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Alparslan Çelik, el hombre más buscado por los servicios secretos de Putin en Siria
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alparslan çelik, miembro de los lobos grises

Alparslan Çelik, el hombre más buscado por los servicios secretos de Putin en Siria

Rusia persigue al responsable de la muerte del piloto ruso derribado por la aviación turca el pasado 24 de noviembre. Es un ciudadano turco que lidera una brigada turcomana

Foto: Alparslan Çelik, segundo comandante de una brigada turcomana en Siria, sostiene los restos del paracaídas del piloto ruso Oleg Peshkov (Reuters)
Alparslan Çelik, segundo comandante de una brigada turcomana en Siria, sostiene los restos del paracaídas del piloto ruso Oleg Peshkov (Reuters)

El pasado 24 de enero, tropas del ejército sirio y de la milicia chií libanesaHizbulá, apoyados por la aviación rusa -y probablemente por miembros de las fuerzas especiales de ese país-, penetraron en la localidad de Rabia, en la provincia occidental de Latakia. La insurgencia perdía así su último gran bastión en esa región, situado apenas a 13 kilómetros de la frontera turca. Mientras los especialistas militares desactivaban los explosivos plantados por los rebeldes, los rusos realizaban un frenético registro casa por casa. Su objetivo: el hombre más buscado por Rusia. El responsable de la muerte de Oleg Peshkov, el piloto del caza derribado por Turquía el pasado noviembre. Un líder de los temidos Lobos Grisesen Siria. Un combatiente llamado Alparslan Çelik.

Miembros de la Segunda División Costera posan junto al cadáver del piloto Oleg PeshkovSin embargo, Çelik no estaba en Latakia. En esos momentos se encontraba en Estambul, donde se disponía a asistir al funeral de su camarada Ibrahim Küçük, un miembro del ultranacionalista Partido del Movimiento Nacional (MHP), muerto días antes en otro bombardeo ruso en Siria. En las imágenes difundidas por la agencia turca Dogan, se le veía en segunda fila, detrás de los imanes que oficiaban el entierro. Algunos periodistas le reconocieron e interrogaron. “El mártir era nuestro amigo. Estuvo con nosotros en Bayirbucak”, admitió. “Voy y vengo. Estoy aquí por el funeral. Voy a volver”, aseguró.

Bayirbucak es la región del noroeste de Siria habitada por turcomanos, minorías turcoparlantes en países árabes, descendientes de los soldados del Imperio otomano en la región, cuando no directamente de los propios pueblos túrquicos emigrados desde Asia Central en la Edad Media. El miliciano venía a confirmar así lo que, a estas alturas, no era sino un secreto a voces: el apoyo que las autoridades turcas prestaban a los rebeldes turcomanos, o directamente turcos, que luchan contra el régimen de Bashar al Asad en Siria, y que utilizan Turquía como retaguardia desde la que lanzar sus ataques.

Yabal Turkman ('la montaña de los turcomanos'), en la provincia de Latakia, el punto más elevado de la zona, ha sido un punto caliente desde el principio de la guerra civil siria, cuando se crearon diversas milicias turcomanas de diverso signo ideológico. Algunas reciben el apoyo del Gobierno turco. Otras, menos nacionalistas, están dispuestas a cooperar con las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas. Todas, sin embargo, ven al régimen de Asad -que en su defensa del nacionalismo árabe, prohibió el uso del idioma turco y reprimió la identidad turcomana- como el principal enemigo a batir.

Por ello, cuando Rusia irrumpió en el conflicto sirio para bombardear a los enemigos de Asad, castigó con dureza Yabal Turkman. A finales de noviembre, los bombardeos estaban haciendo mucho daño a las brigadas turcomanas en la zona. Probablemente ese es el motivo por el que Turquía decidió derribar un caza ruso. Los dos pilotos pudieron lanzarse en paracaídas, pero los rebeldes turcomanos abrieron fuego contra ellos mientras descendían. Unopudo ser rescatado, pero Peshkov murió a manos de los hombres de Çelik, quien no mostró el más mínimo arrepentimiento por su muerte. “Ese piloto nos estaba bombardeando cinco minutos antes, y nuestros hermanos murieron o fueron heridos por esas bombas. En mi conciencia no hay lugar para una persona que ha bombardeado a civiles turcomanos cada día. Las represalias son naturales”, indicó en una entrevista.

Las guerras de los Lobos Grises

La bomba saltó poco después: Çelik no es turcomano, sino turco. Hijo de Ramazan Çelik, alcalde por el MHP del distrito de Keban en la región de Elazig, es un conocido miembro de los Lobos Grises desde su adolescencia, y llevamás de dos años alardeando en las redes sociales de su presencia en Siria, luchando junto a los 'hermanos turcomanos'. En una fotografía en su cuenta de Twitter, fechada en enero de 2015, se les ve a él y otros combatientes haciendo con la mano el gesto del lobo, el símbolo de los Lobos Grises.

