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La increíble historia del líder de la mayor democracia del mundo
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Modi, el Thatcher hindú que gobernará la India

La increíble historia del líder de la mayor democracia del mundo

Su pensamiento bascula entre el autoritarismo chino y el reformismo de Thatcher. Esta es la historia del nuevo primer ministro en la democracia más poblada

Foto: Narendra Modi, el Thatcher hindú que gobernará la India, la democracia más poblada del mundo, en una imagen de archivo. (Reuters)
Narendra Modi, el Thatcher hindú que gobernará la India, la democracia más poblada del mundo, en una imagen de archivo. (Reuters)

Narendra Modi trabajó sirviendo te en su infancia, se perdió dos años en los Himalayas, se enroló en el grupo hinduista que mató a Gandhi, permitió la matanza contra cerca de mil musulmanes siendo gobernador y ha ganado unas elecciones dando mítines por holograma. El hombre que ha conseguido interrumpir medio siglo de dinastía Nehru-Gandhi pertenece a una casta baja, pero no cree en las políticas sociales ni la redistribución. Su pensamiento bascula entre el autoritarismo chino y el reformismo de Thatcher. Esta es la increíble historia del nuevo primer ministro en la democracia más poblada del mundo.

Tras hacer yoga y desayunar, lo primero a lo que de dedica Narendra Modi a las 5 de cada mañana es revisar las noticias en Google: las dos alertas que tiene activadas son “Modi” y “Gujarat”. Los artículos que el político de 63 años podrá leer estos días sobre sí mismo o el estado que gobierna versarán sobre cómo un niño que ayudaba a su humilde padre en un puesto de té ocupará el número 7 de la calle Race Course en Nueva Delhi, la residencia oficial del primer ministro de la India. También podrá seguir el inacabable debate de si es un supremacista hindú que permitió la matanza de casi mil musulmanes en 2002 o un Thatcher que revitalizará la renqueante economía india.

Tan carismático como controvertido, el nacionalista hindú es el hombre señalado por los primeros resultados del recuento para convertirse en el próximo primer ministro de la India. Según recoge el diario Times of India, Modi va camino de la mayoría absoluta. Estricto vegetariano que suele comer solo, ha dado muestras de su energía en las mayores elecciones de la historia: ha recorrido 300.000 kilómetros en avión para dar 500 mítines. Y se ha 'aparecido' en hologramas en 3D en más de 1.000. En una ocasión dio un discurso en 140 escenarios a la vez.

Modi ha aprovechado el descontento popular con la trayectoria del país. La India ya no sueña con ser una superpotencia, sino que se lamenta de la falta de trabajo para los jóvenes y la alta inflación. El país asiático ha pasado de crecer en torno a un 8% en la última década a menos del 5%.

Los artículos que el político de 63 años podrá leer estos días sobre sí mismo o el estado que gobierna versarán sobre cómo un niño que ayudaba a su humilde padre en un puesto de té ocupará el número 7 de la calle Race Course en Nueva Delhi

Los indios aspiran a un futuro mejor y la dinastía Nehru-Gandhi, que ha gobernado la nación 54 de sus 67 años de independencia, no conecta con la realidad cambiante. Humildes asistentas del hogar que gastan la mitad de su salario en una escuela privada para su hijo o conductores de rickshaw que estudian cursos nocturnos de informática quieren un país que les ofrezca oportunidades, no cupones del Gobierno.

Muchos de los 100 millones de jóvenes que se han sumado a estos comicios han crecido en centros comerciales con teléfonos móviles. Sus expectativas son muy superiores a las de sus padres. Indios pobres que navegan en internet y comienzan a pensar como las clases medias no quieren las migajas que caen desde arriba. Quieren trabajos.

Y Modi habla su lenguaje. A diferencia de Rahul Gandhi, que nació para ser primer ministro y se educó en Harvard y Cambridge, el político del nacionalista Partido Bharatiya Janata (BJP) procede de una casta baja. Su inglés es limitado y estudió Ciencias Políticas a distancia. Es un outsider de la élite india y de los círculos de poder de Nueva Delhi.

Menos democracia, más progreso

Doce años al frente del estado de Gujarat le han granjeado una reputación de buen gestor y honestidad. Esta región tiene electricidad 24 horas al día en un país cuya capital sufre constantes cortes en verano y donde 400 millones de indios no tienen luz. Modi ofrece desarrollo a cambio de cierto autoritarismo –le han acusado de fascista– y mano de hierro. Nilanjan Mukhopadhyay, autor de la biografía Narendra Modi. El hombre. Los tiempos, estima que al político le atrae el modelo chino: menos democracia, menos caos, más control y más progreso.

