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Historia de un amor prohibido en el palacio de los Al Asad
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el pintor de LA FAMILIA DESVELA EL ROMANCE

Historia de un amor prohibido en el palacio de los Al Asad

Faiz ha pasado de tener una “vida entre palacios” a sobrevivir entre las tiendas de campaña del campo de refugiados. Durante años fue el pintor de los Asad

Foto: Hazef al Asad junto a su mujer y sus hijos Maher, Bashar, Basel, Majd y su hija Bushra (Reuters).
Hazef al Asad junto a su mujer y sus hijos Maher, Bashar, Basel, Majd y su hija Bushra (Reuters).

Faiz ha pasado de tener una “vida entre palacios” a sobrevivir entre las tiendas de campaña del campo de refugiados de Kawergosk, en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. Huyó hasta este remoto lugar en agosto de 2013, como muchos otros compatriotas suyos, cuando estallaron los sangrientos enfrentamientos entre las milicias kurdo-sirias y los islamistas radicales del Frente al Nusra, una organización asociada a Al Qaeda que opera en Siria.

Faiz es pintor, pero no un pintor cualquiera. Estuvo al servicio de la familia Al Asad durante 13 largos años en Damasco, hasta que fue despedido por culpa del “levantamiento kurdo”, una pequeña rebelión que comenzó en marzo de 2004 con una pelea entre hinchas en un partido de fútbol y derivó en fuertes hostilidades que se extendieron a otras localidades del norte de Siria.

Para sofocarla, fue necesaria la intervención de la IV División, comandada por Maher al Asad, hermano menor del presidente Bachar. Como castigo por el levantamiento, muchos kurdos fueron despojados de su carnet de identidad, convirtiéndose en ciudadanos invisibles, y se les prohibió ocupar puestos gubernamentales o trabajar en Damasco.

La pareja tuvo que superar un sinfín de impedimentos y esperar a que muriera su más acérrimo enemigo para poder casarse. Y ese enemigo no era otro que Basel, el hermano mayor de Bushra

Al principio, Faiz se muestra receloso a la hora de hablar sobre la familia que ha gobernado Siria con puño de hierro durante cuatro décadas. Pero después de unos cuantos tés y varios cigarrillos de importación, toma confianza y revela uno de los grandes secretos de palacio: la historia de amor entre Bushra al Asad, hermana del actual presidente, y su esposo Asef Shawkat.

Fue una relación tormentosa, que nació cuando Bushra todavía era una adolescente, y que siempre pareció imposible. Cuando se conocieron, Asef no sólo era 10 años mayor que ella; también estaba casado y tenía cinco hijos.

El corazón escondido que encontró Faiz

“Nos enviaron a Qurdaha (ciudad natal de los Asad) para hacer unas obras en la residencia familiar de Hafez (al Asad, el padre del actual presidente). Al sacar el marco de una de las puertas del salón, encontré un trozo de papel amarillento con los nombres de Bushra y Asef dentro de un corazón rojo”, relata Faiz con cara de niño travieso.

Sin embargo, pese a todo el poder de Bushra, la pareja tuvo que superar un sinfín de impedimentos y esperar durante años a que muriera su más acérrimo enemigo para poder casarse. Y ese enemigo no era otro que el hermano mayor de Bushra, Basel al Asad, el primogénito del creador de la saga. Lograron desposarse en 1995, un año después de que Basel muriese en un accidente de coche. Pero su historia tampoco tuvo un final feliz.

placeholder Maher, Bachar y su hermana Bushra caminan tras el ataúd de su padre durante su funeral en Damasco (Reuters).

Desde el principio, Basel se opuso a esa relación. Hasta que concibió un plan: la mejor manera de acabar con el enamoramiento de su hermana era poner tierra de por medio entre la pareja. Convenció a su padre y decidieron desterrar a Asef Shawkat: le enviaron a Europa junto con su esposa y sus cinco hijos.

Cosas del destino, la muerte le llegó demasiado pronto a Basel. Así que Asef se divorció y regresó a Siria para casarse con Bushra, con la que compartió su vida durante 18 años. Murió en el atentado contra el cuartel general de la Seguridad Nacional de julio de 2012. Desaparecido Asef, la hermana del presidente Bachar al Asad huyó con sus hijos a Europa.

Los perversos caprichos de la pareja

Cuando todavía eran una pareja de recién casados, Bushra se encaprichó de una vivienda de cuatro plantas ubicada en el barrio damasquino de Mezze, junto al aeropuerto militar de la capital siria. Hacerse con ella no fue sencillo.

“Tres de las cuatro familias que vivían allí vendieron su parte de la propiedad a la hija de Al Asad, pero la cuarta se negó. Entonces, Shawkat acusó a los propietarios de pertenecer al grupo proscrito de los Hermanos Musulmanes y los denunció. Tuvieron que huir del país para no acabar en la cárcel”, cuenta el antiguo pintor de la corte.

