“Es hora de largarse de la Rusia de Putin”
Las fronteras actúan como puertas. Putin lo sabe, y tras invitar a casa a los dos millones y medio de habitantes de Crimea, deja la puerta entreabierta
Más que puentes o barreras, las fronteras actúan como puertas. Putin lo sabe, y tras invitar a casa a los dos millones y medio de habitantes de Crimea, ha dejado la puerta entreabierta. Los vecinos insatisfechos ahora se amontonan y llaman a su timbre (algunos con violencia). “¿Qué puedo hacer yo, están tocando a mi puerta?”, viene a alegar el cuco de Putin.
También está esa famosa canción de El último de la fila que dice que cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana. Según el Banco Central Ruso más de 50.000millones de euros han salido del país desde la anexión de Crimea. En unas semanas se ha sacado más dinero de Rusia que en todo el 2012. Las autoridades ya han aprobado medidas monetarias "para reducir la volatilidad" ante "presiones externas" que han creado "una crisis artificial", en palabras del Primer Ministro Sergei Medvedev.¿Pero qué políticas monetarias aplicar cuando son los jóvenes los que se quieren ir?
El conflicto ucraniano es un punto y aparte en la política internacional; pero también la Rusia del futuro se está gestando en estos meses. Y no sólo porque las inversiones retiradas del país se llevan consigo tecnología y personal cualificado, sino porque los propios investigadores y liberales van con ellos en su huida al extranjero.Se quedan pues los patriotas, los adictos a las emociones fuertes y los que padecen el mal ruso.
De acuerdo con Lev Gudkov, director del centro de investigaciones sociales Levada, “lo peor es que la gente que puede irse son aquéllos que iban a tener un rol clave en las campañas de modernización iniciadas por el Kremlin. Pero parece que al Kremlin no le puede importar menos si los más preparados, los más activos, son precisamente los que emigran. Y eso porque su éxodo reduce las tensiones sociales y políticas en el país, y debilita a la oposición”.
En total, uno de cada cinco rusos quiere abandonar su país según una encuesta realizada por el centro Levada en 2012. El número es mayor entre los estudiantes de universidad (45%) y empresarios (38%). Otro instituto, el Romir, se ha centrado en los urbanitas, concluyendo que a un tercio de ellos le gustaría cambiar de aires. Incluso el centro Vtsiom, más cercano al Kremlin, reconoce que el 40% de los jóvenes entre 18 y 35 años quiere dejar Rusia.
Este estado de ánimo es recogido por el blogPora Valiten el que se dan consejos de cómo emigrar. La traducción del nombre al castellano sería algo así como ‘la hora de largarse’. Desde que Putin anunció su intención de recuperar la presidencia (tras el lacrimoso enroque con Medvedev) el tráfico y el número de comentarios en el blogha aumentado.
Yanson, el fundador y coordinador del blog, cuenta a El Confidencial que “la gente joven está de alguna manera orgullosa de esa Rusia que siempre tiene problemas, guerras y crisis, pero que siempre sobrevive, lo cuál quiere decir que Rusia es fuerte. Lo que pasa es que luego quieren vivir en sitios tranquilos, sin riesgos ecológicos, económicos y políticos”.
Según su propio manager,La hora de largarsees una comunidad de discusión medio seria y medio en broma… “El nombre además se presta a ello: que hay un desfalco de cinco mil millones en el ministerio de defensa y nadie es culpable –Pora Valit! Que se estrella otro avión –Pora Valit! Que no hay agua caliente en invierno –Pora Valit!... la gente está cansada de la falta de futuro y las malas condiciones de vida y busca oportunidades fuera. Nadie espera milagros de nuestro país ni cree en un brillante futuro. Ni siquiera los más patriotas”.
Yanson también comenta que “a causa de la campaña de propaganda de los últimos días mucha gente de clase baja ha empezado a tener miedo de Europa, por los gays, los impuestos, la policía y la corrupción. En serio. Pero esos trucos no funcionan con las clases más altas, quienes han visto el extranjero con sus propios ojos”.
Valery Fyodorov, director del centro de estudios Vtsiom, opina que la reciente ola de emigración no tiene nada que ver con razones políticas, sino que “esta gente sólo quiere vivir mejor y probar algo nuevo”. “La mayor parte de aquéllos que quieren irse tienen éxito en Rusia… sus razones están relacionadas con los problemas causados por la crisis económica, más que por la política”, añade.
Olga Alexeeva es una ciudadana rusa que vive en Barcelona desde hace un año y medio. Aunque hay cosas que no le gustan, reconoce a El Confidencial que sus motivos para irse de Rusia no fueron políticos, sino por comodidad, calidad de vida e interés en España.
