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Mónaco: mafia, sangre, oro y ladrillo
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ATENTADO CONTRA LA DINASTÍA SILENCIOSA

Mónaco: mafia, sangre, oro y ladrillo

En Mónaco y en la Riviera francesa, los ricos están en alerta máxima tras el intento de asesinato de una de las herederas del principal imperio de la construcción

Foto: La policía acordona la zona tras el ataque a Hélène Pastor en el aparcamiento del Hospital L’Archet, en Niza. (Reuters)
La policía acordona la zona tras el ataque a Hélène Pastor en el aparcamiento del Hospital L’Archet, en Niza. (Reuters)

En Mónaco y en la Riviera Francesa, los ricos han pasado al grado de alerta máxima tras el intento de asesinato de una de las herederas del principal imperio de la construcción en el Principado. Hélène Pastor, de 77 años, y su chófer, Mohamed D., de 64, salían del aparcamiento del Hospital L’Archet, en Niza, el pasado martes por la tarde. El fiel conductor y mayordomo de la septuagenaria ya había enfilado la calle cuando, desde detrás de un muro, surgió una figura que disparó dos veces en dirección al copiloto.

Pastor y Mohamed D. fueron acribillados con una munición utilizada para la caza mayor. El Lancia Voyager negro cargado de plomo y sangre se deslizó solo durante veinte metros hasta topar con otro automóvil allí aparcado. Dos hombres se alejaron del escenario del crimen a pie, aparentemente tranquilos. El único testigo fue una enfermera que acababa su turno, quien dice haber visto a un hombre armado con una escopeta. Para la policía, se trata de una emboscada preparada con todo detalle. Pero las certezas se acaban ahí.

Para comprender el estupor y los escalofríos que el intento de asesinato ha provocado en Montecarlo y en toda la Costa Azul, hay que indagar en la vida de Helène Pastor, la nieta del fundador de la dinastía de promotores inmobiliarios cuya fortuna se estima por encima de los 30.000 millones de euros.


De picapedrero a rey del ladrillo monegasco

Jean-Baptiste Pastor, un cantero de la Liguria, llegó a Mónaco en 1880. Pero no fue hasta 1936 cuando comenzó la fortuna familiar, con la colocación de la primera piedra del Estadio Luis II. Durante la guerra europea, los Pastor se hicieron con la mayoría de las obras públicas que el Principado acometió para modernizarse, desde la canalización del agua corriente hasta el inicio de la urbanización masiva. Cuando Rainiero III accedió al poder en 1949, la familia Pastor ya era millonaria. Gildo, uno de los hijos de Jean-Baptiste, compró a bajo precio todos los terrenos frente al mar del Larvotto, el barrio mejor situado del pequeño territorio.

El 1966 llegó el gran pelotazo. Rainiero decidió enterrar la vía férrea que atravesaba actual avenida Princesse Grace. Gildo propuso construir decenas de edificios de apartamentos con vistas al mar, el skyline que singulariza las postales monegascas. Pero el hijo del picapedrero pensaba en el futuro de su familia: compró centenares de los apartamentos que construyó para alquilarlos. Cuando Gildo murió en 1999, sus tres hijos, Hélène, Victor y Michel, heredaron 500.000 metros cuadrados en una de las zonas más caras del mundo, donde el metro cuadrado se paga a una media de 45.000 euros.

Con Victor y Michel ya fallecidos, Hélène es la única sucesora de Gildo con vida. Los herederos de los tres hijos han continuado con el negocio inmobiliario, salvo la rama de los Michel, que han preferido dedicarse al coleccionismo de arte, además de participar de la dolce vita monegasca, en contraposición con la seriedad y la discreción de sus primos. Un hijo de Hélène, Gildo Pallanca, es también el propietario de los automóviles Venturi, vehículos de carreras eléctricos.


