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Afripol: Argelia promueve una policía común para el continente africano
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¿Una iniciativa vacía?

Afripol: Argelia promueve una policía común para el continente africano

El Gobierno argelino trata de impulsar la cooperación entre países africanos a través de un servicio policial común, similar a Europol o Ameripol

Foto: Dos oficiales femeninas se entrenan en un cuartel de policía de Argel, en marzo de 2013 (Reuters)
Dos oficiales femeninas se entrenan en un cuartel de policía de Argel, en marzo de 2013 (Reuters)

Del Sahel al Sinaí, de Nigeria a Somalia, grupos terroristas locales e internacionales se propagan por el continente gracias a la debilidad de los estados fallidos como Libia o Somalia, el saqueo de sus recursos, la endémica corrupción o la dificultad de controlar las porosas fronteras. El Índice Global de Terrorismo en 2015 calcula que más de 10.000 africanos fueron asesinados en atentados terroristas perpetrados por grupos como Boko Haram, Al Qaeda en el Magreb Islámico, Al Shabab o Ansar Al Sharia. Con 6.644 víctimas en un año, Boko Haram superó al Estado Islámico o Daesh en Siria e Irak. Mientras países como Nigeria o Etiopía eligen la vía militar para hacer frente al terrorismo, Argelia ha añadido un enfoque policial que, según expertos en seguridad consultados por El Confidencial, puede “marcar la diferencia” en la lucha contra el terrorismo.

Argelia es una excepción en el norte de África: ha logrado contener los atentados terroristas en el país y ha enviado menos de 200 combatientes a las filas del Estado Islámico en Siria e Irak. Y aunque hasta ahora ha logrado mantenerse casi incólume en medio de la inestable región, poco puede hacer para impedir la libre circulación de yihadistas a través de las porosas fronteras del norte de África y el Sahel, así como tampoco para cortar los flujos internacionales de financiación de estos grupos. Es por eso que durante el último año ha presionado para la creación de una fuerza policial conjunta, “Afripol”, en estrecha colaboración y bajo el ‘paragüas’ de la Unión Africana, a la que el ministro de Exteriores argelino, Ramtane Lamamra, ofreció a principios de mes en Addis Abeba “su experiencia” en la lucha contra el terrorismo.

Al estilo de la Europol o la Ameripol, esta fuerza policial africana forzará la colaboración entre los cuerpos policiales del continente, así como el intercambio de información e inteligencia. Si el terrorismo traspasa las fronteras, su lucha también debe ser transnacional: “Este proyecto africano, cuya relevancia está clara ante las nuevas emergencias de seguridad, constituirá un instrumento esencial en la cooperación internacional, incluyendo la respuesta colectiva contra nuevas e intrusivas amenazas para la paz y la seguridad a las que se enfrentan nuestros países”, ha declarado el director general de la Seguridad Nacional argelina, el general Abdelghani Hamel.

Con un destacamento inicial de 6.000 hombres y con 28 oficinas en Ben Aknoun, buscará hacer frente a los “retos comunes” de los países africanos para acabar con las redes del crimen transnacional, “especialmente el tráfico de drogas, armas ligeras, municiones y personas, la piratería y el cibercrimen” según sus estatutos, cuya forma preliminar se firmó a finales de 2015.

En Egipto no saben nada del tema

Contará con la participación de prácticamente todas las naciones africanas, desde Somalia al Sáhara Occidental, mientras que destaca la ausencia de Marruecos, un país clave en la lucha contra el terrorismo africano y otros delitos como el tráfico de drogas. “Argelia prefiere crear instituciones regionales dentro del marco de la AU, por lo que nunca incluirá a ‘su rival’ Marruecos. Esto ha generado, especialmente en la zona del Sahel, estructuras de seguridad enfrentadas. Esto va en detrimento de la creación de una ‘seguridad regional’ efectiva, ya que una cooperación argelino-marroquí sería clave”, lamenta el investigador principal para el norte de África del “Crisis Group”, Issandr El Amrani.

No es la primera vez que Argelia busca un enfoque ‘multilateral’ en la región, siempre manteniendo su “rol como líder” en la lucha contra el terrorismo, asevera Imad Mesdoua, analista argelino. Y aunque Argel inauguró en enero los cuarteles generales de esta Afripol, todavía queda un largo camino hasta su implementación efectiva, y a día de hoy las Policías de países firmantes, como Egipto, desconocen cómo se aplicará o siquiera cuál será su participación concreta. Tras ser contactados por este periódico, tanto el Ministerio de Exteriores como el portavoz de Interior y la Policía egipcia desconocían siquiera el nombre de este proyecto, mientras que Marruecos, actor clave en la inteligencia contraterrorista, ni siquiera participará. Es Argelia –miembro fundador del Foro Global Contra el Terrorismo, entre otras muchas iniciativas de seguridad, incluida una nueva estrategia de cooperación con la UE, acordada esta semana- quien considera más necesario este enfoque policial contra el terrorismo, que se siente cada vez más cercada por la amenaza yihadista.

