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Un imperio inmobiliario para difundir la verdadera palabra de Dios
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LA IGLESIA NI CRISTO cumple 100 años, en su cima

Un imperio inmobiliario para difundir la verdadera palabra de Dios

En Roma hay alarma por su influencia en la sociedad. La Iglesia Ni Cristo ofrece a sus miembros algo único: “Empleo. Contra eso el catolicismo no puede competir”

Foto: Cientos de miles de fieles de la Iglesia Ni Cristo durante una marcha solidaria en Manila para las víctimas del 'Haiyán' (Reuters)
Cientos de miles de fieles de la Iglesia Ni Cristo durante una marcha solidaria en Manila para las víctimas del 'Haiyán' (Reuters)

No celebran la Navidad. No creen en los Santos. Se bautizan a los 12 años. Votan en bloque. Rechazan al Vaticano y heredan de padres a hijos el ‘papado’. Llegaron a España en 1979 y hoy tienen sedes en Madrid, Marbella, Mallorca, Ibiza o Benidorm. El local de Barcelona se lo compraron a los Testigos de Jehová por cuatro millones de euros en 2012. En Roma ya hay alarma por su influencia en la sociedad. Creada en Filipinas en 1914, la Iglesia Ni Cristo ofrece a sus miembros, especialmente en países en vías de desarrollo, algo único: “Empleo y beneficios económicos. Contra eso el catolicismo no puede competir”.

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El fin del mundo está aún por llegar y sólo se salvarán sus miembros. Así de tajante es la Iglesia Ni Cristo. Acaba de cumplir 100 años, pero se encuentra en su máximo esplendor. Y la prueba es que compran edificios a golpe de chequera o que su templo principal supera las dimensiones del Vaticano.

“Tenemos mucho dinero y no se lo hemos pedido a nadie. Son nuestras contribuciones, no es dinero corrupto”, asegura Jocelyn, mientras acuna a su nieta a las puertas del templo en Manila, en cuyo interior se celebra el oficio. Los agentes de seguridad impiden el acceso a la reportera: “Las mujeres no pueden llevar pantalones en la casa de Dios. Es una muestra de respeto”.

Esta es un Iglesia que exige “estricta obediencia a sus miembros, (en la que) se vota en bloque y sus miembros se dejan seducir por políticos ávidos de apoyo”, según un informe del Centro de Periodismo de Investigación de Filipinas del año 2002.

El clan de los Manalo: obediencia y unidad

Una de las claves del éxito de la Iglesia Ni Cristo es la instauración de una dinastía, la de los Manalo. Fue fundada en 1914 por Félix Manalo, quien estuvo al mando hasta su fallecimiento en 1963, fecha en la que cedió los poderes en favor de su hijo Eraño, responsable de la expansión internacional. A su muerte en 2009, dejó el cargo a su hijo Eduardo, nieto del fundador y actual líder. Entre sus filas todos parecen aceptar sin oposición esta jerarquía familiar, así como el férreo control que se ejerce sobre sus fieles.

Ofrece a sus miembros, especialmente en países en vías de desarrollo, algo que la Iglesia católica no da. ‘Empleo y beneficios económicos. Contra eso el catolicismo no puede competir’, dice el antropólogo Fernando Zialcita

El voto de obediencia absoluta llega al extremo de que se ordena a quién votar en las elecciones. “No entendemos de democracia, entendemos de unidad”, asegura a El Confidencial Justin, de 34 años, miembro de esta iglesia desde que nació y teleoperador en un centro de llamadas. “Y siempre ganamos, porque gana la unidad. No necesitamos políticos; compramos edificios sin pedir créditos, por eso los políticos son los que vienen a nosotros y somos nosotros los que elegimos”, añade.

En Filipinas, el período preelectoral lo es también de promesas y tratos entre políticos e Iglesia Ni Cristo. “Nos vamos con quien nos da más”, sentencia Justin. Basta el ejemplo de Gloria Macapagal Arroyo, quien ganó la presidencia del país después de que los dos millones de fieles filipinos recibieran órdenes de sus pastores para votarla en bloque.

