El Papa Francisco, el antídoto ante el apogeo de las iglesias evangélicas
Los países americanos, con Brasil y México a la cabeza, ya no son territorio de dominio absoluto para los católicos. Las iglesias evangélicas ganan terreno
“Nosotros no somos católicos”. Con este cartel se topó Benedicto XVI cuando visitó México en marzo de 2012. Se lo dedicaron los miembros de la Iglesia Luz del Mundo, una de las muchas comunidades evangélicas que tanto éxito están teniendo en América Latina, y que, en los mismos días del viaje papal, celebró una convención multitudinaria a las afueras de León, la ciudad del centro del país azteca que acogió al entonces obispo de Roma.
Aquel encuentro en un gigantesco templo adornado con chillonas luces de colores constituía una muestra de fuerza de la Iglesia evangélica y un aviso para el Vaticano: los países latinoamericanos, en particular los más poblados, con Brasil y México a la cabeza, ya no son territorio de dominio absoluto para los católicos.
El desafío es grande para el Papa Francisco, quien desde que fue elegido obispo de Roma hace ya ocho meses se ha referido en varias ocasiones a esta tendencia. La última fue en la exhortación apostólica Evangelii Gaudium, en la que dice que estos movimientos, “algunos tendientes al fundamentalismo y otros que parecen proponer una espiritualidad sin Dios”, vienen a llenar “un vacío dejado por el racionalismo secularista”. El Pontífice también hace autocrítica al reconocer que parte del éxito se debe a que algunos católicos “no experimentan su pertenencia a la Iglesia” debido a la burocracia y a lo “poco acogedor” de las estructuras y del clima eclesial.
Mientras nosotros planificamos lemas pastorales, ellos salen casa por casa a hablarle de Dios a la gente, a leerle la Biblia y a orar con ellos en sus casas, reconoce un sacerdote católico
Las claves del éxito evangélico
Para Alberto Melloni, profesor de Historia del Cristianismo en la Universidad de Módena y Reggio Emilia, la Iglesia católica tiene en el crecimiento de la galaxia evangélica una de las grandes cuestiones a las que debe responder. “El pentecontalismo tiene éxito en América Latina y en África porque ofrece un cristianismo comercial, conservador moralmente y teológicamente distinto. Da importancia sobre todo a dos cosas: a la curación y al espíritu”, dice.
Critica Melloni la lectura “fundamentalista” que estos grupos cristianos hacen de la Biblia y advierte de que la respuesta exige a Roma una reflexión profunda: “Es un problema teológico de altísimo rango. Hay que intentar entender si la ola pentecostalista tiene cosas positivas que se deben copiar. Con el protestantismo es lo que se hizo, se cogieron cosas de él”.
Pero ¿qué es lo que lleva a un católico a cambiar de Iglesia? En Río de Janeiro, donde Francisco se dio un baño de multitudes el pasado julio con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), podían escucharse testimonios como el de Vinicius Farias: “Pese a todo lo que había conseguido en la vida, mi familia, mi trabajo, mi casa, mi coche... no dejaba de sentir un vacío en mi interior. Iba los domingos a misa a una Iglesia católica, pero el vacío seguía. Hasta que fui a una celebración de la Asamblea de Dios y todo cambió al conocer allí a Jesús”.
La Asamblea de Dios es el grupo evangélico más pujante de Brasil y mantiene posiciones conservadoras, por lo que está en contra del matrimonio homosexual y del aborto. De hecho, uno de sus más afamados pastores, Silas Malafaia, es un acérrimo opositor al Gobierno de Dilma Rousseff.
Malafaia y otros pastores evangélicos como Marcos Feliciano alcanzan una gran repercusión en la opinión pública carioca gracias a los canales de televisión que controlan estos grupos. También consiguen multitud de adeptos por medio de su presencia en las zonas más deprimidas. En la favela de Manguinhos, visitada por el Papa durante su estancia en Río de Janeiro, son numerosos los locales dedicados al culto de grupos pentecostales, pero sólo hay una pequeña capilla católica.
