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"Se recuerda al personal de la ONU que tiene prohibido frecuentar a prostitutas"
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los abusos en la misión en centroáfrica

"Se recuerda al personal de la ONU que tiene prohibido frecuentar a prostitutas"

El Confidencial ha tenido acceso a un correo amenazante dirigido a la misión de los Cascos Azules en la República Centroafricana, ya salpicada por frecuentes escándalos

Foto: Soldados de las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas se preparan para asegurar una zona de Bangui, en República Centroafricana, el 30 de noviembre de 2015 (Reuters).
Soldados de las Fuerzas de Paz de Naciones Unidas se preparan para asegurar una zona de Bangui, en República Centroafricana, el 30 de noviembre de 2015 (Reuters).

El orden del día de una sesión celebrada hace dos semanas en el Parlamento de la República Centroafricana incluyó un enésimo quebradero de cabeza para las autoridades de ese país sumido en la pobreza y la violencia: la conducta de determinados integrantes de la misión de paz de Naciones Unidas en Centroáfrica (MINUSCA) que, según salió a relucir en el debate, conducen en evidente estado de ebriedad, violan el toque de queda nocturno y frecuentan a prostitutas, comportamientos prohibidos por los códigos de conducta que rigen al personal de la ONU y que además están penados por la ley centroafricana.

Unas acusaciones que ahondan la impopularidad de una misión que, si bien ha contribuido a contener la violencia, no sólo no ha logrado aún acabar con la guerra entre grupos armados en el país sino que se ha visto enfangada por al menos un centenar largo de acusaciones de abusos sexuales contra sus cascos azules. Con un agravante añadido: la mayoría de las víctimas son niños, los niños a los que estos militares tenían el mandato de proteger.

Los testimonios a los que aludieron hace días los diputados centroafricanos describían estampas de los vehículos de la ONU -blancos y con las letras UN (United Nations) pintadas en negro en el lateral- aparcados delante de clubes de alterne de Bangui, la capital centroafricana, y la de miembros de su personal conduciendo esos mismos coches borrachos. El hecho de que estas acusaciones hayan llegado al Parlamento del país ha provocado que el jefe de la misión, Parfait Onanga-Anyanga, haya dirigido un correo amenazante a todo el personal, civil y militar, de MINUSCA al que ha tenido acceso El Confidencial. En él, Onanga reconoce implícitamente la veracidad de las acusaciones al afear “la conducta de unos pocos colegas que, sin embargo, tiene la capacidad de comprometer nuestro esfuerzo minando nuestra reputación y credibilidad”.

Onanga, representante especial del secretario general Ban Ki-moon en Centroáfrica, recuerda en el correo a su personal que está prohibido “ir con prostitutas” y después pone nombre a cuatro de las discotecas y clubes de alterne donde integrantes de la misión podrían haber sido vistos, antes de recordarles que se trata de “lugares no permitidos”: el “centro de entretenimiento M’Biye, el bar Cointreau, la discoteca Ele Songo y el club nocturno Zodiaque”.

“Cualquier miembro del personal que sea visto en estos lugares, incluyendo los coches aparcados en las cercanías, será investigado (…) Utilizar los servicios de prostitutas está prohibido a TODO el personal de la ONU, según las reglas de Naciones Unidas contra el abuso y la explotación sexual (…) Si esta actividad implica a menores de 18 años, los autores serán perseguidos penalmente”, amenaza el representante especial del secretario general de la ONU en Centroáfrica. En el correo, en el que se menciona el debate en el Parlamento centroafricano, se recuerda a su vez a los empleados de Naciones Unidas que “no están autorizados a conducir ebrios o drogados [intoxicated en el original en inglés]” y que también les está “estrictamente prohibido” consumir o traficar con drogas.

El Confidencial ha contactado por correo electrónico con Vladimir Monteiro, portavoz de MINUSCA, para preguntarle acerca de este correo electrónico y las acusaciones contra el personal de la ONU que recoge, así como por el estado actual de las investigaciones contra los cascos azules acusados de abusos sexuales. Monteiro no ha respondido.

