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¿La nueva puerta de Asia en América?
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UN NUEVO Y MONUMENTAL PUENTE EN LONG BEACH

¿La nueva puerta de Asia en América?

Este motor económico del sur de California empezaba a ver cómo su negocio peligraba ante los cada vez más competitivos puertos de Canadá y México

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Los puertos de Los Ángeles y Long Beach, ciudades vecinas enclavadas en la costa de California, son primos oficiales y competidores extraoficiales. Desde hace décadas constituyen el principal punto de entrada de las mercancías de los gigantes asiáticos en EEUU, con casi 7 millones de TEU (aproximadamente 120 millones de toneladas) descargadas al año. Un 40% del total viaja por carretera o tren al resto del país (trasladar mercancías pesadas por ferrocarril hasta un punto tan lejano como Nueva York sigue siendo siete días más rápido que atravesar el Canal de Panamá). Y gran parte de toda esta mercancía, hasta el 15% del total de las importaciones de EEUU, atraviesa cada día en camiones pesados un puente de un kilómetro y medio que une Terminal Island, la pequeña península que se forma en esta frontera entre Los Ángeles y Long Beach, con la autopista 710, la principal arteria para el transporte por carretera con el resto del país.

Este puente, el puente de Gerald Desmond, se construyó en 1968 pensando en el futuro: se levanta sobre el mar unos 45 metros, lo que dejaba a los cargueros de la época un margen para pasar por debajo de más de seis veces su tamaño. Hoy, se ha quedado pequeño. Con un ritmo de unos 68.000 vehículos al día, la mayoría pesados, el cemento entre sus vigas no aguanta el peso de los camiones y va resquebrajándose.

Este importantísimo motor económico del sur de California empezaba a ver cómo sus oportunidades de negocio peligraban ante los cada vez más competitivos puertos de Canadá y México

Además, los barcos más modernos de mercancías, de proporciones gigantescas, no pueden pasar por debajo para acceder a las terminales internas del puerto de Long Beach, el hermano pequeño de los dos (Los Ángeles es el puerto con mayor tráfico de todo EEUU y Long Beach, el segundo).Teniendo en cuenta que estas terminales internas representan casi una tercera parte de la capacidad del puerto, este importantísimo motor económico del sur de California empezaba a ver cómo sus oportunidades de negocio peligraban ante los cada vez más competitivos puertos de Canadá y México.

Las autoridades de Long Beach, de Los Ángeles y de California no estaban dispuestas a dejar que esto sucediera. Dentro de un ambicioso plan de modernización que alcanza los 4.000 millones de dólares, y que contempla también la creación de una terminal verde, en 2010 el puerto aprobó la construcción de un nuevo puente 18 metros más alto que el actual, inmediatamente al norte del antiguo, que será demolido una vez finalice la construcción.

“El Canal de Panamá ha dejado de ser una gran amenaza”

Alan Moro, ingeniero jefe del Puerto de Long Beach, vive uno de los momentos más apasionantes de su carrera tras 18 años trabajando en este lugar, que se conoce como la palma de su mano. Una mañana soleada, Moro señala con precisión, como si ya pudiera verlos, los diferentes lugares donde se levantarán las torres, los pilares y las columnas de su proyecto estrella, en medio de las más de 13 hectáreas del puerto. El nuevo puente es una obra de ingeniería pionera en California que, espera, será tan espectacular como para competir con el mítico Golden Gate de San Francisco como icónica imagen de la costa oeste.

placeholder Buques mercantes atracan en el puerto de Long Beach, en California (Reuters).

“Desde el momento en que se anunció la ampliación del canal de Panamá hemos estado estudiando maneras de crecer y competir a todos los niveles”, explica Moro, que advierte, sin embargo, que Panamá ha dejado de ser una “gran amenaza” puesto que se sabe ya que los cargueros más grandes de la actualidad no van a caber por el nuevo canal. “Estimamos que en dos años, con el nuevo puente, el nivel de negocio en el puerto de Long Beach pueda llegar a duplicarse gracias a la posibilidad de ofrecer más terminales a los barcos más grandes, que son además menos contaminantes”, asegura a El Confidencial.

Con un presupuesto de 1.000 millones de dólares repartido entre el Gobierno federal (300 millones), el estado de California (500 millones) y el condado de Los Ángeles (28 millones), además de las inversiones privadas como los 114 millones que pone el propio puerto de Long Beach, el puente podría estar terminado a principios de 2017. Detrás de esta nueva ‘joya’ de la ingeniería estadounidense hay una firma española, FCC, ganadora, junto a la italiana Impregilo, del contrato de adjudicación que se firmó en 2012. Ambas firmas trabajan en este proyecto junto a la estadounidense Shimmick, que representa el 40% en esta empresa conjunta en la que FCC e Impregilo completan el total con un 30% cada una.

