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Habla el periodista que dejó ‘The Telegraph’ por la "falaz" cobertura de la lista Falciani
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“SIGO CREYENDO EN LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN”

Habla el periodista que dejó ‘The Telegraph’ por la "falaz" cobertura de la lista Falciani

¿Existe libertad de prensa? ¿Hasta qué punto los medios están maniatados por el poder político y las presiones de los anunciantes? Por enfrentar a pecho descubierto este debate, Peter Oborne se ha convertido en el hombre más solicitado del Reino Unido

Foto: Un autobús pasa ante una sucursal del banco HSBC en la capital británica. (Reuters)
Un autobús pasa ante una sucursal del banco HSBC en la capital británica. (Reuters)

¿De verdad existe libertad de prensa? ¿Hasta qué punto los medios están maniatados, ya no sólo por el poder político, sino por las presiones de los anunciantes? Por enfrentar a pecho descubierto este viejo debate, Peter Oborne se ha convertido en el hombre más solicitado del Reino Unido. El reputado periodista presentó su dimisión a The Telegraph, acusando al histórico periódico de ser un “fraude para sus lectores”, ya que ha dejado de informar correctamente por “temor a perder sus ingresos publicitarios”.

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En concreto, el que fuera editor político denuncia el modo en el que el rotativo ha tratado la lista Falciani y las consecuencias para el banco HSBC, al ser este uno de los principales anunciantes. La noticia ha acaparado todas las portadas. ¿Hasta qué punto las decisiones del departamento comercial determinan los juicios editoriales? ¿Es The Telegraph el único ejemplo?

“Pese a todo, sigo creyendo en la libertad de expresión”, explica Oborne a El Confidencial. “Voy a opinar sólo del Reino Unido y tengo la certeza de que, en la mayoría de los medios en este país, la publicidad no interfiere en los criterios periodísticos”, matiza. Su voz al otro lado del teléfono suena algo cansada. Desde que el lunes anunciara su decisión, no deja de recibir llamadas. “La verdad es que no me esperaba todo esto. Tengo una mezcla de sentimientos. Estoy agotado, abrumado por el apoyo que estoy recibiendo, pero sobre todo liberado”, dice.

El año pasado, el número de lectores de los periódicos nacionales británicos cayó una media de un 13% en comparación con el año anterior. La publicidad, por tanto, juega un papel más importante que nunca. Y en este sentido, Oborne recalca que hay clientes “intocables”.

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En noviembre de 2012, el HSBC ya suspendió su contrato con The Telegraph después de que el periódico publicase una investigación que desvelaba que el banco había abierto cuentas en Jersey para los criminales más peligrosos del país. Desde aquel momento, según el periodista, el objetivo primordial era recuperar la relación. Es más, en una carta publicada en el portal OpenDemocracy, Oborne relata cómo los periodistas recibieron la orden de destruir todos los correos electrónicos, informes y documentos relacionados con la investigación. Doce meses más tarde, los anuncios de la entidad volvieron a aparecer en las páginas. The Telegraph, por su parte, niega las acusaciones.

Oborne denuncia que Murdoch MacLennan (director ejecutivo del Grupo Telegraph Media) estaba decidido a “no permitir ninguna crítica". Y aporta como prueba la cobertura que se dio la semana pasada al escándalo generado tras la publicación de la lista Falciani y de documentos donde se demostraba que la sede del HSBC en Suiza tuvo un rol activo para ayudar a algunos clientes a esconder su dinero.

“La propia democracia está en peligro”

“El primer día, directamente fue ignorado. El segundo día, sólo se dieron seis párrafos en la parte inferior izquierda de la página 2. El tercer día, se metieron siete párrafos casi escondidos en la sección de Economía”, recalca. “Solo hay una palabra para describir esta situación: terrible. Si los principales periódicos permiten a las empresas influir en su contenido por temor a perder ingresos por publicidad, la propia democracia está en peligro”, añade.

En este sentido, The Guardian, uno de los medios que, como El Confidencial, ha publicado la Lista Falciani, confirma que el banco ha puesto la publicidad con el grupo Guardian News and Media "en stand-by”. El suyo no es un caso aislado. El director de Le Monde, Gilles van Kote, ha asegurado que las críticas de uno de sus principales accionistas, Pierre Bergé, hacia la difusión de la lista Falciani no modificarán las decisiones del diario.

