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El ermitaño español 'resucitado' en Italia seguirá legalmente muerto por un tiempo
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Su familia renuncia a encontrarle por ahora

El ermitaño español 'resucitado' en Italia seguirá legalmente muerto por un tiempo

Las autoridades no están buscando a Carlos porque, como adulto, tiene derecho a esconderse. Sin fotografías ni huellas, estará en manos del juez decidir si acepta las evidencias como prueba de vida

Foto: Documentos de identidad de Carlos Sánchez Ortiz.
Documentos de identidad de Carlos Sánchez Ortiz.

La familia de Carlos Sánchez Ortiz de Salazar no ha perdido toda la esperanza de reencontrarse con su pariente. La identidad del misterioso ermitaño que desapareció hace casi 20 años de su residencia en España, posteriormente fue declarado muerto y volvió a aparecer en octubre en una zona de bosques de Toscana (en el centro de Italia), ha sido confirmada por la policía del país. Sus parientes, sin embargo, han dejado de buscarle por el momento. Es lo que ha podido saber El Confidencial, después de consultar varias fuentes policiales italianas y las ONG involucradas en el caso. Un caso que, además, ahora amenaza con convertirse en un gran embrollo jurídico.

“La familia de Carlos interrumpió la búsqueda y está regresando a España”, informó ayer el abogado Alberto La Scala, el presidente nacional de Penelope, la organización italiana de las personas que desaparecen en Italia y que se ha hecho cargo junto con sus familiares de buscar físicamente a Carlos. “El domingo, acompañados por un oficial de la policía forestal y dos voluntarios de Penelope, se pasaron el día buscándolo. Visitaron el refugio donde vivía en los bosques y también estuvieron en otros lugares en los que fue visto. No lo encontraron”, añadió, explicando que la familia les ha pedido seguir en contacto.

A pesar de la angustia de no saber cuándo y si Carlos aparecerá, los familiares quisieron asimismo dejar un mensaje al desaparecido. “Sólo queremos verte una vez, aunque sea por 10 minutos. Respetaremos cualquier decisión tuya. Y te dejaremos en paz una vez que sepamos que estás bien”, es el contenido del mensaje, según relató La Scala, quien también está ayudando a los parientes de Carlos. Estos son Rosario Ortiz de Salazar, —y no Asunta, como apareció al principio en la prensa italiana—, una exmaestra ahora jubilada; su marido Carlos; y la hija menor de la pareja. Todos vecinos de Cazalla de la Sierra, el municipio español del cual el misterioso ermitaño desapareció en noviembre de 1996 mientras padecía una profunda depresión.

Esta decisión se debe igualmente a que la familia no quiere que Carlos se sienta objeto de “una cacería”, según relató Joaquín Amills, presidente de la asociación española SOS Desaparecidos, quien ha puesto a los Sánchez en contacto con Penelope y continúa muy pendiente del caso. “El objetivo es ahora que Carlos sepa que sus padres siguen vivos, que le esperan. Por eso le han querido dejar un mensaje”, anadió Amills.

La policía italiana lo confirma: es Carlos

De lo que la policía italiana ya casi no tiene dudas es que el misterioso ermitaño es, efectivamente, Carlos Sánchez. “No le hemos hecho la prueba del ADN, pero por la documentación presentada y las pesquisas que hemos hecho, es él”, dijo a El Confidencial el comandante de los Carabineros (policía militar italiana) de Massima Marittima, Luigi Pierri. “Por lo que hemos podido saber, es una persona que los lugareños conocen y ayudan de vez en cuando. Circula con una bicicleta e intenta mantenerse limpio. Además, la zona en la que vive no está nada mal, cerca hay algunas de las playas más lindas de Italia”, añadió el carabinero, quien no precisó, no obstante, cuándo fue llevada a cabo esta identificación.

Así y todo, de acuerdo con la descripción que hacen de Carlos los vecinos de los pueblos de Scarlino —la localidad donde fue visto por primera vez—, se trata de un hombre amante del contacto extremo con la naturaleza, educado y tranquilo, pero también una persona poco habladora y poco dada a socializar con los demás. Tanto que incluso ha empezado a circular la leyenda de que sea una especie de Mowgli, el nombre del protagonista de la novela de Rudyard Kipling 'El libro de la selva'. “Es una persona discreta, pero su comportamiento durante su estancia [en Italia] ha sido siempre el de alguien respetuoso de las leyes. Por esta razón, hasta ahora no había llamado la atención y no le estamos buscando”, cuenta, por su parte, el mayor Andrea Laghi, de la comisaría de Grosseto.