El diseño elegido, que se llama “atirantado” porque la plataforma central del puente se suspende de dos torres centrales mediante un sistema de cables (o tirantes), es el preferido para este tipo de distancias y usos por su gran eficiencia de costes y material. En este diseño, además, se ha especializado FCC con un amplio muestrario de obras de este tipo en Qatar, Portugal, España, República Dominicana, México, Canadá, Rumanía o Bulgaria. La compañía ha contribuido con ingenieros estructurales, así como con personal, para la gestión de la obra y contabilidad en el que constituye hasta la fecha su contrato de más envergadura en EEUU.

Contenedores de carga en el puerto de Los Ángeles, California (Reuters).Los pozos de petróleo escondidos

“El mayor desafío ha sido planear y diseñar todo el proyecto manteniendo todas las terminales activas y sin cerrar el paso ni a barcos ni a automóviles en las diferentes fases”, explica Moro. La primera fase del proyecto, sin embargo, se vio complicada en gran medida por la aparición de muchos más pozos de petróleo abandonados de lo esperado. “Sabíamos que habría pozos de petróleo, puesto que el puerto comparte terreno con pozos activos, pero no esperábamos que fueran tantos”, explica Dennis Wolcott, miembro del equipo de comunicación del proyecto. Un total de 34, a profundidades de casi 1.000 pies, tuvieron que ser recuperados y sellados.

‘Estimamos que, con el nuevo puente, el nivel de negocio en el puerto de Long Beach pueda llegar a duplicarse en dos años’, asegura el ingeniero jefe a 'El Confidencial'

Sin embargo, el pasado 1 de octubre se puso por fin oficialmente la primera “piedra” en los cimientos, y en el puerto hay ya cada mañana cientos de nuevos trabajadores que se ocupan de encajar a 54 metros de profundidad unos 350 pilares que formarán la base subterránea para las 70 columnas del nuevo puente. Un trabajo de cimentación invisible todavía en la superficie, a excepción de los gigantescos cilindros de malla de acero que cuelgan de grúas en las proximidades del puente actual, preparados para ser asentados en el subsuelo y rellenados con cemento.

Todo es monumental en lo que respecta a este proyecto, desde el potencial económico para la zona y el comercio marítimo en EEUU hasta la propia estructura, que una vez terminada constituirá, previsiblemente, un nuevo hito turístico para el sur de California. Dos torres de 157 metros de altura sostendrán 40 cables cada una, que se repartirán el peso de una estructura central de 600 metros de largo, más los accesos a cada lado hasta completar 2.700 metros de puente total que estarán sostenidos por unos 70 pilares. La anchura es también espectacular: tres carriles en cada dirección, más carriles bici y para peatones con zonas panorámicas de descanso. Cifras de récord para el estado californiano, y la garantía de que este puente pueda durar al menos 100 años, más del doble que su predecesor.

“Investigamos mucho y estudiamos puentes en otros puertos del mundo. Casi todos tienen un nivel sobre el agua de 60 metros. El nuestro tendrá 63. Esperamos que los arquitectos navales del futuro tendrán en cuenta estas dimensiones, mayoritarias en todos los puertos, a la hora de diseñar sus barcos”, explica Al Moro. Al menos, cuando el nuevo puente se inaugure, los megacargueros más grandes que existen podrán atracar en el puerto de Long Beach sin restricciones; estas instalaciones seguirán atrayendo más y más barcos a sus terminales, donde atracan ya 5.000 cada año. Y los camiones pesados podrán seguir cruzando el puente sin tregua, durante décadas, cargados de mercancías made in Asia, camino del interior del país.

Los puertos de Los Ángeles y Long Beach, ciudades vecinas enclavadas en la costa de California, son primos oficiales y competidores extraoficiales. Desde hace décadas constituyen el principal punto de entrada de las mercancías de los gigantes asiáticos en EEUU, con casi 7 millones de TEU (aproximadamente 120 millones de toneladas) descargadas al año. Un 40% del total viaja por carretera o tren al resto del país (trasladar mercancías pesadas por ferrocarril hasta un punto tan lejano como Nueva York sigue siendo siete días más rápido que atravesar el Canal de Panamá). Y gran parte de toda esta mercancía, hasta el 15% del total de las importaciones de EEUU, atraviesa cada día en camiones pesados un puente de un kilómetro y medio que une Terminal Island, la pequeña península que se forma en esta frontera entre Los Ángeles y Long Beach, con la autopista 710, la principal arteria para el transporte por carretera con el resto del país.

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