Felaciones a cambio de galletas y agua

La Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA) encadena un escándalo tras otro. El peor salió a la luz pública en abril de 2015 cuando el periódico británico 'The Guardian' destapó un informe que la ONU había mantenido secreto en el que se recogían las acusaciones de varios niños centroafricanos, uno de ellos de tan solo ocho años, que alegaban haber sido violados por soldados bajo mandato de la organización en Centroáfrica: militares franceses de la operación Sangarís y soldados de diversos países africanos de la misión bajo liderazgo de la Unión Africana (MISCA). Los soldados de esta segunda misión se integraron casi en su totalidad en MINUSCA, oficialmente activa desde septiembre de 2015.

Como se supo después, la delegación de Naciones Unidas en República Centroafricana había sido alertada de los abusos casi un año antes, en mayo de 2014. Quien dio la voz de alarma fue una ONG internacional que había recogido testimonios de niños del campamento de refugiados de M’Poko. Estos menores relataron a los cooperantes haber efectuado felaciones a soldados franceses a cambio de galletas y botellas de agua. En medio de unas condiciones de extrema privación y de insalubridad total, algunos de estos niños, de entre 8 y 15 años, dijeron haber aceptado porque “tenían hambre”. Otros aseguraban haber sido directamente violados anal u oralmente.

Estos menores relataron a los cooperantes haber realizado felaciones a soldados franceses a cambio de galletas y botellas de agua. En medio de unas condiciones de extrema privación, los niños dijeron haber aceptado porque 'tenían hambre'

Estos niños, y el resto de las 120.000 personas que entonces malvivían en el campo de M’Poko, situado en el recinto del aeropuerto de Bangui, habían llegado allí en diciembre de 2013 huyendo de los combates que estallaron entonces entre el grupo armado de mayoría musulmana Seleka y sus enemigos de mayoría cristiana y animista, la milicia Antibalaka. Los Seleka habían asumido el poder en marzo de 2013 mediante un golpe de Estado.

La denuncia de la ONG motivó una serie de entrevistas por parte de funcionarios de Naciones Unidas que, de acuerdo con Code Blue Campaign -una organización dedicada a denunciar los abusos sexuales de tropas de paz de la ONU- informaban tras cada conversación a sus superiores, incluido el entonces oficial de Derechos Humanos y Justicia de la misión en Centroáfrica, Renner Onana. Según esta organización, ni este responsable ni sus superiores hicieron nada a pesar de que seguían surgiendo nuevos testimonios cada vez más espantosos y que algunos de los niños daban una descripción precisa con rasgos característicos de sus agresores. Varios menores relataron, por ejemplo, que uno de los militares franceses tenía una serpiente tatuada en la mano y que otro mostraba el tatuaje de una flor en la nuca. Al menos que se sepa, estos militares, en teoría fácilmente identificables, no fueron interrogados.

La impunidad amparada por la ONU fue tan sangrante que uno de los niños, de 11 años, incluso denunció haber sido agredido una segunda vez después de una primera entrevista con el personal de Naciones Unidas.

La situación cambió cuando un responsable de la oficina de derechos humanos de la ONU en Bangui envió el informe sobre estos abusos a su superior en Ginebra (Suiza), un alto funcionario llamado Anders Kompass. Cuando Kompass comprobó que habían transcurrido varios meses sin que nadie tomara medidas, filtró el informe a las autoridades francesas. Su acción no le valió obviamente la felicitación de sus superiores sino todo lo contrario. Por orden de Hervé Ladsous, subsecretario general para operaciones de mantenimiento de la paz, Naciones Unidas exigió a Kompass que dimitiera, algo a lo que éste se negó. La filtración de los abusos a The Guardian, que reveló también los intentos de expulsar a este responsable, propiciaron un cambio en Naciones Unidas. Cuando la prensa empezó a presentar al funcionario sueco como un héroe, sus superiores dejaron de presionarle y empezaron a invocar la política “de tolerancia cero” hacia los abusos sexuales que supuestamente mantiene la organización.

Solo después de la filtración a la prensa, la ONU destituyó al entonces jefe de la misión en Centroáfrica, Babacar Gaye, en el verano de 2015 y obligó a dimitir a algunos funcionarios intermedios que habían contribuido a echar tierra al asunto. En realidad, de acuerdo con Code Blue Campaign, la información había llegado a la cúpula de la organización. No sólo Hervé Ladsous, colaborador estrecho del secretario general, estaba al corriente, sino que el propio Ban Ki-moon no podía desconocerlos toda vez que su secretaría ejecutiva había recibido el informe sobre lo sucedido en Centroáfrica.

