Es noticia
El esfuerzo español por llegar al infierno
  1. Mundo
LA AYUDA NO Alcanza LA ZONA CERO DE FILIPINAS

El esfuerzo español por llegar al infierno

Todavía queda un gran número de filipinos que aún no han recibido asistencia, sobre todo en las islas más recónditas, en casos de extrema necesidad

Foto: El avión que partió este jueves desde Barajas con material para asistir a los afectados por el tifón Haiyan (Efe).
El avión que partió este jueves desde Barajas con material para asistir a los afectados por el tifón Haiyan (Efe).

“Todavía queda un gran número de personas que aún no han recibido asistencia, sobre todo en las islas más recónditas, en casos de extrema necesidad, donde ni las autoridades filipinas ni nosotros hemos podido llegar”. Habla Ángel Vicario, delegado de la Cruz Roja Española y coordinador de la operación en Filipinas.

Hace siete días que los afectados por el tifón ‘Haiyan’ no tienen nada que llevarse a la boca. Y el hambre y la desesperación hacen estragos. El arroz o el agua se han convertido en un lujo intocable y poseerlo puede desatar un episodio de violencia. Suplican, cada vez que ven un periodista, un político o un cooperante, por la prometida ayuda humanitaria. Y dicha ayuda llega, pero con cuentagotas.

Cruz Roja Española lleva en Filipinas más de 15 años. En Cebú se encuentra el centro logístico que recibió la tarde del jueves (hora local) un avión procedente de España con “lo más básico”, tal y como apunta Vicario. Se trata de un equipo de respuesta rápida.

Todavía queda un gran número de personas que no han recibido asistencia, sobre todo en las islas más recónditas, en casos de extrema necesidad, donde ni las autoridades filipinas ni nosotros hemos podido llegar

“Bidones de agua, mantas, siete plantas potabilizadoras y expertos, que es lo que podemos aportar, especialistas en agua que están ahora en la zona afectada, donde nos ayudarán a que se eviten los brotes temidos de tifus, cólera o cualquier otra enfermedad gastrointestinal”. Las estimaciones dicen que el cargamento de los dos aviones que hasta el momento han llegado a Filipinas permitirá suministrar diariamente agua potable a más de 70.000 personas.

Se necesita una ayuda masiva. Lo que tenemos no es suficiente” asegura a El Confidencial Emilio Teixeira, delegado de la Cruz Roja en Manila, mientras recibe al primer avión del día en el aeropuerto de Cebú. “Este llega con equipo sanitario”. Teixeira sabe de lo que habla. Después de cuatro años trabajando en Manila, puede hablar de tifones casi como cualquier filipino.

Gran parte de la ayuda sigue estancada en Manila

Restablecer las comunicaciones y los accesos a la zona cero, Tacloban, en la provincia de Leyte, donde no hay agua potable ni electricidad, continúa siendo una prioridad. Y en eso trabajan cada día las organizaciones internacionales junto a los voluntarios. “Los problemas se centran en la falta de acceso y de comunicación. Todo está en camino”, asegura Teixeira. La impotencia no es sólo de los afectados. Las organizaciones humanitarias son conscientes de que una gran parte de los suministros proporcionados por la ayuda internacional se ha quedado estancada en Manila.

El tifón ha borrado del mapa carreteras y aeropuertos y se trabaja contra reloj para llevar los suministros allí donde más se necesitan. Sin embargo, aunque todos los esfuerzos se vuelquen en la logística, esta resulta una asignatura pendiente. Algo tan sencillo y rápido como el trayecto Manila-Leyre, que antes suponía una hora de viaje, se ha convertido en un infierno para todos aquellos que necesitan llegar a su destino. Ya no existe el aeropuerto de Leyte. Ahora es un hospital improvisado. Por ello, hay que sumar una hora en avión a Cebú más el ferry de isla en isla hasta llegar a la zona cero. En total, casi 48 horas.

Hasta allí conseguía llegar este miércoles Valérie Amos, secretaria general adjunta de Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios. Pidió a las autoridades locales y a las organizaciones internacionales que entreguen con más rapidez la ayuda que aún no ha llegado a miles de afectados por el tifón en la región central de Filipinas.

“Mandamos un equipo antes del tifón. Llegó dos días después”

Lo que pide Amos resulta muy complicado para las organizaciones que operan en este país asiático. Cruz Roja pone como ejemplo de la complejidad de trabajar en este país su propia experiencia en la previsión del tifón. “Se envió un equipopredisaster dos días antes de la catástrofe, y llego dos días después”, explica Teixeira.

