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Martinelli, el "hombre del cambio" que se convirtió en "caudillo de Panamá"
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según los cables de wikileaks

Martinelli, el "hombre del cambio" que se convirtió en "caudillo de Panamá"

Los diplomáticos de Estados Unidos hablan de un Presidente "obsesionado" por las interceptaciones telefónicas y la magistratura.

Foto: Martinelli, durante la inspección de un barco con bandera norcoreana a su paso por el Canal de Panamá. (Reuters)
Martinelli, durante la inspección de un barco con bandera norcoreana a su paso por el Canal de Panamá. (Reuters)

Del hombre del cambio a “amenaza para la estabilidad democrática”. Es la trayectoria de Ricardo Martinelli (Panamá, 1952), presidente de Panamá, según los embajadores de Estados Unidos en el país. Con precisión de reloj suizo, los diplomáticos enviaron a Washington decenas de informes mensuales sobre la figura de ese empresario de éxito que, hace diez años, se lanzaba a la piscina política. Ninguno de ellos sospechaba que, gracias a los cables publicados por WikiLeaks, sus impresiones y relatos saldrían a la luz pública.

Más de 170 documentos oficiales enviados entre enero de 2004 y enero de 2010, a los que El Confidencial ha tenido acceso gracias a CableSearchGate, describen la figura del presidente, que este lunes se verá la cara con Ana Pastor, ministra de Fomento española, para encontrar una solución al plantón de Sacyr en las obras del Canal de Panamá.

Son seis años en los que la figura de Martinelli pasa de ser la de un empresario que se lanza a la política a la de un “nuevo caudillo” que ataca a sus adversarios políticos y a la magistratura con armas al límite de la legalidad: escuchas telefónicas, filtraciones a la prensa, destituciones a dedo según sus intereses políticos. El Gobierno local ha sentenciado en varias ocasiones que los embajadores “mentían” en los despachos que enviaban a Washington.

Super 99

“Ricky casi cien”, como se le conoce en las columnas de cotilleo de la prensa panameños, llega al poder tras las elecciones de 2009. Su cadena de supermercados, Super 99, le había hecho ganarse ese apodo. Se lleva la gran mayoría de los votos prometiendo romper con el statu quo: “Su campaña se centra en presentarse como alguien alejado de los partidos tradicionales”, escribe a pocos meses de las elecciones la embajadora de EEUU, Barbara J. Stephenson, en un documento confidencial.

“La verdadera esencia de la plataforma de Martinelli no es la efectividad de su propuesta política, sino más bien su desafío para revolver el sistema político de Panamá... Se presenta como un populista de derechas”, continúa.

En la campaña anterior, de 2004, el empresario había invertido alrededor de 6 millones de dólares. Y se llevó el 4% de los votos. Para la de 2009, las conversaciones de los diplomáticos con los asesores de Martinelli llegan sólo a entender que invertirá “una gran cantidad de dinero”.

Populismo y dinero. La mezcla es ganadora. El partido “por el cambio” arrasa en las urnas. En mayo de 2009, el Martinelli que llega al poder ya no es el “outsider” que los embajadores habían conocido. Se darán cuenta de ello ya en verano, con la asignación del contrato del Canal.

El “lado oscuro”

Menos de un mes después, Stephenson recibe en su BlackBerry un mensaje del neoelegido presidente. “Necesito ayuda con las interceptaciones telefónicas”, escribe Ricky. El programa de intercambio de información entre la agencia antidroga norteamericana, la DEA, y el Gobierno de Panamá (programa Matador) ya no es suficiente. Al ejecutivo de Martinelli no le importa sólo el narco, quiere más: escuchar y espiar a los adversarios políticos. “Se está mostrando el lado oscuro del Gobierno de Martinelli”, comentará la embajadora.

