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En la piel de un prorruso de Ucrania
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VIAJE A DONÉTsK, EL EPICENTRO SEPARATISTA

En la piel de un prorruso de Ucrania

Un día hermoso en Donétsk. Pilas de neumáticos rodean el Parlamento asaltado, el sol hace brillar el alambre de espino y jóvenes enmascarados pasean

Foto: Manifestantes prorrusos protegen una barricada ante la sede del Gobierno regional en Donétsk, al este de Ucrania (Reuters).
Manifestantes prorrusos protegen una barricada ante la sede del Gobierno regional en Donétsk, al este de Ucrania (Reuters).

Hace un día hermoso en Donétsk. Pilas de neumáticos rodean el Parlamento, asaltado por grupos prorrusos, el sol hace brillar el cuantioso alambre de espino y decenas de jóvenes enmascarados pasean blandiendo palos de metal. Las banderas ondean alegremente mientras suenan discursos y marchas militares. Hay moteros tatuados, retratos de la Virgen y señores sin dientes.

De los altavoces brota a un volumen ensordecedor el himno de la URSS; dos ancianos elevan la bandera roja frente al edificio y cantan con la multitud: “Unión Indestructible de Repúblicas Libres...”. Sin contar con los jóvenes que, tras la barricada, se quitan la mascarilla médica para fumar imitando a Tyler Durden (el coprotagonista de la novela Fight Club) la edad media debe rondar los 60 años.

De la nada aparece un joven en bicicleta; viste pantalones pitillo y cárdigan, gafas de sol, un flequillo largo… Hace una pregunta a este periodista en un perfecto inglés: “¿Eres de Buzzfeed (un medio norteamericano especializado en noticias virales)?”. “No”, respondo.

De la nada aparece un joven en bicicleta; viste pantalones pitillo y cárdigan, gafas de sol, un flequillo largo. Hace una pregunta a este periodista en un perfecto inglés: '¿Eres de Buzzfeed (un medio norteamericano)'. Es pro-Maidan

Iniciamos una conversación y el joven ofrece contactos. Intercambiamos los números de teléfono. Al mismo tiempo, un grupo de señoras mayores que nos ha ido rodeando comienza a hacer preguntas. “¿Quiénes sois? ¿De dónde venís?”. De la nada aparece otro joven. Este lleva pasamontañas y bate de béisbol. Le propina un puñetazo al de la bicicleta, cuyo iPhone cae al suelo. Las señoras, en lugar de mediar en la pelea, increpan al agredido. Otros enmascarados se acercan con palos. El de la bicicleta, lejos de amedrentarse, responde airado; lo tomo de un brazo y le pido que nos vayamos. Cuando nos alejamos caminando, un motero nos sigue y acusa al joven de haberle robado el móvil. Forcejean un poco. Al final, nos marchamos.

El joven agredido era un pro-Maidán (el epicentro de las protestas que derrocaron a Víktor Yanukóvich). El violento del pasamontañas y él se reconocieron de pasados encuentros; primero, a principios de marzo, durante un choque de manifestaciones de signo contrario. Salió huyendo en su bicicleta mientras varias señoras gritaban “¡cogedle, cogedle!”. Después, el día 13, cuando las peleas callejeras dejaron tres muertos. Esta vez encajó un puñetazo; luego recibió un mensaje por Vkontakte (el Facebook ruso) con su propia dirección y número de teléfono.

Cómo es sentirse minoría

Nicolai, un científico de Jarkov que sigue la situación política muy de cerca y habla un español impecable, es más sensible hacia el lado ruso. Sus argumentos son perfectamente sólidos y enhebrados, bien acabados. Hace una semana habló a este periodista de cuando se sintió minoría. Fue con el Gobierno de Víktor Yúshchenko (elevado al poder en 2004 con la llamada “revolución naranja”), cuando impuso el ucraniano como única lengua oficial.

En otra ocasión tuvimos un proceso judicial. Tuve que pasar por todo el lenguaje jurídico en ucraniano. Lo entiendo bien, pero me cuesta hablarlo. Tuve que solicitar un traductor. Al final, el juez me pidió que pasase al ruso. Es ridículo no sólo para mí, sino también para las autoridades

“Te voy a dar dos ejemplos: el prospecto de la medicina dejó de venir en dos idiomas. Mi mujer y yo (rusohablantes) somos personas mayores y necesitamos entender bien las instrucciones. Algunos términos técnicos resultaban muy difíciles en ucraniano (…). En otra ocasión, dadas las circunstancias de la vida, tuvimos un proceso judicial. Tuve que pasar por todo el lenguaje jurídico en ucraniano. Yo el idioma lo entiendo bien, pero me cuesta hablarlo. Tuve que solicitar un traductor. Al final, el juez me pidió que pasase al ruso. Es ridículo no sólo para mí, sino también para las autoridades”, cuenta.

Nicolai es natural de Jabárovsk, pero se casó con una ucraniana; hoy representa una clase media científica, rusoparlante y bien educada (en su caso, por la emblemática Universidad de los Pueblos Amigos) que describe las manifestaciones a favor de Rusia no como actos secesionistas, sino como expresión de amistad y contacto frente al nacionalismo post-Maidán. Para él, la cuestión Este-Oeste pasa más bien por la economía, que en Jarkov, al igual que en otras ciudades de Ucrania, consiste en una estrecha red corporativa forjada décadas atrás en sectores como el químico o el espacial, y que no pueden enemistarse con Rusia.

