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¿Está Grecia abocada a convocar elecciones?
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Tsipras debe convencer a los más radicales

¿Está Grecia abocada a convocar elecciones?

Un acuerdo para salvar a Grecia no va a salirle gratis al Gobierno de Syriza. Si arrancar un compromiso en la antigua troika será complicado, venderlo en casa puede abocar al país a disolver el Parlamento

Foto: Un manifestante griego a favor de un acuerdo con los acreedores sostiene una bandera de la UE durante una protesta en Atenas, el 22 de junio de 2015. (Reuters)
Un manifestante griego a favor de un acuerdo con los acreedores sostiene una bandera de la UE durante una protesta en Atenas, el 22 de junio de 2015. (Reuters)

Un acuerdo para salvar a Grecia no va a salirle gratis al Gobierno de Syriza. Si arrancar un compromiso en la troika será complicado, venderlo en casa puede abocar al país a disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. Desde la barrerapodría pensarse que si Syriza consiguecontentar a la antigua troikain extremis, tras tantos meses de tensión,habrá salvado los muebles. Nada más lejos de la realidad.

En términos de política nacional, Grecia se ha mantenido sorprendentemente estable hasta ahora, después unas elecciones que terminaron con una fase de incertidumbre y de contestación social y a las que siguió una rápida formación del Gobierno. Únicamente han surgido voces discordantes en el Gobierno o desde dentro de Syriza, pero ninguna verdadera amenaza para la mayoría. Solo palabras. Ni siquiera las incendiarias declaraciones deVarufakis, o sus sonados patinazos,han supuesto una amenaza de descarrilamiento para el primer ministro. Con un acuerdoencima de la mesa, sin embargo, la dinámica cambia radicalmente. Se acaba la pax Tsipras.

Una deslealtad anunciada

La Plataforma de Izquierda-el ala más radical delpartido-viene a ser, en un paralelismo esquemático, como "una Greciapara el Gobierno griego" si éste fuera la troika. Son los veladores delas verdaderas esencias de Syriza y sostienen una espada de Damocles: por un lado, representan una minoría dentro de los diputados de la izquierda;por otro, pueden hacer caer al Ejecutivo. Una maniobra digna de unkamikaze, porque si Syriza se hunde, ellos también caerán. Su representación en el Parlamento ronda los 30 diputadosy, si sus declaraciones antimemorándum de los últimos meses se tranforman en un voto negativo sobreel acuerdo, podrían dejar desnuda a Syriza, que solo tendría 119 parlamentarios a favor. La mayoría absoluta está en 151.

Además, hay que dar por descontadoque, en caso de acuerdo, Tsipras no obtendrá el respaldo de sualiado en el Gobierno, ANEL (Griegos Independientes). Esto se debe a que el único punto de unión que tienen ambos partidos -muchos consideran esta alianza contra natura- es su posición contra el rescate y la austeridad. Cualquier medida de recorte -y es seguro que un acuerdo con la troika las incluirá- se encontrará con la oposición frontal de los 17 diputados del partido de Panos Kammenos. Descartados de cualquier negociaciónAmanecer Dorado y el Partido Comunista (KKE), fuerzas antisistema y antieuro, Syriza tendría que lograruna carambola política: que los 17 parlamentarios del centrista ToPotami y los 13 del Pasok votaran a favor.

El líder de To Potami, Stavros Theodorakis, ha declarado a todos los que quieren escucharleque apoyarácualquier acuerdo que mantenga al país en el euro. Pero ni siquiera con estos dos partidos bastaría: aunque la alianza funcionaracomo un reloj Tsipras tendría 149 votos a favor;se quedaríaa dos de la mayoría absoluta. ¿Sería posible que, por coherencia o sentido de Estado,algún diputado de Nueva Democraciaimpidiese la caída del Gobierno? Altamente improbable. Por tanto, si Tsipras quiere mantenerse como primer ministro tendrá que convencer a algunos de los ‘menos radicales’ de los radicales para que voten con ellos. Y rezar.

¿Se puede ‘convencer’ a los radicales?

