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Los nacidos libres: la generación que no conoció el Apartheid vota en Sudáfrica
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con un paro juvenil que alcanza el 60%

Los nacidos libres: la generación que no conoció el Apartheid vota en Sudáfrica

Cuando estos jóvenes dormían en el regazo de sus madres no sabían cuánto les había sonreído la suerte: habían nacido en una nueva Sudáfrica

Aunque pertenece a una familia acomodada, es consciente de que ha tenido mucha más oportunidades que sus padres o abuelos en su Sudáfrica natal. Shona Baatjes llegó al mundo el 15 de julio de 1994. Forma parte de la generación “nacida en libertad” en el país que dejó Nelson Mandela hace casi seis meses. De raza mestiza, Shona es estudiante universitaria de Sociología y Ciencias Políticas en Johannesburgo, una tarea que concilia con un trabajo a tiempo parcial para sacarse algo de dinero con el que salir con amigos y pagar parte de sus estudios.

Lo mejor es que, si trabajo duro, podré hacer lo que quiera en la vida”, cuenta esta joven a El Confidencial. “Antes (con el Apartheid), mis objetivos hubieran sido más limitados y mucho más difíciles de conseguir”, añade.

Mi padre lleva viviendo en una casa de barro toda su vida y nada ha cambiado a pesar de que acude a votar siempre que hay elecciones, dice Gasa, de 19 años

Shona ya tiene pensado qué casilla marcara con una “x” en las elecciones generales que este miércoles se celebraron en Sudáfrica, de las que saldrá el quinto Parlamento democrático y no racial de la historia del país y cuyos resultados definitivos se esperan para este viernes. “Me lo he pensado mucho”, dice suspirando. Es su primera vez ante las urnas y tiene claro que Sudáfrica necesita su voto. “Algunos de mis amigos aún tienen dudas”, concluye. Sus compatriotas parecen compartir su opinión, porque los sudafricanos votaron ayer masivamente. Si bien no hay cifras oficiales, algunos medios anunciaron una participación similar o superior a la de 2009, cuando alcanzó el 77,3% de los electores.

Thandi Mamacos, una joven de 18 años y raza blanca que vive en Ciudad del Cabo, también entrará por primera vez en un colegio electoral para votar. “Este es más nuestro país que de la generación que no quiere cambiar las cosas. Se necesita un cambio por lo que ha sucedido en el pasado”, cuenta.

Cuando estos jóvenes sudafricanos de distintas razas dormían en el regazo de sus madres no eran conscientes de cuánto les había sonreído la suerte: habían nacido en una nueva Sudáfrica, crecerían en un país que acababa de dejar atrás el régimen del Apartheid que instauró la discriminación racial. Ahora, 20 años después de las primeras elecciones democráticas que acabaron con el sistema segregacionista instaurado en 1948, pueden votar, pueden ejercer un derecho característico de todo país democrático.

Para algunos, lo mejor de crecer alejado de la represión es que “tienes la oportunidad de dejar atrás los estereotipos”, dice Waltraut Garoes, una joven negra de 20 años que vive en la provincia de Gauteng. Para otros, el mejor regalo de la democracia ha sido la igualdad de oportunidades, tanto en su tierra como en comparación con otros estados. “Sudáfrica puede brindarnos las mismas oportunidades que otros países desarrollados”, se apresura a explicar Anneline Coetzee, de raza blanca.

La generación nacida en 1994 no ha conocido los años de la persecución racial. Para ellos, la vida ha sido un camino más cómodo que el que recorrieron sus antepasados. “Mis abuelos me cuentan que fue muy duro”, explica Shona. Su amiga Mishka Harding añade que “las historias que me cuenta mi familia sobre esa época se centran en la escolarización y en el ceñirte a tener amigos de tu misma raza, sin opción. Mis padres ahora se ríen de esos tiempos porque sólo son parte del pasado”, confiesa.

Un desempleo juvenil del 60%

En estos tiempos de libertad, pero también de desempleo, Mishka, de 20 años, es otra de las jóvenes que ha logrado compaginar estudios y trabajo. Tiene un empleo a tiempo parcial como entrenadora de chicas aspirantes a cheerleaders y cursa Psicología Deportiva en la Universidad de Johannesburgo.