Así, quita hierro a los eventos de Járkov. Los asaltantes del edificio administrativo, dice, eran locales desarmados y mal organizados, por eso fue fácil desalojarlos; quienes hablan de provocadores rusos mienten. Ahora, dadas las circunstancias, con un Gobierno provisional que no muestra especial interés en el Este y ha vuelto a quitarle al ruso el estatus oficial, con un país inestable, Nicolai y otros apoyan la fórmula federal para lograr una Ucrania más cómoda.

Para él, la cuestión Este-Oeste pasa más bien por la economía, que en Jarkov, al igual que en otras ciudades de Ucrania, consiste en una estrecha red corporativa forjada décadas atrás en sectores como el químico o el espacial, y que no pueden enemistarse con Rusia.

Eso dicen los implicados, a diferentes niveles, en la política, pero la clave residirá en la gran masa de personas que ignoran plazas y banderas. ¿Hasta qué punto quieren los ucranianos un nuevo modelo estatal? Según una encuesta del Centro Razúmkov realizada hace un mes, el 61% de los ciudadanos rechaza la posibilidad federalista, frente al 16% que le parece una solución apropiada. Un taxista ofrece otra valiosa impresión de los acontecimientos. ¿Y qué cree usted de la situación? “Tengo la cabeza así de grande”, responde, sujetando en el aire un melón invisible.

Kiev amenaza con liberar por la fuerza las sedes ocupadas

Si la situación en Jarkov parece “resuelta” (con varios heridos y 70 detenidos), la toma del cuartel del servicio secreto ucraniano (SBU) en Lugánsk arroja datos preocupantes. Sus captores (según el propio SBU) han minado el edificio, han tomado entre 200 y 300 rifles Kaláshnikov y llegaron a mantener retenidas a unas60 personas. También exigen un referéndum y amenazan con la invasión rusa en caso de que alguien se atreva a dispararles.En la madrugada del martes56 personas de las retenidas pudieron salir de la sede ocupada según ha informado la oficina de prensa del Servicio de Seguridad (SBU).

Maniatado por la falta de personal y de lealtad (el ministro del Interior amenzó con despedir al 30% de los policías de Jarkov por mostrar actitudes prorrusas; las fuerzas de seguridad de Donétsk también son criticadas en este sentido), el Gobierno de Kiev ha endurecido las penas contra quienes amenacen la integridad de Ucrania, una forma de decir que aquellos que asalten edificios serán tratados como terroristas (el Partido Comunista recordó que fueron los del Maidán quienes sentaron precedente).

Las nuevas autoridades ucranianas aupadas al poder a golpe de revolución amenazaron ayer con emplear toda la fuerza que les permite la ley antiterrorista si los manifestantes prorrusos no desalojan la sede del Gobierno regional en Donétsk y la oficina del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU, el antiguo KGB) en Lugansk.Con ello, el Gobierno de Ucrania desoyó la advertencia que lazó ayer la Cancillería rusa, que exigió “poner fin de inmediato a todo tipo de preparativos militares” paracontener las protestas prorrusas en el corazón industrial del país. Para el Kremlin, estas acciones “podrían conducir al estallido de una guerra civil”.

Las fuerzas de seguridad de Ucrania se preparan para lanzar una operación especial y desalojar por la fuerza a los separatistas, que no ocultan su deseo de que las dos regiones se incorporen a Rusia siguiendo la estela de Crimea. El jefe del gabinete del presidente de Ucrania, Serguei Páshinski, advirtió ayer a los grupos prorrusos que los edificios que ocupan están rodeados por las fuerzas de seguridad y que se han “tomado medidas para trasladar a fuerzas especiales al este de Ucrania”. “No hemos sacado las armas y, de acuerdo a nuestro deseo de evitar el derramamiento de sangre, hemos propuesto a los terroristas que entreguen las armas y se rindan”, agregó

En el mismo sentido se pronunció el jefe del Ministerio de Interior para la región de Lugansk, Vladímir Guslavski, quien pidió a los prorrusos “entender que un solo disparo puede llevar a consecuencias irreparables”. Además, los ocupantes de las sedes gubernamentales en Donetsk y Lugansk, los dos bastiones de Ucrania que más población de rusos étnicos tienen, se enfrentarán a castigos más severos después de que la Rada Suprema de Ucrania endureciera ayer el Código Penal. Se castigarán con quince años de cárcel y hasta con prisión perpetua las acciones separatistas que conduzcan a la muerte de personas o tengan otras consecuencias graves.

Hace un día hermoso en Donétsk. Pilas de neumáticos rodean el Parlamento, asaltado por grupos prorrusos, el sol hace brillar el cuantioso alambre de espino y decenas de jóvenes enmascarados pasean blandiendo palos de metal. Las banderas ondean alegremente mientras suenan discursos y marchas militares. Hay moteros tatuados, retratos de la Virgen y señores sin dientes.

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