“Nosotros planificamos lemas, ellos oran con la gente”
“Los nuevos movimientos religiosos y sectas son comunidades cálidas, entusiastas, llenas de vitalidad, donde prima la emoción, el canto y el empuje misionero. Son un signo de los tiempos que grita desde hace décadas a las Iglesias que hay un vacío pastoral y espiritual en las masas sedientas de Dios”. Con estas palabras explica a El Confidencial este fenómeno el sacerdote católico uruguayo Miguel Pastorino, secretario de la Red Iberoamericana de Estudio de las Sectas (RIES). “Mientras nosotros planificamos lemas pastorales, ellos salen casa por casa a hablarle de Dios a la gente, a leerle la Biblia y a orar con ellos en sus casas”, reconoce.
Brasil es la nación donde la explosión ha sido mayor. Eran evangélicos el 6,6% de sus habitantes en 1980 y, según el último censo realizado en 2010, lo son ahora el 22,2%. En ese período de tiempo los católicos han pasado del 90 al 63%
Las cifras certifican que las distintas comunidades cristianas evangélicas suponen una competencia cada vez mayor para Roma. Según los datos del Latinobarómetro, los católicos de América Latina han pasado de constituir el 75% de la población a mediados de los años 90 del siglo pasado a ser hoy el 65%. Buena parte de ese terreno lo han ganado los evangélicos. El 7,6% de los mexicanos declara pertenecer a esa Iglesia, casi dos puntos y medio más que en 2000. Brasil es, sin embargo, la nación donde la explosión ha sido mayor. Eran evangélicos el 6,6% de sus habitantes en 1980 y, según el último censo realizado en 2010, lo son ahora el 22,2%. En ese período de tiempo los católicos han pasado del 90% al 63%.
En España ya suponen el 12% del total
En muchos países africanos de tradición cristiana se están dando fenómenos similares, mientras que en Europa, debido a la llegada de inmigrantes procedentes en su mayoría de América Latina y de la conversión de personas alejadas de la fe, el número de parroquias y fieles evangélicos también aumenta. En España los templos evangélicos suponen ya el 12% del total. Según el Directorio de lugares de culto de las diversas religiones, elaborado por el Observatorio de Pluralismo Religioso de la Fundación Pluralismo y Convivencia, los espacios de credo evangélico han pasado en nuestro país de 2.944 en 2011 a 3.466 este año, lo que supone un aumento del 17%. En el mismo período de tiempo, no cambió el número de lugares de culto católicos.
Pastorino no comparte el calificativo de “sectas pentecostales” que muchos católicos utilizan para denominar a estas otras realidades eclesiales. Él distingue entre las comunidades “abiertas al diálogo ecuménico y con un gran compromiso apostólico y social en el continente” y los grupos fanáticos que realizan una “manipulación psicológica de sus fieles”, son “agresivos” con su proselitismo, tienen “líderes autoritarios” y están alejados de la doctrina cristiana. “Son un sincretismo que amalgama espiritismo, cultos afrobrasileños, pentecostalismo y elementos católicos, con estrategias de marketing. Son una ensalada difícil de llamar cristiana o evangélica”, explica. Denuncia además su falta de compromiso social y los engaños y fraudes cometidos en la recaudación del dinero y con sus supuestos milagros.
“Camuflan de cristiano algo que ya ha dejado de serlo o nunca lo fue. Es escandaloso porque esos grupos son los que tienen mayor poder económico y por lo tanto, más impacto a través de los medios de comunicación”. Cita en particular Pastorino entre estas sectas a las comunidades que se reconocen dentro de la llamada Teología de la Prosperidad en América Central y, en el Cono Sur, a la controvertida Iglesia Universal del Reino de Dios (conocida por su lema “Pare de sufrir”) y Dios es Amor.
Intelectuales evangélicos como el italiano Paolo Ricca, catedrático de la Facultad Valdense de Teología de Roma, reconoce la existencia de sectas dentro de su familia eclesiástica, pero apunta que también existen entre los católicos. “En todas las Iglesias hay algunos con espíritu sectario. ¿Qué hay detrás de los Legionarios de Cristo o de Comunión y Liberación?”, sostiene. “El crecimiento del movimiento pentecostal es una de las mayores novedades en el panorama cristiano mundial. Se trata de una realidad importante que no puede ser juzgada sólo como si se tratara de una secta”.
