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Elecciones en Grecia: los motivos de un griego de derechas que va a votar a Syriza
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Elecciones en Grecia: los motivos de un griego de derechas que va a votar a Syriza

Algunos se sienten traicionados, otros buscan un cambio generacional, la mayoría creen que Syriza se irá al centro. Estos son sus motivos

Foto: El primer ministro griego, Andonis Samarás, pronuncia unas palabras durante el último acto de la campaña electoral de su partido, Nueva Democracia (Efe).
El primer ministro griego, Andonis Samarás, pronuncia unas palabras durante el último acto de la campaña electoral de su partido, Nueva Democracia (Efe).

"Yo siempre he votado a Nueva Democracia, pero ahora voy a votar a Syriza", dice la ateniense Ira Longo, con una seguridad sorprendente para alguien que siempre se ha mantenido en posturas conservadoras. Extrapolado a España, sería como si un votante tradicional del Partido Popular se lanzase a darle su voto a Izquierda Unida o Podemos.

Ira ni siquiera es desempleada. Forma parte de la población afectada por la crisis, como la gran mayoría de los helenos, pero mantiene su puesto como periodista en un diario local. “Este país necesita un cambio. No sólo de política, sino generacional. Ellos son jóvenes y están preparados para llevar las riendas del país”, explica. Puede parecer un motivo simple, pero es recurrente estos días en Grecia.

Una parte del voto históricamente conservador podría acabar traspasado a los izquierdistas por el hartazgo con los políticos tradicionales en Grecia y como "voto útil"contra los recortes introducidos por la Troika (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional) en los últimos cuatro años.

“Es una versión del voto punitivo. Quieren castigar la austeridad y al primer ministro Antonis Samaras. Él está vendiendo que vamos a salir del programa de reformas, pero no lo está haciendo”, comenta Ioanna Kaftanzoglou, socióloga y profesora en la Universidad de Atenas.

Las últimas encuestas confirman la tendencia. Parecen estar arrojando diferencias mayores a favor de la izquierda radical comandada por Alexis Tsipras en los últimos días. Un sondeo publicado el pasado jueves le daba a Syriza una ventaja de seis puntos con respecto al partido conservador Nueva Democracia, dirigido por Samaras. El viernes la diferencia aumentaba hasta los 10 puntos en una encuesta realizada por el instituto demoscópico Palmos Analysis.

“La clase media se siente traicionada por Nueva Democracia. Los recortes en salarios y pensiones, combinados con los impuestos sobre la propiedad, han supuesto duros golpes sobre las clases sociales que tradicionalmente votan a los partidos de la derecha”, comenta el politólogo Themis Tzimas. “Ahora van a votar por Syriza con rabia. Algunos esperan que ese partido les pueda ofrecer algún alivio sin ejecutar cambios en el programa económico y en el modelo social”, añade el experto.

La clase media ha sido especialmente afectada por la crisis económica. Su poder adquisitivo se ha reducido a niveles de los años 80. Unos 850.000 griegos trabajan sin cobrar durante meses, en periodos que pueden durar años, debido a que las pequeñas y medianas empresas no tienen ingresos. La subida de impuestos indirectos les ha afectado especialmente. El 34% de la población vive ahora bajo el umbral de la pobreza. Buena parte de ese porcentaje formaba parte de la clase media antes de 2008, cuando comenzaron las primeras dificultades económicas.

A ellos han dirigido sus discursos de cierre de campaña los dos partidos al frente de las encuestas de intención de voto. Hasta 600.000 personas no han decidido aún a quién votar. Cualquier apoyo podría ser decisivo. Alexis Tsipras, el líder de los izquierdistas radicales, apeló a la clase media en su mitin del jueves en Atenas para lograr la mayoría absoluta. Cree estar a un paso de lograrla y las encuestas parecen darle la razón. Samaras hizo lo mismo el viernes, cuando se refirió a la clase media como “el corazón de nuestro partido”.

No parece haber convencido a la doctora Anna Paisiou. Ella también va a votar a los izquierdistas radicales por primera vez. Es médico en un hospital. Su contrato es temporal y su sueldo ha sido reducido más de un 40% desde el inicio de la crisis: “Tiene que venir alguien a decir hasta aquí hemos llegado. Lo primero es la gente y luego las deudas. Que los bancos paguen lo que deben y no los rescatemos nosotros”, reclama la sanitaria. “Mi madre decía que menos mal que no vive mi padre para ver esto, porque todos sus sacrificios casi no han servido y vivimos peor que ellos”, lamenta.

La socióloga Kaftanzoglou da también algunas claves sobre el trasvase de votos: “Hay otros que son de centro derecha y están enfadados con la derecha clásica que representa Samaras. Creen que Syriza se va a ir al centro y no es tan peligroso”, explica.“También hay gremios que quieren castigar al gobierno por los altos impuestos introducidos y porque muchos privilegios han sido cancelados. En ese segmento entrarían profesionales como doctores y abogados”, añade.

La experta no descarta, tampoco, que se deba a razones electoralistas de futuro: “Hay algunas facciones de Nueva Democracia que critican el liderazgo de Samaras. Si pierde, habrá un congreso con un nuevo líder”, piensa.En los pasillos de los ministerios ya se han comenzado a lanzar nombres de posibles sustitutos del primer ministro, en caso de que pierda las elecciones.Esas voces parecieron intensificarse este viernes,coincidiendo con el cierre de campaña de Samaras. Son varios los futuribles, entre ellos Dora Bakoyannis, ex ministra de Cultura y Asuntos exteriores e hija del ex primer ministro Konstantinos Mitsotakis, aunque por supuesto por ahora sean sólo rumores entre bambalinas.

La situación no parece estar ayudando a Samaras a dar la vuelta en las encuestas. El primer ministro se ha mostrado, en cualquier caso, absolutamente convencido de poder vencer a Syriza en las urnas mañana.

"Yo siempre he votado a Nueva Democracia, pero ahora voy a votar a Syriza", dice la ateniense Ira Longo, con una seguridad sorprendente para alguien que siempre se ha mantenido en posturas conservadoras. Extrapolado a España, sería como si un votante tradicional del Partido Popular se lanzase a darle su voto a Izquierda Unida o Podemos.

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