Entusiasmo por votar frente a miedo al caos: Grecia se divide ante el referéndum
La confusión empieza desde la propia cuestión, que implica entender documentos ciertamente complicados. El pueblo griego vota sobre si acepta las líneas del acuerdo presentado por la troika
"¿El referéndum? ¿Por qué no? Estamos condenados de todas formas". Es la respuesta de una señora de mediana edad en las calles de Atenas tras la última decisión de Alexis Tsipras.Arropado por una apelación al patriotismo y un apoyo electoral que sabe que mantiene, el primer ministro griegole dio el viernes por la noche una bofetada sonora a la Unión Europea en televisión. Con nocturnidad -a la una de mañana hora local- y, de paso, sembrando la confusión en el país. Sus seguidores, enardecidos por lo que fue una de sus promesas de campaña más polémicas (pedir opinión al pueblo si las condiciones eran ‘inaceptables’), lo llaman recuperación de la democracia y la dignidad perdida. Sus detractores, que han empezado a despertar del letargo en el que les sumió las elecciones del 25 de enero, creen que lleva al país al desastre.
No obstante, la tensión es evidente. Los griegos habían retirado desde el anuncio de Tsipras y hasta media tarde del sábado, un total de 400 millones de euros de los cajeros automáticos. En las inmediaciones del Parlamento heleno, decenas de diputados hacían lo propio en los cajeros de la zona, aguardando su turno en las improvisadas colas ante las entidades bancarias.
"Tsipras ha hecho bien convocando el referéndum"opina un taxista mientras espera clientes bajo un sol de justicia. "Están jugando al póker. Es guerra política, un juego rudo. Lo que Tsipras ha conseguido es empezar un diálogo político en Grecia, no con los acreedores, es lo único que ha conseguido. Ahora decidirá la gente". En la plaza Syntagma, otro joven no lo tiene tan claro: "No sé lo que voy a votar. Tengo fe en que en el último minuto del Eurogrupo lleguen a un acuerdo". Una opción que parece cada vez más lejana tras las últimas declaraciones de Dijsselbloem, que ha calificado la consulta de "triste decisión que cierra la puerta a más conversaciones".
La división entre Gobierno y oposición es más clara que nunca. La propuesta del referéndum, que se lleva al Parlamento este sábado, no tendrá problemas para ser aprobada: Syriza y ANEL cuentan con los votos necesarios: 151. Solamente Amanecer Dorado fuera del Ejecutivo apoya la votación.
La confusión empieza en la pregunta
La confusión empieza desde la propia cuestión, que implica entender documentos ciertamente complicados. El pueblo griego vota sobre si acepta las líneas generales del acuerdo presentado por la Comisión Europea, el BCE y el FMI en el Eurogrupo del 25 de junio de 2015 y que consiste en dos documentos, que forman las bases de la pregunta del referéndum: el primero es Reforms for the completion of the Current Program and Beyondy el segundo documento es Preliminary debt sustainability analysis. Aquellos que rechacen las propuestas de las instituciones votarán NO. Aquellos que las acepten votarán SÍ.
"Sabemos cuál es la pregunta del referéndum", asegura una jubilada mientras saca la pensión del cajero para hacer algunas compras. "Lo que no sabemos son los detalles de los acuerdos que no fueron aceptados. Por parte de los dos lados".
Tsipras fue claro en su discurso, asegurando que las instituciones habían presentado un “ultimátum”: “las propuestas de las instituciones incluyen más descomposición del mercado laboral, recortes en las pensiones, reducciones en los salarios del sector público y un incremento del IVA en los comestibles y turismo y la eliminación de la exención de impuestos en las islas”. Algunos lo plantean de una manera muy simple: será un referéndum sobre la permanencia o la salida del euro -sí al euro, no al euro-; para otros sobre la austeridad -sí a la austeridad, no a la austeridad-. La oposición tiende a verlo del primer modo y el Gobierno del segundo. Con apenas siete días para explicar la pregunta es seguro que no habrá margen para los matices.
