Es noticia
Mujeres de uniforme para proteger... a otras mujeres
  1. Mundo
15.000 guardias femeninas en delhi

Mujeres de uniforme para proteger... a otras mujeres

La violación en grupo de una joven en 2013 afectó gravemente al turismo. Las guardias de seguridad, cada vez más demandadas, pueden ser un arma efectiva contra el acoso sexual

Foto: Shaswati Roy, de 23 años, muestra el frasco de spray pimienta que lleva consigo en un parque público de Delhi (Reuters).
Shaswati Roy, de 23 años, muestra el frasco de spray pimienta que lleva consigo en un parque público de Delhi (Reuters).

Ayer fue el primer día de trabajo de Laxmi. De 8 de la tarde a 6 de la mañana se enfundó su uniforme de vigilante para cuidar de la seguridad de las mujeres que trabajan en el turno de noche en una oficina de Gurgaon, ciudad satélite de la capital de la India. “Tenemos que mantenernos despiertas toda la noche, vigilar la oficina y llevar a las chicas a su casa cuando acaba su jornada”, cuenta risueña.

Para cubrir este puesto solo buscaban candidatas femeninas. La razón por la que un hombre queda descartado parece sencilla: “Una mujer se siente más segura cuando otra mujer está alrededor”, explica a este diario Anubhav Khiwani, fundador de Denetim, la empresa de seguridad para la que Laxmi trabaja.

Aunque sea el primer día, Laxmi no es nueva en el sector: antes trabajó como vigilante en un hospital y en un colegio. Como ella, se estima que hay unas 15.000 mujeres que trabajan como guardias de seguridad en Delhi, 2.000 más que en los dos años anteriores.

'Después de la violación en grupo de una joven en diciembre de 2012, hubo un parón en el turismo: las mujeres tenían miedo, así que las agencias de viaje empezaron a contactarnos'

“No puedo hacer que un hombre cachee a una mujer o le mire el bolso”, contesta Ranvijay Dwivedi, gerente de Shield, otra compañía que ofrece este servicio de vigilancia femenina, como si la respuesta fuese demasiado obvia como para lanzar la pregunta de por qué se contrata a mujeres como guardias de seguridad. Dwivedi coordina el trabajo de tres de sus empleadas que registran a las visitantes femeninas y sus pertenencias antes de permitirles la entrada a un pequeño centro de restauración en el sur de Delhi. Lo que en otros países son meras escenas de aeropuerto, en India se ha convertido en cotidiano especialmente después de ataques terroristas como los de Bombay en 2008: controles de acceso con detector de metales y registro de bolsos y mochilas.

Mientras que en el metro o estaciones de trenes es un trabajo propio de la policía, en centros comerciales, hoteles, cines y otros lugares públicos con aglomeración de gente este servicio lo proveen empresas de seguridad privadas. Y el hecho de que a un hombre no se le permita cachear a una mujer ha traído la proliferación de la necesidad de empleadas femeninas. Un oasis en el desierto en un país como India donde, según el último informe de la Organización Internacional del Trabajo, la participación femenina como fuerza laboral es del 31%, lo que coloca al país en el puesto 17 por la cola, solo delante de estados como Pakistán, Afganistán o Marruecos, según datos del Banco Mundial.

Incremento de la violencia contra la mujer

Shruti trabaja en el departamento de recursos humanos de una compañía de eventos y acaba de dar el visto bueno para la contratación de una vigilante femenina: “Ya tenemos un hombre, y contratar a otro podría ser peligroso porque hacen camaradería. Siempre tuvimos claro que si contratábamos un segundo vigilante sería una mujer”, afirma.

Según los últimos datos de la Oficina Nacional de Registro de Delitos (NCRB) se cometieron 337.922 crímenes contra la mujer en 2014, un notable incremento si se compara con los 309.546 de 2013 o los 244.270 de 2012. Aunque siempre se alerta de que estas diferencias de datos se deben no tanto al aumento de delitos como al incremento de las denuncias.

“Después de la violación en grupo de una joven en diciembre de 2012, hubo un parón en el turismo: las mujeres tenían miedo de venir por motivos de seguridad, así que las agencias de viaje empezaron a contactarnos”, cuenta Nimisha Ramish, manager de Secura Security. “Se da esta doble situación: se protegen a las mujeres de los hombres proporcionando más mujeres”, dice Khiwani, de Denetim.