En una tensa reunión, Martinelli explica su plan de escuchas: “No hace diferencia entre objetivos claves para la seguridad y simples enemigos políticos”, advierte la diplomática. Lo hace ante un mandatario que intenta intimidar a los representantes de Estados Unidos. Chantajea con suspender la colaboración para la interceptación de narcotraficantes y asegura que, con o sin la ayuda de los “gringos”, su Gobierno puede escuchar a sus adversarios: “Dice que ya se han reunido con los representantes de las principales compañías telefónicas del país para recopilar datos (...) y esperan contar con la ayuda de otros Gobiernos y de empresas del sector privado”.

placeholder Martinelli durante una visita al Parque eólico de Penonome (Reuters)

“El estilo de matón de Martinelli con la embajadora deja claro que está dispuesto a empujar más allá de los límites establecidos para obtener lo que quiere, incluso con la ayuda de sus 'amigos'”, escribe preocupada Stephenson. Y da otro ejemplo: “Durante el encuentro del pasado 12 de agosto [de 2009], Martinelli contó con orgullo a la embajadora de cómo, ese mismo día, había conseguido torcer el brazo de los operadores de casinos y les había amenazado con cancelar sus concesiones si no pagaban sus impuestos atrasados y cortaban sus relaciones con los representantes de la oposición”.

“No es esa, desde luego, la forma de portarse de un presidente de la República”, explica la embajadora. “Su obsesión por las escuchas (...), su estilo de matón y sus chantajes podrán haberle llevado al estrellato de los supermercados, pero no es propia de un jefe de Estado”, remata.

Pero cuando Martinelli juega contra sus adversarios políticos, se mueve “como un tiburón que huele sangre”, en palabras de los diplomáticos de EEUU. En septiembre, el director de La Prensa, principal diario del país, confiesa en la residencia norteamericana que ha sido el mismo Martinelli quien le ha filtrado el material para el escándalo con el que se está descubriendo la corrupción en el partido opositor. “Su círculo interno asegura que quiere eliminar al GPD [su adversario en el Parlamento] para gobernar sin una oposición fuerte”, comenta la embajadora.

Guerra de espías

El culmen de la tensión, como si de una novela de Ian Fleming se tratara, se alcanza en el centro de mando del Consejo de Defensa Nacional. Su representante se reúne con la DEA para intentar mediar en las pretensiones de Martinelli, pero los norteamericanos no ceden. Alfaro, representante del Consejo, sí: “¡No me importa nada de la DEA, porque la CIA me dará todo lo que necesito! ¡Si jugáis duro con nosotros, nosotros jugaremos duro también!”.

Los espías de Estados Unidos no le dan cuerda, y Martinelli, ya en 2010, se hace justicia con sus propios medios. Ana Matilde Gómez, el Ministerio Público, es su próximo objetivo. Según el Ejecutivo, la Fiscalía no estaría investigando como es debido a algunos casos de corrupción, sobre todo el que Martinelli mismo filtró a La Prensa.

La Embajada norteamericana se da cuenta de la situación pocos meses después de que empiecen a circular informaciones sobre varios miles de dólares que el presidente habría recibido del narcotraficante David Murcia Guzmán. Es la misma raíz del escándalo en el que, antes de las elecciones, se había visto involucrado el adversario político más directo de Martinelli.

“Es una verdadera campaña en contra del Ministerio Público”, comenta esta vez Gilmour, consejero en la Embajada. “Esta situación está minando la razón de ser de la entrada de Martinelli a la presidencia (la de un cambio desde el Gobierno corrupto de siempre hacia un poder más legítimo). El riesgo es que los panameños pierdan fe en su democracia mientras el nombre del partido de Martinelli, Cambio Democrático, está tomando un no intencionado sentido irónico entre la opinión pública”. Y se pregunta qué hacer ante “el surgimiento de un nuevo Caudillo en Panamá”.

La remoción del Ministerio Público se hace efectiva en febrero de ese año. Martinelli mete mano a la Justicia, y desde la Embajada aseguran que está llegando a ser “un riesgo para la estabilidad democrática de Panamá”. Es verdad que el sistema presidencial panameño le pone pocos límites, pero “el poder de Martinelli va más allá del que ya le otorga el amplio mandato constitucional. Martinelli parece estar en permanente en campaña electoral. (...) Su fuerte personalidad, su falta de compromiso hacia un Estado de Derecho” preocupan a los Estados Unidos.

Del hombre del cambio a “amenaza para la estabilidad democrática”. Es la trayectoria de Ricardo Martinelli (Panamá, 1952), presidente de Panamá, según los embajadores de Estados Unidos en el país. Con precisión de reloj suizo, los diplomáticos enviaron a Washington decenas de informes mensuales sobre la figura de ese empresario de éxito que, hace diez años, se lanzaba a la piscina política. Ninguno de ellos sospechaba que, gracias a los cables publicados por WikiLeaks, sus impresiones y relatos saldrían a la luz pública.

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