Faizdescribe a Bushra como una mujer caprichosa y antojadiza. “Cada vez que regresaban de un viaje a Europa, traía catálogos de decoración y nos tocaba volver a pintar de nuevo las paredes y redecorar toda la mansión”, dice molesto.

Otro episodio escabroso fue la violación de cuatro sirvientas en uno de los palacios de Maher a manos de sus guardaespaldas. Abusaron de ellas. Las amenazaron de muerte y, después, Maher las despidió

Lo que más le impresionó de la mansión de la pareja eran los cuartos de baño y el vestidor. “En cada planta habíaun dormitorio tan grande como mi casa, con un cuarto de baño con las paredes revestidas en mármol, con un jacuzzi y sauna”, describe, antes de añadir que en todos los palacios del clan Al Asad puede encontrarse ese estilo de cuartos de baño.

Pero su rostro se llena de fascinación cuando habla de los coches del matrimonio, “dos automóviles que sólo había visto en películas americanas”. Eran dos deportivos Porsche, “uno azul y otro rojo”, que la pareja se intercambiaba. Cada vez que los sacaban de la mansión “cambiaban la matrícula”, detalla Faiz.

El campeón de los palacios

En cuanto a ostentación, la pareja se quedaba a años luz de Maher al Asad, el hermano más despiadado de Bachar, quienposee unadocena de palacios repartidos por todo Damasco, siempre cerca de los cuarteles militares.

Dos de ellos están situados en lo alto de una colina. Uno imita a un castillo medieval y el otro es un palacete de verano con “animales exóticos de todas las clases, desde pavos reales hasta una pantera negra”, narra el pintor de la corte. “Con la comida que le dan cada día a esos animales podrían alimentar a todo Damasco”, exclama.

No todo lo que rodea a Maher es lujo y exuberancia. El pintor de los Asad también tiene historias sombrías que contar.Como la del sobrino del comisario de Damasco que llegó un día al palacio conduciendo borracho. “Iba muy deprisa y atropelló a un guarda y a su hijo. Los mató. Entró al castillo y, cuando Maher vio sangre en la parte frontal del coche (un Hammer), dijo a los sirvientes que lo limpiaran. Después lo guardó en el garaje y ordenó que nadie contase nada de lo sucedido”, revela.

placeholder Maher al Asad (i) junto a su hermano Bachar durante un aniversario de la muerte de su padre en Qardaha (Reuters).

“A la mañana siguiente apareció un taxi con una mujer y un hombre que recogieron los dos cadáveres del suelo y se marcharon”, agrega con tristeza. Como era de esperar, nunca se abrió una investigación policial.

Otro episodio escabroso fue la violación de cuatro sirvientas en uno de los palacios de Maher a manos de sus guardaespaldas. “Abusaron de ellas. Las amenazaron de muerte y, después, Maher las despidió”, asegura Faiz.

Dentro del palacio de Bachar

El día en que el presidente Hafez murió, el pintor estaba trabajando con Rami Mahlouf, primo de Bachar. “Estábamos pintando en las oficinas de Syriatel (una compañía estatal telefónica propiedad de Mahlouf) y oímos rumores de que el presidente había muerto. Durante unos días se mantuvo en secreto. Había mucho movimiento”, recuerda Faiz.

Según su relato, los empleados de Rami escribieron carteles en los que se leía “Queremos que Bachar sea nuestro presidente”, y los repartieron entre los barrios alauíes de Damasco. Miles de personas salieron a la calle con pancartas reclamando la presidencia para el benjamín de los Al Asad.

Cuando Bachar fue nombrado jefe de Estado, reformó todo el palacio presidencial. “A diferencia de su padre, optó por una decoración oriental. Quería que todo fuera estilo árabe y no al estilo occidental. Todo el palacio está revestido de madera de abedul, que trajeron con barcos desde Canadá, y pavimentado con grandes bloques de mármol blanco. Todas las ventanas que dan al exterior son blindadas y hay cámaras de seguridad en cada habitación”, detalla Faiz. Da la última calada al último cigarrillo del paquete que traía esta periodista y decide que ya basta de hablar de la vida íntima del clan Al Asad.

Faiz ha pasado de tener una “vida entre palacios” a sobrevivir entre las tiendas de campaña del campo de refugiados de Kawergosk, en Erbil, la capital del Kurdistán iraquí. Huyó hasta este remoto lugar en agosto de 2013, como muchos otros compatriotas suyos, cuando estallaron los sangrientos enfrentamientos entre las milicias kurdo-sirias y los islamistas radicales del Frente al Nusra, una organización asociada a Al Qaeda que opera en Siria.

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