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¿Apaciguar o castigar a Rusia? Ninguna opción es buena para Barack Obama
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preocupa la IMAGEN DE DEBILIDAD del presidente

¿Apaciguar o castigar a Rusia? Ninguna opción es buena para Barack Obama

Vladimir Putin ha perdido el sentido de la realidad, se encuentra “en otro mundo” y resulta totalmente impredecible. Esta es la conclusión a la que llegaron

Foto: El presidente Barac Obama conversa con Vladimir Putin este fin de semana sobre la crisis de Ucrania, en una imagen cedida por la Casa Blanca (Reuters).
El presidente Barac Obama conversa con Vladimir Putin este fin de semana sobre la crisis de Ucrania, en una imagen cedida por la Casa Blanca (Reuters).

Vladimir Putin ha perdido el sentido de la realidad, se encuentra “en otro mundo” y resulta totalmente impredecible. Esta es la conclusión a la que llegaron la canciller alemana Angela Merkel y el presidente estadounidense Barack Obama durante la conversación telefónica que mantuvieron el domingo. La intervención militar de Rusia en Crimea ha cogido por sorpresa a Occidente y en la Casa Blanca se trabaja sin descanso (se han pasado el fin de semana encerrados en el Ala Oeste) para liderar la respuesta a un conflicto extremadamente incómodo, que deja a Obama al timón de la crisis internacional más delicada desde que llegó a la presidencia. Ninguna opción es buena para un presidente que ha generado una preocupante imagen de debilidad en política exterior pero que, al mismo tiempo, gobierna un país donde más de un 50% de la población apoya ya las tesis aislacionistas. ¿Qué opciones se barajan?

1. Intervención militar

Una intervención militar contra Rusia está por ahora totalmente descartada. El secretario de Estado, John Kerry, respondió a la pregunta varias veces durante las entrevistas televisivas que ofreció el fin de semana. Habló de negociar, de agotar la diplomacia, de un “escenario que todos queremos evitar” y se perdió en interminables circunloquios. Ninguna voz relevante de la política estadounidense ha hablado hasta ahora de desplegar al Ejército para frenar a Putin, tampoco entre los republicanos. “No creo que nadie esté defendiendo esa opción ahora mismo”, dijo el senador Marco Rubio, uno de los primeros espadas de la política exterior del partido.

Ninguna opción es buena para un presidente que ha generado una preocupante imagen de debilidad en política exterior pero que, al mismo tiempo, gobierna un país donde más de un 50% de la población apoya ya las tesis aislacionistas

Tampoco la opinión pública estadounidense apoyaría una intervención. Es más, según un sondeo del Pew Institute publicado en diciembre del año pasado, un 51% de los estadounidenses creen que su Gobierno debería “parar sus actuaciones en todo el mundo y dejar que cada país se preocupe de sus propios problemas”. Sólo un 38 por ciento se mostró en contra de dicha idea. Se trata del resultado más “aislacionista” obtenido desde que se empezó a hacer este sondeo anual, hace ya medio siglo.

2. Asfixiar diplomática y económicamente a Rusia

Vamos a hacer que duela”, en palabras de un alto oficial de la Administración Obama. Es la primera opción que maneja la Casa Blanca y la que se estaría discutiendo con las potencias aliadas. “Creo que hay una visión unánime entre todos los ministros de exteriores (aliados) de que simplemente vamos a aislar a Rusia”. Kerry habló de un escenario que, en última instancia, llevaría “incluso a revocar visados o congelar cuentas bancarias”. También pronosticó que se producirá una “disrupción de las rutinas comerciales” y que se “ahuyentará la inversión”. El propio Obama habló ayer lunes de “aislar a Rusia” mediante una serie de medidas económicas y diplomáticas que en este momento "se están evaluando".