Pero la polémica no queda ahí. El programa de la BBC, Newsnight, asegura que los periodistas de The Telegraph también tienen problemas a la hora de publicar informaciones relacionadas con los Gobiernos de Rusia y China, el banco RBS e incluso distribuidoras cinematográficas por la presión recibida del departamento comercial. Ponen como ejemplo la crítica de la película infantil Despicable Me 2, que tuvo que ser cambiada de dos a tres estrellas, ya que la distribuidora de la cinta había pagado un contrato en el período previo a su lanzamiento.

Sin desvelar su identidad, Newsnight habló con más de una docena de trabajadores del citado rotativo que daban la razón a Oborne, asegurando que las “murallas” que la mayoría de los periódicos mantienen entre sus departamentos de publicidad y la redacción se habían roto.

“No pretendo que nadie me siga”, explica Oborne. “Cada uno tiene sus circunstancias. Mis compañeros tienen sus hipotecas, sus responsabilidades familiares. Hay periodistas allí brillantes y muchos de ellos son mis amigos. The Telegraph ha sido famoso toda la vida por sus reportajes, pero de alguna manera u otra, por culpa de la gestión, se está perdiendo esa reputación”, añade.

Con todo, reconoce que le costó mucho dar el paso. Sobre todo teniendo en cuenta el momento que vive el país. Con las elecciones generales a la vuelta de la esquina, también ha recibido críticas por el daño que puede causar a la que durante cinco años fue su casa. “No quería perjudicarlo. Quiero mucho al periódico. Siento que lo amo más que los propietarios. Y respeto a los lectores. Esto lo he hecho por ellos. Cuando vi la cobertura del HSBC de la semana pasada, consideré que había que decir basta”, matiza.

Previamente, Oborne ya había expuesto sus preocupaciones en una carta a MacLennan y Aidan Barclay, hijo de David Barclay, uno de los dos hermanos dueños de Telegraph Media Group. Este último le dio una “respuesta superficial”, con la esperanza de que se pudieran resolver sus diferencias. Por su parte, MacLennan aceptó que la publicidad afectaba la línea editorial, pero no se disculpó, ya que consideraba que “no era tan malo como lo pintaba”.

“Creo que hablo en nombre de la gran mayoría del personal de The Telegraph al decir que no tenemos ninguna confianza en absoluto en Murdoch MacLennan y me gustaría ir más allá. Yo diría que no tenemos confianza en los hermanos Barclay”, señala. El periodista asegura que no tiene ningún plan a corto plazo. “Asumo que lo mío ha sido un salto al vacío. Ahora me voy al festival literario de Lahore y luego ya se verá. No he hablado con nadie”, apunta.

Por su parte, The Telegraph se ha negado a hacer declaraciones. El rotativo ha emitido sólo un comunicado en el que recalca que, “como cualquier otro negocio, nunca comentamos sobre las relaciones comerciales individuales, pero nuestra política es absolutamente clara”. “Nuestro objetivo es proporcionar a todos nuestros socios comerciales una amplia gama de soluciones, pero la distinción entre publicidad y nuestra operación editorial siempre ha sido fundamental para nosotros. Negamos por completo cualquier afirmación que sugiera lo contrario”, detalla la nota.

Con respecto a Oborne, el texto matiza que lamentan mucho el hecho de que un trabajador de casi cinco años en la empresa “haya lanzado un ataque tan asombroso y sin fundamento, lleno de imprecisiones e insinuaciones”.

¿De verdad existe libertad de prensa? ¿Hasta qué punto los medios están maniatados, ya no sólo por el poder político, sino por las presiones de los anunciantes? Por enfrentar a pecho descubierto este viejo debate, Peter Oborne se ha convertido en el hombre más solicitado del Reino Unido. El reputado periodista presentó su dimisión a The Telegraph, acusando al histórico periódico de ser un “fraude para sus lectores”, ya que ha dejado de informar correctamente por “temor a perder sus ingresos publicitarios”.

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