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Año II después de 'Abenomics': recorrido por el Japón de la "envidiable crisis eterna"
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"NUNCA VI ALGO TAN AGRESIVO EN EL MUNDO"

Año II después de 'Abenomics': recorrido por el Japón de la "envidiable crisis eterna"

Dos años después de "Abenomics", la locomotora japonesa no se mueve. El país lleva dos décadas instalado en una crisis bajo la que no se vive mal

Foto: Ciudadanos japoneses observan la cotización del yen frente al dólar, el euro y el dolar australiano en un panel en el centro de Tokio. (Reuters)
Ciudadanos japoneses observan la cotización del yen frente al dólar, el euro y el dolar australiano en un panel en el centro de Tokio. (Reuters)

En el Mercado Electrónico de Akibahara, en el centro de Tokio, se pueden encontrar todo tipo de transistores, walkie-talkies, radios y bombillas. Un poco más allá, una tienda vende centenares de juegos de Game Boy; en otro establecimiento, figuras con los personajes de Bola de Dragón, y en una sala de videojuegos se puede echar una partida al Street Fighter. Como otras ciudades japonesas, Tokio es el paraíso de la moda vintage y retro; al mismo tiempo, la presencia constante de innovadores productos japoneses de los años 80 y 90 es una muestra de que el país ha vivido tiempos mejores.

Para sacar a Japón de esa nostalgia y estancamiento, que dura dos décadas, el primer ministro, Shinzo Abe, ha lanzado desde que llegó al poder en diciembre de 2012 una serie de medidas (conocidas como 'Abenomics') para relanzar la economía japonesa. El país sigue todavía disfrutando de una calidad de vida y competitividad envidiables, pero Shinzo Abe busca romper con la inercia de los últimos años para que Japón no se vea desplazado por otras economías asiáticas en el siglo XXI.

‘La compra de bonos del Estado está siendo muy agresiva, nunca había visto algo así’, explica Ogura mientras muestra en la pantalla como los bonos en manos del Banco de Japón se han doblado en un año

La punta de lanza del programa económico de Abe (la primera de las tres “flechas”, como se han denominado) es una política monetaria expansiva, con el Banco de Japón comprando deuda del Estado a raudales, bajada de intereses e incremento del dinero en circulación. La medida ha sido tan contundente que algunos meses el Banco de Japón compra hasta el 70% de los bonos que salen a la venta. “Lo más novedoso y lo más atrevido de Abenomics es la política monetaria. La compra de bonos del Estado está siendo muy agresiva, nunca había visto algo tan agresivo en ningún lugar del mundo”, explica a El Confidencial el economista Yoshiaki Ogura, profesor de la Universidad de Waseda, mientras muestra en la pantalla de su ordenador como los bonos en manos del Banco de Japón prácticamente se han doblado durante el último año.

El objetivo de la política monetaria es combatir la deflación, aumentar las inversiones e incrementar el consumo. Al menos durante el 2013 y principios del 2014, la medida parecía haber cumplido su propósito, con incrementos del producto interior bruto en torno al 1,5%. Además del impulso económico para el país, la agresiva política monetaria de Shinzo Abe es también una señal de que el primer ministro está dispuesto a romper con los tabúes de la política japonesa. “Nadie había hecho esto antes porque se supone que el Banco de Japón es independiente del poder político. Pero Shinzo Abe se ha atrevido a meterle presión al Banco de Japón, así que, en este sentido, se puede considerar un político muy valiente”, dice Yoshiaki Ogura.

La agresiva política monetaria también ha traído consigo una devaluación importante del yen (más del 20% con respecto al dólar) que busca apoyar al sector exportador, aunque no está claro que en las actuales circunstancias vaya a beneficiar demasiado al país asiático. Desde el desastre de Fukushima en 2011 y la paralización de todas las plantas nucleares, Japón se ha visto obligado a importar cada vez más recursos naturales, sobre todo gas. Hace años que las empresas japonesas han deslocalizado las plantas de producción a otros lugares del mundo, con lo que la devaluación del yen no apoya demasiado a las exportaciones y, sin embargo, aumenta el precio de las compras en el exterior.

Deuda récord, más impuestos y menos consumo

Si la primera flecha requería de valentía política pero podía generar resultados a corto plazo, la segunda (la consolidación fiscal) está resultando mucho más complicada y sembrando dudas sobre la eficacia de 'Abenomics'. Con una deuda pública del 240% del producto interior bruto (la más elevada del planeta), el Gobierno se ha propuesto reducir el déficit subiendo impuestos. De momento, el IVA subió en abril de este año del 5% al 8%, y en octubre de 2015 se elevará hasta el 10%. “En los países europeos el IVA es mucho más alto que en Japón, pero el gasto del Ejecutivo japonés es casi el mismo, así que tenemos que aumentar impuestos”, razona Naoyuki Yoshino, decano del Banco Asiático de Desarrollo.