Tras la guerra civil argelina (1991-2002), en la que el Gobierno se enfrentó a grupos islamistas como el Ejército Islámico de Salvación o el Grupo Islámico Armado, los cantos de sirena del Estado Islámico tienen menos éxito en Argelia que en sus vecinos del Norte de África (que conforman el 50% de los voluntarios extranjeros del Daesh en Siria e Irak). El conflicto, conocido como la “década negra” en el país, se cobró más de 600.000 muertos y ha alejado a los argelinos del islamismo radical, según analistas locales.

Acabado el conflicto, las fuerzas de seguridad argelinas pusieron especial énfasis en la lucha contra el yihadismo. Según explica Samir Amghar, sociólogo francés especialista en islamismo, el Gobierno argelino “presume orgulloso” de su éxito conteniendo el terrorismo en su territorio, al que públicamente califican de “residual”. Sin embargo, la actividad terrorista ha aumentado en el último año, especialmente en el desierto de Kabilia. En 2015, las fuerzas de seguridad mataron a 157 yihadistas, entre ellos diez cabecillas, según un comunicado del Ministerio de Interior. Con 6.000 kilómetros de frontera terrestre cerrados y bajo control militar, excepto la compartida con Túnez, el Ejército ha tenido cierto éxito a la hora de controlar la entrada de yihadistas y armas ilegales, pero las autoridades argelinas quieren ir más allá de sus fronteras y actuar contra las fuentes de financiación del terrorismo.

Tráfico de armas y flujo de capitales

Con la amenaza del fértil caos libio al este y esperando la vuelta de entre “3.000 y 6.000” jóvenes yihadistas que se unieron al Daesh en Siria e Irak, Argelia quiere contar con la colaboración y la inteligencia del resto de países africanos para cortar la financiación de estos grupos, que se nutren de negocios extendidos por todo el continente. Los terroristas se han beneficiado de las ‘rutas informales’ de negocio para general fondos y también para crear ‘redes de apoyo’ entre los locales, explica la analista británica del Royal United Services InstituteSasha Jesperson. Según esta experta en redes del crimen organizado, “una violenta respuesta militar suele empujar a la gente a los brazos de los grupos extremistas, por lo que es preferible añadir un enfoque policial que no genere -a priori- ‘mártires’”.

A pesar del embargo que pesa sobre Libia, las armas siguen entrando en el país, que se ha convertido en “una fuente primaria de armas ilícitas”, según las Naciones Unidas. Esas armas viajan luego a Mali, Túnez, Egipto, Chad, Centroáfrica o incluso Somalia, generando millones de dólares a su paso, de los que se nutren desde grupos terroristas a señores de la guerra. Otras fuentes de financiación que “podrían ser enfrentados con una mejor cooperación policial” –según Mesdoua- son el tráfico de personas o de drogas, pero también de marfil, como documentó en 2015 el canal National Geographic con su documental “Wardlords of Ivory”. Los colmillos de elefante, obtenidos en Tanzania, Sudáfrica o Kenia financiarían grupos como el Ejército de Resistencia del Señor, en República Centroafricana, Al Shabab o incluso al Estado Islámico.

Además de luchar contra el crimen organizado y el contrabando, “para tener éxito Afripol deberá imponer reglas más estrictas en el flujo de capitales entre países”, añade Mesdoua. Un control que incluiría los fondos enviados desde el Golfo a escuelas y organizaciones de caridad que promueven una visión radical del islam. “Por último, deberá promover una política común sobre el pago de rescates de rehenes”, concluye el analista. Una práctica que el ministro de Exteriores argelino, Ramtane Lamamra, pidió que “se criminalizara internacionalmente” durante la última cumbre del Consejo de Paz y Seguridad de la Unión Africana el pasado enero.

Del Sahel al Sinaí, de Nigeria a Somalia, grupos terroristas locales e internacionales se propagan por el continente gracias a la debilidad de los estados fallidos como Libia o Somalia, el saqueo de sus recursos, la endémica corrupción o la dificultad de controlar las porosas fronteras. El Índice Global de Terrorismo en 2015 calcula que más de 10.000 africanos fueron asesinados en atentados terroristas perpetrados por grupos como Boko Haram, Al Qaeda en el Magreb Islámico, Al Shabab o Ansar Al Sharia. Con 6.644 víctimas en un año, Boko Haram superó al Estado Islámico o Daesh en Siria e Irak. Mientras países como Nigeria o Etiopía eligen la vía militar para hacer frente al terrorismo, Argelia ha añadido un enfoque policial que, según expertos en seguridad consultados por El Confidencial, puede “marcar la diferencia” en la lucha contra el terrorismo.

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