Los altos cargos del Gobierno, incluso Tsipras implícitamente en el discurso, han llamado a votar “no”. Aunque han dicho que respetarán la voluntad del pueblo. Nueva Democracia, al que perteneció el dudoso ‘honor’ de negociar el rescate en vigor, ha asegurado que la decisión de Syriza no es muy lógica porque las condiciones de la troika no han variado de una semana a la siguiente. El diputado Harry Theoharis del liberal To Potami reaccionaba ayer por la noche: “hemos vivido cinco meses de desgobierno y ahora lo estamos pagando”, explicó a El Confidencial. “Se votó a un Gobierno para que llegara a un acuerdo y nos vemos en esta situación”. El Partido Comunista (KKE) ha rechazado también el referéndum, pero por motivos distintos. Quieren convocar uno propio y quieren que Grecia salga del euro. El socialista Pasok por su parte ha pedido la dimisión del Ejecutivo y que se convoquen nuevas elecciones.
Con todo a nivel práctico hay varias dudas. La primera es si Grecia, en medio de este vendaval, pedirá una extensión de un rescate que necesita -para hacer frente al pago al FMI el 30 de junio- a unas instituciones a las que tan claramente está rechazando. La segunda es qué pasa si por cualquier razón la troika retira la propuesta, cual será la pregunta ante el silencio en Bruselas. La tercera es la incertidumbre de qué hará Mario Draghi. Si decide “desenchufar” a los bancos griegos del BCE en algún momento el corralito será inminente, y esto marcará la propia votación del 5 de julio.
Colas en los cajeros, hastío en las calles
Viernes por la noche. Una hora después de que Tsipras anuncie el referéndum, El Confidencial pasea por algunos barrios de corte residencial en las afueras de la capital. Colas inhabituales de cinco o seis personas en más de una decena de ellos. En el centro, sin embargo, otros reporteros informaban con testimonio gráfico de que estaban vacíos. La mañana del sábado, sin embargo, situación opuesta, colas en los del centro y vacíos en la periferia. La guerra de fotografías en las redes sociales justificando o desmintiendo que se hayan producido colas en los cajeros para retirar dinero que demuestra una cosa, y es que este tipo de fenómenos solo son constatables sin discusión cuando son masivos como en Argentina. Y no es el caso. Mientras tanto, una familia de turistas neoyorkinos observa el panorama: "Espero que no nos afecte, pero están diciendo que los bancos cerrarán el lunes y hemos visto que en todos hayseguridad extra".
En un banco cercano a la plaza Syntagma una fila de clientes esperan para hacer sus gestiones. Una nube de periodistas les atosiga(mos) desde distancia prudencial mientras nos increpan y nos piden que nos vayamos. Difícil arrancar una declaración identificándose como medio extranjero. Otra señora nos dice indignada que fotografiemos a un sin techo en el suelo que resulta ser un extranjero borracho. No hay pánico, pero hay indignación y la sociedad griega se divide, como la oposición, entre el entusiasmo de los que desean votar y el pavor de los que no quieren ni oír hablar de urnas.
"¿El referéndum? ¿Por qué no? Estamos condenados de todas formas". Es la respuesta de una señora de mediana edad en las calles de Atenas tras la última decisión de Alexis Tsipras.Arropado por una apelación al patriotismo y un apoyo electoral que sabe que mantiene, el primer ministro griegole dio el viernes por la noche una bofetada sonora a la Unión Europea en televisión. Con nocturnidad -a la una de mañana hora local- y, de paso, sembrando la confusión en el país. Sus seguidores, enardecidos por lo que fue una de sus promesas de campaña más polémicas (pedir opinión al pueblo si las condiciones eran ‘inaceptables’), lo llaman recuperación de la democracia y la dignidad perdida. Sus detractores, que han empezado a despertar del letargo en el que les sumió las elecciones del 25 de enero, creen que lleva al país al desastre.
- Grecia desafía a Europa con un referéndum para el 5 de julio sobre la oferta de la troika Carlos Sánchez
- ¿Está Grecia abocada a convocar elecciones? Óscar Valero. Atenas
- Francia y Alemania tientan a Grecia con 15.500 millones para evitar la bancarrota El Confidencial