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Yokohama y sus siete tipos de papeleras
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¿EL SISTEMA DE RECICLAJE MÁS SOFISTICADO?

Yokohama y sus siete tipos de papeleras

En Yokohama se pueden reciclar hasta los tapones de las botellas. Y es que la ciudad japonesa posee uno de los sistemas de reciclaje más sofisticados del mundo

Foto: Una mujer lee un libro en el Parque Yokohama, en la ciudad japonesa ubicada al sur de Tokio (Reuters).
Una mujer lee un libro en el Parque Yokohama, en la ciudad japonesa ubicada al sur de Tokio (Reuters).

En la ciudad japonesa de Yokohama se pueden reciclar hasta los tapones de las botellas. En las calles de esta urbe situada a unos 37 kilómetros de Tokio no es difícil ver alineados siete tipos de papeleras distintas: para las botellas de plástico, el vidrio, las bandejas de la comida, las latas de aluminio o el papel. Este espéctaculo de contenedores de distintos colores puede concluir con otra papelera donde depositar las heces de las mascotas, el último ejemplo de uno de los sistemas de reciclaje ciudadanos más sofisticados del mundo.

Esto sucede en muchas ciudades de Japón, pero la gestión de residuos y basura es especialmente escrupulosa en Yokohama, una ciudad que en los últimos años ha destacado por su protección del medio ambiente y desarrollo ecológico. En el año 2009 fue elegida por el Banco Mundial como una de las seis ciudades del mundo capaces de ofrecer oportunidades económicas de forma sostenible. Yokohama ha sido también seleccionada como una de las cuatro urbes inteligentes del planeta para el Smart City Expo World Congress, que se celebrará en el reciento Gran Vía de Fira deBarcelona el 18 y 19 de noviembre.

Una de las claves de este éxito se encuentra precisamente en su gestión de la basura. En el año 2010, esta urbe de 3,7 millones de personas (la segunda más poblada de Japón) generó un 43,2% menos de residuos que en 2001, entre otras cosas gracias a la movilización de los ciudadanos. “Nos reunimos con los vecinos más de 10.000 veces, les pedimos que colaboraran a la hora de clasificar la basura, y es así como hemos conseguido este importante éxito”, explica a El Confidencial Hideki Mori, director adjunto de la Oficina de Política de Cambio Climático de Yokohama. “Normalmente no es tan fácil conseguir un nivel tan alto de consenso y cooperación por parte de los ciudadanos”, añade para destacar el civismo de la población.

Otro de los frentes abiertos por la ciudad se encuentra en el impulso de las energías renovables. Si hasta hace unos años Yokohama se nutría en su mayor parte de energía nuclear, el accidente de Fukushima de 2011 ha cerrado casi por completo todas las plantas de Japón y ha obligado a las autoridades a buscar otras soluciones. En Yokohama, con pocas posibilidades naturales para aprovechar la energía eólica, se ha apostado por la solar, subvencionando la compra y venta de paneles solares. El propio gobierno ha dado un paso al frente con la instalación de placas solares en 249 escuelas públicas.“Debido al desastre de Fukushima, mucha gente ahora se preocupa por el consumo de energía. Nosotros queremos incrementar las energías limpias lo máximo posible, aunque el tema nuclear es todavía difícil de resolver”, dice Hideki Mori indicando la complejidad política de la cuestión.

En el centro de la ciudad, a unos pocos metros de la estación de trenes de Yokohama, se encuentran las oficinas centrales de Nissan, el responsable de otras de las innovaciones ecológicas de la ciudad japonesa: un vehículo eléctrico con capacidad para dos personas que el Ayuntamiento quiere ofrecer como servicio de alquiler. El concepto, que todavía está en fase de pruebas, se enmarca dentro de la idea de compartir recursos para reducir emisiones. Más o menos de la misma forma que Car2Go en Europa y Estados Unidos, a través de una aplicación móvil los ciudadanos podrán reservar la utilización de este moderno vehículo y utilizarlo durante 20 minutos por 3 euros. El lema bajo el que se ha lanzado la campaña es el de “Yokohama: the sharing city”.

