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Esta mujer gasta 15 de los 60 euros que gana en buscar a su hijo, desaparecido en Ucrania
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LOS OLVIDADOS DE LA REVOLUCIÓN DE kiev

Esta mujer gasta 15 de los 60 euros que gana en buscar a su hijo, desaparecido en Ucrania

Galina se aferra a la fotografía. “Estoy buscando a Maxim. ¿Lo ha visto?”, susurra. Su hijo es otro de las decenas de desaparecidos de la revolución ucraniana

Foto: Galina Skripnikova porta la fotografía de su hijo Maxim, desaparecido durante las protestas en Kiev contra el Gobierno de Víktor Yanukóvich. (A. Pampliega)
Galina Skripnikova porta la fotografía de su hijo Maxim, desaparecido durante las protestas en Kiev contra el Gobierno de Víktor Yanukóvich. (A. Pampliega)

La escalada bélica continúa en el Este, donde los combates entre Ejército ucraniano y separatistas prorrusos se recrudecen desde hace semanas. Y mientras John Kerry, secretario de Estado de EEUU, advirtió ayer desde Kiev que Washington "no cerrará los ojos" ante los tanques y combatientes rusos que cruzan la frontera, Hollande y Merkel se entrevistarán hoy en Moscú con Vladimir Putin. A cientos de kilómetros del frente y de las cancillerías, abandonados por el nuevo Gobierno, los familiares de los caídos y desaparecidos durante la revuelta que derrocó a Viktor Yanukóvich no han olvidado a sus maridos, hijos o hermanos.

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“Lo único que ha hecho el Gobierno es ponerles una cruz. Nada más”, se lamenta Yelena Singayevskaya mientras sube por una de las calles aledañas a Maidan. La mujer se detiene ante un improvisado altar donde cientos de ciudadanos anónimos y familiares de los caídos colocan, cada día, docenas de ramos de flores. Yelena no puede reprimir las lágrimas y rompe a llorar. “Se acerca el aniversario y no hay ningún culpable. No interesa encontrar y juzgar a los responsables de estas muertes. El nuevo Ejecutivo no hace absolutamente nada. Se han beneficiado del sacrificio de personas inocentes que lucharon por un cambio en Ucrania. Ahora están en el poder y se han olvidado de lo que aquí ocurrió”.

Yelena, acompañada de su hija, coloca una vela en el lugar exacto donde la bala de un francotirador acabó con la vida de su hermano. Yuriy, de 43 años y carpintero de profesión, se unió a las protestas después del 30 de noviembre, cuando la Berkut (las Fuerzas Especiales Ucranianas) cargó brutalmente contra los manifestantes que estaban acampados en Maidan.

Desde hace un año, Galina no ha cejado en su empeño por encontrar a su único hijo. Gasta todos los meses 15 de los 60 euros que gana en poner anuncios en los periódicos por si alguien puede darle información

“Mi hermano tenía unas fuertes convicciones políticas. Era un patriota que murió luchando para que el pueblo tuviese los derechos que el Gobierno de Yanukóvich nos había robado. Pero este nuevo Gobierno no es mejor que el anterior; así que es mejor que Yuriy haya muerto, porque sería una decepción para él ver en qué se ha convertido el país al que tanto amó”, se lamenta esta mujer, quien denuncia que el nuevo Ejecutivo ucraniano no ha ayudado económicamente a ninguna familia y que sobreviven gracias a la asistencia de voluntarios. “Han prometido levantar un monumento a los héroes de Ucrania, pero aún seguimos esperando. Al final todos los políticos usan al pueblo en su beneficio”, denuncia.

“Busco a mi hijo, ¿me puede ayudar?”

Galina Skripnikova se aferra a la fotografía de su hijo. La presiona contra su pecho. Los dedos le tiritan de frío. La mujer permanece impertérrita cerca de la puerta de Liadski bajo la atenta mirada del Árcangel San Miguel, patrono de la ciudad de Kiev, quien la observa desde su privilegiada atalaya de Maidan. Algunos curiosos se detienen e intercambian varias palabras con esta mujer de 60 años. Sus ojos azules albergan una profunda tristeza. “Estoy buscando a Maxim. ¿Lo ha visto? ¿Me puede ayudar?”, susurra Galina a todo aquel que pasa ante de ella.

