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¿Cómo viven en Argentina cuando los precios suben un 50% en un año?
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AFECTADOS NARRAN EL DESASTRE INFLACIONARIO

¿Cómo viven en Argentina cuando los precios suben un 50% en un año?

Cuando Romina volvió de vacaciones descubrió que el billete de transporte público había subido un 66%, los alimentos, un 15%, y el seguro médico, un 9%.

Foto: Un panel refleja el cambio de divisas extranjeras en Buenos Aires. (Reuters)
Un panel refleja el cambio de divisas extranjeras en Buenos Aires. (Reuters)

Cuando Romina decidió irse de vacaciones, no esperaba semejante roto al bolsillo. Pensó que coger el coche y conducir por la carretera hasta llegar a Mar del Plata podría ser una buena opción para pasar el verano. Pero chocó con varios obstáculos. Su viaje ya estaba perfectamente planificado cuando una avalancha de alzas en los precios truncó, en tres días, sus vacaciones. En las primeras horas de enero, el combustible subió un 10%, los peajes, un 35%, los alquileres en la Costa Atlántica, el lugar que elige la mayoría de los argentinos para disfrutar del estío, un 20%. Eso, sin contar el aumento en el precio de los alimentos.

Como Romina, son millones los argentinos de clase media y baja que sufren la inflación como un impuesto que reduce su calidad de vida. Llegó hasta el 27% en 2013. Pero, por la fuerte devaluación de la moneda, enero terminará como un mes de récord: los precios se elevaron un 4% estas últimas semanas, de acuerdo con mediciones privadas. Una cifra sólo superada en el año 2002, cuando Argentina comenzaba a salir de la peor crisis de su historia.

A su regreso a Buenos Aires, Romina se encontró con que el billete de transporte público había subido un 66%, los alimentos, un 15%, y el seguro médico familiar, un 9%. Doctora en un hospital público, está permanentemente alerta. Su sueldo de 550 euros podría licuarse aún más si el Gobierno continúa con la depreciación del peso

A su regreso a Buenos Aires, Romina, de 33 años, se encontró con que el billete de transporte público había subido un 66%, los alimentos, un 15%, y el seguro médico familiar, un 9%. Todos ellos gastos habituales de una familia de clase media. Romina, una doctora que trabaja en un hospital público, está permanentemente alerta: su sueldo de 550 euros netos podría licuarse aún más si el Gobierno continúa con la depreciación del peso.

Advertencia de los empresarios: los precios subirán un 15%

En las últimas semanas, Cristina Kirchner ha devaluado casi un 30% el valor de la moneda. Ante el histórico ascenso del dólar oficial, que ahora cotiza a 8 pesos (el euro 11,5), el Ejecutivo ha tomado una serie de medidas. La debilidad política de un Gobierno saliente, las contradicciones discursivas y la ausencia de un plan económico claro han generado una incertidumbre que invade la sociedad. Empresarios referentes del sector de la alimentación ya han advertido de que la devaluación se ha trasladado inmediatamente a los precios, con aumentos del 15%.

Ya no sabemos qué es caro y qué es barato. No me preguntes, porque no lo sé. Está todo distorsionado. Los pocos precios que me acuerdo, los veo con aumento, como siempre”, dice Romina a El Confidencial mientras recorre un Carrefour en las afueras de esta ciudad.

placeholder Imagen de una oficina de cambio tras las nuevas medidas del Gobierno (Efe).

Lejos de disfrutar del supermercado como si de un paseo se tratase, los consumidores cogen los productos, comparan precios, consultan con sus acompañantes y los vuelven a dejar. Observan también con atención los carteles de colores que ha ordenado colgar el Gobierno. “Precios cuidados”, dice, en referencia al programa que ha lanzado Cristina Kirchner para frenar la subida de los alimentos. “Postrecito Shimmy, $5,50 (50 céntimos)”, es una de las 80 ofertas. Al lado, aclara: “Sólo para consumo familiar. Máximo cuatro unidades”.

Sin embargo, los estantes con los “precios cuidados” muchas veces están vacíos. “No conseguí aceite. Y eso que venden dos por familia. Se nota que muchas personas de los almacenes entran y salen del supermercado”, dice Claudia, ama de casa de 58 años.

“No hay certeza de cuál es el valor de los productos”

Lejos de asumir la responsabilidad que el Gobierno quiere cargarles, los empresarios del sector se justifican. “Hoy no hay certeza de cuál es el valor de los productos. Cuando uno no sabe cuál es el valor del dólar es imposible proyectar costos y el nivel de ventas. No sabemos a qué precio vamos a reponer”, explica un alto ejecutivo al diario La Nación.