Se ha aparecido en hologramas en 3D en más de 1.000 mítines. En una ocasión dio un discurso en 140 escenarios a la vez

El pasado de Modi está lleno de misterios y claroscuros. De joven desapareció durante dos años por los Himalayas en viajes espirituales. El político acaba de reconocer un matrimonio infantil tras haber guardado silencio sobre las noticias sobre su esposa durante décadas. Ocultó su matrimonio para ingresar en 1971 en el Rashtriya Swayamsevak Sangh (RSS), organización que valora el celibato y la soltería. El RSS es un grupo supremacista que promueve la idea de una India hindú. Ha estado prohibido dos veces en el país asiático. Uno de sus exmiembros mató a Mahatma Gandhi. Su saludo es similar al nazi.

En 1985, Modi ingresó en el BJP, brazo político del RSS. Limpiaba habitaciones y servía el té a sus superiores. Pronto se ganó la confianza de sus jefes y ascendió vertiginosamente. Su gran capacidad de organización fue su gran carta.

El BJP destituyó al jefe de Gobierno del estado de Gujarat y dio el cargo a Modi a finales de 2001. Meses más tarde, en 2002, un tren ardió y murieron 59 peregrinos hindúes. Una investigación posterior concluyó que fue un accidente, pero durante los siguientes tres días la ciudad de Ahmedabad vivió un pogromo ante la pasividad de la Policía. Casi mil personas, la mayoría musulmanes, fueron asesinadas a manos de radicales hindúes. Los exaltados quemaron vivos a seguidores del islam. Decenas de mujeres fueron violadas.

Modi no habla de la matanza y no ha pedido perdón. Varias investigaciones judiciales han absuelto al político, pero las dudas sobre su implicación nunca han desaparecido. Un informe de Human Rights Watch concluyó que el Gobierno local fue cómplice y que el pogromo fue organizado con la participación de la policía y miembros de la Administración. La comunidad internacional convirtió a Modi en un paria. Estados Unidos le negó una visa en 2005 por su supuesta implicación en la matanza y otros países como Inglaterra evitaron reunirse con él.

Las minorías religiosas del país temen al político. En especial, los 175 millones de musulmanes indios. En la visión del RSS los no hindúes sólo tienen cabida si aceptan que la India es un país hindú y aceptan una posición secundaria. De los 449 candidatos del BJP a las elecciones sólo ocho no eran hindúes.

Ni burocracia ni corrupción

Tras 2002, Modi se lanzó a una carrera para reencarnarse en un gurú del desarrollo. “El Gobierno no tiene negocios en los negocios. Convertiré la burocracia en una alfombra roja”, ha sido su eslogan en los últimos años. Gujarat ha sido un estado más próspero que el resto de la India a lo largo de la historia. Pero en la década que siguió a la llegada al poder de Modi esta región experimentó un crecimiento de doble dígito, por encima de la media nacional y es el principal receptor de inversiones extranjeras.

En un país donde la burocracia adquiere proporciones kafkianas, el soborno es la norma, las vías de comunicación son de mala calidad y la falta de electricidad es endémica, Modi ha forjado la reputación de Gujarat como un estado con un entorno favorable para los negocios, sin burocracia y corrupción, con carreteras y sin cortes de luz.

El punto de inflexión llegó en 2008. La multinacional Tata tenía problemas en Bengala para conseguir terrenos para construir el coche más barato del mundo, el Tata Nano. Modi ofreció tierras y ventajas fiscales a la empresa. Tres años más tarde, Ford invirtió 730 millones de euros en una planta en el estado. Poco después le siguió Peugeot. Gujarat dejaba atrás la matanza para situarse como una región donde hacer negocios. Los capitanes de la industria india apoyan al político. Su previsible victoria electoral ha disparado los últimos días a récords históricos la Bolsa de Bombay.

Modi gusta a los mercados. Sin embargo, como casi todo en él, su agenda económica tiene claroscuros. Gujarat cuenta con una de las rentas per cápita más altas del país, pero sus niveles de malnutrición se encuentran también entre los peores de la India, y menos de la mitad de los niños están vacunados contra el tétano o la polio. Modi no cree en las medidas sociales ni en la redistribución de la riqueza.

Su vida privada es poco conocida. En su biografía, Mukhopadhyay explica que el político duerme cuatro horas diarias y empieza su jornada antes de que salga el sol. A las 5.30 de la mañana pone a su equipo en marcha. Se rodea de profesionales y centraliza las decisiones alrededor suyo. No delega. No tiene pareja. Es un fanático de las tecnologías. Tiene con cuatro millones de seguidores en Twitter y cuentas en casi todas las redes sociales. Es un lector voraz. Y le gusta la soledad.

Narendra Modi trabajó sirviendo te en su infancia, se perdió dos años en los Himalayas, se enroló en el grupo hinduista que mató a Gandhi, permitió la matanza contra cerca de mil musulmanes siendo gobernador y ha ganado unas elecciones dando mítines por holograma. El hombre que ha conseguido interrumpir medio siglo de dinastía Nehru-Gandhi pertenece a una casta baja, pero no cree en las políticas sociales ni la redistribución. Su pensamiento bascula entre el autoritarismo chino y el reformismo de Thatcher. Esta es la increíble historia del nuevo primer ministro en la democracia más poblada del mundo.

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