“Una panda de criminales y violadores”

Anders Kompass, el funcionario que destapó el escándalo, dimitió a principios de este mes de junio de su cargo en Naciones Unidas. En una carta abierta titulada “El fracaso ético: por qué dimito de Naciones Unidas”, resumía sus razones aludiendo a la impunidad que reina en la ONU.

El caso de los abusos sexuales por parte de cascos azules en Centroáfrica discurre en ese sentido. Desde aquellos primeros relatos de los niños de M’Poko nuevas denuncias han seguido saliendo a la luz: historias cada vez más espeluznantes, como la de las tres niñas que afirmaron haber sido atadas a un árbol y obligadas a mantener sexo con un perro por un oficial francés en 2014; o las graves acusaciones de la organización humanitaria Human Rights Watch contra contingentes como los de los dos Congos (República del Congo y República Democrática del Congo), que forzaron a la ONU a expulsar a 120 de sus militares de la República Centroafricana en diciembre de 2016.

Es difícil precisar el número de mujeres y, sobre todo, de niños que han sufrido abusos sexuales por parte de tropas supuestamente de paz en la RCA. Las denuncias afectan fundamentalmente a soldados de MINUSCA y Sangarís, y en menor medida, a EUFOR RCA, la misión de la Unión Europea en Centroáfrica, en concreto al contingente francés y georgiano.

'Esto es sencillamente insoportable. Tenemos aquí a una panda de depredadores criminales y violadores aprovechándose de jovencitas bajo la bandera de Naciones Unidas'

A finales de 2015, se calculaba en más de un centenar las denuncias, pero la cifra sigue creciendo. Según Code Blue Campaign, UNICEF entrevistó en marzo a 98 jóvenes centroafricanas que aseguraban haber sufrido abusos sexuales; en abril, Naciones Unidas anunció estar investigando 108 nuevos casos, casi todos de años anteriores, cuyas víctimas eran en su mayoría niños. A estas cifras colectivas se une un goteo de acusaciones individuales que no solo se refieren a violaciones sino incluso a ejecuciones extrajudiciales, como un crimen denunciado por Amnistía Internacional que acusó a un grupo de cascos azules de haber violado a una niña de 12 años y asesinado a su hermano de 16 y a su padre en Bangui en agosto de 2015.

Solo en lo que va de año, la ONU ha documentado 44 nuevas denuncias, que en 40 casos afectan a menores. Mientras tanto solo se conocen algunas condenas aisladas de ex cascos azules en sus países de origen. Por ejemplo, se sabe que un soldado del contingente de Bangladesh ha sido sentenciado a un año de cárcel por violar a un niño centroafricano; que un casco azul egipcio ha sido condenado a cinco años de prisión por asaltar sexualmente a un adulto y que veinte soldados congoleños van a ser juzgados. De los soldados franceses, solo se sabe que hay varias investigaciones abiertas y que alguno de ellos ha declarado ante el juez, pero de momento ninguno ha sido imputado por los gravísimos delitos que denunciaron los niños.

Naciones Unidas es consciente de la pésima reputación de la misión. Incluso algunos de sus propios funcionarios se escandalizan en privado de la gravedad de los abusos. Así lo refleja un correo interno de la misión en Centroáfrica publicado en exclusiva por la agencia norteamericana especializada en Naciones Unidas Inner City Press, en el que un funcionario de la ONU, tras conocer nuevas denuncias de abusos sexuales en febrero de 2016, asegura: “Esto es sencillamente insoportable. Tenemos aquí a una panda de depredadores criminales y violadores aprovechándose de jovencitas bajo la bandera de Naciones Unidas”.

El orden del día de una sesión celebrada hace dos semanas en el Parlamento de la República Centroafricana incluyó un enésimo quebradero de cabeza para las autoridades de ese país sumido en la pobreza y la violencia: la conducta de determinados integrantes de la misión de paz de Naciones Unidas en Centroáfrica (MINUSCA) que, según salió a relucir en el debate, conducen en evidente estado de ebriedad, violan el toque de queda nocturno y frecuentan a prostitutas, comportamientos prohibidos por los códigos de conducta que rigen al personal de la ONU y que además están penados por la ley centroafricana.

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