Esa terrible combinación entre la ausencia de electricidad y unas comunicaciones en un estado deplorable ha ralentizado la llegada de ayuda. Hablar por teléfono es imposible desde la zona cero. Sólo en el ayuntamiento o en el aeropuerto hay conexión desde hace pocas horas. Y las vías de comunicación no existían desde y hacia las zonas afectadas. Esto se complica aún más al hablar de un archipiélago. Ni por tierra, ni por mar ni por aire: las tres vías de acceso han estado cortadas. La más importante, por carretera, comenzó a restablecerse este jueves.

placeholder Un niño se sienta sobre una palmera en la isla de Bantayan (Reuters)

El Departamento de Infraestructuras ha logrado despejar carreteras y, tras retirar obstáculos de todo tipo arrastrados por el ciclón, las principales vías se encuentran en mejores condiciones. De momento, sólo los vehículos ligeros pueden transitar por ellas. “Ha sido una grandísima pérdida de tiempo porque, en casi todos los desplazamientos en coche, se perdía mucho tiempo hasta que accedías a una carretera. Y nunca había información que te avisara de que no podías pasar. De repente, la carretera terminaba después de horas intentando llegar a ella. Y tienes que dar la vuelta. Así ha sido”, cuenta Teixeira.

El primer envío partió desde Manila con 12 camiones con 10.000 raciones y kits de higiene y tres camiones con 25.000 litros de agua. Ha tardado cuatro días cuando lo normal sería que tardase uno

Entre el cansancio y la impotencia, el cooperante relata las horas interminables que pasan los filipinos en la carretera, con el combustible calculado para que baste para para huir de la devastación. “El primer envío partió desde Manila con 12 camiones con 10.000 raciones y kits de higiene y tres camiones con 25.000 litros de agua. Ha tardado cuatro días, cuando lo normal sería que tardase uno”.

La prioridad ha sido reabrir la carretera, una de las principales razones para restablecer el orden. El ejército y la policía han tenido que intervenir en la zona para evitar el pillaje de los desesperados o los grupos criminales. “Yo no he visto saqueos personalmente en Cebú, pero llevan siete días viviendo un infierno. Desde ayer, en las carreteras se establecieron check points para garantizar la seguridad de los convoyes y acabar con los saqueos”, cuenta Teixeira.

España, a la cabeza en las donaciones de la UE

El pueblo filipino confía en la ayuda internacional. España es el contribuyente número uno en ayuda de eemergencia en Filipinas, con una inversión de 26 millones de euros en ayuda humanitaria y un equipo permanente en Manila.Supone un caso especial porque, respecto a sus vecinos europeos, ha entregado más ayudaque ningún otro socio de la UE y ha logrado que Cooperación Española haya sido la primera en lanzar la alerta a otros donantes y socios.

Los afectados esperan a los médicos, el agua, las mantas, las bolsas de ayuda internacional, pero también las fuertes lluvias que van a empeorar una situación ya de por sí terrible."Realmente es indignante. Parece que nadie tiene el mando en el Gobierno", ha publicado en su cuenta de Twitter el diputado filipino Carlos Zarate. "Las personas están muriendo de hambre o de diarrea".

placeholder Supervivientes del tifón posan con sus nombres en un cartel en Samar (Reuters)

La espera para quien lo ha perdido todo es insoportable. Han pasado siete días desde que les azotó El gran destructor, como aquí han comenzado a llamarlo. Y los centenares de miles de afectados, acostumbrados a sufrir los efectos de los tifones cada año, aunque nunca uno tan devastador, saben que esto es sólo el principio.

La cifra oficial de muertos asciende a, al menos, 2.357 personas, según la agencia de Protección Civil, que únicamente informa de los casos confirmados y no proporciona estimaciones de víctimas. Se cree que hay un gran número de ellas bajo los escombros y, por ahora, no hay una cifra total de fallecidos. El sentimiento de indignación es generalizado en el país ante la falta de previsión del Gobierno, cuando sabía que llegaba este desastre.

La reciente comparecencia del presidente, Benigno Aquino, no ha ayudado a tranquilizar los ánimos. “Vivimos en un país en alerta permanente y el presidente no ha querido tomar medidas”, asegura a El Confidencial Gerald López, camarero y residente en Manila, a más de 600 kilómetros de sus padres, que viven en la zona afectada. “Pero nosotros hemos tenido suerte. 'Yolanda' sólo ha dejado sin techo la casa de mis padres”.

“Todavía queda un gran número de personas que aún no han recibido asistencia, sobre todo en las islas más recónditas, en casos de extrema necesidad, donde ni las autoridades filipinas ni nosotros hemos podido llegar”. Habla Ángel Vicario, delegado de la Cruz Roja Española y coordinador de la operación en Filipinas.

Filipinas Cruz Roja Cooperación
El redactor recomienda