Y, sin embargo, el lío que se avecina, según el abogado La Scala, es jurídico. “El problema es que jurídicamente esta persona está muerta para las autoridades españolas y no existe para las italianas. Y no solo eso: tiene un pasaporte caducado. En Italia, si uno está sin documentos la policía puede llevarlo hasta una comisaría y la ley no excluye que pueda ser detenido”, denuncia el letrado, añadiendo que esto, además, se suma a que la familia ahora deberá enfrentarse al enredo burocrático que implicará comunicar que su hijo no está muerto, como consta.

Ahí empezará el embrollo para los familiares, los cuales deberán ‘sine qua non’ ponerse en contacto con la administración española y anular el procedimiento judicial que certificó la defunción de Carlos en los juzgados españoles. Algo que podría resultar muy difícil, pero que es un paso obligatorio para mantenerse en la legalidad y evitar problemas futuros, por ejemplo, con la herencia.

"Es una persona libre cuya vida no está en peligro"

Todo esto sin tener una documentación completa. De hecho, según las fuentes consultadas, los familiares solo poseen las declaraciones de los dos buscadores de setas y del oficial de la policía forestal, que son los únicos a quien Carlos ha enseñado sus documentos. No hay constancia, por el contrario, de que hayan sido registradas sus huellas digitales, o que haya otra documentación del misterioso ermitaño. Razón por la que, con toda probabilidad, dependerá del juez español aceptar o no esos documentos como única prueba para anular legalmente su certificado de muerte.

Además, tanto la embajada española en Roma como la policía italiana argumentan que de momento no hay una búsqueda en curso, dado que Carlos es “una persona libre, cuya vida no está en peligro y no ha cometido delito alguno”, como dice el comandante Perri. “La familia tiene todo el derecho de buscarlo, pero él también tiene el derecho de seguir ocultándose” y vivir al margen de la sociedad como ha hecho hasta ahora, recalca también Laghi, que es superior de Perri. Y en esta misma línea, Agustín Galán, de la oficina de comunicación de la legación española, explicó nuevamente que, por ahora, “el consulado y la oficina de Interior sólo se están informando sobre el caso”.

Esta posición, sin embargo, es rechazada por las ONG. “No es verdad que no pueden hacer nada”, clama La Scala. “¡Aquí estamos hablando de un ciudadano muerto que está vivo y que cuando desapareció padecía una profunda depresión! ¿Cómo podemos estar seguros de que está bien? Allí donde vivía estaba lleno de basura. ¿Es eso normal?”, dice, añadiendo que, si es necesario, presentará una demanda para que la policía italiana, en cooperación con las autoridades españolas, busquen a Carlos, lo identifiquen correctamente y además verifiquen que esté bien de salud.

Mientras tanto, desde que la noticia de la desaparición de Carlos se hizo pública, siguen llegando señalizaciones de personas que dicen haberlo visto. El domingo, una señora que vive a 10 kilómetros de Scarlino habló de una persona con acento español que pidió dormir en su jardín. Y es que, eso sí, aunque con toda probabilidad él no lo haya querido ni se lo imagine, el caso de Carlos ya está sentando historia: un desaparecido que murió, resucitó y acabó viviendo en un frondoso bosque, alejado de todo y todos.

La familia de Carlos Sánchez Ortiz de Salazar no ha perdido toda la esperanza de reencontrarse con su pariente. La identidad del misterioso ermitaño que desapareció hace casi 20 años de su residencia en España, posteriormente fue declarado muerto y volvió a aparecer en octubre en una zona de bosques de Toscana (en el centro de Italia), ha sido confirmada por la policía del país. Sus parientes, sin embargo, han dejado de buscarle por el momento. Es lo que ha podido saber El Confidencial, después de consultar varias fuentes policiales italianas y las ONG involucradas en el caso. Un caso que, además, ahora amenaza con convertirse en un gran embrollo jurídico.

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