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"No coincido con Syriza, pero los votaré. Quiero mandar un mensaje a los poderosos"
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'EL CONFIDENCIAL' TOMA EL PULSO A LA CALLE GRIEGA

"No coincido con Syriza, pero los votaré. Quiero mandar un mensaje a los poderosos"

En la calle, en los cafés, se palpa el hartazgo. Para muchos griegos, el voto debe ser para Syriza. Pero todos muestran su desilusión por un país sin rumbo

Foto: Un trabajador municipal camina entre urnas y sacos con material para las elecciones en Salónica. (Reuters)
Un trabajador municipal camina entre urnas y sacos con material para las elecciones en Salónica. (Reuters)

Nadie quiere confesar que vota por Nueva Democracia. Sabemos que esos griegos existen porque las encuestas dan al partido un fuerte porcentaje de los sufragios. El mensaje del miedo a Syriza de Antonis Samarás se puede escuchar reproducido en algunas piezas en televisión, sobre todo de jubilados que repiten punto por punto los argumentos del primer ministro, pero el temor parece haber cruzado de acera. En alguna conversación informal con periodistas tradicionalmente vinculados al partido de centro-derecha se puede escuchar que, con Alexis Tsipras, Grecia se irá fuera del euro. Pero en la calle, en los cafés, en las tiendas, se palpa el hartazgo y la necesidad de cambio. Para muchos griegos su voto será claramente para Syriza, que ha ampliado su ventaja sobre Nueva Democracia a cinco puntos, según sondeos difundidos ayer. Sin embargo, hasta los más reticentes a votar por Tsipras muestran su desilusión por un país que, perciben, se maneja sin un rumbo fijo.

“Son las elecciones más cruciales desde la dictadura”

Es el caso de Marios, en la treintena y periodista precario. “Estas elecciones son las más importantes desde 1974 porque nos jugamos muchas cosas y no sabemos qué pasará al día siguiente. Aunque busco una alternativa a las políticas de este Gobierno que nos están asfixiando, no veo ninguna alternativa realista”, explica a El Confidencial.

A Marios, periodista precario en la treintena, le inquieta ‘el comportamiento revanchista que muestran muchos miembros de Syriza, ahora que ven que tienen el gobierno al alcance’

“No obstante, tengo que admitir que las políticas que sugiere Syriza nunca han sido probadas”, concede. “Esto es lo más difícil para Syriza, persuadirnos con cosas que nunca han sido probadas en Europa”. El joven también asegura que le inquieta “el comportamiento revanchista que muestran muchos miembros de Syriza, ahora que ven que tienen el gobierno al alcance. Me preocupa la reacción al día siguiente de Europa y del propio partido”. “Esperemos que la razón prevalezca”, sentencia.

Su padre, que a sus 66 años regenta una tienda de ropa para niños, le apoya. “He votado decenas de veces y creo que estas son las elecciones más cruciales por dos razones: porque no sabemos cómo reaccionará el ala izquierdista cuando llegue al poder y porque no sabemos cómo reaccionarán los poderes extranjeros al primer Gobierno izquierdista de Grecia”.

Ninguno de los dos tiene claro qué votará el domingo. Tampoco lo tiene Kostas, de 37 años y tradicional votante de centro. No se decide a otorgar su confianza al partido El Río, liderado por el periodista Stavros Theodorakis. Él también considera estas elecciones “cruciales”. “Pero los partidos políticos no hablan de los verdaderos problemas”, se queja. “Nadie tiene un plan de verdad para acabar con la crisis. La gente está furiosa con la austeridad y están abiertos a votar a quién le prometa acabar con ella. En realidad la culpa es de los políticos: no saben cómo. Me da miedo que estemos atrapados en una situación que eventualmente lleve a Grecia fuera de Europa”.

Es un día nuboso, aunque el clásico sol ateniense se impone a rachas. No hace demasiado frío y la gente llena parcialmente las terrazas. Periodistas de todo el mundo han llegado a la capital. El partido comunista ya prepara, en la céntrica plaza de Syntagma, frente al Parlamento, su acto de fin de campaña. Han ‘contraprogramado’ a Tsipras, que echará el cierre más tarde en Omonia, a unos escasos diez minutos de allí.

El empuje electoral del líder izquierdista no se entendería sin votantes como Arguiró, en la cuarentena y desempleada. Ella es una de los muchos exvotantes de Nueva Democracia que mira con esperanza al posible Gobierno de Syriza. “Me despidieron en medio de la crisis y desde entonces lucho para sacar adelante a dos niños. Todo lo que quiero es transparencia en el sector público, honestidad en mi Gobierno, poder confiar en ellos”. Se muestra, a pesar de todo, optimista: “He perdido mi fe en ellos, pero la democracia no ha muerto. Soy optimista, creo que al día siguiente (de las elecciones) seré capaz de mirar al cielo y sonreír tras tres años en el barro”.

