones fue clara: “El pueblo me ha dado un mandato, dejar la austeridad tras cinco años de humillación”. Ya entonces, Tsipras aseguró que no estábamos ante un problema griego, sino un “problema europeo”. Hoy, más del 60% de los griegos se siente menos europeo que hace un año.
De forma casi paralela, la crisis de los refugiados se ha revelado como otro de los principales retos para Europa. La llegada masiva de inmigrantes no solo ha reavivado el debate sobre las fronteras abiertas, sino que también ha sido el catalizador de la ultraderecha en países como Francia, Hungría o Alemania.
Precisamente, la inmigración ha sido uno de los principales argumentos esgrimidos por los euroescépticos en Reino Unido. Si el país salía de Europa, los ingleses recuperarían el control sobre sus fronteras y tendrían capacidad para decidir quién entra en su territorio.
Una cuestión generacional
La encuesta revela que son los jóvenes de hasta 34 años los que se sienten más europeos. Estos datos casan con los datos demográficos del Brexit, donde el voto rural y envejecido se mostró a favor de la salida frente al voto joven que se inclinó de forma abrumadora por la permanencia (El 75% de los votantes de entre 18 y 24 años).
Otro importante factor ha sido el nivel de estudios. Cuantos menos estudios tienen los votantes, más han apoyado el Brexit.
Aunque el referéndum se haya celebrado este año, lo cierto es que la salida efectiva de Reino Unido no se producirá hasta 2018 si se aplica, tal y como está previsto, el artículo 50 del Tratado de Lisboa. En otras palabras: los efectos a largo plazo del Brexit los sufrirán aquellos que querían seguir en Europa.
I put together a quick infographic summarizing the demographics of the Brexit vote by age. pic.twitter.com/UTEvmPVTc3
— Kieran Healy (@kjhealy) 24 de junio de 2016
Las reacciones de los jóvenes no se han hecho esperar. Tras conocerse el resultado, muchos se lanzaron a la calle para protestar. “¿Dónde está mi voto? ¡Es mi futuro!”, se pudo leer en alguna de las pancartas.
Al mismo tiempo, los medios se han hecho eco de decenas de cartas. Muchos hablan de traición, de desesperanza y ponen por escrito la rabia que les da tener por delante un futuro que ellos no han elegido. “Las nuevas generaciones han perdido el derecho de vivir y trabajar en otros 27 países. Nunca sabremos la cantidad de oportunidades, amistades, matrimonios y experiencias que nos han sido denegadas. Nuestros padres, tíos y abuelos nos han quitado la libertad de movimiento”, escribió un joven a 'Financial Times'.
El pasado 23 de junio los británicos dijeron adiós a la Unión Europea. Horas después de conocerse el resultado, Google comunicó que la segunda búsqueda más popular en Reino Unido fue: “What is the EU?” (¿Qué es la Unión Europea?). Previamente, “What is Brexit?” (¿Qué es el Brexit?) había sido otra de las búsquedas más solicitadas.