La pista de las mafias italianas

La policía francesa no ofrece de momento pistas sobre el móvil del ataque armado contra Hélène Pastor. Por ello, las conjeturas se disparan: ¿era su mayordomo el objetivo de los asesinos a sueldo? Si es así, ¿por qué el pistolero disparó hacia la ventana del pasajero? ¿Se trata de un ajuste de cuentas ligado a los negocios de la familia? O, peor, para muchos, ¿es una acción de los grupos mafiosos italianos que se han implantado en esta zona desde hace décadas? Las autoridades policiales otorgan prioridad a esta última opción.

Jueces y policías franceses llevan años advirtiendo de la infiltración de la redes mafiosas (camorra napolitana y N’Drangueta calabresa) en la Riviera, atraídas, en especial, por la opacidad de las transacciones inmobiliarias, lo que facilitaría el blanqueo de dinero.

El magistrado Jean-Pierre Murciano, conocido por sus investigaciones sobre las conexiones delictivas político-mafiosas, decía ya en un libro publicado en 2001 (Un juez en la Costa Azul. Misiones imposibles) que uno de los factores que facilitan la instalación de estas organizaciones mafiosas en el sur de Francia es el estatus particular del que disfrutan las llamadas sociedades civiles inmobiliarias (SCI). La ventaja de las SCI es que les permite traspasar un bien inmobiliario sin que aparezca el nombre del comprador. Para el juez Murciano, la mafia está instalada en la Costa Azul desde hace años y el ladrillo es su terreno predilecto. Los acuerdos firmados entre el Banco de Francia y los establecimientos bancarios monegascos existen, pero no se aplican.

Inercia de los políticos

Murciano describía también, ya en el año 2001, las razones de la inercia del Estado francés en la lucha contra la delincuencia de altos vuelos. Cuando Murciano, juez instructor de la ciudad de Grasse, investigaba sobre el Banco Industrial de Mónaco, descubrió que del circuito de blanqueo de dinero que propiciaba este establecimiento se beneficiaban 300 personalidades francesas y monegascas, entre ellos, políticos, businessmen y narcotraficantes conocidos.

Curiosamente, el actual ministro de Economía del Gobierno Valls, Arnaud de Montebourg, era uno de los pocos políticos que trabajaban en el combate contra la delincuencia político-mafiosa. En YouTube se pueden encontrar declaraciones suyas que describen el Principado de Mónaco como un nido de mafiosos. Montebourg no ha vuelto a abrir la boca sobre el caso desde que se ha convertido en un político famosillo. Mientras tanto, el juez Murciano sigue sufriendo las zancadillas del estamento político y se le hace pasar por un obseso para restar importancia a sus investigaciones.


Los Pastor no habían sufrido hasta ahora ningún tipo de ataque. En Mónaco sería más complicado que en territorio francés. El Principado está controlado metro a metro mediante cámaras de vigilancia. Los autores del intento de asesinato sabían que Hélène iba a visitar a su hijo Gildo al hospital L’Archet de Niza; ese día y a esa hora.

Los Pastor, la dinastía que, según se dice, tiene más dinero que los Grimaldi, eran hasta ahora intocables. Han sabido enriquecerse durante años e impermeabilizarse de todos los asuntos sucios que han manchado la reputación de Mónaco durante décadas: paraíso fiscal, blanqueo de dinero sucio, penetración de las organizaciones mafiosas italianas, desembarco de las mafias exsoviéticas… Y si a algún periodista se le ocurría husmear en los negocios de la familia, rápidamente se le hacía saber que era mejor no seguir insistiendo.

El príncipe Alberto expresó el mismo martes su viva emoción por el suceso. La máxima autoridad del Principado ve como su diminuto reino vuelve a centrar de nuevo la atención sobre aspectos mucho más peligrosos que su vida de pareja o las peripecias amorosas de sus hermanas y sobrinas.

En Mónaco y en la Riviera Francesa, los ricos han pasado al grado de alerta máxima tras el intento de asesinato de una de las herederas del principal imperio de la construcción en el Principado. Hélène Pastor, de 77 años, y su chófer, Mohamed D., de 64, salían del aparcamiento del Hospital L’Archet, en Niza, el pasado martes por la tarde. El fiel conductor y mayordomo de la septuagenaria ya había enfilado la calle cuando, desde detrás de un muro, surgió una figura que disparó dos veces en dirección al copiloto.

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