“Las pensiones han quedado en nada, apenas sobrevivimos”

Mary tiene 24 años y se encuentra en el grupo de votantes tipo de Syriza. Opina sin reservas que Samarás no le está dando al país las políticas que necesita: “Lo que necesita Grecia son reformas, reformas profundas. Todo lo que han hecho estos conservadores ha sido recortar salarios. Todo el mundo sabe que eso no es una reforma, es mantener las mismas políticas con menos dinero”.

“Voy a votar por Syriza”, dice, aunque matiza, “no es que esté 100% convencida de lo que dicen, pero creo que debemos acabar con los recortes. La gente necesita respirar, han sido cinco años de ahogo. Así que ya basta”.

La respuesta ponderada de Mary contrasta con la de Angeliki, una jubilada que se muestra mucho más vehemente: “Todo lo que quiero es que Nueva Democracia y Pasok (ambos en coalición en el Gobierno) se vayan. Nos han puesto de rodillas. Nuestras pensiones han quedado en nada, y apenas podemos sobrevivir. He perdido mi fe en los políticos, pero creo que Syriza hará lo que dice”. Esta pensionista, tradicional votante del Pasok (socialistas), no tiene dudas: “Son un partido de izquierda y han prometido que nos ayudarán mucho. A todos los ciudadanos. Espero que ganen, pero sobre todo espero que nos devuelvan nuestra dignidad”.

Su hija, que también votaba al Pasok, reflexiona: “Quiero un cambio en estas elecciones. Un cambio que necesita el país. Estoy tan molesta con los partidos que tratan de aterrorizar a los votantes diciendo que un Gobierno de izquierdas será una catástrofe para Grecia”. Al igual que muchos griegos con los que El Confidencial ha hablado estos días, se muestra desafiante: “Sé que un Gobierno de izquierdas no es lo que quieren los poderosos en Europa pero, si es la elección de los griegos, mejor que lo acepten. Es obvio que las políticas de austeridad no han producido nada hasta ahora. Es tiempo de cambio”.

“Estoy cansado del miedo a perder mi trabajo”

Su novio, un antiguo votante de Nueva Democracia, todavía es presa de la indecisión, aunque también exige un cambio. Yannis toma la palabra: “Creo que estas elecciones están tan polarizadas porque son cruciales. Por primera vez en Grecia estamos seguros de que un partido de izquierdas va a ganar las elecciones sin obtener, seguramente, una mayoría parlamentaria. Quiero que las cosas cambien. Estas medidas de austeridad nos han agotado sin producir resultados”.

‘Siempre tengo miedo de perder mi trabajo. Necesito esperanza. No estoy de acuerdo con Syriza en todo, pero votaré por ellos. Tenemos que tomar el control de nuestras vidas. Arriesgarnos', dice Yorgos, de 41 años

Yannis augura que Syriza se verá obligado a pactar con partidos “proeuropeos” como To Potami (El Río). “Syriza puede eliminar la austeridad, pero pactando. Quiero que Syriza gane por un gran margen para castigar al actual Gobierno y a la coalición. Los griegos llevan agonizando mucho tiempo y debe terminar. No hoy, ni mañana… ¡ayer!”.

Cae la noche sobre Atenas y los focos de los dos mítines se encienden. Tsipras acabará la jornada con un gran baño de masas propio de un primer ministro. Yorgos, de 41 años, da voz a un sentimiento generalizado: “Estoy cansado de este miedo. Todos los días me levanto esperando a ver qué sorpresa me tiene preparada el ministro de Economía. Es muy difícil planear mi vida. No estoy al tanto de los impuestos, siempre tengo miedo de perder mi trabajo. Necesito que esto cambie. Necesito esperanza. Incluso aunque no estoy de acuerdo con Syriza en todo votaré por ellos, porque quiero mandar un mensaje contra la austeridad a los poderosos, a la troika. Tenemos que tomar el control de nuestras vidas. Arriesgarnos”.

Pronto veremos si el sueño de Yorgos se cumple. A partir del próximo lunes en Grecia se abrirá un nuevo capítulo de la larga historia de la crisis.

Nadie quiere confesar que vota por Nueva Democracia. Sabemos que esos griegos existen porque las encuestas dan al partido un fuerte porcentaje de los sufragios. El mensaje del miedo a Syriza de Antonis Samarás se puede escuchar reproducido en algunas piezas en televisión, sobre todo de jubilados que repiten punto por punto los argumentos del primer ministro, pero el temor parece haber cruzado de acera. En alguna conversación informal con periodistas tradicionalmente vinculados al partido de centro-derecha se puede escuchar que, con Alexis Tsipras, Grecia se irá fuera del euro. Pero en la calle, en los cafés, en las tiendas, se palpa el hartazgo y la necesidad de cambio. Para muchos griegos su voto será claramente para Syriza, que ha ampliado su ventaja sobre Nueva Democracia a cinco puntos, según sondeos difundidos ayer. Sin embargo, hasta los más reticentes a votar por Tsipras muestran su desilusión por un país que, perciben, se maneja sin un rumbo fijo.

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