''La gente está cansada de la falta de futuro y las malas condiciones de vida y busca oportunidades fuera. Nadie espera milagros de nuestro país ni cree en un brillante futuro. Ni siquiera los más patriotas''
El columnista Andrew Ryvkin asegura que “en Rusia sólo vemos progreso en el entretenimiento y la diversión, pero yo no puedo vivir en un restaurante… Hay buenos restaurantes y exposiciones de arte, pero luego a veinte metros te encuentras con una tropa de OMON (fuerzas especiales de la policía)”.
Elena Pilauri nos responde desde India. En su caso, los condicionantes políticos sí han sido cruciales para largarse de Moscú. “Más y más gente joven está considerando irse al extranjero. Yo estoy en contacto con un gran número de personas en torno a los 30 años; son gente con educación superior y algunos de ellos incluso ganan bastante dinero. Con frecuencia sale la conversación de irse. Yo diría que hay varias razones para ello. Algunos consideran que en Estados Unidos o en Europa pueden desarrollar mejor su carrera profesional. Pero aquí hay un aspecto importante, el hecho de que ellos no ven ni futuro ni estabilidad en el país. Este también es mi caso; como tantos otros rusos busco realizarme y vivir con más libertad. Infelizmente, al gobierno no le importa lo que le ocurre a los ciudadanos de su país, así que más y más gente sale para no volver”.
Estas diferencias no son sólo generacionales, sino también económicas y políticas. De acuerdo con las estadísticas del centro Levada, el 78% de los rusos nunca ha cruzado la frontera. Aún más interesante es que de entre el electorado que votó a Putin en las últimas elecciones presidenciales sólo el 7% había salido del país.
Otros, sin embargo, han sido forzados a hacerlo… y dando gracias. El caso más conocido es el de Mijail Khodorkovsky, pero hay más figuras significativas que optaron por el exilio voluntario, como el ajedrecista Garry Kasparov y el economista Sergei Guriev. Hasta hace un año, Guriev era rector de la Nueva Escuela de Economía de Moscú, la universidad donde el president Obama dio una charla en su visita a la capital rusa. Aparecía además en las listas de personas más influyentes, era una de las cabezas visibles de Skolkovo (el Sillicon Valley ruso) y escribía discursos al entonces presidente Medvedev.
Cuando lo conocí, en el Foro Económico de San Petersburgo en 2011, la elite rusa rebosaba de un optimismo y ganas de diálogo que tedejaba descolocado. Mirando atrás, aquello me parece un espejismo. “Desde entonces han cambiado muchas cosas. Lo más importante es que Putin ha vuelto a la presidencia con lo que ha resultado ser una agenda anti-modernizadora. Esto envía un claro mensaje de que todo lo que se percibió como modernizador bajo Medvedev no va a ser materializado; así que para muchos jóvenes resulta más razonable hacer su vida fuera”, nos responde Guriev desde París, donde trabaja como profesor invitado enScience Po.
En mayo de 2013, fue a Francia para visitar a su familia y ya no volvió. Las vacaciones se convirtieron pues en un exilio político. El entorno de Putin acusó a varios colaboradores de Medvedev de mantener contactos con la oposición. Algunos comenzaron a ser investigados. “Creo que ya quedó claro que el gobierno ruso está lejos de lo que se considera normal en occidente. Pero yo me fui porque no quería perder mi libertad”, explica el profesor por e-mail.
Guriev cree que las sanciones van a tener repercusionestambién en Europa, pero que sobre todo van a hacer mucho daño en Rusia. Además de los costes financieros a corto plazo, a los líderes rusos les va a costar recuperar la confianza internacional. No obstante, el daño a la economía del país parece importarle tan poco a Putincomo el derecho internacional. El profesor Guriev incluso asegura que la reacción del Kremlin al conflicto ucraniano no fue del todo accidental: “el estancamiento de la economía empezó a resquebrajar los fundamentos y la legitimidad del régimen, así que el propio régimen optó por una expansión territorial para recuperar su popularidad y legitimidad”.
Las nuevas generaciones de rusos crecieron en el entorno de caos y mudanzas que vino con la Perestroika. Han visto de todo y pueden adaptarse a nuevos cambios y sacrificios, pero creen que el precio a pagar es demasiado alto. En la prensa son presentados comoegoístas y hedonistas; y es cierto que piensan más en sí mismos y dejan los actos heroicos contra el régimen a Ilya Yashin y Alexei Navalny.
Más que puentes o barreras, las fronteras actúan como puertas. Putin lo sabe, y tras invitar a casa a los dos millones y medio de habitantes de Crimea, ha dejado la puerta entreabierta. Los vecinos insatisfechos ahora se amontonan y llaman a su timbre (algunos con violencia). “¿Qué puedo hacer yo, están tocando a mi puerta?”, viene a alegar el cuco de Putin.
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