A su juicio, la explosión evangélica se debe sobre todo a dos factores. El primero es que sus celebraciones, “más vivas y capaces de hacer descubrir valores cristianos como la fraternidad”, permiten a los fieles ser “protagonistas” y no “gregarios”. El segundo, que a diferencia del catolicismo, no se trata de una creencia heredada, transmitida de padres a hijos, sino de una “apropiación personal”. “Cristo se convierte en la experiencia propia de cada uno, no sólo en algo que me dejaron mis padres o mi abuela y que yo se lo paso a mis hijos”.
La ‘conversión’ de Francisco
Pese a todo lo que había conseguido en la vida no dejaba de sentir un vacío en mi interior. Iba los domingos a misa a una Iglesia católica, pero el vacío seguía. Hasta que fui a una celebración de la Asamblea de Dios y todo cambió al conocer allí a Jesús
Ante el crecimiento evangélico, la Iglesia católica de algunos países de América Latina ha empezado responder copiando algunos de los elementos de estos otros grupos cristianos. El ejemplo más claro de ello es el popular movimiento brasileño Canção Nova, con una liturgia en sus celebraciones similar a la de los evangélicos, con espacios para la música y el baile. Durante años, a Jorge Mario Bergoglio no le gustaba nada esta 'contaminación' evangélica entre los católicos. Lo contó él mismo en el vuelo de vuelta de Río de Janeiro. “Estos confunden una celebración litúrgica con una escuela de samba”, confesó haber comentado en el pasado. Dijo luego que al conocer mejor al Movimiento de Renovación Carismática “se convirtió” y lo considera ahora “una gracia” para toda la Iglesia. “No sólo sirven para evitar que algunos pasen a las confesiones pentecostales”, dijo.
Un gran conocedor de la competencia que suponen los evangélicos como el arzobispo mexicano Carlos Aguiar, presidente de la Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), reconoce que la Iglesia católica puede aprender de estos grupos eclesiales. “Dios se hace presente en todos los hombres de buena voluntad y siempre que el hombre por su fe promueva el bien de la humanidad es digno de imitarse y ser solidario”, dice.
Pastorino, por su parte, propone su “vacuna” contra “el proselitismo de las sectas” y de otras Iglesias: “Una auténtica conversión y una evangelización que no presuponga que porque alguien tomó la primera comunión y está confirmado ya tiene fe y es muy católico. Eso es ingenuidad”. Apuesta por ofrecer una auténtica “experiencia de encuentro con Cristo”. Sus ideas son compartidas por el Papa, como se ve en Evangelii Gaudium. Sea cual sea la respuesta, ésta en ningún caso debe llegar con un “pentecontalismo católico”, sostiene en cambio Melloni.
“Por primera vez, los evangélicos aprecian al Papa”
Aunque es pronto para saber si el 'efecto Francisco' que ya se percibe en muchos países católicos con la vuelta a la fe de personas alejadas sirve también para detener el crecimiento de los evangélicos, la predisposición de éstos hacia Bergoglio no puede ser mejor. Lo confirma Ricca: “Por primera vez hay un juicio positivo hacia el Papa, cuando la postura de nuestras Iglesias generalmente siempre ha sido negativa. Francisco es un hombre libre que está cambiando el marco tradicional de lo que supone el papado. Sus gestos y sus decisiones son apreciados por los evangélicos”.
Esa buena actitud no significa para el profesor de la Facultad Valdense de Teología de Roma que los miembros de estas comunidades vayan a pasar a la comunión plena con Roma. “Se irán dando pasos adelante en el diálogo ecuménico, pero el objetivo de ese diálogo no es que todos nos hagamos católicos. Con Francisco no basta para convencer a las Iglesias nacidas de la Reforma. Tal vez nos dirijamos hacia una comunión en la que se respeten las tradiciones de cada uno y haya un reconocimiento recíproco. Bergoglio provoca simpatía entre los evangélicos, pero no es un imán ecuménico”, concluye Ricca.
“Nosotros no somos católicos”. Con este cartel se topó Benedicto XVI cuando visitó México en marzo de 2012. Se lo dedicaron los miembros de la Iglesia Luz del Mundo, una de las muchas comunidades evangélicas que tanto éxito están teniendo en América Latina, y que, en los mismos días del viaje papal, celebró una convención multitudinaria a las afueras de León, la ciudad del centro del país azteca que acogió al entonces obispo de Roma.
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