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Latinoamérica se convierte en la salvación turística de las grandes hoteleras españolas
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EL TURISTA POR EL QUE LUCHAR VIENE DE EEUU

Latinoamérica se convierte en la salvación turística de las grandes hoteleras españolas

El salvavidas de las hoteleras españolas está a 8.000 kilómetros de distancia y el turista por el que todos luchan no viene de Madrid, sino de Kansas o Denver

Foto: Un grupo de turistas ante el templo de Kukulcán, en la península del Yucatán, México (Reuters).
Un grupo de turistas ante el templo de Kukulcán, en la península del Yucatán, México (Reuters).

Las grandes hoteleras españolas son uno de los grupos que mejor están sorteando la crisis en nuestro país. Casualmente, el secreto del éxito se basa en invertir casi todo su dinero en ultramar y en tener el menor número posible de españoles entre sus clientes. El salvavidas de su negocio se encuentra a 8.000 kilómetros de distancia, en América Latina, y el turista por el que todos luchan no viene de Madrid, Barcelona o Bilbao, sino de Kansas, Denver o Milwaukee.

Mientras en España se puede tardar décadas en amortizar la construcción de un complejo turístico, en el Caribe, México y, ahora, Centroamérica se necesitan sólo cuatro o cinco años para empezar a tener beneficios, gracias a ocupaciones del 90% durante todo el año. Una realidad que intuyeron los primeros hoteleros que llegaron a Punta Cana 30 años atrás, pero que en estos últimos tiempos se ha confirmado con la inversión masiva de los Meliá, Riu, Barceló o Iberostar. Ya sin tapujos, están haciendo de la región su principal esperanza para los próximos años, el activo que les permite equilibrar sus cuentas de resultados mientras tantos otros sectores económicos en nuestro país llevan años asomados al precipicio.

El salvavidas de las hoteleras españolas se encuentra a 8.000 kilómetros de distancia, en América Latina, y el turista por el que todos luchan no viene de Madrid, Barcelona o Bilbao, sino de Kansas, Denver o Milwaukee

Empezar a considerar España un destino casi secundario en el turismo de sol y playa para sólo invertir en ella el dinero estrictamente necesario responde a la lógica del mercado. Por un lado, la oferta está saturada y, salvo contadas excepciones, ya no hay margen para desarrollar más complejos hoteleros, si acaso sólo para reformar aquellos que sí siguen dando buenos resultados, como Canarias. No así la Costa Brava, las Baleares o la costa de Andalucía, esta última muy tocada por la crisis, que sufren el riesgo de perder posicionamiento debido a la falta de reinversión y al atractivo de otros destinos mediterráneos como Túnez o Turquía, que están cautivando a muchos turistas europeos mientras los clientes españoles andan de capa caída desde el inicio de la recesión.

Por eso, ante el panorama de necesitar 20 años para amortizar el dinero invertido en España, las hoteleras no ven otra salida que enviar sus ganancias al otro lado del charco, donde los millones de euros fluyen por toda la región en una interesante partida de Risk en la que todos van poniendo soldaditos en el tablero antes de que otro rival les robe el territorio. Nuevos destinos como Panamá, las Antillas o hasta Cartagena de Indias están viendo ya este desembarco.

Turistas pasean por una playa de la isla mexicana de Cozumel (Reuters).
“España actúa de forma inteligente. Y agresiva”

“No me cabe duda de que se trata de una segunda oleada de inversión española”, indica a este diario Jonathan Madrigal, especialista hotelero en TRT Consultores de Costa Rica. “España está actuando de la manera más inteligente y también más agresiva. Hay cadenas norteamericanas invirtiendo, pero quienes están haciendo el movimiento completo de construir un hotel, poner su marca y seguir el ciclo de sus propios clientes son los españoles. Están llegando a países en crecimiento, países estables, seguros, con el plus del entorno natural, y ahí comienzan a invertir como lo hicieron en España y el Caribe en el pasado”, continúa el experto.

Hoy, las hoteleras españolas cuentan con 89.000 habitaciones en América Latina repartidas en 231 hoteles. Y la cifra sube como la espuma. “Nos gustaría doblar el número de hoteles”, aseguró meses atrás Sabina Fluxá, vicepresidenta de Iberostar. Es decir, pasar de 100 a 200 hoteles arropados por su cifra de negocio, que ha crecido un 36% en los últimos cinco años.

España está actuando de la manera más inteligente y también más agresiva. Hay cadenas norteamericanas invirtiendo, pero quienes están haciendo el movimiento completo de construir un hotel, poner su marca y seguir el ciclo de sus propios clientes son los españoles

Esta segunda fase de inversión ya no baila tanto al son caribeño de Santo Domingo o Cuba, sino que cimienta sus bases en México, donde las grandes hoteleras han invertido más de 10.000 millones de euros en la última década. Desde ahí, extienden sus anhelos a Centroamérica, el nuevo El Dorado del turismo de sol y playa. Costa Rica, Panamá y en breve Nicaragua se perfilan como la gran apuesta para el próximo lustro, países casi vírgenes en el ámbito de los grandes complejos vacacionales que ofrecen todo lo que las hoteleras y los turistas pueden desear: novedad en el destino, un escenario todavía muy auténtico y relativa seguridad y estabilidad política. En México, el foco de la inversión se desplaza de Cancún y la Riviera Maya (si bien este sigue siendo el centro del pastel) hacia el oeste, a la costa del Pacífico mexicano, entre Riviera Nayarit y Baja California Sur.

