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El relato del "comisario caníbal" que estremece a Alemania
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condenado a ocho años de cárcel

El relato del "comisario caníbal" que estremece a Alemania

Saluda a su hija y sonríe a las cámaras. Ha sido condenado a 8 años de cárcel por descuartizar a una persona que conoció en internet para comérsela. Su abogado alega que no es delito

Foto: Detlev Guenzel durante su juicio (EFE)
Detlev Guenzel durante su juicio (EFE)

Escucha atento. Con la mirada azul fija en la juez que lee en voz alta frente a él. Sin apenas parpadear, pese a los turbios detalles y las atroces descripciones que se suceden. Sólo un par de veces rompe su hieratismo para negar con la cabeza, más ensimismado que horrorizado. Luego vuelve a concentrarse. Como si temiese perderse una sola coma de la argumentación de su sentencia, saltarse algún detalle esencial del relato de aquella noche que él vivió en primera persona.

Sólo esa media sonrisa cristalizada en sus labios destaca de entre sus facciones anodinas, unos rasgos que apenas nadie recordaría de no ser porque han sido reproducidos centenares de veces por la prensa popular alemana en los últimos días, bajo unos titulares grandilocuentes en los que se repetía la palabra "caníbal".

Detlev Guenzel acaba de ser condenado. Ocho años y medio por asesinato y profanación del cadáver de su víctima. Este comisario de la policía alemana en Dresden, un experto en caligrafía de 57 años, ha sido hallado culpable de acabar con la vida de un alemán de origen polaco de 59 años, Wojciech Stempniewicz, gerente de una consultora en Hannover, y de haber troceado a conciencia su cuerpo para enterrarlo en unas circunstancias tan macabras como espeluznantes.

El relato, según la sentencia de la Audiencia Provincial de Dresden, arranca en algún momento incierto de 2013, en un oscuro rincón de internet llamado "Zambian Meat", un foro con cerca de 3.400 usuarios en la actualidad cuyo subtítulo es "Web número uno en carne exótica".

Sí, aparentemente un foro para caníbales. Allí se cruzaron las vidas de Stempniewicz y Guenzel. El primero, solitario y perturbado, mantenía desde su juventud la fantasía de ser asesinado y comido, tal y como explicaron en el juicio varios testigos. El comisario, por su parte, inmerso en una espiral de sadomasoquismo cada vez más brutal y violenta, buscaba, en su descenso hacia los infiernos, descuartizar a una víctima por placer sexual.

Cita con la muerte

Entonces pactaron encontrarse con todas sus consecuencias. El 4 de noviembre por la mañana, el gerente abandonó Hannover rumbo a Berlín, según se desprende del rastreo de su teléfono móvil. De la capital alemana viajó en tren a Dresden, donde retiró efectivo de un cajero. En la estación central de esta ciudad le esperaba Guenzel, que le llevó hasta la pensión de las afueras que regentaba junto a su compañera, una mujer con la que tuvo tres hijos pese a su homosexualidad y que ya se ha separado de él.

En el sótano, donde había dispuesto una sala para sesiones sadomasoquistas, el comisario mató aquella misma noche a Stempniewicz. La sentencia asegura que durante cuatro o cinco horas despedazó el cuerpo del gerente con una minuciosidad enfermiza, como lo prueba el vídeo en el que el condenado grabó toda la macabra operación (supuestamente para su posterior disfrute) y que la policía logró recuperar de su ordenador pese a haber sido borrado.

En un momento de esa cinta turbadora el comisario susurra: "Nunca pensé que caería tan bajo". Luego enterró los restos en el jardín de la pensión. El informe policial recoge que los trozos eran "muchos y muy pequeños". Nunca se pudieron reunir todas las partes de la víctima. Pero tampoco se pudo probar que Guenzel hubiera finalmente ingerido alguna de ellas.