Desde el pasado 25 de febrero, Maxim, 39 años e ingeniero agrónomo, desapareció de la faz de la tierra. Era voluntario en una de las cocinas que se establecieron en la plaza para alimentar a los manifestantes. Desde entonces, Galina no ha cejado en su empeño por encontrar a su único hijo. “He acudido a todos los estamentos policiales, a la prensa, a los activistas, al ministerio del Interior, a los hospitales… Pero nadie me quiere ayudar”, denuncia la mujer, que gasta todos los meses 15 de los 60 euros que gana trabajando en el hipódromo de Kiev en poner anuncios en los periódicos de la capital por si alguien puede darle información acerca de su hijo.

“Un testigo afirma que vio a Maxim en los calabozos de una cárcel cercana a Maidan, pero cuando fui a la comisaría a pedir los registros de los detenidos me echaron de allí”, relata a este diario Galina sin poder reprimir las lágrimas. “Estoy desesperada. Nadie quiere ayudarme. Maxim es la única familia que me queda en el mundo…”; los sollozos de la mujer acaban ahogando sus lamentos.

Decenas de desaparecidos

“Hay 27 personas que continúan desaparecidas”, denuncia Nazarii Boiarskyi, coordinador de la organización proeuropeísta EuroMaidan SOS. “No sabemos absolutamente nada de lo que ha ocurrido con ellos. Tras la caída del Gobierno de Víktor Yanukóvich la policía y los servicios de inteligencia se apresuraron a destruir todo el material sensible que les pudiera incriminar en futuras investigaciones, por lo que es muy complicado unir las piezas del puzle para dar con el paradero de los desaparecidos”, comenta el activista.

Boiarskyi y sus compañeros de EuroMaidan SOS han recopilado informes y testimonios que indican que varios cadáveres que estaban en la morgue de la ciudad fueron incinerados. “Según ha quedado documentado en el registro de la morgue de Kiev, esos cuerpos pertenecían a indigentes que habían muerto de congelación y, al no haber reclamación por parte de familiares, procedieron a su incineración”, apunta, sin poder asegurar que esos cuerpos perteneciesen a los manifestantes. “No nos hemos olvidado de ellos. Cada cierto tiempo compartimos sus fotos en las redes sociales pero nuestra búsqueda, sin la ayuda del Gobierno, es insuficiente”, comenta.

Yelena, acompañada de su hija, coloca una vela en el lugar exacto donde la bala de un francotirador acabó con la vida de su hermano

Frente a la Plaza de la Independencia hay un tablón con las fotografías de todas y cada una de las personas que continúan en paradero desconocido. Cada cierto tiempo, alguien deja caer un clavel rojo en el suelo recordando a los 27 que aún faltan. Pero ese es el único acto que se hace en su memoria. El Gobierno guarda silencio y la justicia continúa recopilando información para realizar un macrojuicio.

“No tenemos constancia de asesinatos sumarísimos o de fosas comunes, así que no podemos afirmar que hayan sido ajusticiados”, reflexiona Nazarii Boiarskyi. De lo que sí tienen constancia es de arrestos ilegales y torturas a varios detenidos. “Los desvestían. Los obligaban a tumbarse sobre la nieva y los golpeaban con palos. Pero, salvo un caso que tenemos documentado de un hombre que fue abandonado en el bosque y murió de frío, no se produjeron casos de víctimas mortales durante estas torturas”, aclara el activista.

Nazarii Boiarskyi, a pesar de ser afín al nuevo Gobierno y uno de los principales promotores de las revueltas de noviembre y febrero, no duda en denunciar la falta de ayuda a los familiares de los muertos y desaparecidos. “El Ejecutivo no ha dado ningún tipo de ayuda a los familiares; es como si, simplemente, no existiesen para ellos”. Y no sólo se refiere a ayuda económica. “Sólo hay una persona bajo arresto domiciliario por los hechos ocurridos en Maidan. No ha habido arrestos. Ni acusaciones. Las familias sientes que les han abandonado”, denuncia el activista.