Meliá anda enzarzado en Bahamas en un complejo de 2.250 habitaciones incluido en un macroproyecto compartido de casinos y condominios valorado en 2.600 millones de euros, a la vez que tiene firmados 19 proyectos nuevos que añadirán 5.000 habitaciones a su oferta entre México, Brasil, Colombia y Perú, entre otros destinos. Ninguna otra hotelera española se adentra tan decididamente como Meliá en Sudamérica, donde hay una competencia muy bien asentada que desfavorece la inversión. Riu, segunda en volumen y única que obtuvo beneficios el año pasado, sigue apostado por su modelo de construir y ser 100% propietario de sus enormes complejos turísticos, lo que la obliga a un crecimiento mucho más lento pero también más decidido. Tras el buen resultado de Costa Rica, la firma de los hermanos Luis y Carmen Riu llega a la isla de Saint Martin y abre en Panamá (100 millones de dólares) su primer complejo vacacional, mientras refuerza su oferta en México a base de remodelaciones. En una clara muestra de la tendencia general, Riu ha invertido en los últimos tres años 486 millones de euros en América Latina y 106 en España. “Es un movimiento lógico porque en América estamos invirtiendo en producto nuevo, que implica compra de terreno, construcción y equipamiento, mientras en España se trata de renovar la oferta existente”, argumentan desde la empresa.

placeholder Turistas suben a la Pirámide de la Luna, en Teotihuacán (Reuters).

Barceló, por su parte, apuesta también fuerte por la región y prevé ampliar un 50% su planta hotelera, que cuenta hoy 29 hoteles. “Hay que tener en cuenta que México es un país con una gran extensión geográfica y 113 millones de habitantes, de los cuales 47 millones vacacionaron en su país en 2013. A eso se suman 13,6 millones de turistas internacionales, siendo Estados Unidos y Canadá los mercados emisores más importantes”, desgrana Juan José Ribas, director general para Centro y Suramérica de Barceló Hotels & Resorts. “Centroamérica tiene una población de 44 millones de habitantes, con países muy distintos y cada uno con características especiales que atraen diferentes segmentos de mercado. Está claro que son mercados sumamente interesantes y han ayudado a compañías internacionales a equilibrar las cuentas de resultados”, prosigue Ribas.

En este sentido, Madrigal advierte que, además de los 12 meses de lleno hotelero y la variedad de la oferta, la clave está en Estados Unidos y Canadá, un emisor de 350 millones de turistas potenciales con un considerable poder adquisitivo. “Estamos volviendo a tener un flujo muy importante de clientes norteamericanos y se están creando alianzas de aerolíneas muy interesantes como Copa, que se ha aliado con KLM y trae a Panamá gente de Europa, y también se está tratando de que Iberia vuele diariamente al país.Ese flujo de turistas americanos y europeos anima a la creación de nuevos hoteles, y ahí las empresas españolas, que manejan perfectamente el ‘todo incluido’, están sabiendo leer mejor que nadie ese potencial”.

Para Riu, por ejemplo, casi la mitad de su clientela en México es norteamericana. “Es un cliente muy interesante porque tiene mucho espacio para vacaciones, no las concentra sólo en un mes. Además, están dejando de ir siempre a los mismos sitios, ya no sólo les atrae Cancún o las Bahamas”, indican desde Riu, para quien el volumen de cliente español es muy minoritario tanto en América como en España.

“Aún hay mucho por hacer, hay destinos que no están desarrollados, sino que solamente se han vendido los terrenos. En el ámbito de los resorts ‘todo incluido’, nadie está apostando tan fuerte como las empresas españolas”, confirma Blanca Basave, consultora de BDO México. “Tienen mucha confianza a la hora de invertir, son destinos que ya han dado resultados, trabajan con comercializadoras muy bien posicionadas que compran sus paquetes y eso les garantiza una demanda muy alta”, prosigue.

El único patinazo en América Latina hasta la fecha es el sector de las viviendas de lujo, para el que por ejemplo Meliá creó una división exclusiva que, tras pillarse los dedos, tuvo que cerrar. El cliente objetivo, entre ellos el jubilado de Estados Unidos, no ha terminado de arrancar y ha obligado a detener hasta nuevo aviso un negocio que prometía grandes beneficios. Otro ejemplo de batacazo es el desarrollo de Bahía Príncipe en la Riviera Maya, que, a pesar de contar con Rafael Nadal como promotor de lujo, tiene hoy casi todo su condominio sin vender.

Las grandes hoteleras españolas son uno de los grupos que mejor están sorteando la crisis en nuestro país. Casualmente, el secreto del éxito se basa en invertir casi todo su dinero en ultramar y en tener el menor número posible de españoles entre sus clientes. El salvavidas de su negocio se encuentra a 8.000 kilómetros de distancia, en América Latina, y el turista por el que todos luchan no viene de Madrid, Barcelona o Bilbao, sino de Kansas, Denver o Milwaukee.

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