La Iglesia Ni Cristo (INC) es una organización “muy bien estructurada, coherente y respetada en este país”, afirma el antropólogo Fernando Zialcita en declaraciones a El Confidencial. Sin embargo, donde él encuentra un “problema de carencia de libertad”, los miembros ven “un sentido de familia”. “Se olvida la individualidad en favor de la comunidad”, explica.

¿Castigos físicos a los ‘desertores’?

A la salida de la celebración dominical, decenas de devotos se arremolinan en mesas para que certifiquen su presencia por escrito. Así se ejerce el control de asistencia obligatoria, dos veces por semana. En caso de que uno no pueda justificar su ausencia, un diácono irá a su casa ese mismo día a comprobar qué ha ocurrido y rezará por él. “Se interesan por ti. No hay nada malo. Tu familia también lo hace”, asegura Angelo, un joven taxista, mientras espera su recibo.

Durante la última hora en el interior del templo les han recordado que su interpretación de la Biblia es la única y la correcta, que la Navidad no existe porque se desconoce la fecha de nacimiento de Jesús, que el bautismo se recibe con doce años (edad a la que se presupone un criterio para comprender la Palabra) o que el sexo se reconoce exclusivamente entre heterosexuales, aunque los homosexuales puedan ser parte de la organización.

Fieles certificando su asistencia a la salida del oficio (R. Calabria).El grupo incluso les pide que denuncien a un ‘hermano’ que esté cometiendo una falta de respeto a la Biblia. “Se le expulsa durante seis meses y se nos informa a la comunidad durante el culto”, explica Jocelyn. No existen datos oficiales de bajas voluntarias de la organización, pero las críticas no son bien recibidas. El escritor Ross Tipon, autor de El Poder y la Gloria: El culto de Manalo, sostiene que se castiga con violencia a los miembros en caso de querer abandonar sus filas. Su libro apunta directamente contra el clan Manalo, al que acusa de enriquecerse a costa de sus fieles.

“No hay ninguna prueba de que sean millonarios. Todo el dinero va a la organización”, dice, convencido, Justin. Y, desde la misma, insisten en que los fondos se emplean en causas justas como la lucha contra la pobreza y la igualdad, sean de la Iglesia que sean.

Sin embargo, hace casi un año, la noticia del tifón Haiyán que asoló Filipinas llegó acompañada de polémica, que se convirtió en viral en las redes sociales, para la Iglesia Ni Cristo. Mai Militante denunciaba en un blog que varias víctimas del Yolanda llegaron exhaustas a las puertas de una Iglesia Ni Cristo en Iloilo para pedir ayuda, algo habitual en este país debido a los fuertes tifones, donde colegios e iglesias se habilitan enseguida para los damnificados. Se les negó la entrada por no ser miembros, aseguran que les dijeron desde dentro del templo.

La respuesta de la Iglesia católica no se hizo esperar. El sacerdote Abe Arganiosa los tachó de “almas poco caritativas” y les acusó de “sentirse orgullosos de su propio egoísmo”. La organización lo justificó como una campaña de desprestigio por parte de la Iglesia católica y algunos medios. En ese mismo blog apareció días después otro mensaje de un miembro de la Iglesia Ni Cristo: “A mí tampoco me permitieron la entrada”.

Los nuevos Ni Cristo son viejos católicos

El período preelectoral lo es también para tratos entre políticos e Iglesia Ni Cristo. Gloria Macapagal ganó la presidencia del país después de que dos millones de filipinos recibieran órdenes de sus pastores para votarla en bloque

Justin no recuerda haber tenido nunca una crisis de fe. Ni siquiera tuvo que plantearse salir de la Iglesia Ni Cristo, a la que había pertenecido desde que nació, cuando conoció a Jeane, de 33 años, en el centro de llamadas donde trabajan juntos. Fue ella, educada en el catolicismo, como el 81% de los filipinos, la que decidió dejar al Papa de Roma para seguir a Manalo de Manila. “Sentí la llamada, es algo inexplicable y ocurrió cuando me puse a estudiar su doctrina. Me di cuenta de que lo que había aprendido de la Iglesia católica no era verdad, lo que dicen no está escrito en la Biblia”, cuenta.

