Es noticia
Cómo una pescadora africana logró erigir un pequeño imperio
  1. Mundo
una historia de éxito EN EL LAGO VICTORIA

Cómo una pescadora africana logró erigir un pequeño imperio

Gertrude supervisa al grupo que recoge las capturas de una barca de pesca. Con más de 400 metros de largo y flanqueado por lanchas motoras, este embarcadero le pertenece y está dirigido por ella

Foto: Mujeres y niños trabajan con pescado en el pequeño puerto de Ggaba, en Uganda (Reuters).
Mujeres y niños trabajan con pescado en el pequeño puerto de Ggaba, en Uganda (Reuters).

Gertrude Nabukeera supervisa, de pie y con las manos en sus caderas, al grupo de hombres que recoge las capturas de una barca de pesca. El sol acaba de salir y los botes traen el pescado cogido durante la noche al embarcadero de Nakatiba, en la isla Bugala del Lago Victoria, la mayor extensión de agua dulce de África. Con más de 400 metros de largo y flanqueado por lanchas motoras, este embarcadero pertenece a Gertrude y está dirigido por ella, conocida en el lugar como Mamá Sylvia.

Sobre el muelle hay diversas casetas en las que vende las capturas del día, y a la derecha, una caja de hielo del tamaño de un contenedor de carga en que conserva el pescado. No es habitual que una mujer dirija un negocio de pesca en Uganda, o en cualquier otro país del continente africano, pero todavía más sorprendente es el hecho de que Gertrude fuera en su día una pescadora… una pescadora más entre muchos, muchos pescadores.

”Nací justo junto al lago”, cuenta a la BBC mientras recuerda su infancia en tierra firme. “Durante mi niñez, todo lo que veía a mi alrededor eran pescadores y el negocio de la pesca. También me di cuenta de que los pescadores eran las personas que más dinero ganaban de la comunidad. Así que decidí que daría una oportunidad a la pesca”.

A los 25 años, en 1989, Gertrude comenzó a pescar en el lago por las noches. Más tarde, se mudó a Bugala, la mayor de las 84 islas Ssese, porque sus aguas estaban plagadas de peces. Por aquel entonces, Bugala todavía era una jungla. “En todo el lugar solo había cuatro casas. Compartíamos el sitio con serpientes y no había electricidad. Ahora toda la isla se 'alimenta' de energía solar, tenemos suministro de agua a través de tuberías y se están empezando a construir las primeras carreteras”, explica.

Si le preguntan por qué es la única mujer pescadora de la zona, Gertrude responde que “es un trabajo duro y peligroso. Cuando hace mal tiempo, el lago es un lugar escalofriante, con un viento furioso y olas terriblemente grandes”.

Cuando Mamá Sylvia comenzó a pescar hace 26 años, todo lo que tenía era una pequeña canoa, en la que se desplazaba a remo. Pero en 1994 ya había ahorrado lo suficiente para comprar un motor, y cuatro años más tarde pudo adquirir otros tres. Pagó parte de la cifra por adelantado y se comprometió a devolver el préstamo en un plazo de cuatro meses, aunque saldó sus deudas en solo ocho semanas. Hoy, Gertrude preside un pequeño imperio formado por 22 botes de pesca, cada uno de ellos valorado en alrededor de 7.500 euros, sumando su precio de adquisición y el del equipo de pesca.

La mujer obtuvo el permiso para 'fundar' un embarcadero hace 15 años. Más de una docena de pescadores dueños de sus propias barcas lo utilizan, incluido el marido de Gertrude, quien tiene sus propias barcas (aunque Mamá Sylvia está al mando del lugar). No hay ningún aspecto del negocio del que la mujer no se encargue, desde arreglar los motores de las embarcaciones hasta llevar las cuentas.

Su éxito le ha permitido construir una casa en la isla y otra en Kampala, la capital de Uganda, además de enviar a sus hijos a buenos colegios y costear el cuidado de sus padres, ya ancianos. Así que, dado su triunfo en un sector predominantemente masculino, ¿qué consejos ofrece a otras mujeres que quieran entrar en el negocio? “Si quieres desempeñar esta profesión, no encontrarás tu lugar en tierra firme. Tienes que armarte de valor y subirte a los botes. Salir hasta donde está el trabajo y ponerte manos a la obra”.

Con esas palabras, Mamá Sylvia se da la vuelta y camina hacia su silla giratoria bajo la sombra de los puestos de pescado. Observa a los pescadores que han traído sus capturas. Calcula el precio de cada remesa y paga a cada uno de los hombres con billetes que extrae de un fajo de efectivo que guarda en su puesto. No hay duda de quién es la jefa en este embarcadero.

Gertrude Nabukeera supervisa, de pie y con las manos en sus caderas, al grupo de hombres que recoge las capturas de una barca de pesca. El sol acaba de salir y los botes traen el pescado cogido durante la noche al embarcadero de Nakatiba, en la isla Bugala del Lago Victoria, la mayor extensión de agua dulce de África. Con más de 400 metros de largo y flanqueado por lanchas motoras, este embarcadero pertenece a Gertrude y está dirigido por ella, conocida en el lugar como Mamá Sylvia.

Noticias de África
El redactor recomienda