Grupos de ayuda

Luibomira Kepler, 64 años y doctora jubilada, mira con detenimiento cada una de las fotografías de los caídos en Maidan (hasta 123, según recogen los activistas). “Este de aquí era amigo mío. Y este otro también. Eran chicos jóvenes”, comenta la mujer mientras respira profundamente. “Maidan me trae muy malos recuerdos. Para mí es muy duro pasar por aquí y ver las fotografías de los que aquí fueron asesinados. Esta plaza tiene una atmósfera especial”, se sincera.

Inmigrante en Alemania durante más de 30 años, donde se marchó con su marido, un profesor de Múnich, decidió regresar a su país natal a mediados de noviembre de 2013 cuando vio por televisión a centenares de jóvenes manifestantes en Maidan. “Me hice cargo de las cocinas y después del hospital de campaña”, recuerda Luibomira.

La noche del 30 de noviembre su vida cambió para siempre cuando la Berkut cargó contra todos aquellos que estaban en la plaza. Un antidisturbios le partió el brazo izquierdo después de golpearla en varias ocasiones con su porra mientras estaba en el suelo. “Lo que ocurrió aquel día, y posteriormente en febrero, me dio fuerzas para fundar una organización que ayudase a todas aquellas personas que están desamparadas y que buscan justicia”, relata.

'Aquí cayeron muchos hombres que eran el sustento de sus familias. Desde que fueron asesinados estas viven casi en la indigencia y el Gobierno debería recompensar a los héroes de la patria ofreciéndoles una ayuda económica'

‘30 de noviembre’ es el nombre de dicha organización de afectados por lo ocurrido en Maidan. La preside Luibomira Kepler y recoge 500 denuncias de personas que fueron agredidas por los antidisturbios o cuyos familiares fueron asesinados durante las revueltas de febrero. “Luchamos para que haya justicia y se juzgue a todos los responsables. El Gobierno lo único que hace es dar largas a los familiares y a las víctimas. No les interesa que se remueva lo ocurrido aquí. Pero tengo fe en que algún día sabremos lo que realmente pasó en Maidan”, denuncia Luibomira.

“Aquí cayeron muchos hombres que eran el sustento de sus familias. Desde que fueron asesinados, estas viven casi en la indigencia y el Gobierno debería recompensar a los héroes de la patria ofreciéndoles una ayuda económica”, comenta Volodymyr Bondarchuk de 30 años e ingeniero de sistemas, cuyo padre cayó abatido por el disparo de un francotirador cerca de la Plaza de la Independencia y que es uno de los integrantes de la plataforma 30 de noviembre. “Luchamos para que se juzgue a los asesinos y a los responsables en la Corte Penal Internacional de La Haya. Allí es donde esperamos que se haga justicia porque de este nuevo Gobierno no podemos esperar gran cosa”, denuncia.

Sergi, de 52 años y padre de Volodymyr, era un profesor de física de un colegio de Krivói Rog, en la provincia de Dnipropetrovsk, desde donde acudió junto con un grupo de estudiantes a unirse a las protestas. “Mi padre era un patriota que amaba a su país y que estaba afiliado al partido Libertad (de ideología nacionalista) de nuestra ciudad. Y acudió a Maidan a luchar por la libertad de Ucrania frente a los comunistas”, asevera Volodymyr, orgulloso de su padre.

La familia de Sergi pide al Gobierno de Kiev que los muertos de Maidan no caigan en el olvido; que su lucha y su sacrificio sirvan de ejemplo y de unidad a un país que se desmorona por el Este.

La escalada bélica continúa en el Este, donde los combates entre Ejército ucraniano y separatistas prorrusos se recrudecen desde hace semanas. Y mientras John Kerry, secretario de Estado de EEUU, advirtió ayer desde Kiev que Washington "no cerrará los ojos" ante los tanques y combatientes rusos que cruzan la frontera, Hollande y Merkel se entrevistarán hoy en Moscú con Vladimir Putin. A cientos de kilómetros del frente y de las cancillerías, abandonados por el nuevo Gobierno, los familiares de los caídos y desaparecidos durante la revuelta que derrocó a Viktor Yanukóvich no han olvidado a sus maridos, hijos o hermanos.

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