Jeane no es la única que ha dejado de ir a misa los domingos. Incluso Félix, el fundador de los Ni Cristo, también fue bautizado como católico. La Iglesia de Roma comienza a alarmarse ante, por un lado su inminente presencia –la organización asegura que casi cada día se abre una nueva INC en una parte del mundo– y, por otro, su influencia en la sociedad. No hay datos oficiales, pero se estima que hay más de 27 millones de fieles en todo el mundo.

Mientras algunos miembros de la Iglesia católica la han catalogado de “secta diabólica”, el antropólogo Fernando Zialcita cree que no preocupa a los católicos “en número, pero sí en poder”, ya que ofrecen a sus miembros, especialmente en países en vías de desarrollo, algo que la Iglesia católica no da. “Empleo y beneficios económicos. Contra eso el catolicismo no puede competir”, explica.

Cientos de miles de miembros de la Iglesia Ni Cristo durante una marcha solidaria en Manila (Reuters).
Un gran propietario inmobiliario

El informe del Centro de Periodismo de Investigación de Filipinas también describe al grupo como un gran propietario inmobiliario y sin problemas de liquidez. Las ofrendas semanales se reciben en metálico por todo el mundo y, como aseguran los fieles, “nadie sabe cuál es la aportación económica del otro”. Sus devotos se revuelven ante la pregunta del diezmo. “Eso es un mito, cada uno da lo que le dice el corazón, no nos obligan”, sentencia Justin.

El pastor Waterman recurre a sencillas comparaciones, incluso pueriles, para hacerse entender ante un tema tan polémico como las donaciones de los fieles. “Si tú eres un hombre y quieres mucho a tu novia, se lo demuestras con el diamante más grande que puedas comprarle. Quizás no tengas mucho dinero, pero le das todo lo que puedas como prueba de tu amor. Lo mismo ocurre con Dios”.

Su plan de expansión es tan grandioso como el tamaño de sus templos. Más de 5.000 pastores llevan la doctrina a los cinco continentes. Entre sus prioridades, la compra de más propiedades inmobiliarias para difundir la verdadera palabra de Dios

El plan de expansión de la INC es tan grandioso como el tamaño de sus templos. Más de 5.000 pastores llevan la doctrina a los cinco continentes. Entre sus prioridades, la telepredicación a través de los medios de comunicación que poseen en Filipinas y EEUU, publicaciones y radio, así como la compra de más propiedades inmobiliarias para difundir la verdadera palabra de Dios.

La generosidad económica de sus miembros y el poder de los Manalo han hecho posible la Ciudad de la Victoria, a una hora de Manila. Es un complejo urbanístico donde se encuentra el Filipina Arena, un estadio cubierto para 55.000 personas, apartamentos, universidades y oficinas y el templo más grande del mundo. Todo ello es un tributo a su fundador, Félix Manalo, quien se autoproclamó el ‘ángel de Oriente’ tras una revelación en la que Dios le anunciaba que era el elegido para restablecer la Iglesia en el Lejano Oriente y proclamar su doctrina. Corría el año 1914.

Cien años después festejan el centenario de la primera comunidad en esta macrociudad. A las afueras de Manila también se encuentra el templo principal donde está enterrado el creador de la Iglesia Ni Cristo. Allí descansan sus restos esperando su resurrección y la de los que le sigan. “Los que no son de Cristo resucitarán mil años después de la primera resurrección para ser lanzados al lago de fuego”. (I Corintios 15:12-13;I Tesalonicenses 4:16-17; Apocalipsis 20:14).

No celebran la Navidad. No creen en los Santos. Se bautizan a los 12 años. Votan en bloque. Rechazan al Vaticano y heredan de padres a hijos el ‘papado’. Llegaron a España en 1979 y hoy tienen sedes en Madrid, Marbella, Mallorca, Ibiza o Benidorm. El local de Barcelona se lo compraron a los Testigos de Jehová por cuatro millones de euros en 2012. En Roma ya hay alarma por su influencia en la sociedad. Creada en Filipinas en 1914, la Iglesia Ni Cristo ofrece a sus miembros, especialmente en países en vías de desarrollo, algo único: “Empleo y beneficios económicos. Contra eso el catolicismo no puede competir”.

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