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Los patriotas que vienen de lejos: un pueblo viaja 30 horas para cambiar Tailandia
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LAS ELECCIONES DE HOY PUEDEN AGRAVAR LA CRISIS

Los patriotas que vienen de lejos: un pueblo viaja 30 horas para cambiar Tailandia

Los habitantes de Su-ngai Kolok acudieron a la llamada para derrocar al Gobierno de Tailandia. Desde entonces su pueblo permanece casi desierto

Foto: El pueblo de Su-ngai Kolok, con Nimit Denrussameetep, a la cabeza, se prepara para una marcha (Laura Villadiego).
El pueblo de Su-ngai Kolok, con Nimit Denrussameetep, a la cabeza, se prepara para una marcha (Laura Villadiego).

El tren procedente de Su-ngai Kolok llega con un poco de retraso a la estación de Samsen, en el norte de Bangkok. Corre el 9 de diciembre de 2013. Los primeros bultos y personas comienzan a saltar por ventanas y puertas antes de que a la máquina le dé tiempo a detenerse por completo.Se les recibe con gritos de “¡Vamos a luchar!” porque sonlos refuerzos que los manifestantes estaban esperando. Suthep Thaugsuban, el líder de las protestas que desde hace dos meses han tomado las calles de Bangkok, había pedido ese día la movilización de todos los descontentos para tumbar definitivamente al Gobierno tailandés. Los habitantes de Su-ngai Kolok no dudaron en acudir a la llamada. Desde entonces su pueblo permanece casi desierto, ya que el Ejecutivo sigue sin ser derrocado.

“Hemos venido todos, unas 300 personas. Sólo se han quedado algunos vecinos para cuidar de nuestras casas, algunos negocios y los niños”, asegura a El Confidencial la señora Sochada Pamara,la alcaldesa. Su-ngai Kolok (río Kolok) es el último distrito en Tailandia antes de la frontera con Malasia, a aproximadamente 1.200 kilómetros al sur de la capital. En el paso fronterizo ha prosperado una ciudad de casi 40.000 personas, que ha absorbido localidades colindantes como la de Sochada. De hecho, los habitantes del pueblo han terminado por adoptar también el nombre de Su-ngai Kolok a pesar de que, aseguran, son administrativamente independientes.

Thaksin Shinawatra es el centro de su ira. El antiguo primer ministro, prófugo para no cumplir una condena por corrupción, ha polarizado la vida política de Tailandia durante los últimos ocho años. No en vano, las protestas comenzaron cuando el actual Gobierno, dirigido por su hermana, intentó aprobar una ley de amnistía que le habría traído de regreso

Nimit Denrussameetep, o Tee, como lo conocen sus amigos, se ha convertido en estos días en el líder del grupo. Organiza a sus vecinos, se comunica con otros grupos y mantiene a los demás informados sobre los acontecimientos importantes. Es una muestra de cómo funciona la organización de las manifestaciones, que desde finales de noviembre ha sacado a las calles de Bangkok a decenas de miles de personas que piden la dimisión del Gobierno de Yingluck Shinawatra, al que acusan de corrupción y nepotismo.

Objetivo: “Cerrar la capital”

En pequeñas células, en general formadas en torno a la procedencia o la profesión, como en el caso de los trabajadores de empresas públicas o de la sanidad, cada grupo programa sus propias actividades, pero acude a las llamadas de la organización central, coordinada por la formación política opositora, Partido Democrático, y por el Comité Popular para la Reforma Democrática, creado para las protestas (PDRC en sus siglas en inglés). Fue esta dirección central la que lanzó el pasado 13 de enero una campaña para “cerrar Bangkok”, que ha tomado puntos neurálgicos de la ciudad y que organiza protestas diarias frente a edificios gubernamentales o en lugares frecuentados. “Luchamos con todos los medios, porque queremos la paz para Tailandia. También, para que nos devuelvan el poder”, asegura Tee.

Los hombres y mujeres de Su-ngai Kolok se han quedado en la céntrica avenida de Ratchadamnoen, donde establecieron su campamento desde finales de noviembre. “Estamos aquí para acabar con el régimen de Thaksin por todos los daños y perjuicios que ha causado al país durante todo este tiempo”, asegura a este diario la señora Sochada. Con unas u otras palabras, casi todos los manifestantes de Su-ngai Kolok repiten la misma idea. Thaksin Shinawatra es el centro de su ira. El antiguo primer ministro, depuesto en un golpe de Estado en 2006 y ahora prófugo para no cumplir una condena de dos años de cárcel por corrupción, ha polarizado la vida política de Tailandia durante los últimos ocho años. No en vano, las protestas comenzaron cuando el actual Gobierno, dirigido por la hermana de Thaksin, intentó aprobar una ley de amnistía que le habría traído de regreso.