Ya que el sector del transporte conforma cerca del 20% de las emisiones de CO2, las iniciativas de Yokohama no acaban ahí. La ciudad quiere crear también carriles con preferencia para los taxis eléctricos, subvencionar la compra de este tipo de vehículos (incluidos los híbridos) y construir estaciones de recarga por todo Yokohama. El proyecto se completa con un servicio de alquiler de bicicletas (similar al de París o Barcelona) y sobre todo con una de las mejores infraestructuras de trenes del mundo, que hace que muchas personas decidan dejar el coche en casa para ir al trabajo. El objetivo es que éstas y otras medidas puedan reducir las emisiones de CO2 para el año 2030 en un 24%, y para el año 2050 en un 80%.

"La economía verde es una industria emergente"

Muchas de las nuevas medidas ecológicas de Yokohama se pueden ver en la zona portuaria de Minato Mirai 21 (literalmente, “puerto futuro para el siglo XXI”). Después de 30 años de negociaciones y obras, esta antiguo astillero se ha reconvertido en una moderna zona de oficinas, centros culturales, museos, galerías y tiendas. El rascacielos Yokohama Dia Building, finalizado en diciembre de 2009, cuenta en una de sus fachadas con 1.500 metros cuadrados de placas solares. Además de utilizar los rayos del sol para alimentar el edificio, también se ha incorporado un sistema de monitorización de sus emisiones de CO2 y un sistema de gestión de energía del edificio (BEMS, por sus siglas en inglés) que permite ajustar la generación de energía a la demanda. El gobierno de Yokohama ha hecho obligatoria la instalación de estos sistemas en las construcciones más espaciosas, y según los primeros cálculos la reducción en el consumo de energía supera el 20%.

El rascacielos Yokohama Dia Building cuenta en una de sus fachadas con 1.500 metros cuadrados de placas solares. También se ha incorporado un sistema de monitorización de sus emisiones de CO2 y un sistema de gestión de energía del edificio

Llevar todas estas medidas ecológicas a cabo (donde también se incluyen nuevos sistemas de drenaje, construcciones resistentes a los seísmos y sistemas de gestión energética en los hogares) ha sido posible gracias a la unión entre el Gobierno central (que lo nombró proyecto ecológico en 2010), el Ejecutivolocal y el sector privado. En la “ciudad del futuro” de Yokohama se han involucrado hasta 34 empresas, algunas de ellas muy famosas por su alto nivel tecnológico (Toshiba, Nissan, Panasonic, Meidensha). Todo resulta más fácil cuando se cuenta con gigantes tecnológicos en casa, y también cuando en media hora en tren se puede llegar a Tokio, el núcleo urbano con mayor Producto Interior Bruto del mundo.

Frente a la idea de que lo “ecólogico sale caro”, Yokohama pretende convertirse en un laboratorio de ideas que a largo plazo pueda ayudar a las empresas japonesas a ser punteras en el sector medioambiental. “La economía verde es una industria emergente. Las empresas privadas tienen que evolucionar hacia este sector, así que este tipo de proyectos medioambientales pueden incrementar el número de empresas involucradas en el tema medioambiental”, dice Hideki Mori.

En la historia moderna de Japón, Yokohama cumplió un papel fundamental a finales del siglo XIX, cuando su puerto se convirtió en la puerta de entrada de las nuevas ideas llegadas de Occidente. La primera línea de tren, el primer diario o la primera lámpara de gas vieron la luz en Yokohama. Gracias a eso, Japón fue el primer país asiático en subirse al carro de la industrialización y en sentarse en la misma mesa con las potencias occidentales. Hoy, más de 150 años después, esta ciudad portuaria quiere también liderar otra revolución en el país nipón: la revolución ecológica de las ciudades inteligentes.

En la ciudad japonesa de Yokohama se pueden reciclar hasta los tapones de las botellas. En las calles de esta urbe situada a unos 37 kilómetros de Tokio no es difícil ver alineados siete tipos de papeleras distintas: para las botellas de plástico, el vidrio, las bandejas de la comida, las latas de aluminio o el papel. Este espéctaculo de contenedores de distintos colores puede concluir con otra papelera donde depositar las heces de las mascotas, el último ejemplo de uno de los sistemas de reciclaje ciudadanos más sofisticados del mundo.

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