La candidata presidencial que ha desatado una tormenta mediática en Polonia

Es el candidato que ha sacudido las elecciones presidenciales polacas. Una antigua presentadora de televisión llamativamente hermosa, sin prácticamente ninguna experiencia política y cuyo apellido se traduce como “pepino”. El que Magdalena Ogorek, de 35 años, haya sido elegida para representar a los socialdemócratas polacos en los comicios del próximo mes de mayo ha provocado una tormenta mediática en la prensa de Varsovia… además de un perfil de la propia candidata en la revista Playboy, según publica el Financial Times.

También ha avivado el debate sobre el futuro del antiguamente todopoderoso partido Sojusz Lewicy Demokratycznej (Alianza de la Izquierda Democrática, SLD), mientras la formación intenta resurgir de entre las cenizas tras una serie de fracasos políticos. El declive del SLD, que regía el destino de Polonia hace solo una década y ahora lucha por obtener un papel relevante, ilustra una tendencia que recorre Europa: el descenso a los infiernos del centro-izquierda. Su pérdida de credibilidad ha acompañado a las medidas de austeridad impuestas tras el estallido de la crisis financiera y ahora se ve rebasado por partidos extremistas que atraen más fácilmente el voto protesta, tal y como publicó este diario.

Ogorek, una oradora que hasta hace poco trabajaba como consultora de medios para el banco central de Polonia, tiene difícil ganar el combate en las urnas contra Bronislaw Komorowski, quien lidera las encuestas con una ventaja notable. No obstante, desde que se anunció su candidatura el mes pasado, Orgorek se ha convertido en blanco de constantes críticas y menosprecios en la prensa polaca, que carga contra su falta de experiencia política o se burla de su apellido. A la vez, la polémica surgida tras su inesperada selección ha dado al SLD una inmejorable plataforma para redefinirse como un partido moderno y juvenil.

“Definitivamente, es (un movimiento) arriesgado”, explica Lukasz Mezyk, editor de la web política 300polityka, al Financial Times. “Podría mejorar la situación del SLD, pero también existe el peligro de que se estén ‘arrojando a los tiburones’ con esta decisión”.