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La reestructuración de empresas estatales en China dejará millones de parados
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el pib creció un 6,9% en 2015, el peor en 25 años

La reestructuración de empresas estatales en China dejará millones de parados

Los sectores del carbón y el acero sufrirán drásticos recortes de plantilla. Podrían ser solo la punta del iceberg de un ambicioso plan de reconversión para cumplir los objetivos anuales del PIB

Foto: Un trabajador corta acero en una fábrica del Grupo Dongbei Special Steel, en Dalian, provincia de Liaoning, China. (Reuters)
Un trabajador corta acero en una fábrica del Grupo Dongbei Special Steel, en Dalian, provincia de Liaoning, China. (Reuters)

China ha decidido empezar a dar pasos decisivos en su lucha por virar su modelo de desarrollo económico y alcanzar su objetivo de crecimiento del PIB, marcado entre el 6,5 y el 7% para 2016. Para lograrlo, varias empresas estatales de industrias como la del acero o la del carbón acometerán drásticas reducciones de personal, algo que dibuja un futuro sombrío para los millones de trabajadores que ahora ven su empleo en peligro.

“Más de 1.300.000 trabajadores del sector del carbón y aproximadamente 500.000 del sector del acero podrían perder sus empleos”. Así de contundente se mostró el ministro de Recursos Humanos y Seguridad Social, Yin Weimin, al anunciar que el Gobierno reduciría en casi un 15% la fuerza laboral del acero y el carbón; todo ello, apuntó, “como forma de luchar contra la sobreproducción de estas industrias y la desaceleración de la economía china”.

China, cuyo crecimiento cayó en 2015 por debajo del 7% (6,9%), ha fijado una meta de entre el 6,5 y 7% para este año, cifras que, según Yin, “serán imposibles de alcanzar si no se llevan a cabo reformas profundas en sectores estratégicos como son el del carbón y el acero”. El país asiático es el mayor productor y consumidor mundial de carbón y, sin embargo, el cambio en las políticas energéticas del país y los objetivos de emisiones contaminantes fijados han provocado una caída continuada de la demanda al tiempo que el ritmo de producción continuaba prácticamente intacto.

La industria del acero, por su parte, ha seguido un camino similar. Coincidiendo con el despegue de la economía china, la demanda, procedente de la construcción de infraestructuras, industrias manufactureras y del sector inmobiliario, se disparó. Sin embargo, la ralentización del crecimiento, unida a un leve enfriamiento de la burbuja inmobiliaria china, ha hecho que la demanda caiga de forma paulatina. Este descenso en la demanda, según el ejecutivo, obligará a recolocar a millones de empleados, una tarea para la que se dedicarán 100.000 millones de yuanes (unos 13.477 millones de euros), con el fin de evitar las protestas que podrían derivar de un aumento repentino del desempleo.

Dentro de la industria, sin embargo, las opiniones son encontradas. El señor Geng, quien pide que no se mencione su nombre completo, comenzó en el sector del acero en la provincia septentrional china de Mongolia interior, desde donde se trasladó a la ciudad de Tangshan, en la provincia de Hebei, uno de los mayores centros de producción de acero del país. Geng, al contrario que muchos dentro de su gremio, se muestra optimista pese al anuncio del Gobierno chino. “La producción no ha parado de aumentar desde 2005 y, aunque es cierto que en los últimos años hemos producido más de lo que se ha vendido, nos encontramos dentro de un proceso de reconversión, en el cual producimos cada vez menos mientras actualizamos nuestra tecnología. Creo que el Gobierno ha actuado a tiempo esta vez”, asegura a El Confidencial.

Acerca de la destrucción de puestos de trabajo y un hipotético crecimiento de una tasa de desempleo que ahora mismo se encuentra en el 4%, Geng niega que esto vaya a tener un efecto decisivo en el proceso de reconversión industrial. “No se producirá una gran pérdida de puestos de trabajo, simplemente habrá un trasvase. El crecimiento de la demanda interna hará que cada vez más gente se emplee en el sector servicios, y estoy convencido de que se crearán más puestos de trabajo de los que se destruirán”, afirma Geng, quien añade que, durante años, “muchos han vaticinado la caída de China pero el país siempre encuentra la manera de salir adelante”.

Menor empleo, menor recaudación

A pesar del optimismo de Geng, son muchos los que opinan que el anuncio hecho por el Gobierno es solo la primera medida de un proceso que será largo y complicado. Dos fuentes cercanas al Ejecutivo citadas por la agencia Reuters aseguraron que la reducción de estos casi dos millones de puestos de trabajo “no será suficiente”, ya que se han de revertir “muchos años de inversión excesiva, sobreproducción, manipulación de precios a la baja en pos de la competitividad y un gran daño medioambiental”. Según varios economistas, el número de trabajadores que podrían perder su empleo alcanzará una cifra que oscilaría entre los cinco y los seis millones.

