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Sudáfrica afronta su primer día sin Mandela entre el miedo a nuevas tensiones raciales
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EL PAÍS LLORA EN CADA RINCÓN SU MUERTE

Sudáfrica afronta su primer día sin Mandela entre el miedo a nuevas tensiones raciales

Rompe el alba. Mientras los sudafricanos se dirigen a trabajar las muestras de conmoción por la muerte del símbolo mundial de la reconciliación se suceden

Foto: Sudafricanos lloran la muerte de su expresidente Nelson Mandela frente al Ayuntamiento de Ciudad del Cabo (Efe).
Sudafricanos lloran la muerte de su expresidente Nelson Mandela frente al Ayuntamiento de Ciudad del Cabo (Efe).

Rompe el alba. Mientras los sudafricanos se dirigen a trabajar en la capital, Pretoria, el eje comercial del país, Johannesburgo, y en Ciudad del Cabo, en el sur, las muestras de conmoción por la muerte del hombre que fue símbolo mundial de la reconciliación se suceden. El país llora en cada rincón la pérdida del padre de su democracia multirracial.

La tristeza por la muerte de Nelson Mandela recorre Sudáfrica. La característica voz de quien fuera el preso político más famoso del mundo suena en todas las gasolineras de la autopista que une Mpumalanga con Johannesburgo. Se escucha la alocución de Madiba en el juicio de Rivonia de 1964, en el que el entonces joven activista fue condenado a cadena perpetua por sus actividades contra el régimen racista del Apartheid, o el emblemático discurso de su liberación de la cárcel en 1990, después de 27 años entre rejas. Se escuchan canciones en honor al padre de la democracia sudafricana, como Asimbonanga, el canto en inglés y zulú que Johnny Clegg compuso para Mandela en la década de los 80.

Creo que (Sudáfrica) va a convertirse en un país más racista. La gente va a enfrentarse y van a perseguir a los extranjeros. Mandela era el único que mantenía las cosas unidas

Los sudafricanos han comenzado este viernes una vida sin Madiba. Y algunos de ellos no dudan en reconocer que temen que la muerte de Mandela reactive las tensiones raciales y sociales que tanto se esforzó en aplacar. Líderes políticos y figuras públicas proclaman que la pérdida no detendrá el avance de Sudáfrica desde su amargo pasado de división, pero hay ciudadanos que expresan una sensación de malestar por la ausencia física de un hombre famoso por ser un pacificador.

“No va a ser bueno. Creo que (Sudáfrica) va a convertirse en un país más racista. La gente va a enfrentarse y van a perseguir a los extranjeros”, dice Sharon Qubeka, de 28 años, una secretaria del municipio de Tembisa, mientras se dirige a trabajar en Johannesburgo. “Mandela era el único que mantenía las cosas unidas”, añade.

“Tengo el corazón roto. Él lo consiguió todo para nosotros, lo ha hecho todo por nosotros. Estos políticos de ahora sólo roban. Corrupción y más corrupción”, dice Abraham Methula, guardia de seguridad de una estación de servicio cercana a la ciudad de Belfast, a la agencia Efe.

placeholder Sudafricanos bailan y cantan en la calle en homenaje a Mandela en Soweto (Reuters).

La potencia llena de desigualdades

Para el país, la pérdida de su líder más amado llega en un momento en que la nación experimenta sangrientos disturbios laborales, protestas crecientes contra los malos servicios, la pobreza, la delincuencia y el desempleo y los escándalos de corrupción que empañan al Gobierno de Zuma.

Muchos ciudadanos ven a la Sudáfrica actual (la mayor economía del continente africano, pero también una de las de más desiguales del mundo) aún lejos de ser la Nación Arcoiris, el ideal de paz social y prosperidad compartida que Mandela proclamó en su salida triunfal de la cárcel en 1990.

Sugerir que Sudáfrica podría arder en llamas -como algunos pronostican- es desacreditar a los sudafricanos y el legado de Madiba. El sol saldrá mañana y el día siguiente y el próximo. Puede que no parezca tan brillante como ayer, pero la vida continuará

“Me siento como si hubiera perdido a mi padre, alguien que habría cuidado de mí. Ya como una persona negra sin conexiones estás en desventaja”, destaca Joseph Nkosi, de 36 años, un guardia de seguridad del municipio de Alexandra, en Johannesburgo.

