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Kenia ‘regala’ los atletas más rápidos del mundo a los países árabes
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deben pagar a HACIENDA UN 30% DE SUS PREMIOS

Kenia ‘regala’ los atletas más rápidos del mundo a los países árabes

Una nueva ley obliga a los atletas del país africano a pagar un 30% de todos sus premios internacionales a Hacienda. Muchos buscarán su futuro en Qatar

Foto: La keniata Sharon Cherop y Wesley Korir tras ganar el maratón de Boston en 2012 (Reuters).
La keniata Sharon Cherop y Wesley Korir tras ganar el maratón de Boston en 2012 (Reuters).

Wesley Korir es un tipo de currículum ecléctico. En 2012, este keniano se impuso en la maratón de Boston (una de los cinco grandes de la larga de distancia). Letras de oro, al fin, para una dilatada hoja de servicios deportivos, curtida principalmente en clásicas transoceánicas. Pero sólo un año después, quizá impulsado en el ego por sus éxitos sobre el asfalto, Korir se lanzaba a la arena de la política para ser elegido diputado por la región de Cherangany, al oeste de Kenia. Y ahora, es su voz, no sus piernas, la que lucha cada día para romper marcas.

En los últimos días, en su papel de parlamentario, Korir ha realizado un llamamiento público a rechazar la nueva ley que obliga a los atletas del país africano a pagar un 30% de todos sus premios internacionales a la Hacienda keniana. “Los deportistas han trabajado muy duro, han luchado toda su vida para llegar hasta donde están, y es ahora muy complicado para ellos esta nueva situación”, reconoce el diputado-atleta a El Confidencial.

En el atletismo keniano escasean las historias de vino y rosas. Primero, debido a que la supervivencia de estos deportistas se sustenta gracias a los patrocinadores y, sobre todo, a los premios. Y, segundo, por la superpoblación de atletas que sufre la región, lo que convierte su gloria en poco más que pasajera

Conforme a la nueva legislación, desde este mismo mes, los deportistas del país africano deben entregar casi un tercio del dinero recibido por sus éxitos, en una medida considerada punitiva por el colectivo. “El Gobierno no está haciendo nada para apoyar a los atletas (…). Queremos evitar la doble imposición, porque este es un dinero que ya está gravado en la mayoría de ocasiones”, asevera el deportista reconvertido en político.

No hay historias de vino y rosas

Como denuncia Korir, en la actualidad los corredores del país africano tan sólo reciben un 15% de sus laureles monetarios, quedando el resto de los emolumentos repartido entre agentes, mánager, autoridades locales... “Tenemos que sentarnos y discutir la cuestión”, asegura a este periodista Abel Kirui, doble campeón del mundo de maratón (Berlín 2009 y Daegu 2011) y medalla de plata en los pasados Juegos Olímpicos de Londres.

El caso de Kirui es representativo, porque en el atletismo keniano escasean las historias de vino y rosas. Primero, debido a que la supervivencia de estos deportistas (la gran parte de ellos pertenecen al equipo de atletismo de la Policía) se sustenta gracias a la ayuda servida por los patrocinadores y, sobre todo, a los premios obtenidos en las carreras. Y, segundo, por la superpoblación de atletas que 'sufre' la región y que convierte su gloria en poco más que pasajera.

Por ejemplo, en 2011, sólo dos días después de su victoria en los Mundiales de Daegu, Corea del Sur, Kirui era ascendido por el Gobierno keniano de sargento a inspector del cuerpo. Pese a ello, su salario apenas llegaba entonces a los 35.000 shilling (cerca de 300 euros) mensuales.Es por esto que el dinero recibido en los campeonatos resulta tan capital: una victoria en el Campeonato del Mundo se paga a 60.000 dólares, mientras que los vencedores en maratones como los de Chicago o Nueva York reciben más de 100.000 (sin contar suplementos).

placeholder Abel Kirui reza tras su victoria en el maratón de los Juegos de Londres en 2012 (Reuters).

Un récord y una conversiónal islam

Ante los nuevos impuestos, muchos deportistas van a comenzar a competir bajo la bandera de otros países”, asegura Samson Katam, quien ejerce de entrenador jefe en el equipo de la Policía keniana, el principal club de atletismo del país. Sus palabras no son sólo una dramática profecía.

Ya en 2003, el keniano Stephen Cherono abrazaba la nacionalidad catarí, pese a nunca haber residido en el país. ¿El precio de su decisión? Un millón de dólares y un estipendio de otros mil mensuales para toda la vida, que agradeció, eso sí, con el récord del mundo y una conversión al islam en forma y nombre de Saif Saaeed Shaheen

Ya en 2003, el keniano Stephen Cherono –en aquel momento, el más aventajado atleta en la disciplina de los 3.000 metros obstáculos– abrazaba la nacionalidad catarí, pese a nunca haber residido en el país. ¿El precio de su decisión? Un millón de dólares y un estipendio de otros mil mensuales para toda la vida que agradeció, eso sí, con el récord del mundo y una conversión al islam en forma y nombre de Saif Saaeed Shaheen.

El caso es similar al de los ocho levantadores de peso búlgaros que, en el año 2000, el Estado del Golfo reclutaba para competir en los Juegos de Sydney. Aunque en esta ocasión el acuerdo no fue tan beneficioso: tan sólo un bronce, el logrado por Said Saif Assad, antes conocido como Angel Popov.

En este sentido, dinero parece llamar a dinero. Y no sólo en forma de salarios. Inaugurado en 2005, el centro deportivo Aspire Dome, que cuenta con campo de fútbol de hierba artificial, pista de atletismo de 200 metros, piscina olímpica o salón completo de gimnasia, es la última punta de lanza para fomentar, en cuerpo y alma (el complejo cuenta también con un centro de Estudios Islámicos), la búsqueda de nuevos talentos que se incorporen al equipo nacional de Qatar. Y en un país de apenas dos millones de habitantes, esto debe hacerse a golpe de petrodólares. Es por ello que se teme que la nueva medida fiscal sirva de cebo para la captación de talentos en territorio keniano, donde la mayor parte de sus deportistas se ven obligados a entrenar entre tierra y asfalto.

placeholder El keniata Geoffrey Mutai durante el maratón de Nueva York de 2013 (Reuters).

Y donde, cómo no, capacidad deportiva no falta. En los últimos 25 años, la tribu de los kalenjin –asentada fundamentalmente en el valle del Rift, de donde salen la mayor parte de corredores– ha logrado más de 30 medallas en los Juegos Olímpicos. De esta región han surgido Paul Tergat, doble medallista olímpico, o Kipchoge Keino, considerado el mejor atleta keniano de la historia.“Los atletas no están contentos con la nueva imposición; es por ello que muchos piensan en marcharse fuera”, recuerda el entrenador Katam.

Wesley Korir es un tipo de currículum ecléctico. En 2012, este keniano se impuso en la maratón de Boston (una de los cinco grandes de la larga de distancia). Letras de oro, al fin, para una dilatada hoja de servicios deportivos, curtida principalmente en clásicas transoceánicas. Pero sólo un año después, quizá impulsado en el ego por sus éxitos sobre el asfalto, Korir se lanzaba a la arena de la política para ser elegido diputado por la región de Cherangany, al oeste de Kenia. Y ahora, es su voz, no sus piernas, la que lucha cada día para romper marcas.

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