A lo largo de esta corta e intensa legislaturaTsipras ha demostrado una gran habilidad para cohesionar a su grupo parlamentario. Acambio de su lealtad en las votaciones, ha dadolibertad para opinar a todos los cargos y portavoces, algo quele ha causado bastantes problemas con Europa. Por ello, no se puededescartar que el primer ministro logreengatusarde nuevo a la Plataforma de Izquierda. En este marco, susdiscursos insistentes pidiendo reparaciones a Alemania por la invasión en la Segunda Guerra Mundial -sin base legal, como finalmente se ha probado- y la auditoría de la deuda -difícil de implementar sin hacer algo unilateral como un impago- son meros gestos simbólicos, para algunos, o brindis al sol, para otros, que han apaciguado de facto a los más izquierdistas.

La ley contra la crisis humanitaria o la reapertura de ERT sin duda han contribuido. Así como la inclusión de ministros de esta corriente, aunque fuera de las áreasde gobierno más importantes. El primer ministro podría haber empezado ya esta maniobra de seducción. En lo que muchos consideran un mensaje de consumo interno, Tsipras se ha quejado en Twitter de que los acreedores (el FMI) no tienen intención de aprobar las propuestas; también se le ha visto cariacontecido a su llegada a las reuniones con los acreedores.¿Realidad o teatro de buen negociador?

Ante una apuestatan decisiva como un acuerdo que traiga más recortes,a Tsipras le queda un as en la mangaque, además, cumple una de sus promesas: convocar un referéndum. Un sufragio para aprobar un plan para mantener a Grecia en la eurozona acabaría sin problemas con un "sí"rotundo, ya que todas las encuestas muestran que los griegos quieren quedarse en el euro. No obstante, esto ya espolítica-ficción, porquedependería de muchos factores.Entre ellos, la pregunta y cómo reaccionaran los griegos al acuerdo (o a cómo se lo vendan).

Tsipras puede beneficiarse de unas elecciones

Nadie debe pensar que unas nuevas elecciones supondrían un desastrepara el propio primer ministro. Las últimas encuestas le otorgan un apoyo que oscila entre el35 y el 40%. Si consiguiera estos sufragios obtendría, en el peor de los casos, la mayoría que tiene actualmente; en el mejor,la tan deseada mayoría absoluta. El desastre sería, en todo caso, para Grecia: otra campaña electoral con promesas de todo tipo para llegar al poder, que seguramente no tendrían nada que vercon el verdadero margen de maniobra del nuevo gobierno.Esto sin contar la más que probable volatilidad de los mercados, la fuga de capitales…

Para los griegos, repetir elecciones no sería una novedad.Ningún gobierno ha completado la legislatura desde 2009.En 2012 se celebrarondos elecciones, la primera en mayo y la segunda en junio, como consecuencia de un bloqueo parlamentario en un contexto de firma de rescate similar a la actual. Entonces, el bipartidismo(Nueva Democracia y Pasok) sumó 149 escaños por los 52 de Syriza en mayo. Ninguno de los líderes fue capaz de formar ejecutivo. Ya en junio, con unos resultados parecidos, el hombre que se convertiría en primer ministro, Andonis Samarás, consiguió que la Izquierda Democrática se subiera al barco, consiguiendo la investidura. El rescate se había firmado en febrero de ese año.

Y todo esto solo en Grecia, porque las consecuencias en la economía mundial serían importantes. Ni siquiera en Bruselas podrán respirar tranquilos si se consensúan medidas para Grecia y, en consecuencia, se pueden liberar 7.200 millones de euros del último tramo del rescate. El pago al FMI de poco más de 1.500 millones de euros no es el último episodio. Quizás solo el último del primer capítulo.

Un acuerdo para salvar a Grecia no va a salirle gratis al Gobierno de Syriza. Si arrancar un compromiso en la troika será complicado, venderlo en casa puede abocar al país a disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones. Desde la barrerapodría pensarse que si Syriza consiguecontentar a la antigua troikain extremis, tras tantos meses de tensión,habrá salvado los muebles. Nada más lejos de la realidad.

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