Estos paramilitares -que se denominan a sí mismos 'ülkücüler', 'idealistas'- sembraron el terror en la izquierda turca en los años setenta y ochenta, y uno de sus miembros más notorios, Ali Agça, intentó matar aJuan Pablo II en Roma en 1981. La organización no es ajena al conflicto bélico: sus miembros combatieron en lugares como Chipre o Nagorno-Karabaj. Su presencia en Siria está certificada al menos desde 2014, cuando un notorio 'ülkücü', Selami Aynur, murió en un enfrentamiento con el régimen sirio en Alepo. Ahora, desde hace meses, Çelik aparece en varios vídeos de la Segunda División Costera de la Brigada de Yabal Turkman, de la que es el segundo comandante.

placeholder Funerales del piloto Oleg Peshkov en Lipetsk, Rusia, el 2 de diciembre de 2015 (Reuters)
Funerales del piloto Oleg Peshkov en Lipetsk, Rusia, el 2 de diciembre de 2015 (Reuters)

Al conocerse este dato, Rusia exigió a Turquía que entregase al miliciano. “Exigimos que las autoridades turcas den pasos inmediatos para detener a Alparslan Çelik y sus cómplices y les traigan ante la justicia por el asesinato del piloto ruso”, pidió la portavoz de Exteriores rusa, Maria Zakharova, el pasado 30 de diciembre. Los rusos han jurado que "harán justicia". Las tropas rusas ya buscan venganza.

Çelik, sin embargo, parece gozar de total libertad para entrar y salir de Turquía. En Estambul, incluso se permitió conceder varias entrevistas a diversos medios de prensa, en las que confirmó la ayuda recibida de las autoridades turcas, a las que, sin embargo, no se privó de criticar. “No tenemos capacidad armada para responder a las armas de alta tecnología [de los rusos]. Por supuesto, Turquía nos proporciona armas que sirven en el combate a corta distancia, pero no tenemos sistemas de defensa aéreos ni infraestructura tecnológica. Solo tenemos la que hemos construido por nuestros propios medios”, aseguró. “Lo que queremos de la República de Turquía es que nos dé sistemas de defensa antiaérea”, añadió.

placeholder Alparslan Çelik, a la derecha, con varios miembros de la Segunda División Costera turcomana en Siria
Alparslan Çelik, a la derecha, con varios miembros de la Segunda División Costera turcomana en Siria

El entrevistador se atrevió a preguntarle si tenía miedo a los rusos. La pregunta no era baladí: en los últimos ocho años, una decena de opositores chechenos han sido ejecutados en Estambul por sicarios profesionales en espectaculares asesinatos callejeros. Çelik, sin embargo, lo negó rotundamente. “Cuando fui a Yabal Turkman hace dos años y medio, fui con fe en Alá. Es él quien me ha dado mi alma y será él quien me la quite”, afirmó. “El día de la muerte de cada uno ya está decidido, y el mío también. Seguiremos con nuestra lucha hasta nuestro último combatiente, nuestro último aliento y nuestra última gota de sangre”, aseguró.

Y en un inquietante colofón, apuntó a una futura fuente de conflicto, el que podría enfrentar a turcomanos y kurdos en el norte del país. A medida quelas milicias kurdas YPG avanzan por el norte, conquistando territorio tanto al Estado Islámico como a otras fuerzas opositoras árabes más o menos radicales, las Brigadas de Yabal Turkman parecen dispuestas a hacerles frente: “Mientras sigamos existiendo, nunca permitiremos que se cree el pasillo kurdo que planean”, sentenció. En el escenario cada vez más complejo que se despliega en Siria, los turcomanos y sus 'hermanos'turcos aún no han dicho su última palabra.

El pasado 24 de enero, tropas del ejército sirio y de la milicia chií libanesaHizbulá, apoyados por la aviación rusa -y probablemente por miembros de las fuerzas especiales de ese país-, penetraron en la localidad de Rabia, en la provincia occidental de Latakia. La insurgencia perdía así su último gran bastión en esa región, situado apenas a 13 kilómetros de la frontera turca. Mientras los especialistas militares desactivaban los explosivos plantados por los rebeldes, los rusos realizaban un frenético registro casa por casa. Su objetivo: el hombre más buscado por Rusia. El responsable de la muerte de Oleg Peshkov, el piloto del caza derribado por Turquía el pasado noviembre. Un líder de los temidos Lobos Grisesen Siria. Un combatiente llamado Alparslan Çelik.

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