Una semana después del crimen, un empleado de la víctima denunció su desaparición. Su rastro digital se perdía en Dresden y una inspección de su ordenador llevó al foro caníbal. A finales de noviembre agentes de la policía alemana detuvieron a uno de los suyos entre la estupefacción y repulsa. El condenado llevó a los investigadores hasta su pensión. Luego dio diferentes versiones de lo ocurrido (desde el suicidio por ahorcamiento de su víctima a una cuchillada en la yugular como causas de la muerte) y hasta se involucró en otra muerte violenta, aunque luego se desdijo.

Durante todo el juicio Guenzel, que ha sonreído ante los flashes y saludado alegre a su hija entre el público, ha negado haber asesinado a Stempniewicz. Según su relato ante la juez, el gerente de Hannover se suicidó estrangulándose delante de él y él se limitó a cumplir su deseo de ser descuartizado. El vídeo no muestra el momento de la muerte para confirmar sus palabras. La defensa siempre ha exigido su puesta en libertad sin cargos, alegando que la víctima quería morir.

La sombra del caníbal de Rotemburgo

La sentencia ha recordado en Alemania la sombra de otros casos parecidos, como el del famoso "caníbal de Rotemburgo", un exsoldado que el 10 de marzo de 2001 asesinó, descuartizó y se comió a un hombre que había conocido a través de internet para satisfacer, como él mismo reconoció, su instinto sexual.

El caso, que llegó al Tribunal Constitucional alemán e inspiró una película, conmocionó a la opinión pública alemana por la crudeza y sordidez con la que el antropófago confesó todo y supuso un reto para la justicia, debido a que el delito de canibalismo no estaba tipificado y al presunto consentimiento de la víctima. No obstante, el caníbal fue sentenciado a cadena perpetua.

El informático Armin Meiwes, que entonces tenía 42 años, conoció al ingeniero berlinés Bernd Jürgen Brandes, de 43, porque este respondió a un mensaje suyo en internet en el que aseguraba buscar "hombres jóvenes y robustos, de entre 18 y 30 años, para ser devorados". Y le invitó a su casa.

El "caníbal de Rotemburgo explicó en el juicio que, tras suministrar a su víctima 20 somníferos y media botella de aguardiente, le cortó el pene y lo pasó por la sartén para comérselo juntos, cumpliendo el deseo de Brandes. Luego cuando este se desmayó por la pérdida de sangre, lo degolló, para posteriormente descuartizarlo. Enterró los huesos en su jardín y congeló unos 30 kilos de carne, de los que se comió unos 20 en las semanas siguientes.

Otro suceso espeluznante fue el doble asesinato de Bodenfelde en 2010. El criminal (que entonces tenía 26 años) fue sentenciado a cadena perpetua en una clínica mental por haber matado a dos adolescentes (una chica de 14 y un chico de 13), haber bebido su sangre y comido partes de su cuerpo tras un episodio de necrofilia. Y la casualidad hizo que el supuesto "caníbal de Montreal", el modelo y actor pornográfico Luka Rocco Magnotta, fuese detenido en Berlín tras haberse dado a la fuga tras la violenta muerte de su pareja.

Con este macabro historial a sus espaldas, no es difícil de entender que el misterioso anuncio de la apertura de un restaurante caníbal en Berlín azuzase hace unos años la controversia en Alemania. Finalmente, cuando la Federación Vegetariana explicó que se trataba de una campaña publicitaria para llamar la atención sobre la inauguración de su nueva sede, llovieron las críticas y las quejas por la falta de ética y el mal gusto.

Escucha atento. Con la mirada azul fija en la juez que lee en voz alta frente a él. Sin apenas parpadear, pese a los turbios detalles y las atroces descripciones que se suceden. Sólo un par de veces rompe su hieratismo para negar con la cabeza, más ensimismado que horrorizado. Luego vuelve a concentrarse. Como si temiese perderse una sola coma de la argumentación de su sentencia, saltarse algún detalle esencial del relato de aquella noche que él vivió en primera persona.

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