Para Nkosi no hay lugar para el optimismo: “Ahora, sin Madiba siento que no tengo una oportunidad. Los ricos se harán más ricos y simplemente se olvidarán de nosotros. Los pobres no les importan. Mira nuestros políticos, no son nada como Madiba”.

Heridas que no han cicatrizado

Apenas unas horas después de que se conociese la triste noticia, uno de sus compañeros en la lucha contra el régimen del Apartheid, el exarzobispo de Ciudad del Cabo, Desmond Tutú, trató de disipar los temores que apuntan a que la ausencia del venerado estadista podría revivir algunos de los fantasmas violentos del pasado.

Sugerir que Sudáfrica podría arder en llamas -como algunos pronostican- es desacreditar a los sudafricanos y el legado de Madiba”, dijo. “El sol saldrá mañana y el día siguiente y el próximo (...) puede que no parezca tan brillante como ayer, pero la vida continuará”.

En su biografía, Largo camino a la libertad, Nelson Mandela narraba cómo el Gobierno del Apartheid promulgó en la década de los 50 la Group Areas Act, una de las más retorcidas invenciones de los afrikáners: la separación de los ciudadanos en zonas de residencia según su color de piel por negros, indios y mestizos (coloured). Reconocía Madiba que, por aquel entonces, “yo tenía aún muchas dudas sobre si unirnos en la protesta con indios y mestizos”.

placeholder Un hombre con una camiseta con el rostro de Mandela gesticula en Soweto (Reuters).

Es una de las heridas aún abiertas. La nunca enterrada lucha racial sudafricana no atañe esta vez a blancos y negros, sino a negros y mestizos. Los hombres del presidente Zuma han avivado las llamas en más de una ocasión. “(En la provincia Occidental del Cabo -Ciudad del Cabo-) viven demasiados mestizos. Sería bueno que se desperdigaran por todo el país”, dijo Jimmy Manyi, portavoz del Gobierno, hace años, cuando era director general de Empleo y elaboraba la modificación de la Ley de Empleo. La frase es lapidaria, pero no es su única perla. “Los indios tienen cerca de un 6% de representación en los consejos de administración cuando sólo son el 3,9% de la población. Claro, los indios siempre han sido muy buenos negociando con el poder”, dijo durante una reunión de empresarios negros en Durban.

En Sudáfrica existe un cupo obligado de contratos por raza en las compañías de más de 50 empleados, que obliga a que haya paridad entre el porcentaje de habitantes en cada provincia y los trabajadores. En la provincia Occidental del Cabo, por ejemplo, vivían en 2011 un 59% de mestizos y un 29% de negros. Pero la pretendida modificación de la ley, dinamitada finalmente por el propio Gobierno, sustituía la palabra provincial por nacional, lo que provocaba que en todas las grandes empresas del país hubiese que contratar a un 74% de negros y un 11% de mestizos. Es decir, un nuevo sistema de segregación racial muy sofisticado. Detrás se ocultaba un motivo político: cuando se elaboró el proyecto de ley la provincia Occidental del Cabo era la única que no estaba en poder del ANC, la formación en el Gobierno, porque la mayoría de blancos y mestizos votan en bloque a la DA.

Ahora, sin Madiba siento que no tengo una oportunidad. Los ricos se harán más ricos y simplemente se olvidarán de nosotros. Los pobres no les importan. Mira nuestros políticos, no son nada como Madiba

La polémica conllevó que Trevor Manuel, ministro blanco del gabinete, viejo luchador contra el Apartheid que fue encarcelado en varias ocasiones, tachase de “racista” a Manyi. “Se trata de imponer un Apartheid a la inversa. Ahora sé de qué hablaba Mandela cuando dijo que había luchado contra la dominación blanca y la dominación negra. Hablaba de gente como usted”, escribió entonces en una misiva. Sus palabras provocaron reacciones encontradas. El presidente Zuma y el partido le apoyó, pero la Liga Juvenil del ANC suscribió con fervor la declaración de Manyi y acusó a Trevor Manuel de estar al servicio de “los ricos y racistas blancos”.

Rompe el alba. Mientras los sudafricanos se dirigen a trabajar en la capital, Pretoria, el eje comercial del país, Johannesburgo, y en Ciudad del Cabo, en el sur, las muestras de conmoción por la muerte del hombre que fue símbolo mundial de la reconciliación se suceden. El país llora en cada rincón la pérdida del padre de su democracia multirracial.

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