No veo que votar sea importante, porque da lo mismo que lo hagas o no. Mi padre lleva viviendo en una casa de barro toda su vida y nada ha cambiado a pesar de que acude a votar cada elecciones, dice Sanele

Unos 700.000 de los 23 millones y medio de votantes registrados para estas elecciones generales pertenecen a la generación “nacida en libertad”. Una gran parte de estos jóvenes está sin trabajo, pasa el día preocupándose de cómo ganarse la vida en los próximos años. Para estos sudafricanos, ejercer su derecho al voto no es una prioridad, porque su situación les hace ignorantes de las opciones políticas. Según los últimos datos, el 60% de los jóvenes de entre 15 y 24 años está en paro, una cifra difícil de combatir en un país con una democracia tan joven y que se resiste a cambiar de opción política en el Gobierno.

“No creo que mi voto pueda marcar la diferencia. Mis padres sufrieron el Apartheid y no tienen confianza en que algo vaya a cambiar”, dice Marcos Naidoo, un joven de 19 años de raza negra y que vive en Durban. Marcos representa al sector de la población negra con pocos recursos y que está descontento con el Congreso Nacional Africano (CNA), el partido en el poder liderado por el actual presidente del país, Jacob Zuma, que parte como favorito indiscutible en estas elecciones, aunque podría perder apoyos por los escándalos de corrupción y la desigualdad social. Forma parte de los que critican el incumplimiento de las promesas hechas a los pobres que no encuentra trabajo y sobreviven con escasos recursos.

La discriminación positiva contra los blancos

Algo parecido le ocurre a Sanele Gasa, de 19 años. Se ha registrado para votar por primera vez, aunque no se siente muy positivo respecto a estas elecciones. “No veo que votar sea importante, porque da lo mismo que lo hagas o no. Mi padre lleva viviendo en una casa de barro toda su vida y nada ha cambiado a pesar de que acude a votar siempre que hay elecciones”. No obstante, este joven de raza negra asegura que “está siendo difícil elegir un partido al que votar”, porque la realidad es que en los suburbios pobres de Sudáfrica falta la higiene, las condiciones de vida no son las adecuadas y los delincuentes campan a sus anchas en los poblados de chabolas.

Otro sector a tener muy en cuenta en la Sudáfrica de hoy en día son los blancos llamados afrikáners. Parte de este colectivo se retuerce con el actual Gobierno, que fortalece el sistema del BEE (Black Economic Empowerment) por el que se discrimina de manera positiva a los negros, indios, mestizos y chinos llegados antes de 1994. Uno de los que se encuentran en este colectivo es Brian Vorster, un afrikáner que se muestra muy tajante a la hora de expresar sus sentimientos con respecto a las demás razas.

Según los últimos datos, el 60% de los jóvenes de entre 15 y 24 años está en paro, una cifra difícil de combatir en un país con una democracia tan joven y que se resiste a cambiar de opción política en el Gobierno

“Mi voto no va a marcar la diferencia. Los políticos están sedientos de poder. El Gobierno no está escuchando al pueblo”, cuenta a este diario. Con cierto resentimiento, Brian describe su visión de la nueva Sudáfrica: “Por ser blanco tuve que luchar para conseguir un trabajo. Como país, Sudáfrica ha dado dos pasos hacia adelante y uno atrás”.

Una frase que invita a reflexionar sobre un estado que pertenece al selecto club de los países emergentes, los llamados BRICS (China, India, Brasil, Rusia), y que sólo creció un 2,5% en 2012, una cifra por debajo de lo esperado y que acaba de ser sobrepasado por Nigeria.

Si las encuestas de intención de voto se cumplen, será tarea de Jacob Zuma revertir esta tendencia. Los sondeos otorgan al CNA -en el poder de forma ininterrumpida desde la caída del régimen segregacionista en 1994- una nueva robusta mayoría del 63%, cerca de tres puntos inferior a la que aupó a Zuma a la presidencia hace cinco años. Mientras, el principal partido opositor, la Alianza Democrática (DA), se consolidaría con un crecimiento de siete puntos, al pasar del 16% que tiene en el Parlamento a un 23%.

Aunque pertenece a una familia acomodada, es consciente de que ha tenido mucha más oportunidades que sus padres o abuelos en su Sudáfrica natal. Shona Baatjes llegó al mundo el 15 de julio de 1994. Forma parte de la generación “nacida en libertad” en el país que dejó Nelson Mandela hace casi seis meses. De raza mestiza, Shona es estudiante universitaria de Sociología y Ciencias Políticas en Johannesburgo, una tarea que concilia con un trabajo a tiempo parcial para sacarse algo de dinero con el que salir con amigos y pagar parte de sus estudios.

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