A pesar de la preocupación de Cristina Kirchner por controlar los precios, el Gobierno ha minimizado públicamente la inflación. “Hay tarifas que están congeladas hace años y años; entonces a la gente no es que le están subiendo todos los precios que tiene que pagar. Eso sería inflación: un aumento generalizado más o menos constante”, argumenta el ministro de Economía Axel Kicillof.

placeholder Jorge Capitanich, acompañado de Axel Kicillof, anuncia las medidas del Ejecutivo de Kirchner (Reuters).

Los números muestran otra realidad. La inflación ya era un desasosiego antes de la devaluación de la moneda. Los precios de los productos básicos aumentaron un 50% durante 2013, una subida que ha provocado que 1,2 millones de argentinos hayan entrado en el club de la pobreza. Los analistas privados estiman que, tras el nuevo paquete de medidas económicas, la pobreza superará el 30% de la población (12 millones de personas).

La debilidad política de un Gobierno saliente, las contradicciones discursivas y la ausencia de un plan económico claro han generado una incertidumbre que invade la sociedad. Empresarios referentes del sector de la alimentación ya han advertido de que la devaluación se ha trasladado inmediatamente a los precios, con aumentos del 15%

Pensar que la devaluación no vaya a tener un impacto en los precios sería ridículo, pero también sería ridículo que si hubo una devaluación del 20%, el aumento de precios sea del 20%. En un televisor puede ser, pero en un litro de leche no, aunque todos los productos tienen un componente importado, incluso la leche, por ejemplo, en el envase”, explicó Fernando Aguirre, portavoz de la Cámara Argentina de Supermercados.

Comprar endeudándose con préstamos de alto riesgo

Claudia vive en La Matanza, la localidad más poblada (1,8 millones) y más pobre de las afueras de Buenos Aires. Tiene tres hijos y un marido inválido. Como la mayoría de sus vecinos, su familia sobrevive gracias a dos planes de ayuda estatal y a los trabajos temporales que pueda obtener como empleada doméstica. Los ingresos mensuales de la familia suman 340 euros.

En González Catán, su barrio, la economía informal supera el 60%. Sin tarjeta de crédito, la única forma de adquirir bienes es endeudarse con préstamos de alto riesgo. “Ante el primer ronroneo que hay con el dólar, se les disparan las cuotas de la nevera, la lavadora y el televisor. Esto le pasa a la mitad de los hogares. Pagan un interés anual del 60%. Son unos usureros”, afirma Lalo Creus, dirigente social de la zona. “A veces, incluso, sacrifican algunas de las comidas. Pagar la deuda para los pobres es sagrado. Muchas veces los veo aparecer en el comedor”, agrega, mientras camina las calles de tierra.

Los planes sociales, principal sustento de los sectores más necesitados, han perdido terreno. Los 460 pesos (40 euros) de la Asignación Universal por Hijo, un programa que afecta a 3,5 millones de personas, deberían aumentar un 30% para recuperar la capacidad adquisitiva anterior a 2013.

Sin tarjeta de crédito, la única forma de adquirir bienes es endeudarse con préstamos de alto riesgo. Ante el primer ronroneo que hay con el dólar, se les disparan las cuotas de la nevera, la lavadora y el televisor. Esto le pasa a la mitad de los hogares. Pagan un interés anual del 60%. 'Son unos usureros', afirma Lalo Creus, dirigente social de la zona

El tema de la inflación es fundamental porque la subida de precios ha licuado la contención de los planes sociales”, denuncia Jorge Oesterheld, portavoz de la Iglesia argentina. Se calcula que 18 millones de ciudadanos se benefician con los distintos programas de ayuda económica que otorga el Gobierno.

Lalo Creus, que administra tres comedores sociales en González Catán, explica cómo le afecta la inflación en el día a día. “El aumento de los precios en los alimentos es algo increíble. La misma bolsa de harina que costaba 200 $ hace seis meses ahora la pagamos a 400”. Y aprovecha para desafiar al Gobierno: “Si quieren negar que subieron los precios, no hay problema. También les puedo contar que, con respecto al verano pasado, aumentaron un 40% los chicos pobres que vienen a pedir una taza de leche”.

Cuando Romina decidió irse de vacaciones, no esperaba semejante roto al bolsillo. Pensó que coger el coche y conducir por la carretera hasta llegar a Mar del Plata podría ser una buena opción para pasar el verano. Pero chocó con varios obstáculos. Su viaje ya estaba perfectamente planificado cuando una avalancha de alzas en los precios truncó, en tres días, sus vacaciones. En las primeras horas de enero, el combustible subió un 10%, los peajes, un 35%, los alquileres en la Costa Atlántica, el lugar que elige la mayoría de los argentinos para disfrutar del estío, un 20%. Eso, sin contar el aumento en el precio de los alimentos.

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