Opositores, uno con un rifle escondido bajo una bolsa,  corren durante un tiroteo en Bangkok (Reuters).“Los patriotas que vienen de lejos”

Los de Su-ngai Kolok proceden del punto más alejado del país. Son “los patriotas que vienen de lejos”, reza el bordado de su chaleco. Junto a ellos, hay miles de sureños más, de su misma provincia o de las provincias cercanas, en una región en la que el clan Shinawatra es poco apreciado. El otro gran grupo de manifestantes es la clase media y alta de Bangkok, que se quejan de la corrupción, pero también de las medidas económicas de los Shinawatra, dirigidas fundamentalmente a las clases bajas. Durante los últimos días se han unido a ellos agricultores descontentos con un programa gubernamental que les había prometido un precio justo por su arroz, precio que nunca cobraron. “Por la falta de fondos”, se defiende el Gobierno. “Por la corrupción”, responden los manifestantes.

placeholder Bupha, una de las manifestantes de mayor edad (L.V.).

La distancia no parece un impedimento para protestar en la capital y, al mismo tiempo, mantener los servicios mínimos en el pueblo. Hacen turnos y muchos vuelven a casa durante los días de baja actividad para asegurarse de que sus negocios pueden seguir funcionando y de que las lluvias no han inundado sus casas. Y casi todos están en Bangkok durante las grandes citas, a pesar de que el viaje les puede llevar hasta 30 horas. Bupha Phuamkham es una de las más enérgicas.Tiene 77 años, que se reflejan en su cuerpo menudo y arrugado,pero ha hecho el viaje ya cuatro veces durante las últimas semanas. “¡Luchemos, luchemos, luchemos!”, grita mientras encabeza una de las marchas. “Merece la pena estar aquí, no importa la distancia. Si no estuviese aquí, estaría muy triste. No me arrepentiré si me muero hoy”, conversa conTee.

El dinero tampoco parece preocuparles, a pesar de que las manifestaciones duran ya dos meses y que han pasado buena parte de ese tiempo en Bangkok. Aseguran que pagan todo de su bolsillo “desde el uniforme a la comida”. Cada día hacen cuentas y recolectan dinero para los gastos de la jornada, aunque la organización les proporciona agua y un techo, un par de lonas que montan sobre hierros y que les reguardan del agobiante sol durante el día y de las frescas temperaturas de las últimas noches. “No nos pagan por venir, como muchos sugieren”, asegura Pep, otro de los habitantes del pueblo que se defiende de las críticas, aunque algunos manifestantes de otras poblaciones aseguran que reciben comida cada día y que el billete les ha salido gratis.

Intervención militar si Yingluck no dimite

La tensión se ha intensificado durante los últimos días a medida que se acercaban las elecciones anticipadas que se celebran hoy, comicios que el Gobierno convocó como respuesta al descontento en la calle. Los manifestantes se niegan a reconocer una votación que probablemente perderán, porque el Ejecutivo todavía cuenta con fuertes apoyos en el norte y noreste del país, las regiones más pobladas. Ellos aseguran, no obstante, que buena parte de los votos son comprados y que es necesaria una reforma para que las elecciones sean justas.

Proponen así la instauración de un Consejo Popular no electo, formado por 400 miembros, que llevaría a cabo esas reformas durante los próximos doce o quince meses. No rechazan además una intervención militar si Yingluck Shinawatra se niega a dimitir, en un país que ha visto 18 golpes de Estado, exitosos o fallidos, durante los últimos 80 años. De momento, han dificultado el proceso de registro de candidatos y han bloqueado colegios electorales desde hace una semana con el objetivo de que los comicios sean considerados nulos.

placeholder Un opositor armado durante enfrentamientos con simpatizantes del Gobierno (Reuters).

Muchos manifestantes han llegado a sugerir además que el voto debería ser restringido y que las personas de baja educación deberían estar privadas de ese derecho. Como la mayoría de los manifestantes, los de Su-ngai Kolok no abordan la pregunta de forma directa, pero Tee lo explica de la siguiente manera: “Imagina que hay diez personas en este Gobierno, siete personas quieren hacer cosas erróneas pero las otras tres no. Si esas siete personas quieren que las otras tres acepten lo que hacen, no es correcto, eso no es democracia”.

El conflicto está encima de la mesa. Los de Su-ngai Kolok y las decenas de miles de personas que ahora están en la calle aseguran que lucharán hasta que Yingluck Shinawatra abandone el poder. Los defensores del Gobierno, fundamentalmente los camisas rojas que también tomaron Bangkok en 2010, ya se preparan para salir a la calle si eso ocurre. Una disputa sin fin que las elecciones de hoy amenazan con empeorar.

El tren procedente de Su-ngai Kolok llega con un poco de retraso a la estación de Samsen, en el norte de Bangkok. Corre el 9 de diciembre de 2013. Los primeros bultos y personas comienzan a saltar por ventanas y puertas antes de que a la máquina le dé tiempo a detenerse por completo.Se les recibe con gritos de “¡Vamos a luchar!” porque sonlos refuerzos que los manifestantes estaban esperando. Suthep Thaugsuban, el líder de las protestas que desde hace dos meses han tomado las calles de Bangkok, había pedido ese día la movilización de todos los descontentos para tumbar definitivamente al Gobierno tailandés. Los habitantes de Su-ngai Kolok no dudaron en acudir a la llamada. Desde entonces su pueblo permanece casi desierto, ya que el Ejecutivo sigue sin ser derrocado.

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