Los lugares más comunes donde se demandan vigilantes femeninas son, además de en zonas comerciales, en grandes eventos como conciertos, en bares y restaurantes, en bodas, o como seguridad personal de 'celebrities'. En el caso residencial, Ramish asegura que sus clientes también demandan seguridad femenina para acompañar los niños al colegio o a los miembros mayores de la familia. Luego están los casos aislados: “He recibido llamadas de madres ansiosas pidiéndome vigilantes de seguridad femeninas para impedir que sus hijas adolescentes salgan de casa a hurtadillas por la noche”, añade Khiwani.

"Sí, mamá, puedes hacerlo"

Y si los trabajos son variados, los perfiles para contratar también varían según la empresa contratadora. Para Denetim, lo ideal es una mujer grande, entrada en carnes, de más de 40 años y, a poder ser, que haya estado en el ejército. En Secura Security, en cambio, consideran más aptas para el trabajo a mujeres entre 25 y 35 años, con al menos estudios primarios y buen nivel de inglés, sin antecedentes penales, en buena forma física y preferiblemente con conocimiento en artes marciales.

El salario también es variable. Entre las 15.000 y las 20.000 rupias (198- 264€), por jornadas entre 8 y 12 horas, según el puesto, con 4 días de libranzas al mes. Ambas empresas coinciden en que por el mismo empleo y horario, hombres y mujeres cobran los mismo. Algo no muy común en India, pues según el Foro Económico Mundial, por el mismo trabajo por cada dólar que gana un hombre una mujer gana 0.56.

'Trabajar me da mi propio dinero, pero en realidad lo hago por necesidad'. Jornadas de 12 horas, siete días a la semana. Solo libra los festivos oficiales. Y cuando llega a casa tiene que hacer la comida, lavar y cuidar de sus hijos

A Suyata le duelen las piernas y los pies. Ya ha perdido la cuenta de la cantidad de bolsos que ha revisado a las mujeres que quieren entrar en el complejo de restaurantes donde trabaja. Lo hace porque necesita el dinero. Su marido también tiene un empleo, pero solo con su sueldo no es suficiente para los gastos de la casa y la educación de sus cuatro hijos, por eso desde hace cinco años trabaja para la compañía Swift. Al preguntarle si se siente una mujer independiente, duda: “Es cierto que trabajar me da mi propio dinero, pero en realidad lo hago por necesidad”. Jornadas de 12 horas, siete días a la semana. Solo libra los festivos oficiales. Y cuando llega a casa tiene que hacer la comida, lavar y cuidar de sus hijos. “En realidad trabajo las 24 horas del día”. Todo esto, dice, por 12.000 rupias al mes, unos 160€.

“Si pudiera elegir, preferiría ser ama de casa”, confiesa Mithlesh Devi, que trabaja en seguridad desde que acabó los estudios, hace 9 años, siempre para la misma empresa, 24 Secura. “Mi marido no está de acuerdo con que trabaje, pero tengo que hacerlo porque mis padres y mis hermanos necesitan el dinero”, explica a El Confidencial mientras chequea el bolso de las empleadas que entran al edificio de oficinas donde trabaja 8 horas al día por 160€. Aun así, el trabajo no le disgusta del todo. “Mis compañeros son agradables, los empleados del edificio también, y cuando no hay nadie que entre ni salga, estamos sentados charlando”. “Y además tenemos aire acondicionado”, grita una de sus compañeras, Angely, mientras se marcha a otro de los puestos. Y no lo dice en vano, porque fuera, el verano de Delhi ahoga a 43ºC de temperatura.

Laxmi, en cambio, no se siente así: “Estoy orgullosa de mi misma porque soy una mujer, trabajo y sustento a mi familia”, dice por teléfono antes de empezar su turno nocturno. Es viuda y tiene muy claro que lo hace todo por sus hijos, de 14 y 10 años. “Al principio ellos estaban preocupados porque me tenía que ir por la noche, pero pronto lo entendieron y ellos son los que me animan: ‘¡Sí, mamá, puedes hacerlo!’”.

Ayer fue el primer día de trabajo de Laxmi. De 8 de la tarde a 6 de la mañana se enfundó su uniforme de vigilante para cuidar de la seguridad de las mujeres que trabajan en el turno de noche en una oficina de Gurgaon, ciudad satélite de la capital de la India. “Tenemos que mantenernos despiertas toda la noche, vigilar la oficina y llevar a las chicas a su casa cuando acaba su jornada”, cuenta risueña.

India
El redactor recomienda