España logra un asiento en el Consejo de Seguridad para los próximos dos años

"Sabíamos que el camino era difícil, pero no por ello hemos evitado dar batalla". La frase es de José Manuel García-Margallo. La lanzó este jueves, después de que, contra el pronóstico de muchos analistas, España venciese a Turquía. La candidatura española fue elegida por la Asamblea General de la ONU como miembro no permanente del Consejo de Seguridad para el bienio 2015-2016. España obtuvo el apoyo de 132 países (de 193) en la tercera ronda de votación, en la que se impuso a Turquía, con quien se enfrentaba por una plaza reservada al grupo de Europa Occidental y otros países, después de que Nueva Zelanda se hiciese con la otra vacante en la primera votación.

España tenía asegurado el apoyo de los europeos y latinoamericanos, con las excepciones de Brasil, Suecia y, en principio, Reino Unido. La batalla se libró sobre todo en el Caribe y África, donde Turquía podía sacar ventaja como cuarto donante mundial de ayuda humanitaria. La mayoría de este tipo de acuerdos, según fuentes diplomáticas, se hacen entre bastidores.

La designación supone, a juicio del presidente del Gobierno Mariano Rajoy, una prueba de la confianza que la comunidad internacional tiene en el país. España ya ocupó un asiento no permanente del máximo órgano de decisiones de Naciones Unidas en cuatro ocasiones (1969-1970, 1981-1982, 1993-1994 y 2003-2004), y había convertido su vuelta al Consejo en una de las grandes prioridades de su política exterior este año.

La apuesta de García-Margallo

Una figura distinguida recibe a los invitados que suben al primer piso. Está medio en penumbra, relajada e inmóvil, como si estuviese descansando de pie. La mayoría de los comensales, muchos de ellos empapados por la llovizna que riega el Upper East Side de Nueva York, suben las escaleras alfombradas mirando a la figura que aguarda en lo alto. Uno a uno, buscan su atención y le estrechan la mano.

Algunos analistas anticipan a Nueva Zelanda como ganadora por tres razones: tiene pocas diatribas internacionales, no es miembro de la OTAN y lleva 20 años sin estar en el Consejo. La duda es el segundo asiento

El ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, se preparaba este lunes para la última batalla diplomática por un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. La residencia del embajador español en Nueva York acogió a centenares de representantes de la ONU para celebrar el Día de la Hispanidad y el final de campaña por el puesto rotatorio.

La delegación española había mantenido esta semana decenas de reuniones en la Gran Manzana para asegurar apoyos. El propio García-Margallo reconocía que la elección era “complicada y difícil”. Estar en el Consejo comporta “definirse” ante los otros miembros. Declaró que “un país que quiera ser relevante en la comunidad internacional tiene que asumir esos compromisos y obligaciones”, y recordó a los 130.000 soldados españoles desplegados en misiones de paz los últimos 25 años.

El Gobierno de 193 países

El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas consta de 15 miembros: cinco permanentes (Estados Unidos, China, Rusia, Francia y Reino Unido; los vencedores de la Segunda Guerra Mundial) y 10 rotatorios elegidos bianualmente a razón de dos por región. Ingresar en el máximo órgano decisorio en materia de paz y seguridad es una de las principales aspiraciones que puede tener un país. Da capacidad de influencia en los grandes asuntos internacionales, ofrece una oportunidad única para estrechar relaciones con el resto de miembros del Consejo y facilita el acceso a información valiosa. Esta vez, España disputaba los dos asientos del “grupo occidental” con Turquía y Nueva Zelanda.

No pocos analistas anticipaban a Nueva Zelanda como ganadora por tres razones. Primero: tiene pocas diatribas internacionales, lo que le perfila como “voz de la razón” en potenciales conflictos de interés. Segundo: a diferencia de España y Turquía, Nueva Zelanda no es miembro de la OTAN, algo bien visto por las potencias emergentes. Y tercero: lleva 20 años sin estar en el Consejo. La duda quedaba en saber para quién sería el segundo asiento: España o Turquía.

La influencia de Ankara en asuntos globales

“No creo que España tenga muchas posibilidades”, comentaba a El Confidencial Francesc Fàbregues, experto del CIDOB en relaciones exteriores de España. Ankara partía con ventaja “por su influencia en los asuntos globales en los últimos años”, y ahora es una pieza clave que Washington quiere cortejar en su lucha contra el grupo terrorista Estado Islámico en Siria e Irak.

Los contendientes por el asiento no han ahorrado en tácticas de seducción. El pasado diciembre España invitó a un centenar de representantes de 33 países de la ONU a visitar Córdoba con todos los gastos pagados. Turquía, sin embargo, arrebató a España el apoyo de Timor Oriental otorgándole más ayuda alimentaria y conexiones aéreas de Turkish Airlines.

Si España hizo correr el champán entre los embajadores este lunes, Turquía inauguró una exposición en la ONU sobre su tradicional acogida de refugiados de las más diversas guerras. También hubo pasteles, vino y discurso del ministro de Exteriores, Mevlut Cavusoglu. En contra de Turquía pesaba también el hecho de que fue miembro del Consejo hace cuatro años. España, que suele ostentar el puesto una vez cada década, fue socio por última vez en el bienio 2003-2004.

Turquía, que se ha convertido en el cuarto donante internacional en ayuda humanitaria, había comido terreno a España en el África subsahariana. No obstante, algunos diplomáticos apuntan a que la agenda propia que Turquía tiene precisamente en zonas como África también ha podido restarle apoyos. Los turcos habían arrebatado votos a España en el Sudeste Asiático. El caso más notorio fue el de Timor Oriental, que tras haber comprometido su voto por escrito a favor de España, comunicó que se decantaba por Nueva Zelanda y Turquía, después de que los turcos le ofrecieran un paquete de ayuda en materia de seguridad alimentaria.