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Negocios en las antípodas: los españoles culminan el asalto a Australia
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Negocios en las antípodas: los españoles culminan el asalto a Australia

Desde barcos de guerra hasta aceite y vino, pasando por infraestructuras y tecnología punta. Nunca antes las empresas españolas han tenido semejante presencia en Australia

Foto: El antiguo medallista olímpico Duncan Armstrong en lo alto del puente Harbour, de Sidney (Reuters).
El antiguo medallista olímpico Duncan Armstrong en lo alto del puente Harbour, de Sidney (Reuters).

Desde barcos de guerra hasta aceite y vino, pasando por infraestructuras y tecnología punta. Nunca antes había habido tantas empresas españolas en Australia. La crisis en España y la bonanza en las antípodas impulsaron el desembarco en el otro lado del mundo. Pero hacer negocios en estas latitudes nunca fue fácil y, ahora, los empresarios observan cómo la economía australiana tiembla al ritmo de las turbulencias en el mercado chino.

La presencia de empresas españolas en Australia se ha disparado y ha pasado de 55 en 2010 a más de 90 hoy en día. Cifras de la Oficina Comercial española muestran que las exportaciones a Australia han aumentado un 80% en el último lustro y que el número de empresas que exportan a las antípodas ha crecido de unas 3.600 a unas 5.900.

Según Lillian Ajuria, abogada de inmigración en el despacho Ajuria Lawyers en Sídney, la mayor parte de las multinacionales aterrizaron en Australia después de que en 2007 Navantia ganara un contrato millonario con el Gobierno australiano para producir tres destructores y dos buques anfibio. “A partir de ahí, las multinacionales vieron que había un mercado y se instalaron”, cuenta Ajuria. La abogada, que trabaja a menudo con negocios españoles en el país, observa que a Australia llegan tanto multinacionales como pequeñas y medianas empresas.

En general, “suelen tener ya experiencia previa de internacionalización y mandan a gente muy preparada, que hablan inglés muy bien”. Pero hacer negocios en un país nuevo siempre conlleva sorpresas. En el caso de Australia suelen ser los salarios altísimos y una incertidumbre política inaudita en un país democrático cuya economía crece de forma ininterrumpida desde hace seis años.

Acciona, una de las empresas españolas más veteranas en Australia, lo sufrió en carne propia cuando el pasado mes de abril un cambio de gobierno en el Estado de Victoria resultó en la cancelación del contrato para la construcción de una carretera en Melbourne y el pago de una indemnización de 420 millones de dólares australianos (261.9 millones de euros) al consorcio de empresas agraviadas.

El director de Acciona Energy en Australia, Andrew Thomson, respondió a las preguntas de El Confidencial por escrito y contó que otra de las dificultades es la posición crítica del gobierno en materia de energías renovables: “Ha generado incertidumbre y ha hecho que la financiación sea difícil. Como resultado, la inversión y los proyectos de energías renovables en Australia se han parado”. Ahora que el Ejecutivo ya ha precisado su política en este ámbito, “esperamos que la confianza de los inversores vuelva”. Otra dificultad es el coste millonario y la complejidad de las licitaciones para concursos públicos.

Pero, para Thomson, “Australia es un mercado estratégico, una buena base desde donde explorar nuevas oportunidades de negocio en la región de Asia Pacífico”. Y concluye: “Estamos aquí para quedarnos”.

Demanda de tecnología punta

La experiencia de instalarse en Australia fue distinta para la barcelonesa TSS-Transport Simulation Systems, que desarrolla y distribuye un programa de simulación de tráfico. El director ejecutivo de servicios profesionales Alexandre Torday cuenta que en 2012 “viajaba cuatro o cinco veces al año para atender a los clientes que ya teníamos aquí. Vimos que la gente quería más, pero que existía un poco de miedo a los productos de fuera, algo que no se puede solucionar si no das el paso de abrir la oficina”.

Teníamos clientes que nos pedían perdón por pagar una factura con diez días de retraso cuando tenían tres meses de margen

La empresa, que ya contaba con oficinas en París y Nueva York, buscó la ayuda de Acció, la oficina del Departamento de Empresa de la Generalitat catalana en el país. “A nivel de mercado ya sabíamos con quien hablar y qué hacer. Pero el primer año nos dieron una ayuda bestial con temas de abogados, bancos, seguros y visados”, cuenta. Para Torday, una de las sorpresas más agradables fue la puntualidad de los proveedores en las antípodas: “Teníamos clientes que nos pedían perdón por pagar una factura con diez días de retraso cuando tenían tres meses de margen”.

Tras cuatro años en el país, Torday sigue viendo oportunidades de crecimiento en Australia: “El país está en un modo de crecimiento urbano muy importante. La población, las infraestructuras, la extensión de las ciudades es muy dinámica y siempre necesitan adaptarse y reajustarse a estos cambios”, aclara. Pero la ralentización de la economía China y la caída de los precios de las materias primas en los mercados internacionales han puesto fin al auge de la industria minera, motor del crecimiento en el país.

Nos tendremos que adaptar”, afirma Torday. “Si el crecimiento es negativo, el país invertirá en utilizar mejor lo que ya tienen, en lugar de construir algo nuevo, así que hemos desarrollado un producto enfocado a esto”, explica mientras subraya que en Australia “si tienes una solución buena y puedes justificar el coste, encontrarán el dinero para pagarte”.

La aventura de importar gastronomía

La soriana Lara García llegó a Australia para estudiar un máster y “para vivir una experiencia personal y profesional enriquecedora y divertida”, recuerda. Al llegar vio “un país enorme en superficie, joven, multicultural, abierto a cosas nuevas y con muchas posibilidades”. Cinco años después ha visto una oportunidad en la atracción que el consumidor australiano siente por Europa y, en particular, por la cultura y la gastronomía españolas. “Uno de cada tres australianos viaja a un país de Europa como primer destino, casi 200,000 van cada año a España y al volver están abiertos a continuar consumiendo los productos europeos que disfrutaron en sus viajes”, explica García.

Pero instalarse en Australia requiere tiempo, dinero y experiencia. “Esto hace que empresas pequeñas y medianas dejen de considerar Australia como mercado por ser un mercado lejano, de difícil y costoso acceso”, cuenta García, que ha puesto en marcha Spanish Specialties para ayudar a los importadores de comida y bebida a promocionar su marca y a encontrar distribuidores.

Para García, la clave está en explicar la historia, la tradición y el proceso de elaboración detrás de cada producto. Para un consumidor acostumbrado a las delicias de los cinco continentes, el jamón serrano, el queso manchego, las paellas y hasta sangría -de calidad- son un nuevo mundo por explorar.

Desde barcos de guerra hasta aceite y vino, pasando por infraestructuras y tecnología punta. Nunca antes había habido tantas empresas españolas en Australia. La crisis en España y la bonanza en las antípodas impulsaron el desembarco en el otro lado del mundo. Pero hacer negocios en estas latitudes nunca fue fácil y, ahora, los empresarios observan cómo la economía australiana tiembla al ritmo de las turbulencias en el mercado chino.

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