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Nepal: la lenta recuperación de un paraíso tras dos terremotos
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las FAMILIAS PASAN EL INVIERNO EN TIENDAS DE CAMPAÑA

Nepal: la lenta recuperación de un paraíso tras dos terremotos

En la capital, Katmandú, las cosas se van solucionando con mayor rapidez, pero en las zonas rurales es donde se registran los grandes problemas

Foto: Supervivientes recuperan sus enseres entre los escombros en Bhaktapur. (EFE)
Supervivientes recuperan sus enseres entre los escombros en Bhaktapur. (EFE)

Tras los dos devastadores terremotos que asolaron Nepal los días 25 de abril y 12 de mayo de este año, el pequeño país asiático intenta renacer de sus ruinas. “La recuperación va muy lenta, porque el Gobierno no tiene suficientes recursos y, por eso, depende directamente de la solidaridad internacional”, explica a El Confidencial Lluís Bellvís, cónsul honorario de Nepal en Barcelona desde 1984.

Es en las ocasiones adversas cuando más se agradece la solidaridad. Y en el pequeño país del Himalaya (que este septiembre promulgó su primera Constitución instituyendo una República federal), esa solidaridad se nota. “Allí hay una docena de ONG trabajando y ahora ponen un poco más el acento en sus proyectos, pero todo es poco”, añade el cónsul. Los terremotos causaron 10.000 muertos, 350.000 desplazados y la destrucción de las viviendas de 500.000 familias.

El paisaje desolador de Nepal tras el segundo terremoto

Un total de 11 de los 75 distritos de Nepal quedaron seriamente afectados por los seísmos. El país ya tenía importantes problemas de infraestructuras y ahora esos problemas están agravados en grado sumo. “La gente está desesperada -insiste Bellvís-, porque cree que nadie se acuerda de ellos”. Es lo que suele ocurrir en cualquier desgracia: pasados los primeros días, la realidad va desvaneciéndose rápidamente en la memoria colectiva.

En la capital, Katmandú, las cosas se van solucionando con mayor rapidez, pero en las zonas rurales es donde existe el gran problema. “Posiblemente esas zonas no comenzarán a levantar cabeza hasta dentro de una década. Nepal ya era un país pobre y ahora lo es mucho más. Hay familias que han perdido sus casas y a sus seres queridos, que lo han perdido todo, aunque hemos de mirar las cosas con un cierto optimismo. Mucha gente está viviendo en tiendas de campaña. ¡Ya puede imaginarse uno lo que es vivir en una tienda de campaña en el techo del mundo! Y posiblemente estarán viviendo así de manera provisional durante tres o cuatro años, esperando poder tener un hogar con las condiciones mínimas”.

El turismo era la principal fuente de ingresos del pequeño país himalayo, y hoy esa industria está bajo mínimos. “El turismo no se ha recuperado, ni mucho menos. Es más: todo lo que había previsto se ha pospuesto hasta que se puedan recuperar las infraestructuras. Todos están a la espera de tiempos mejores, lo que agrava el problema”.

Bellvís conoce bien el país: fue el jefe de la primera expedición catalana al Everest en el año 1982. Esa expedición abandonó después de que varias tormentas de viento y nieve destrozasen los campamentos y provocasen la muerte de dos sherpas, cuando habían alcanzado ya los 8.500 metros de altitud por el lado oeste, el más difícil. En 1988, volvió a la montaña y cinco escaladores hicieron cumbre. Y en 1993, repitió con una expedición de homenaje a Hillary. Esa última expedición sirvió para limpiar la montaña de los restos de las cada vez más numerosas expediciones. Lo que importaba era “lanzar un mensaje al alpinismo: que ha de ser respetuoso con las montañas”.

Solidaridad de asociaciones

El cónsul se duele de que “tras los terremotos, que fueron noticia mundial durante unas semanas, pronto se olvidó todo. Es normal, porque en el mundo actual se producen cientos o miles, demasiadas informaciones importantes que nos llegan desde todas las partes del mundo. Pero para los que hemos tenido relación con aquella tierra, nos duele mucho”.

El Centre Excursionista de Catalunya (CEC) se volcó con la campaña de solidaridad. Tanto que el último número de su revista, ‘Muntanya’, está dedicado monográficamente al Nepal, y todos los colaboradores, tanto periodistas como fotógrafos o viajeros, cedieron gratis sus trabajos. El Centre incorpora en su revista un número de cuenta de ayuda a los damnificados a través de la que se centralizan todos los donativos de España.

La pequeña ONG Amics del Nepal también recaudó en 2015 más de 100.000 euros para los afectados por los terremotos, dinero que servirá para cubrir necesidades básicas de los distritos de Dolakha, Nuwakot y Sindhulpalchok, así como para un proyecto compartido en Bhimphedi.

“Toda ayuda es poca -subraya Lluís Bellvís-. Lo que necesitaríamos también es un programa en televisión, un maratón para recaudar fondos y para recordar al mundo que los terremotos han pasado, pero que sus efectos todavía perduran y es preciso echar una mano a aquella gente”. El exmontañista recuerda “la humildad y el sentido de la hospitalidad de toda la gente que habita en las faldas del Everest. Cuando llegas allí, te dan todo. Ahora es el momento de devolver algo de esa humanidad. Porque cuando ocurre una cosa así, te das cuenta de que la montaña nos hermana a todos. Es un compromiso con los pueblos”.

Pero también advierte de que, “tarde o temprano, la situación se repetirá, porque aquella es una tierra con frecuentes terremotos. Ocurrió hace 80 años y ha vuelto a ocurrir ahora. Y se espera que dentro de un tiempo vuelva a haber otra catástrofe similar”.

Tras los dos devastadores terremotos que asolaron Nepal los días 25 de abril y 12 de mayo de este año, el pequeño país asiático intenta renacer de sus ruinas. “La recuperación va muy lenta, porque el Gobierno no tiene suficientes recursos y, por eso, depende directamente de la solidaridad internacional”, explica a El Confidencial Lluís Bellvís, cónsul honorario de Nepal en Barcelona desde 1984.

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