El resultado de esa subida de impuestos era esperado, pero no por ello menos doloroso: en el segundo trimestre de este año el consumo se contrajo un 5% y el PIB un 1,7%. Todo lo ganado por la política monetaria expansiva se ha perdido con la consolidación fiscal, una tendencia que casi seguro se mantendrá hasta el 2016. “Hemos decidido que la economía japonesa va a estar en mala forma durante 1 o 2 años, pero no hay otra solución”, opina Yutaka Harada, profesor de Economía en la Universidad de Waseda, haciendo mención a la nueva subida del IVA para el 2015.

'Womenomics', una medida desesperada

Ninguna de las anteriores medidas podrá sacar a Japón del estancamiento si no se lleva a cabo la tercera flecha de 'Abenomics': las reformas estructurales. Aunque estas medidas avanzan mucho más despacio, Shinzo Abe quiere crear nuevos canales de financiación para las empresas, reformar el mercado de trabajo y reducir los impuestos a las grandes compañías. Su propuesta estrella en este apartado es incorporar a las mujeres al mercado laboral para paliar los efectos del dramático envejecimiento de la población.

Con una deuda del 240%, el Gobierno se ha propuesto reducir el déficit subiendo impuestos. Resultado: en el segundo trimestre el consumo se contrajo un 5% y el PIB un 1,7%

Según los números del Gobierno, la iniciativa, que se basa en crear incentivos para las empresas y en apoyar el sistema de guarderías, podría hacer que más de siete millones de mujeres se incorporen al mercado laboral, aumentando el PIB en cerca de un 13%. En el actual mundo de las etiquetas, la prensa ha calificado el proyecto de 'Womenomics'.

La medida ha recibido el aplauso de todo tipo de asociaciones feministas, pero está por ver hasta qué punto va a poder cambiar la enraizada costumbre de que las japonesas dejen el trabajo para cuidar de la familia. No sólo eso: muchos economistas dudan de que sea suficiente para revertir una situación tan extrema como la nipona: el 25,9% de la población tiene más de 65 años y se calcula que de los 127 millones de japoneses que hay en la actualidad en 2050 tan sólo quedarán 97. “Sin inmigración, soy pesimista respecto a 'Abenomics', porque es imposible alcanzar crecimientos más altos del 1% cuando la población está menguando. La incorporación de la mujer al trabajo no será suficiente”, afirma Yoshiaki Ogura.

Aunque hay opiniones de todo tipo sobre 'Abenomics', los economistas japoneses parecen estar de acuerdo en que la primera flecha era necesaria y ha sido efectiva, pero tienen sus dudas sobre la capacidad del Gobierno para aprobar reformas estructurales y, especialmente, sobre la forma de combatir el envejecimiento del país. “La primera flecha ha sido positiva para el PIB, con un incremento del 1%; la segunda flecha es prácticamente del 0% o incluso negativa; y la tercera flecha es en realidad una combinación de pequeños dardos cuyo efecto es muy débil”, resume Yutaka Harada.

Una “crisis eterna” envidiable

A pesar de hablar de “estancamiento” y de “dos décadas perdidas”, muchos quisieran para sí la “crisis eterna” que atraviesa Japón desde los años 90. A pie de calle, Tokio sigue siendo un energético enjambre de personas, trenes y neones con el que hasta Nueva York tiene difícil competir; la puntualidad de los shinkansen (el AVE japonés) es tan sólo una muestra del nivel de eficiencia y tecnología que han alcanzado otras empresas como Toyota; el paro se mantiene en el 4%, la educación está en el top cinco del informe PISA, las desigualdades son moderadas y el último Premio Nobel de Física fue a parar a manos de dos japoneses (y un estadounidense nacido en Japón). Algunos economistas incluso apuntan a esta “deflación feliz” como la causa de que las reformas tarden en llegar. “De alguna forma, todo el mundo parece satisfecho con la situación actual. Nadie tiene el suficiente sentimiento de urgencia”, reconoce Yoshiaki Ogura.

La urgencia puede, sin embargo, haberse apoderado de Shinzo Abe por la creciente competencia en Asia, un continente acostumbrado hasta los años 90 al indiscutible liderazgo japonés. Desde entonces, los cuatro tigres asiáticos se han consolidado (Taiwán, Singapur, Hong-Kong, Corea del Sur) y la sombra de China (que en 2010 sobrepasó a Japón como segunda economía del mundo) cada vez es más alargada. “Para cosas sencillas, la competencia con China es muy seria, pero en cuanto a trabajos administrativos, grandes empresas o productos tecnológicos no parece que haya una gran rivalidad; la competencia más dura es con Corea del Sur”, sostiene Yoshiaki Ogura, mencionando el ascenso de empresas como Samsung y LG y la caída en desgracia de otras como Sony.

En el Mercado Electrónico de Akibahara, en el centro de Tokio, se pueden encontrar todo tipo de transistores, walkie-talkies, radios y bombillas. Un poco más allá, una tienda vende centenares de juegos de Game Boy; en otro establecimiento, figuras con los personajes de Bola de Dragón, y en una sala de videojuegos se puede echar una partida al Street Fighter. Como otras ciudades japonesas, Tokio es el paraíso de la moda vintage y retro; al mismo tiempo, la presencia constante de innovadores productos japoneses de los años 80 y 90 es una muestra de que el país ha vivido tiempos mejores.

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