Para encontrar un ejemplo claro de lo que este proceso de reconversión puede significar, se puede acudir a la ciudad de Benxi, situada en la provincia de Liaoning, en el noreste de China. Esta localidad, de cerca de dos millones de habitantes, nació a comienzos del siglo XX como núcleo en la región para las industrias del carbón, el hierro y el acero. La principal empleadora de la ciudad es la Compañía de Hierro y Acero de Benxi, conocida como Bengang. Trabajadores de la misma aseguran a este diario que el declive de su compañía, y por extensión del área, comenzó hace años, y que aunque ahora se vive un breve periodo de recuperación por la reactivación de los proyectos inmobiliarios, el futuro “es preocupante”.

“Los salarios se han reducido. Los puestos de dirección han sufrido un recorte del 20% de sus salarios y los trabajadores, que cobraban unos 4.000 yuanes al mes (539 euros), han pasado a recibir la mitad. Aunque ahora parece que nos hemos recuperado temporalmente, los despidos empezarán en tres o seis meses y, de hecho, los más jóvenes, aquellos que tienen más preparación, ya han dejado la compañía y el sector en busca de mejores oportunidades”, declaran.

Los problemas de Bengang afectan a toda la ciudad, que ha visto reducirse en casi un 60% los ingresos procedentes de los impuestos. Benxi, que en 2014 recaudó 13.000 millones de yuanes por este concepto, ha visto esta cifra reducirse hasta los 5.400 millones el año pasado, un problema, aseguran desde el consistorio, “al que se enfrentan muchas ciudades de tercer y cuarto orden, aquellas que se apoyaron en la industria pesada para su crecimiento”.

La caída en los ingresos lleva sus efectos más allá de las empresas afectadas, ya que los salarios de otros funcionarios, caso de profesores, policías o médicos, también se han visto reducidos en localidades como Benxi. La mayoría coincide en que habrá reducciones de plantilla en empresas estatales de todo el país, pero ¿cómo se gestiona la pérdida o reconversión de millones de puestos de trabajo?

64 millones de empleados estatales

A esta pregunta responde Zhang, presidente de una constructora, quien con anterioridad ha dirigido varios procesos de despidos masivos en empresas estatales de China. “Hay cuatro métodos que, por lo general, se emplean a la hora de despedir, de forma conjunta, a cientos o miles de trabajadores de una compañía”, afirma Zhang. “El primero es la garantía financiera, es decir, se garantiza que el trabajador recibirá una parte de su salario, normalmente el 60%, durante los 10 años siguientes al despido. El segundo, más traumático, es la recolocación, normalmente hacia puestos de peor categoría o condiciones que, por lo general, llevan al trabajador a renunciar de forma voluntaria a su empleo. El tercero, reservado para aquellos empleados con mejor proyección, es su recomendación a otras compañías, y el cuarto, enfocado a aquellos trabajadores de más edad, es la prejubilación”, explica Zhang.

Según Zhang, estas situaciones son, a menudo, “una bomba de relojería”, por lo que la estrategia, el método y el tiempo son factores clave para evitar protestas. “Se debe establecer un objetivo claro y establecer un calendario para cada parte del negocio. Después hay que tratar a cada individuo de una manera personalizada y siempre evitar que se produzca cualquier filtración a la prensa. Las noticias negativas sobre empresas que llevan a cabo estos procesos de reducción de plantilla, sean reales o no, ponen en peligro todo el sistema”, comenta.

Preguntado acerca del futuro de las empresas de propiedad estatal en China, presentes en todos los sectores económicos del país y que en 2014 daban trabajo a 64 millones de personas, Zhang afirma que si estas quieren sobrevivir a los nuevos tiempos, “sus trabajadores han de cambiar su mentalidad”. “La gente opina que trabajar en una de estas compañías es algo seguro, cómodo, lo que provoca que estas empresas sean completamente ineficaces por no tener motivos para crecer o mejorar. La reducción de los puestos de trabajo es solo una adaptación al mercado que, además, ha de servir como medida de presión para el resto de trabajadores”, explica.

En todo caso, y al igual que Geng, Zhang no cree que los despidos anunciados vayan a alterar el orden social, ya que, según afirma, “es algo que, a menor escala, ya se ha hecho antes”. “Si no hubiera un plan detrás, no habría salido el Gobierno a anunciarlo. Procesos como este se han llevado a cabo con anterioridad y no hay por qué dudar de que esta vez también tendrá éxito”, comenta. Así, China intenta llevar a cabo un nuevo milagro económico, el cual no está exento de problemas y en el que el anuncio llevado a cabo por el Ejecutivo podría ser solo la punta del iceberg.

China ha decidido empezar a dar pasos decisivos en su lucha por virar su modelo de desarrollo económico y alcanzar su objetivo de crecimiento del PIB, marcado entre el 6,5 y el 7% para 2016. Para lograrlo, varias empresas estatales de industrias como la del acero o la del carbón acometerán drásticas reducciones de personal, algo que dibuja un futuro sombrío para los millones de trabajadores que ahora ven su empleo en peligro.

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