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“Necesitamos que nos ayuden, Marruecos no nos deja pasar a Europa”
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EN LA FRONTERA DE MARRUECOS CON MELILLA

“Necesitamos que nos ayuden, Marruecos no nos deja pasar a Europa”

'El Confidencial' habla en el paso fronterizo de Beni Enzar, en Marruecos, con ciudadanos sirios que esperan poder acceder a nuestro país. Su sueño es cruzar la puerta de Europa por Melilla

Foto: Fátima, junto a su famila. (Fotos: Agustín Rivera)
Fátima, junto a su famila. (Fotos: Agustín Rivera)

Fátima es refugiada siria y tiene 24 años. Lleva apenas un par de semanas intentando pasar la frontera de Marruecos con Melilla. Espera, a escasos metros del intenso control de los policías marroquíes en Beni Enzar, junto a su hermana Ana, su sobrina Aisha y otros familiares. Fátima consiguió huir de Siria tras fallecer su marido y dos hijos en el derrumbe de su casa. Fátima, ahora en silla de ruedas, proclama: “Queremos vivir en España”. Lo subraya antes de pedir ayuda internacional: “Necesitamos que nos ayuden; Marruecos no nos deja pasar a Europa”. Como ella hay cientos de familias de su país a las puertas de la ciudad autónoma.

La mujer, de profunda mirada, ha recorrido más de 500 metros con su silla de ruedas desde el bar Mecafé hasta el descampado para el encuentro con el periodista. Se trata de evitar que la Policía le vea con la prensa y Karim, el improvisado traductor marroquí de 25 años, que fue expulsado de España y espera reunirse con su mujer, su hijo de apenas un año y su madre en Figueras. Ana, que españoliza su nombre igual que su hermana, tiene una posibilidad de entrar en España.Tiene una tarjeta, una suerte de salvoconducto para cruzar la frontera, pero el resto de su familia espera papeles.

“¡Vamos, vamos! Ya no podemos hablar más”. Hace apenas 40 minutos que la Policía ha parado a Karim preguntándole qué hace hablando con refugiados sirios. “Como te veamos otra vez, te llevamos a la cárcel”. Eso le ha dicho un agente al joven marroquí, que sueña con volver a Cataluña. “España está mejor. Te lo juro. Esto no me gusta nada”. Su plan de huida: nadar entre Beni Enzar y Melilla o meterse de polizón en la parte trasera de una furgoneta.

Ante la alerta de Karim, Fátima y su familia regresan muy rápido para que la Policía no les llame la atención. En el descampado junto a la entrada del puerto de la fronteriza ciudad marroquí, de 37.000 habitantes, delante de una oficina abandonada, se sienta una mujer siria. Se llama Sara y tiene 36 años. La niña apenas tiene dos años. Sara vende a un euro paquetes de pañuelos de papel. No quiere fotografías. La pequeña sonríe y juega con una muñeca rota, de color rosa. Por la avenida pasa un niño de unos seis años con una camiseta de España y el lema “Podemos” (pre Pablo Iglesias) en la espalda.

En el café Los Viajeros, en la calle Masita Khada, donde se oye hablar árabe, francés y español con tacos, jamás se pierden un partido de La Liga. Ahora emiten el Athletic de Bilbao-Getafe. Gol de Raúl García. Hay dos escudos gigantes para gustos madridistas y culés. Fuera hay un barril que sirve agua fría. Mejor no entrar en el cuarto de baño. Las gaviotas viajan junto al viento caluroso en esta parsimoniosa tarde de domingo. Ya han pasado 80 minutos del partido y Adúriz acaba de marcar el 3-1 al Getafe.

“Peor que la frontera oriental”

“¡Cuidado con las fotos!”. Tiene razón Karim. Hay muchos policías vigilando en los alrededores del Mecafé, justo al lado de donde Fátima y su familia han construido su especie de refugio callejero. “Allahu Akbar!! ¡¡Alá es grande, Alá es grande!!”. Es la llamada al rezo que suena varias veces en el centro de Beni Enzar, en status quo de tensa calma a la espera de más refugiados sirios que buscan el supuesto paraíso europeo.

José Palazón tiene 60 años y lleva desde 1998 volcado en los temas de inmigración a través de la ONG Prodein. “Se habla mucho de la frontera oriental, pero aquí pasa lo mismo o peor”, señala a El Confidencial tras pasar un par de horas en el CETI, el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes de Melilla. Argumenta Palazón que esta zona sufre una “crisis humanitaria callada casi tan importante como la griega”.

Familias desunidas y mafias que consiguen grandes beneficios con los refugiados. Es el cóctel que se ve a este lado de la valla. “Marruecos no tiene ningún interés en guardarse para ellos los sirios. Si los retienen es porque han llegado a un acuerdo con el Gobierno español”, denuncia Palazón. Y añade: “Debe haber una gestión legal de la frontera. Tenemos una obligación de acoger a los refugiados”.

La frontera de Beni Enzar fue cerrada el pasado miércoles por Marruecos durante casi una hora. El corte lo provocó una gran acumulación de personas de origen sirio al otro lado de la frontera que pretendía acceder a Melilla. Cada sirio tiene que abonar entre 2.000 y 3.000 euros a estos mediadores para que le trasladen hasta la frontera y los policías marroquíes le permitan entrar a España. Una vez en Melilla, los sirios se dirigen hasta la oficina de asilo que el Ministerio del Interior habilitó hace un año. Es la esperanza de Fátima y su familia en su futuro en Europa.

Fátima es refugiada siria y tiene 24 años. Lleva apenas un par de semanas intentando pasar la frontera de Marruecos con Melilla. Espera, a escasos metros del intenso control de los policías marroquíes en Beni Enzar, junto a su hermana Ana, su sobrina Aisha y otros familiares. Fátima consiguió huir de Siria tras fallecer su marido y dos hijos en el derrumbe de su casa. Fátima, ahora en silla de ruedas, proclama: “Queremos vivir en España”. Lo subraya antes de pedir ayuda internacional: “Necesitamos que nos ayuden; Marruecos no nos deja pasar a Europa”. Como ella hay cientos de familias de su país a las puertas de la ciudad autónoma.

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