Pese a todo, la idea de debilitar los lazos comerciales y económicos con Rusia cuenta con una enorme oposición, especialmente dentro de la Unión Europea y de círculos corporativos a los dos lados del Atlántico. Los expertos recuerdan que Putin ha perdido el respeto a Occidente no sólo por la actitud conciliadora de Obama en política exterior, sino también por una enrevesada y sucia maraña de intereses económicos. “No estamos hablando de mucho dinero, sino de muchísimo dinero. El propio Banco Central (ruso) estima que dos tercios de los 56.000 millones de dólares que salieron de Rusia en 2012 están relacionados con actividades ilegales”, dice Ben Judha, autor de uno de los ensayos de moda sobre la Rusia de Putin.

placeholder Manifestación contra la intervención rusa en Crimea en Times Square, Nueva York (Reuters).

Judha recuerda que buena parte de ese dinero acaba en la Unión Europea, en cuentas bancarias en Austria, fondos de inversión gestionados desde la City londinense, mansiones en la Costa Azul, escuelas de élite en Suiza… “(Los rusos) han visto de primera mano lo obsequiosos que los aristócratas occidentales y los millonarios corporativos pueden llegar a convertirse de la noche a la mañana cuando hay miles de millones de dólares en juego. (...) Rusia cree que en Occidente hoy en día todo tiene que ver con el dinero y ya no respetan a los europeos como lo hacían durante la Guerra Fría”.

3. Expulsar a Rusia del G8

El secretario Kerry ha amenazado veladamente con expulsar a Moscú del G8. Una vez más, no está claro que se trate de algo más que un farol y tampoco parece contar con el respaldo de todos sus aliados. Alemania, por ejemplo, ya ha descartado la expulsión como una opción real

Se trataría de un primer paso serio para aislar diplomática y económicamente a Rusia. Washington ya ha iniciado las gestiones con sus aliados para anular el próximo encuentro de este selecto club de potencias mundiales, programado para el mes de junio en Sochi, la sede de los Juegos Olímpicos Invernales con los que Putin quería deslumbrar al mundo. El secretario Kerry ha amenazado veladamente con expulsar a Moscú del G8. Una vez más, no está claro que se trate de algo más que un farol y tampoco parece contar con el respaldo de todos sus aliados. Alemania, por ejemplo, ya ha descartado la expulsión como una opción real. Al menos por ahora.

4. Sacrificar Crimea a cambio de frenar la escalada

Así es como zanjó George W. Bush la crisis de 2008 tras la intervención de Rusia en Georgia. La diferencia es que aquel episodio se interpretó como una provocación del presidente georgiano, Mikheil Saakashvili, mientras que en esta ocasión la diplomacia occidental culpa unánimemente a Putin. Washington ha dicho que no tolerará que las tropas rusas (unos 6.000 soldados, calculan) continúen en Crimea “a largo plazo” y que la “unidad de Ucrania” no es negociable, ya que “incumpliría todos los tratados internacionales”. En palabras de Kerry, se trata de un “comportamiento del siglo XIX en pleno siglo XXI”. Sin embargo, apuntan los expertos, si la presencia rusa se alarga en el tiempo y el conflicto se enquista, podría acabar tolerándose que los soldados rusos “tutelen” un proceso de secesión.

Vladimir Putin ha perdido el sentido de la realidad, se encuentra “en otro mundo” y resulta totalmente impredecible. Esta es la conclusión a la que llegaron la canciller alemana Angela Merkel y el presidente estadounidense Barack Obama durante la conversación telefónica que mantuvieron el domingo. La intervención militar de Rusia en Crimea ha cogido por sorpresa a Occidente y en la Casa Blanca se trabaja sin descanso (se han pasado el fin de semana encerrados en el Ala Oeste) para liderar la respuesta a un conflicto extremadamente incómodo, que deja a Obama al timón de la crisis internacional más delicada desde que llegó a la presidencia. Ninguna opción es buena para un presidente que ha generado una preocupante imagen de debilidad en política exterior pero que, al mismo tiempo, gobierna un país donde más de un 50% de la población apoya ya las tesis aislacionistas. ¿Qué opciones se barajan?

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